Independientemente de la extensión y de la forma, el texto es el resultado de una actividad verbal, en la cual el emisor actúa con una intención comunicativa, y en un contexto determinado. Dicho así, cualquier producto de un discurso sería un texto y sin embargo, no es cierto, sino que deben cumplirse ciertas condiciones:
Lee el ejemplo 4 y te darás cuenta que hay algo que no acaba de funcionar en él:
Con excepción del cuerno, su aspecto es muy parecido al de un caballo.
El unicornio es un animal mitológico.
Su semejanza con el caballo nos hace pensar que se trata de un animal noble y amistoso.
Se distingue por su único cuerno, ubicado en la frente.
Seguramente, te habrás dado cuenta de que el orden en el cual se han
dispuesto los párrafos no es el más adecuado para comprender la
información. Intentemos reordenar las ideas, planteándonos algunas
preguntas:
Guiándonos por las respuestas, podemos ordenar la secuencia así:
El unicornio es un animal mitológico.
Se distingue por su único cuerno, ubicado en la frente.
Con excepción del cuerno, su aspecto es muy parecido al de un caballo.
Su semejanza con el caballo nos hace pensar que se trata de un animal noble y amistoso.
Este nuevo orden resulta más lógico. Primero, presentamos al animal, es decir, introducimos el tema. En segundo lugar, indicamos el rasgo que lo distingue y sus principales características, esto es, destacamos los aspectos esenciales, para que el lector pueda imaginarse al unicornio y, a continuación, entregamos información opcional, que en este caso se refiere a nuestra percepción del unicornio. Ahora ya tenemos un texto coherente.
Sin embargo, le sigue faltando algo: la cohesión, esto es, que las partes de las que se compone estén relacionadas. Relaciónalas tú.