Biografia
Alfredo Bryce Echenique (Lima, 1939). Va
graduar-se en Dret lany 1963 i en Lletres (Literatura) el 1964 a
la Universitat Nacional Mayor de San Marcos, amb una tesi titulada "Función
del diálogo en la narrativa de Ernest Hemingway". A final
del mateix any va viatjar a Europa per seguir cursos a la Universitat
de la Sorbona, on va obtenir sengles diplomes en Literatura Francesa Contemporània
i Clàssica i va preparar una tesi doctoral sobre literatura. Ha
estat professor dhistòria i literatura llatinoamericanes
en diverses universitats franceses (Nanterre, Sorbona, Vincennes i Montpeller).
Lany 1975 va obtenir la beca Guggenheim per a escriptors i va començar
a col·laborar en el suplement cultural del diari "El Sol"
de Mèxic. El 1984 abandona França definitivament i trasllada
la seva residència a Madrid. Des de llavors, col·labora
habitualment en diversos mitjans de comunicació, com els diaris
"El País" i "ABC". Ha estat guardonat amb el
Premi Nacional de Narrativa 1998 per lobra Reo de nocturnidad.
Obra
La
vida exagerada de Martín Romanyá
Documentació
Article
publicat a El País el 16/10/02 per Enrique Vila-Matas
Ese
Bryce que andaba por ahí
Han pasado
cinco años desde la última vez que le vi. Por aquellos días,
él se despedía de Europa para irse a vivir a Lima para siempre.
Volvía a su ciudad, me dijo, para buscar calzoncillos en Miraflores
y bañarse en la playa horrible de Lima. '¿Y Europa?', le
preguntó Paco Jones, un viejo amigo común. 'Me voy de Europa
para poder estar finalmente en ella', respondió Bryce. No exagero
si digo que tras la respuesta nos pusimos a llorar por vocablos, llorando
de verdadera risa. Aquel día de la verdadera risa nos borramos
como niños y nos convertimos todos en Julius. Aquel día
de hace cinco años fue el último en que le vi. Nadie aquel
día dijo que el Planeta es un premio lamentable y que más
lo es todavía ver cómo cada año, cuando llega la
fecha fatídica, los medios de comunicación confunden, cada
vez con mayor alevosía, mercado con creación, eliminando
lo literario. Y todo porque dan más dinero que en otros premios
y la entrega del premio sale en las revistas del corazón y porque
la gente cree que es lo mismo Isabel Allende que Onetti, el doctor Cabeza
que Julien Gracq. Es la gran fiesta de los emisarios de la nada, la de
los falsos escritores. Este año, en cualquier caso, ha sido una
excepción porque ha ganado un autor que, a diferencia de muchas
anteriores ediciones, está relacionado realmente con lo literario,
y ya hay quien dice que habría incluso que agradecer que esto haya
pasado. Es también la gran fiesta de los directores de departamento,
de los líderes del mercado, de los equilibristas del marketing,
de los licenciados en economía, de los enemigos de lo literario.
Pero aquel día de hace cinco años, como es lógico,
no tenía sentido hablar de todo esto, porque andábamos de
despedida. Aunque, a decir verdad, algo de esto sí que hablamos,
pues recuerdo que Bryce citó a aquel aventurero de Conrad que decía
que, como vivíamos en un mundo homicida y desesperantemente mercantil,
él creía que su mayor deber consistía en aprovechar
al máximo las oportunidades que le brindaran.
Recuerdo que aquel día queríamos tanto a Bryce que fuimos
tantas veces Pedro como fue necesario y acabamos siendo todos reos de
su nocturnidad. No queríamos esperarle en un abril incierto, pero
le pedimos que si volvía alguna vez a Barcelona lo hiciera en abril,
nunca en septiembre. 'No me esperen en diciembre', dijo. Ha sido en octubre
cuando ha vuelto, dicen que para quedarse a vivir aquí, para estar
de nuevo en esta Barcelona, que vuelve a ser lugar de encuentro de una
literatura latinoamericana de la que Bryce es uno sus escritores más
sutiles y divertidos, pues maneja como pocos la ironía, la nostalgia,
el humor, la ternura y una aguda visión de lo real. Ha vuelto en
octubre y lo ha hecho con ese famoso manuscrito que llevaba ya varios
años andando por ahí, siendo favorito de no se sabía
cuántos premios en los que no había participado, hasta que
por lo visto, no hace mucho, decidió darlo por terminado, ilustrando
su decisión con un gesto duro, con aquel tipo de movimiento tan
serio del que hablaba Capote cuando decía que acabar un libro es
como sacar a un niño fuera y pegarle un tiro. Y el tiro, desde
luego, se lo ha pegado.
Entrevista
publicada a El Mundo el 10/09/2001 per Pilar Ortega
Desde que se marchó definitivamente a su Perú natal, nunca
se sabe muy bien dónde está Alfredo Bryce Echenique. Hasta
sus amigos de siempre lo desconocen, pero le imaginan en algún
lugar de Europa. Es en un viaje relámpago con destino a El Escorial
donde el autor de Un mundo para Julius revela que está escondido
en Las Palmas, que es allí donde da las últimas pinceladas
a su próxima novela, porque esa isla le da la paz necesaria para
escribir. Aparece como una exhalación, pero se las ingenia para
volver la vista atrás, nada menos que 20 años, y recordar,
sin aviso previo, el proceso de gestación de La vida exagerada
de Martín Romaña, una novela que escribió, entre
1978 y 1981, en escenarios tan diversos como Málaga, París,
Théule-sur-Mer, Sant Antoni de Calonge, Saint Raphaël y Montpellier.
Demasiado trasiego para trenzar una historia tan compleja.
Cuando la empecé a escribir andaba muy enredado, pero fue
en Montpellier donde más la trabajé. Antes de acabarla,
me llamó Carlos Barral desde Barcelona y me dijo: «Alfredo,
¿tienes novela? La publico». El no sabía que era tan
larga.
¿Cuánto hay de Bryce Echenique en Martín
Romaña?
Está mi mirada de entonces, una mirada irónica, abierta,
comprensiva y tierna en la que no cabía el desprecio, ni el escarnio,
ni la burla. Martín Romaña, como yo, es un hombre que escribe
porque quiere comprender, pero también revela la sensibilidad de
aquellos años, del mayo del 68, de la politización de todas
las actividades, de los latinoamericanos que jugaban al exilio, de la
moda del Che Guevara, del boom de los charangos y las quenas...
¿Puede decirse que es la historia de su generación?
Es un balance de lo que había sido mi vida y la de mi generación,
bajo el foco del idealismo, de París, de la moda latinoamericana...
Todo está en la novela bastante idealizado. Yo quise resaltar cómo
el fanatismo político, en el caso de Inés de Romaña,
triunfa sobre el cariño. Ella lo adora pero, por unas ideas y un
partido político, lo abandona y lo traiciona y él se queda
literalmente deshecho, triste.
¿Es entonces cuando se refugia en su cuaderno azul?
Sí. Años después, Martín Romaña
empieza a escribir en un cuaderno azul. Es un diario de navegación
por las aguas tormentosas de París. Sin rencor, con humor y una
mirada tierna al pasado, recupera su dignidad y vuelve a ponerse en pie.
Hasta ese momento es un hombre caído. Pero al hablar y al contar
lo que ha vivido logra hacer las paces con el mundo.
¿Cómo fue la redacción?
Trabajé intensamente, siempre andaba escondiéndome
para trabajar. Escribía hasta las dos de la madrugada y me olvidaba
hasta de comer. No recordaba nada de tanto como me envolvía. Y
cuando la terminé, sentí un enorme vacío, como si
hubiera vivido con todos los personajes en mi casa.
¿Qué representa el sillón Voltaire que
aparece en el primer párrafo del texto?
Se convirtió casi en un personaje principal. Esta novela
recibió en 1983 el premio a la mejor novela publicada en Francia.
Vinieron a verme a mi piso y vieron que no tenía ningún
sillón Voltaire. Nunca lo tuve hasta entonces, pero representa
el viaje alrededor de mi cuarto, de mi país, de mi mundo... Y todo
desde un sillón.
¿Había mucha añoranza de Perú en
París?
Yo nunca fui nostálgico, pero los latinoamericanos sí
lo eran mucho. Yo me integraba. Era profesor, muy amigo de mis alumnos,
salía con ellos, participaba de su vida y de sus fiestas, de su
monotonía... Vivía intensamente y no me juntaba con latinoamericanos.
Para eso, me hubiera vuelto a Perú.
¿Cómo era París entonces?
Era un París alegre y movido. El Barrio Latino bullía
y no tenía nada que ver con el barrio residencial de ahora. Entonces
se vivía en cuartos de alquiler y los cafés estaban llenos
de jóvenes. Era una ebullición nuestro París, nuestro
barrio..., pero ya ha desaparecido. Ya no queda nada. Mi Guía triste
de París es un homenaje a ese París que ya se ha ido.
¿Cómo consigue que brote el humor cuando no hay
motivos?
Uno no lo puede calcular. Es inevitable. Es el humor de mirada
triste, un humor que mezcla la ternura con la tristeza. Hay que mirar
la vida con humor, aunque ésta ofrezca una cara patética.
¿Es tan exagerada la vida de Bryce Echenique como la
de Martín Romaña?
La mía es más aburrida y disciplinada. La gente se
defrauda al ver mi casa perfectamente arreglada y descubrir que soy un
maniático del orden y la puntualidad.
Article
publicat a El Mundo el 17/07/02 per Carmen Cardoso
«A
la hora de escribir, la realidad me estorba»
Ha estado
demasiado viajero últimamente, tanto que a veces se olvida del
lugar en el que ha guardado la última novela en la que está
trabajando, El huerto de mi amada. Quienes esperan la publicación
del nuevo libro de Alfredo Bryce Echenique van a tener que esperarse,
porque, según asegura, se encuentra «como una gelatina olvidada».
Lo tiene tan apartado que cuando se pone a buscarlo no encuentra ni los
papeles que ya lleva escritos. «Tengo que ponerme con él»,
se repite para que no se le olvide, «voy a intentar terminarlo para
diciembre». Pero no lo dice muy seguro.
Ayer, el autor de Un mundo para Julius acudió a los martes
literarios de la Universidad Menéndez Pelayo y ofreció una
auténtica lección de literatura, recordando los comienzos
de su carrera, hace ya más de 30 años, cuando publicó
su primer libro, Huerto cerrado, un conjunto de cuentos que recibió
el premio Casa de las Américas.
«Desde entonces, lo que pretendo mantener en mi escritura es aquella
máxima que decía uno de mis personajes, prolongar la adolescencia
hasta que me sorprenda la muerte», dice Echenique, que sigue conservando
un tono juvenil, irreverente y travieso.
«Cada vez», confiesa el escritor, «me resulta más
difícil escribir, en eso sí que noto cierta madurez, y las
ganas las recupero con trabajo. Pero en el momento en el que pienso una
novela se produce un momento mágico».
Bryce Echenique no pertenece al grupo de escritores realistas que necesitan
documentarse. «A mí la realidad me estorba, yo nunca miro
el plano ni trazo los itinerarios cuando sitúo a un personaje en
una ciudad», señaló, poniendo como ejemplo la génesis
de la novela Reo de nocturnidad, que se sitúa en Montpellier.
«Estuve viviendo durante varios años en esa ciudad, y tiempo
después me puse a escribir el libro, cuando ya residía en
Madrid.Conservaba un plano y decidí consultarlo, pero cuando lo
vi me molestó terriblemente, así que lo rompí, lo
boté, y quise olvidar por completo la realidad. Inmediatamente
empecé a hablar sobre el profesor Gutiérrez, y el paisaje
salió de él».
Sus amigos le dijeron entonces que había inventado la ciudad de
Montpellier, pero «es válida de todas formas, porque todo
era verdad, incluso ciertos lugares que deberían haber existido»,
dice el autor, para quien la literatura nace de estímulos así,
de motivos irracionales, más que de búsquedas.
«Sí que hay un cierto estado de gracia, como decía
Graham Greene, ese momento fabuloso en el que los personajes comienzan
a hacer lo que les da la gana. Son momentos felices, pero al día
siguiente uno se traba. Ese es el desafío de la escritura»,
sentencia, recordando otro momento mágico que dio lugar a otra
de sus novelas.
Instante de emotividad
«Estaba leyendo las memorias de Pablo Neruda, y en ellas describe
a García Lorca con una pincelada: "su figura era delgada,
morena y traía la felicidad". Entonces me dije: Octavia de
Cádiz, y decidí que quería hacer un personaje masculino
con aquella descripción, y salió la novela El hombre que
hablaba de Octavia de Cádiz.Nació de ese instante de emotividad
que me produjeron las memorias de Neruda».
Con esta explicación del desorden en la génesis de sus novelas,
Bryce quiere mostrar el «desorden de la vida», porque no cree
en las búsquedas racionales. Y utiliza como ejemplo a Alejo Carpentier,
porque «uno siente cuando lee la primera línea que ya sabe
cuál va a ser la última, y eso es una creación fría,
sin imaginación».
Bryce confesó también que lleva más de dos meses
sin leer el periódico, y ni siquiera quiere opinar sobre la situación
en la que se ve inmersa su país. «Necesito continuidad, últimamente
no paro», se lamenta. Y se ríe de los que dicen que desde
el 11- S ha cambiado la forma de escribir. «Esas frases me encantan»,
dice irónicamente.
Todavía sigue siendo aquel escritor al que el éxito de Un
mundo para Julius le dejó aturdido, tanto que necesitó
durante mucho tiempo de una terapia psicológica. «Sigo siendo
el mismo escritor al que le resultaba tan difícil serlo»,
afirma. Ahora intenta escaparse del éxito como puede, porque para
él la felicidad es estar solo en una habitación de hotel
escribiendo.
«Además, ¿qué es el éxito?», se
pregunta. «Una vez estaba en un supermercado en Lima, cuando por
los altavoces alguien dijo: "acá está don Alfredo García
Vargas, autor de Julius y la ciudad de Macondo", toda una mezcolanza
de nombres. Y de repente acudieron muchas personas a pedirme que les firmara
un autógrafo».
Bryce reconoce que cada cierto tiempo los escritores necesitan acercarse
a la realidad. «Partimos de ella para contar tal cantidad de mentiras
literarias, en el buen sentido de la palabra, que a veces nos perdemos
un poco y nos gusta trazar nuestro itinerario real, volver a los recuerdos
más entrañables y saber quiénes hemos sido en ese
torbellino de libros y de fábulas en el que nos hemos perdido».
Article
publicat a El Periódico el 17/07/02 per Pilar Santos
Bryce:
"La realidad me estorba"
Megafonía
de un supermercado de Lima (Perú): "Acaba de entrar en nuestro
supermercado Don Alfredo García Vargas, autor de Julius y la ciudad
de Macondo. ¡Recibámosle con un fuerte aplauso!". Alfredo
Bryce Echenique echa a temblar. El locutor acaba de hacer un batiburrillo
con los nombres y libros de Gabriel García Márquez, Mario
Vargas Llosa y los suyos propios. "¿Eso es el éxito?
Sí, eso es la estupidez de la fama", dijo ayer en Santander
el autor limeño.
Bryce Echenique (1939) es de mirada perdida, triste. Parece distraído,
pero de vez en cuando salta con una anécdota como ésta con
la que vuelve a la sala donde ha citado a los periodistas para hablar
de su literatura. "A mí la realidad me estorba para escribir",
afirmó.
El escritor peruano reniega de esa fórmula utilizada por muchos
escritores (como su paisano Vargas Llosa, al que no citó), que
se nutre de los hechos históricos, y prefiere decantarse por la
literatura que nace de motivos irracionales, intuitivos. "Si tengo
que escribir sobre la ciudad en la que vive un personaje, no se me ocurre
coger un plano y ser fiel". Un ejemplo es Reo de nocturnidad, donde
se inventó su propio Montpellier. "Y me felicitaron por esa
nueva ciudad, no se crean...".
El "momento de gracia" de un escritor se alcanza, explicó
Bryce citando a Graham Greene, cuando los personajes empiezan a hablar
y dicen cosas que el autor no había pensado. Pero pese a esos buenos
momentos, el escritor limeño dijo que cada vez le cuesta más
escribir. No le hace feliz. Aseguró que ni siquiera sabe dónde
paran los folios de la novela El huerto de mi amada, que tenía
previsto acabar hace ocho meses. "A ver si en septiembre me vuelvo
a encerrar y la acabo. Es que he estado muy viajero, demasiado viajero,
y yo necesito tranquilidad para trabajar", apuntó.
PONERSE AL
DÍA
En estos
meses ha escrito algunos capítulos de sus memorias, de las que
ya ofreció un avance en Permiso para vivir. Para este libro
de vivencias se guarda su opinión sobre la política peruana.
"No es que no quiera hablar sobre Montesinos o sobre Fujimori --señaló--,
simplemente hace dos meses que no cojo un periódico. Créanme.
Me tendré que poner al día para poder incluir comentarios
de actualidad en mis memorias".
La novela El huerto de mi amada, que el autor promete que se publicará
el año próximo a más tardar, sonó como posible
ganadora del último Premio Planeta, que finalmente se llevó
Rosa Regàs. Bryce Echenique no se enfadó porque su nombre
corriera en los círculos literarios. "En absoluto. Siempre
me atribuyen premios, ojalá me atribuyeran la Loto alguna vez".
Article
publicat a El País el 17/07/02 per Rafael Méndez
Bryce Echenique confiesa que cada vez le cuesta más
escribir
Alfredo Bryce
Echenique (Lima, Perú, 1939) habla despacio y casi murmurando.
Lleva dos meses sin leer la prensa y sin televisión. Ayer charló
con sus lectores en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo
(UIMP), en Santander. 'Aunque cada vez me cuesta más escribir,
el origen de las historias que escribo es mágico, la realidad más
real me estorba', afirmó lacónico el novelista latinoamericano.
Lejos de la realidad, y de la imprenta, Bryce escribe su novela El huerto
de mi amada. El año pasado, también en Santander, aseguró
que estaría lista en meses. Ayer declaraba que 'está como
una gelatina'. Espera retomarla en agosto y publicarla en enero. Por el
momento escribe capítulos sueltos de la segunda parte de sus Antimemorias.
El huerto de mi amada sufrió un 'formidable avanzón' el
año pasado: 'Conocí uno de esos instantes de felicidad,
solo, en un hotel, escribiendo'. Asegura que llegó al momento de
gracia 'que, como decía Graham Greene, se da cuando los personajes
dicen cosas que tú no sabías que iban a decir'. Bryce quiere
vivir instalado en la adolescencia, 'lejos del éxito, que siempre
va acompañado de estupidez'. Como muestra, contó una de
esas anécdotas de las que es mejor no preguntarse la autenticidad:
'Al poco de regresar a Perú tras 35 años en Europa, entré
en un supermercado y anunciaron: 'Acaba de entrar Alfredo García
Vargas, autor de La ciudad y Macondo. Todo el mundo vino a pedirme
un autógrafo y tuve que salir corriendo'. Sobre su regreso a Perú
quiere hacer otro libro.
Links
http://www.ucm.es/info/especulo/numero2/bryce.htm
La persona
literaria i sentimental por Maria Luisa Páramo
http://cervantesvirtual.com/bib_autor/bryce/
Biblioteca
Autores Contemporáneos: Alfredo Bryce Echenique
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