REFLEXIÓN INTRODUCTORIA: Aprender a Pensar
Aprender a aprender..., enseñar a pensar..., enseñar a aprender... y también algunos dirían...
aprender a enseñar... Son frases que están en boca de mucha gente dentro de este mundo educativo que
nos rodea.
Ultimamente se descubre que la verdadera función de la escuela es la de transmitir una habilidad que
sintetice todas las demás funciones que le son propias: pensar. Después, y dependiendo del estilo y formación
del intelocutor, se añaden otros complementos al verbo pensar: "creativamente", "críticamente" o
"autonomamente".
Pero, si tratamos de entender y comprender qué es esto de pensar y por qué razón es ahora el centro de
la educación, los argumentos no acostumbran a ser, ni creativos, ni tan solo críticos, ni mucho menos
autonomos... Nada más hay que revisar la abundante producción de libros con títulos seductores, programas
informáticos con mucha publicidad, sesiones "psicopedagógicas" por especialistas..., que se limitan a
ofertar un repertorio de "recetas" con las que nos podemos acomodar a las exigencias de la
concepción escolarista del pensar:
- como subrayar un texto,
- memorizar una fórmula,
- hacer un resúmen,
- leer y enterarse,
- como relajarse y cargarse de optimismo ante un examen...
"En la escuela, a menudo... lo único que se aprende es a ser alumno ..."
... como si todo el proceso de la escolaridad obligatoria se volviera un acto de amastreamiento socializado
contínuo y permanente, adornado con ciertos contenidos disciplinarios más o menos contextualizados.
Y es que ... si la escuela no es capaz de enseñar a pensar, es que realmente no es escuela. Y enseñar de
verdad no es limitarse a impartir y repartir ... paquetes de información y, de tanto en tanto, controlar...
su ingestión.
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© 1996 Carles Dorado Perea Inicio Página: 1-12-96
Última revisión: 25-2-97