Biografia
Esther Tusquets va néixer en 1936
a Barcelona, on va estudiar Història. Fins fa uns mesos, ha dirigit
l'editorial Lumen. Entre la seva producció destaca la trilogia
novelesca formada per El mateix mar de tots els estius, L'amor
és un joc solitari i Encallada després de l'últim
naufragi . La seva última obra és Correspodència
privada.
Obra
El
mismo mar todos los veranos
Correspondència
privada
Correspondència privada
consta de quatre cartes, barreja de realitat i ficció, a través
de les que la protagonista recupera els moments i persones més
importants de la seva vida, ja sols vius en la memòria.
Documentació
Entrevista
pubicada al diari ABC per Ángela Molina
Esther
Tusquets: «Durante treinta y seis años, Lumen fue un milagro»
He aquí
una mujer demasiado sutil para imponer nada, salvo su intimidad. Esther
Tusquets (Barcelona, 1936) no ha tenido nunca una Ariadna que le indicara
el camino para descubrir la celebración de su propia vida. Pero
ha sido el amor -por la literatura, sus hijos, su marido- el único
valor que sigue persiguiendo con serena persistencia, y que, como un poema
dickinsoniano, pone constantemente a prueba. Tras cuarenta años
al frente de Lumen, la editora se jubila, deja la firma que creó
con su padre por una vida ajena a la frialdad y al fastidio de la urgencia
de los números; Esther Tusquets, la escritora, ultima su autobiografía,
que en la primavera lanzará Anagrama, en forma de cuatro cartas
y un monólogo, en las que su intimidad queda de nuevo enaltecida
por la fuerza del amor.
-¿Cómo recuerda aquella gauche divine de los 70 que usted
vivió? ¿Era tan «izquierda» y tan «divina»?
-Era un grupo muy compacto, y yo, una marginal dentro de él. Aunque
tengo muchos amigos que estaban, empezando por mi hermano...
-La mayoría de sus componentes estaban marcados por la «intelectualidad».
¿No es hoy ésta una palabra muy manoseada?
-El intelectual ha de mantener interés por el mundo que le rodea,
tener unos criterios independientes al máximo, no adscritos a ningún
credo fijo, y dar su opinión. En este sentido quedan pocos. Antes,
los intelectuales estaban en la oposición, que siempre es más
fácil, tienes menos contradicciones y más claros los objetivos.
Cuando yo era joven, a nadie se le ocurría decir que era de derechas,
ni en la Universidad ni en las editoriales. Ahora es distinto.
-¿Y eso es bueno?
-No lo sé, es así. Aunque lo que a mí me parecería
mejor es que ganara y gobernara la izquierda.
-¿Influía mucho la política en los despachos de
los editores?
-Influía la censura, no tanto en los libros de ficción como
en los de ensayo político. Pero aun así, los editábamos
censurados, porque la opción era publicarlos o no. Los publicábamos
bastante censurados por nosotros mismos. De Madrid te devolvían
un libro con tachaduras, algunas de ellas disparatadas, y al cabo de un
tiempo te dabas cuenta de lo que podía pasar y lo que no. Cuando
he vuelto a reeditarlos, lo he hecho al completo. Creo que es lo honesto.
-Sin embargo, publicó Izas, rabizas y colipoterras de
Cela gracias a que el escritor era amigo de Fraga.
-Sí, entonces Lumen estaba muy en sus inicios, y este libro en
aquel momento era muy escandaloso. Pasó censura por ser de Cela,
y por ser de una colección cara, sofisticada, con fotografías.
Una de las prostitutas que salía en el libro estuvo a punto de
querellarse, pero cuando acudimos al acto de preconciliación ante
el juez, ella no se presentó. Pensaba que los textos de Cela eran
muy ofensivos hacia las mujeres.
-¿Y usted qué opinaba, como feminista?
-Que quizás en los textos de Cela había también cierta
ternura.
-¿Lo volvería a publicar?
-No lo sé. Hay libros que nunca publicaría, pero no me he
encontrado con esa situación. Recuerdo que otro caso límite
fue el de las memorias de Leni Rifenstahl, hace seis años. Al final
decidí publicarlo, porque era el testimonio de una mujer extraordinariamente
inteligente, que había vivido un momento histórico muy de
cerca. En el caso de las Izas... me lo planteé menos. Joan
Colom había hecho cientos de fotos sin que aquellas mujeres lo
vieran. Y cuando encargaron los textos a Cela, bueno..., nos podíamos
imaginar que los textos serían así. De todas formas, me
pareció más fuerte cuando publicamos Toreo de salón,
porque los toreros salían más ridiculizados.
-¿Cómo ha llevado el compaginar su trabajo de editora
y escritora?
-Nunca he tenido un problema serio de tiempo, he escrito cuando he querido.
Lo que me ha dado mi trabajo como editora es mucho más respeto
por la gente que escribe, se me ha hecho mucho más duro rechazar
ciertos libros, decirle a un autor que no me gustaba. Porque cuando uno
escribe se da cuenta de lo terriblemente difícil que es escribir
incluso una novela mala. El trabajo más duro de un editor es dejar
de editar un libro, sobre todo si la obra es de un amigo, de cualquier
persona conocida o de autores que han publicado antes en tu editorial.
-Han pasado cuarenta años de Lumen. ¿Sería hoy
posible crear una editorial como ésta?
-El mundo editorial ha cambiado muchísimo. Hay quien dice que actualmente
crear una como Tusquets o Anagrama sería imposible. Yo no lo veo
así. Montar una pequeña editorial con los gastos mínimos,
sacando pocos títulos y teniendo la suerte de acertar con alguno...
creo que se podría intentar.
-¿Se ha sentido más privilegiada por escribir que por
editar?
-Por las dos cosas. De niña, de adolescente y en mi primera juventud
daba por descontado que escribiría o que haría teatro. Pero
también me interesaba el trabajo en la Universidad. De repente
murió mi profesor, Vicens Vives, jovencísimo, justo cuando
yo estaba terminando Historia. Mi padre había comprado una pequeña
editorial, Lumen. Así que caí en esto de una forma bastante
casual. Todos, incluidos mis amigos, creíamos que la editorial
duraría 2 ó 3 años, porque entonces nadie leía.
Pero en la Feria de Fráncfort, un agente italiano me enseñó
unos libros de Quino. Nadie sabía quién era, yo sí.
Había descubierto sus tiras en una tienda de Madrid; lo editaba
Jorge Álvarez, de Buenos Aires. En pocos días se dispararon
las ventas de una forma demencial. El primer cuaderno vendió ya
5.000 ejemplares. Hicimos once números. Y aún hoy Mafalda
se sigue vendiendo sin parar. Al mismo tiempo, Umberto Eco escribía
su primera novela, que se la dio a Lumen porque ya habíamos publicados
sus libros de ensayo. O sea, que la cosa fue económicamente muy
bien. Fue todo el azar, creo que tengo suerte.
-Me imagino que funcionó también la intuición.
-Sí, pero también apuestas por muchos autores. Hay autores
que parecen invendibles, como Beckett, y la gente termina comprando sus
obras. Claro que el haber sido premios Nobel ayuda.
-¿No padeció reveses económicos?
-Mi padre, que era médico y también se dedicaba a los seguros,
tuvo una fe enorme en esta editorial, tanto que dejó su profesión
para centrarse en ella. Lumen absorbió todo de una forma increíble.
Mi padre tenía bastante intuición para los negocios pero
sin querer ganar mucho dinero. O sea, que Lumen ha sido durante treinta
y seis años un milagro. No creo que existiera mejor lugar para
trabajar, lo dicen todos los que estaban conmigo, porque no había
ningún afán de ganar más dinero, se publicaban los
libros que nos gustaban y era muy divertido. Yo tenía mi dinero
en billetes, hacía mis cambalaches, pagábamos como podíamos.
Nadie me decía nada...
-Todo un lujo.
-Sí, lo decía todo el mundo. Íbamos a Bolonia, a
la Feria del Libro Infantil, en dos coches, y aprovechábamos para
ir a Florencia, a Venecia. Mientras hacíamos libros de venta muy
difícil, sabíamos que no los íbamos a vender, pero
nos daba igual. Fue la suerte de tener un padre como el que tuve, con
gran instinto comercial y que no ambicionaba el dinero. Recuerdo que teníamos
una colección, «Palabra de siempre», y no vendimos
ni un solo libro. Un día mi padre entró en mi despacho y
me preguntó: «Esther, ¿has dejado de publicar "Palabra
de siempre" por algún elemento que no sea económico?»
Y le contesté que era porque no se vendía. Entonces me dijo:
«La financio yo, sigue haciéndola».
-¡Tenía al mecenas en casa!
-Sí, era fantástico, mi padre era un ser extraordinario.
No fue fruto de una generación; sus amigos, que jugaban al tenis
y al golf con él, no eran así. Cuando murió, hace
once años, nos cayó todo encima. Él nos había
delegado muy pocas funciones de la parte comercial. A mí no me
gustaba llevar la parte económica, no me va, y creo que no sabría
hacerlo. Llegó como gerente Carme Giralt, la actual directora,
y mi hija se dedicaba a la parte literaria. Pero yo ya estaba cansada,
el mundo del libro ha cambiado mucho, la vida de los libros en las librerías
es cada vez más corta, el fondo no lo cuida nadie. Las directrices
actuales son publicar, vender rápidamente, destruir ejemplares
y eliminar títulos del catálogo. Ocurrió que en una
partida de bridge, Hans Von Fryberg, entonces director general de Plaza
& Janés, me dijo: «Si algún día te hartas
y quieres vender, dímelo». Y así pasó, hace
cuatro años y medio.
-Y ahora, a los 64 años, llega la jubilación.
-Sí, pero no va a ser nada traumática. Claro que si yo no
hubiera vendido el 80 por ciento de Lumen, ni se me habría ocurrido
jubilarme, como no se le ocurrió a mi padre, que se murió
de repente a los 82 años.
-¿Cambiaría su postura si no estuviera su hija, Milena?
-En ese caso habría roto completamente con la editorial.
-¿Cómo es su relación con ella?
-Muy buena. Llegó de Londres, donde había estudiado Arqueología,
se metió en Lumen para «hacer papeles» y allí
se ha quedado. Y la verdad es que la han ido promocionando, más
que por iniciativa mía, por iniciativa de Plaza. Ellos apoyan a
la gente joven. Además, Milena es más peleona que yo, tiene
más marcha, y eso a la gente de Plaza le gusta. Y también
tiene más interés en que económicamente la editorial
funcione. Ahora me dedicaré a escribir más y leeré
sólo lo que me apetezca.
-¿Qué está escribiendo ahora?
-Acabo de terminar una obra autobiográfica que publicará
Anagrama en marzo. Se llamará seguramente Correspondencia privada,
en el mismo tono que Carta a mi madre. Son cuatro historias de
amor que reflejan el momento histórico en que viví esas
pasiones. Es un poco como el cierre de mis novelas, pero alejada de la
apatía de algunos de mis personajes. Yo siempre he sido mucho más
feliz que las protagonistas de mis novelas.
-¿Siempre ha sido feliz?
-No siempre. He sido una niña desgraciadísima hasta los
diez años, primero porque los primeros años de mi infancia
estaba rodeada de amor, mis padres, mis tíos, yo era el juguete.
Cuando terminó la guerra, me encontré sola, en manos de
las criadas, mi madre salía muchísimo, a mi padre le veía
muy poco. Pero a estas alturas puedo decir que todo lo que me ha apetecido
y he podido lo he vivido.
-Su caso es el de esas personas de las que se dice que han sido dueñas
de su destino.
-Bastante, aunque todo es relativo. Pero se lo debo a la educación
que me dieron mis padres, que en mi casa eliminaron toda idea de sacrificio,
de renuncia, de pecado...
-¡Qué paradojas, su padre compra Lumen, una antigua editorial
religiosa de Burgos!
-Sí, pero para mi familia lo importante era disfrutar de la vida.
Nunca he tenido espíritu de sacrificio, pero también me
gustaría que la gente del mundo entero, empezando por los que me
rodean, sean lo más felices posible. Nací en el 36, y he
vivido mucho. La vida, en contra de lo que la gente cree, es muy larga.
Cuando iba a la Universidad, lo moderno eran los impresionistas y se hablaba
remotamente del arte abstracto. La Barcelona de la posguerra tiene muy
poco que ver con la de ahora.
-¿Cuál fue el acontecimiento de su vida que más
le ha afectado?
-La aparición de Esteban [su marido]. Lo que me ha pasado en la
vida profesional tiene mucha menor intensidad.
-El primer libro de Lumen fue uno firmado por Ana María Matute
para una colección infantil, El saltamontes verde. La escritora
acababa de ganar el Nadal, y hoy está en la Academia. ¿Las
cosas han cambiado mucho para las mujeres?
-Que haya una mujer en la Academia es bueno, pero no sé si es tan
importante. Cuando García Márquez, en una entrevista, dijo
que pasaría un año sin escribir porque le habían
dado el Nobel, me extrañó. Y Carmen Martín Gaite,
cuando estaba a punto de ser académica, con el poco tiempo que
le quedaba, me dijo una vez que cómo iba a perder tantas horas
en la Academia.
-Con su retirada, y la de Carmen Balcells, se acaba toda una generación.
Pero hay otra, formada por las nuevas agentes literarias y editoras, su
hija es un paradigma claro. ¿Han cambiado tanto las cosas? ¿Realmente
las mujeres, en Occidente, hemos roto el techo de cristal?
-Durante muchos años las mujeres han estado en la política,
en las empresas, pero nunca en los altos cargos. Yo tuve una editorial,
no porque hubiera una junta de accionistas que apostara por mí,
sino porque me la compró mi padre. El caso de Beatriz de Moura
es parecido. En cuanto a los agentes literarios, se consideró que
era un trabajo como el de enfermera, luego Balcells lo ha convertido en
otra cosa. Pero lo importante es que en la cúspide de las editoriales
estén las mujeres, y hoy no es así. No creo que entre los
altos cargos de Bertelsmann haya mujeres.
-¿Hay muchas diferencias entre la Feria de Fráncfort
de su primer Quino y la actual?
-Menos de las que parece. Hace cuarenta años decíamos que
era un aburrimiento, que no servía para nada y que los libros se
contrataban antes de ir a la Feria. Pero acudir a Fráncfort suponía
estar en contacto con los editores. Ahora es un poco menos imprescindible.
Además, el e mail ha acelerado los pedidos. Es muy raro que vuelvas
de allí sin haber conseguido algo.
-¿Qué rasgo la define mejor?
-La coherencia. Que entre lo que pienso, lo que digo y lo que hago haya
una mínima armonía.
-¿En qué época le hubiera gustado vivir, y escribir?
-En el siglo V antes de Cristo en Grecia, o en la Italia renacentista.
-¿Hay mucha basura literaria?
-Que un libro tenga más éxito o no es independiente de la
calidad. Se escribe y se publica una barbaridad. Esto no es normal en
un país como el nuestro, con un índice tan bajo de lectura.
Pero no todo es malo. La novela no ha muerto. ¡No se ha muerto ni
la poesía! Incluso se ha puesto de moda. Cuanto menos cultura tiene
un país, mayor incidencia tienen las modas.
-¿Es bueno que un escritor gane mucho dinero? Hoy los contratos
en el mundo editorial se parecen a los de un club de fútbol, los
escritores van de editorial en editorial, son volátiles, como el
mercado de valores.
-Me parece fantástico que se pueda ganar tanto dinero con la literatura.
Agentes como Balcells han tenido mucha importancia. Pero no es incompatible
con la lealtad. Eco, por seguir fiel a Lumen, no creo que se haya perjudicado,
ni que la editorial haya vendido peor sus obras. Si el editor te va a
pagar puntualmente los royalties cada año, no importa tanto el
anticipo. Ahora se da un anticipo superior a lo que va a dar de sí
el libro por derechos de autor. El editor no los cubre, y cuando caduca
el contrato, el escritor se va a otro editor. No me parece positivo, y
eso es culpa tanto de los agentes como de los editores.
-¿Qué opina del precio fijo en los libros?
-Todo el mundo saldrá perjudicado, en otros países ya se
ha visto. Los precios, en lugar de bajar, han subido.
-¿Cree que esta ley es sintomática de un gobierno poco
sensible a la cultura?
-Creo que sí. La mayoría absoluta hace que se atrevan a
todo. No sé si los socialistas se atrevieron a tanto.
-¿Cataluña ha perdido fuelle con respecto a Madrid?
-No lo sé muy bien. Hubo un tiempo que viví cómo
a los catalanes nos recibían en Madrid como si fuéramos
los Reyes Magos; era cuando mirábamos más a Europa. Tengo
muchos y muy buenos amigos en Madrid, me lo paso muy bien. Quizás
hoy haya más prepotencia en la capital. Pero también aquí
el nacionalismo ha sido malo. No me mueve nada lo catalán, como
tampoco lo español. Cataluña es bilingüe, de momento.
Si desaparece una de las dos lenguas, y creo que sería muy difícil
que lo hiciera el español, no voy a intervenir.
Article publicat a El País
el 15/05/01 per Isabel Obiols
Memoria, melancolía, amores y familia
son algunos de los ingredientes del último libro de Esther Tusquets
(Barcelona, 1936), Correspondencia privada (Anagrama), que presentó
ayer en Barcelona. Se trata de un conjunto de cuatro cartas -y un epílogo-
en las que recoge 'el material más literaturizable' de su vida:
la relación con su madre; su primer amor con un profesor de literatura
del colegio Alemán, donde estudió; la historia con un compañero
de la época universitaria, y los años con el que fuera padre
de sus hijos.
A pesar del contenido autobiográfico, no escondido, Correspondencia
privada está lejos del género memorialístico:
'No abarca la totalidad de mi vida', aseguró. En él faltan
los recuerdos sobre su profesión de editora y la relación
con su padre, su hermano, el arquitecto Óscar Tusquets, y sus hijos.
La autora ha querido 'que los relatos se defendieran por sí solos'
ante los lectores que no la conocen: 'Lo que está bien de este
libro es que en él aparecen cosas que nos suceden a todos'. También
que cada uno de ellos reflejara un momento concreto de la Barcelona de
los años cuarenta, cincuenta y sesenta, siempre impregnados del
hacer de la burguesía de la ciudad, el mundo que dice que conoce
mejor, y de una visión literaria de la vida: 'Soy exagerada, desmesurada
y no cuento nunca las cosas como son', afirmó.
Aunque no sabe qué vendrá más adelante, Tusquets
aseguró que con Correspondencia privada pone fin a la escritura
de libros que, con contenido más o menos autobiográfico,
ha publicado desde El mismo mar de todos los veranos, aparecida en los
años setenta.
Article publicat a El País
el 15/05/01 per Maria Asunción Guardia.
Esther Tusquets presenta su novela más autobiográfica. Cerrada
la etapa de 40 años dirigiendo su propia editorial, Esther Tusquets
se situó ayer al otro lado y asistió, como autora, a la
presentación de "Correspondencia privada", su último
libro, que ha editado Anagrama.
En la obra, marcadamente autobiográfica, "hay poca ficción
y la poca que hay es irrelevante", dijo el editor Jorge Herralde.
Pero Tusquets, sin ocultar estos rasgos, piensa que los relatos se defienden
por sí solos. Base real, pero convertida en literatura. Son cuatro
cartas, cuatro relatos dirigidos a personas que ya no existen pero que
permanecen arraigados en la memoria de la protagonista, con los matices
de la distancia. Un juego entre ficción y realidad que evoca a
la perfección el cuadro de la portada: una imagen de la Venecia
de Canaletto que se acaba de ver en el CCCB.
Cierra el libro un epílogo, lúcido, triste, real, que compartirán
quienes hayan superado los 40 años. Esther admite que el epílogo
pueda parecer triste "porque habla de envejecer y morir, lo que nos
espera a todos. Es un final rotundo".En la obra no hay confidencias
del mundo editorial ("eso lo hará mejor Herralde, que lo procesa
todo; o lo podríamos hacer entre los dos"). Y hay personas
importantes de las que no habla: su padre, su hermano, los hijos...
Lealtad
La carta que dirige a la madre actúa de arranque fuerte. Su origen
es un relato del libro colectivo Madres e hijas y sirve de hilo
conductor de esta correspondencia, de alguna manera lo impregna todo.
Sobre sus amores, Tusquets dice "entender mejor la lealtad que la
fidelidad" (a los amigos y a la pareja). Y piensa que, "a la
larga, el ser humano fracasa siempre: es sólo cuestión de
tiempo".
Article publicat al diari ABC
el 15/05/01 per Ángela Molina
Correspondencia privada es el nuevo título de Esther Tusquets
(Anagrama), una obra de género epistolar que incluye cuatro cartas
de tinte autobiográfico en las que la autora barcelonesa (1936)
recupera episodios de su vida. «En cada relato intento reflejar
la España del momento», dijo ayer Tusquets en la presentación
del libro. «Evidentemente hablo de la burguesía barcelonesa,
que es lo que mejor conozco, pero espero que los relatos se defiendan
como tales porque el hecho de que sean autobiográficos carece de
interés». Y añadió que su literatura siempre
ha estado marcada por el momento en que ha sido escrita. «Estas
cuatro historias tienen una base real, con cuatro personajes reales; pero
hay cosas importantes de mi vida que no he contado; por ejemplo, apenas
hablo de mi padre, ni de mis hijos, ni de mi hermano Óscar. En
general, no ha habido autocensura; un escritor sabe que hay cosas que
ha vivido que tienen una carga literaria, y las cuenta. Lo único
que he evitado es herir a nadie, y contar episodios escabrosos de mi vida».
La escritora y directora durante cuatro décadas de la editorial
Lumen hasta su jubilación, el pasado mes de diciembre-, autora
de la trilogía formada por El mismo mar de todos los veranos,
El amor es un juego solitario y Varada tras el último
naufragio, cree que con Correspondencia privada cierra una
época: «Estoy harta. Sobre todo bastante harta de ser yo.
Siempre he sido una escritora que he dado vueltas sobre mi pasado. Pero
nunca he contado las cosas como son. Soy exageradamente desmesurada».
Las cartas están dirigidas a su madre, a su profesor de literatura
(un cordobés católico), a Eduardo -del que se enamora pese
a la oposición paterna- y a Esteban, con el que mantiene un intenso
idilio. El momento de Tusquets tiene unas dosis de nostalgia: «Es
fantástico haber sido joven en los sesenta, y adulto en el 2000»,
afirma. Y reconoce, con Jorge Herralde, su editor, que este libro «tiene
ciertas dosis de voyeurismo, pero sólo la que el autor permite».
Sobre las satisfacciones o insatisfacciones que le produce la vida moderna,
a Tusquets le apena que la gente joven no reivindique nada. «La
generación de mis hijos siempre está cansada». Y se
pregunta. ¿Cómo se puede ser optimista en el mundo en que
vivimos?
Article publict a La Vanguardia
el 05/05/01 per Salvador Sansuán
A veces me pregunto si los recuerdos son algo que tenemos o algo que hemos
perdido." Con esta melancólica interrogación puesta
en boca de una cincuentona Gena Rowlands cierra Woody Allen el guión
de "Otra mujer". Y en esos términos, entre esos extremos,
se mueve la Correspondencia privada con la que regresa por la puerta
grande la poco prolífica Esther Tusquets. Cuatro cartas, cuatro
relatos, dirigidos a personas que ya no existen pero que para nada se
han ido, por lo menos mientras permanezca la protagonista que los une.
Una protagonista que, de ahí la pintura elegida para la cubierta
del libro, muestra un parecido tan razonable y parcialmente real con la
escritora como los cuadros de Canaletto con la serenísima ciudad
de Venecia.
Una madre inteligente y distante, un caballeroso profesor falangista,
un compañero de universidad cuyo talento acaba desperdiciado por
los avatares que le acarrea una dudosa sexualidad y, por fin, un hombre
casado que ha sufrido los rigores del franquismo son los destinatarios
de cuatro cartas que esbozan la biografía y la circunstancia histórica
de una mujer perteneciente, no se cansa de recordarlo, a una burguesía
timorata y sin raíces, crecida en plena posguerra, en el apogeo
de un na- cionalcatolicismo de contubernios diversos. El estilo de Tusquets,
frases voluntariamente kilométricas y digresivas, pobladas tanto
de paréntesis y guiones como de serenidad e ironía, se antoja,
leído, el único posible para evocar un pasado siempre necesitado
de explicaciones y apostillas. Un pasado que arranca con la descarnada
epístola a una madre atea y estilizada, lectora desde su juventud
de Balzac, Zola y Voltaire en su lengua original, que nunca pensó
en seguir los consejos del "Libro de la perfecta casada" con
el que la obsequiaron para su boda, acaecida ésta por intereses
entre los que no constaba el amor. Una madre que pudo ser lo que se hubiera
propuesto, pero a la que las convenciones de la época llevan a
la amargura. Una madre a la que lanarradora deja de querer ante la imposibilidad
de ser suficientemente buena para ella.
El pasado se encarna luego de historia imposible, de alumna enamorada
de profesor cordobés del Colegio Alemán, falangista de primera
hora -ella lo sería luego-, caballero español de manual,
seguro de que todo en España, policía, cine, literatura
e incluso los bomberos, eran los mejores del mundo. Sentimiento que, admite
pudorosamente la protagonista, los españoles que habían
ganado la guerra, sus padres e incluso ella compartían.
Article publicat al diari Avui
el 21/06/01, a cura de Cristina Calderer
Què és el que fa vostè
li van preguntar al senyor K quan estima una persona?
Li faig un dibuix va respondre el senyor K i procuro
que se li assembli.
Qui, el dibuix?
No va dir el senyor K la persona.
Si començo aquesta ressenya amb unes paraules de Bertolt Brecht,
és perquè conec gent força assenyada que assegura
que la relació entre la menudesa de lésser humà
i la passió que lamor ens provoca no poden mai correspondres,
que és impossible que cap mortal pugui produir en un altre la intensitat
física i emocional que aquest enigmàtic sentiment ens provoca,
a primera vista o fins i tot abans de contemplar lobscur objecte
del nostre desig, com exemplifica a Correspondencia privada Esther Tusquets:
¿Acaso no se había enamorado Inés de Don Juan
a través de unas cartas... no amaba Senta al Holandés Errante
mucho antes de que llegara a puerto...?. Per aquesta raó
alguns savis asseveren que tot amor és narcisista, perquè,
conscient o inconscientment, fem un dibuix del que ens exalta i linserim
a mida en la persona escollida. És a dir, dalguna manera
ens enamorem de nosaltres mateixos, que sí que tenim una idea aproximada
del que ens excita i una primitiva tendència a la recerca obsessiva
del plaer. Amb poques excepcions, tot el que Esther Tusquets ha escrit
gira al voltant de lamor, com si tan sols a partir daquest
fos capaç danalitzar, entendre i treure conclusions per
activa o passiva sobre la vida. I no em refereixo només al
fet dendinsarse introspectivament en els sentiments i actes dun
o diversos individus, laccident del quals és estar enamorats
(en aquest cas estaríem parlant duna simple, més o
menys aconseguida, però simple novel.la amorosa), sinó sobretot
al fet demprendre, a través del que estilísticament
no sé si en podríem dir co-freqüencialitat, una humorística,
irònica, a vegades expressament ingènua però sempre
severíssima crítica social. Perquè sigui com sigui,
procedeixi don procedeixi, estimar significa acceptar un alt risc
que de cap manera pot resistir la pedanteria del set ciències,
la corda fluixa on se sustenta la seguretat del mascle ibèric,
la hipocresia de les beates, la fal sedat inenarrable del qui es creu
en possessió de la veritat, labominable miserabilitat del
burgès o algunes actituds de personatges que aquesta dona estima,
per exemple els tres homes a qui adreça aquesta correspondència
privada i que la decepcionen imperdonablement.
CO-FREQÜENCIALITAT
Ara bé, vistes així les coses, podria semblar que lescriptora
barcelonina escriu dues novel.les paral.leles en una única freqüència,
un correlat, però no és així, i és en aquest
sentit que abans parlava del que jo en diria cofreqüencialitat. Mexplico:
a cada una de les cartes daquest llibre que avança
amb una celeritat argumental prou inusual en la majoria de les obres dEsther
Tusquets, les quals tarrosseguen en un encisador huracà de
digressions, interpolacions, aclariments inesperats, acurats detallismes,
etc. se succeeixen plànols perfectament integrats en el temps
i en lespai, bastint una perfecta arquitectura novel.lística,
però a la vegada irromp el secret, les deduccions, el que pensava
la protagonista, el que creia que estava pensant laltre, o comença
a desgranar-se allò que hauria pogut passar si les coses haguessin
anat duna altra manera. Daquesta manera aconseguiex una dinàmica
incorporació dactes i pensaments rapidíssims, de cicles
intuïtius que sintonitzen més amb el procés intel.lectual
i emotiu de qui està llegint que amb la pròpia lògica
textual. La novel.lista fa possible que una relació amorosa sengrandeixi
fins a resultar una obra que integra la complexa pluralitat de comportaments
humans. Un text que parla de la vida però no la descriu (això
fóra massa fàcil i avorrit de fet, no conec cap personatge
com lescriptora daquesta correspondència, tot i que
lEsther Tusquets és qui més shi apropa),
perquè, ja ho deia Kandinsky, tota obra que és filla del
seu temps a la fi resulta, manllevant ara el vers de Joan Manuel Serrat,
un art castrat i vell, tot al contrari del que crea lautora davant
les relacions humanes més usuals, que ella converteix en insòlites.
Amb el temps, i molt considerablement a partir dels relats de La niña
lunática (clarament a Con la miel en los labios), Esther
Tusquets ha anat deixant a banda el magnetisme de les seves primeres produccions
apostant per un estil més àgil, daspecte més
irònicament sever i conclusiu, més voluntàriament
radical amb ella mateixa a mesura que la nostàlgia va cloent episodis
capitals de la seva vida. A les quatre cartes de Correspondencia privada,
cartes que han de llegirse per rigorós ordre si volem sentir la
colpidora fiblada que provoca la lectura de lepíleg, hi trobem
moments de gran tendresa, com per exemple el del retrobament amb el seu
primer gran amor dadolescència, ja molt vell i a punt de
morir, però també dhumor irònic. No es perdin
la descripció ideològica i moral daquest professor
de literatura cordovès, entre Sèneca i Manolete, lleig,
catòlic i sentimental, amb ràfegues com aquesta: «No
me cabía la menor duda de que te hubieras echado a la calle el
2 de mayo para enfrentarte enarbolando un cuchillo de cocina al invasor
francés... mientras yo le diría a nuestro hijo: Pues
que la patria lo quiere, lánzate al combate y muere, tu madre te
vengará». El fet de posarse en el pensament de laltre
i fer lo parlar és una tècnica que ajuda lautora a
allunyar-se del mono-diàleg epistolar i acostar-se així
al text més novel.lístic, però a la vegada és
un recurs paròdic que pot fernos petar de riure, com per exemple
el fragment de lúltima carta on sens explica el paperot
que ha de fer la protagonista davant el tribunal eclesiàstic perquè
li concedeixi lanul.lació matrimonial.
RECORDS DEL FRANQUISME
Tots els episodis del llibre esdevenen durant el règim franquista,
per això no ens ha destranyar que lEsther Tusquets,
escriptora, editora i dona compromesa amb la justícia, la igualtat
i la llibertat, vagi elaborant, aquí i allà, un catàleg
de les coses que una senyora no podia fer durant aquell temps, en què
era veritablement considerada com un home disminuït, així
com una relació dels problemes que havia de patir donada la seva
incapacitació jurídica i social, que controlava primer el
pare i després el marit. Tot i això, tampoc oblida ni un
moment la frivolitat de la Gauche Divine o la mesquinesa de la burgesia,
per abordar el fenomen generacional del desclassament, que ella viu com
un fet natural, gens dramàtic. Suposo que a causa daquesta
febre actual de ficar el nas en la vida íntima dels altres que
ens ha dut a la bogeria de dur al màxim índex daudiència
una dotzena de programes de tipus Gran Hermano, part de la crítica
i tot el món periodístic sha interessat per conèixer
si aquesta Correspondencia privada és biogràfica,
si és veritat o no el que Esther Tusquets explica, cosa que lautora
ja va respondre al triar la portada del llibre, on apareix una vedute,
un fragment descena urbana, pintada per Canaletto, el qual va crear
una imatge de Venècia que barrejava construccions imaginàries
amb daltres bastant aproximades a la realitat. Aquesta Venècia
és la que des del Segle de les Llums opera en imaginari col.lectiu
de tot ésser humà, hagi o no visitat la ciutat, shagi
adonat o no de lengany, del farol que jugava a favor no tant del
crupier sinó dels que rebíem les cartes. Esther Tusquets,
daltra banda excel.lent jugadora de cartes, ens ha repartit aquestes
quatre en un pòquer descobert. Realitat? Ficció? Mentida?
Veritat? Què ens importa? Lúnica cosa que sabem segur
és que la vida va de debò, que de vegades vivim del que
hi ha i altres del que pot ser possible, i que arriba un moment, ho diu
lEsther, en què deixem de viure històries i, simplement,
ens comencen a passar coses, quan lamor ja és tan sols un
joc nostàlgic i estem al mig del mar quan és hivern i comencem
a sentir massa a prop lúltim naufragi.
Article publicat a El Periódico
el 05/07/01, per Enrique Turpin
Moments epistolars
Com passa amb les últimes línies
de la magistral font de què es nodreix aquesta Correspondencia
privada, d'Esther Tusquets, és a dir, la Carta al pare que
Franz Kafka va escriure el 1919, també aquí "se ha
logrado en mi opinión algo tan próximo a la verdad, que
puede tranquilizaros un poco a ambos y hacernos más fáciles
la vida y la muerte". Es tracta de quatre cartes i un epíleg
amb què Tusquets voreja tot el que resulta aliè a la veritat.
Jocs encoratjats per un esperit indòmit per a tot el que suposi
ajornar l'arribada de la maduresa, passió literària que
dignifica la memòria del que ja ha estat escrit.
El 1996, Tusquets va rebre, juntament amb una desena d'escriptores, l'encàrrec
d'escriure una carta que tingués com a motiu central la relació
entre mares i filles. D'aquella proposta en va sorgir Carta a la madre,
ara titulada Carta a mi madre, en resposta a la privacitat d'aquestes
trobades epistolars. Que jutgi el lector, tot i que es pot avançar
que la mare que s'hi retrata té molt de personatge de conte folklòric.
Mare perversa davant de fada bona, encara que la narradora obligui a definir
la mare com a divina entre las diosas.
Més enllà de referents autobiogràfics, l'escriptora
inaugura per a les lletres espanyoles una forma d'escriptura en què
l'element retòric es dóna la mà amb plantejaments
morals d'indagació personal, tot plegat subjecte a una estranya
contenció estilística en què pensament i escriptura
són una mateixa cosa.
Es a dir, el lector coneix qui escriu pel que escriu, i a més el
que acaba escrit no traeix la reflexió sobre el que es vol escriure:
el camí que va de la idea a l'artifici narratiu té una consistència
poc freqüentada aquests dies.
La prosa de Tusquets compleix doncs l'objectiu de perviure en la memòria,
el lloc on la literatura pot ser una forma d'escoltar i de recuperar les
il.lusions perdudes.
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