Descripción y análisis de la obra:
En 1937 Julio González presentó en el pabellón español de la república de la Exposición internacional de París una de sus figuras más dramáticas y expresivas, la Montserrat. Con ella, González resumía todo el dolor y dramatismo que la guerra podía imprimir en un rostro humano. Era la figura de una campesina que con paso firme se planta altiva y desafiante, sosteniendo en una mano una hoz y en la otra un niño.
De esta obra, que le obsesionó durante sus últimos años, realizó más tarde una serie de interpretaciones. En esculturas como El pie, Gran perfil de campesina, La frente, Busto femenino y Torso, realizadas entre 1934 y 1936, González se sirve de planchas de hierro para representar partes del cuerpo humano tan sólo mediante retazos de su epidermis. El hierro envuelve un espacio hueco, que es el cuerpo. La chapa es el molde en que se ha sedimentado la vida del cuerpo. La escultura fragmentaria sirve de imagen figurada para un cuerpo ausente.
La cabeza de la Montserrat, obra que dejó inacabada, es una continuación de este proceso y a la vez una culminación, ya que fue una de sus obras póstumas. El rostro nos recuerda claramente la expresividad de las figuras de Picasso en el "Guernika", y aún nos conduce mas allá, hasta el primer expresionismo nórdico de "El grito" de Munch. El personaje tocado por el típico pañuelo campesino de los años 30, dirige el rostro hacia el Infinito, como expresando la rabia y el dolor por la situación de angustia que padece. La boca abierta y la expresión forzada contribuyen a acentuar el momento angustia.
Aspectos técnicos y estilísticos:
Partiendo de unos inicios cubistas, su escultura cambio radicalmente a finales de los años veinte cuando Picasso le pidió colaboración para realizar sus esculturas. El beneficio fue doble: Gonzalez enseñó a Picasso el oficio, pero a su vez se sintió atraído por lo que hacia -esculturas abiertas y lineales, mas abstractas-, y sus obras mas interesantes datan precisamente de esos años, entre 1930 y 1939. Hasta entonces el material noble para la escultura había sido el bronce; González, después de que el Dadaismo dejara claro que todo vale, toma el hierro, que solo se había utilizado para fabricar herramientas y objetos de uso, lo trabaja corno se venia trabajando y consigue cargarlo con una fuerza expresiva desconocida, que viene dada por la textura especial que estos procedimientos – la forja y la soldadura – dan a la superficie y por la tensión elástica que permite una nueva abertura al espacio.
Sus figuras, porque no abandona nunca del todo la figuración, se componen de varillas y laminas de hierro que se curvan y se sueldan, fragmentándose una y otra vez en un espacio abierto. Lo que el hacia era dibujar en el espacio, según sus propias palabras.