AVENTURAS EXTRAORDINARIAS DE NOTEAPURES
Compareu aquesta traducció amb el fragment que heu llegit en català. El resultat és força bo, però s'ha hagut de recórrer a solucions en els diàlegs que no sempre aconsegueixen la vivesa de l'original.
Vosotros, mis queridos lectores, no sabíais, ni yo tampoco,
ni tampoco Noteapures, que en la región montañesa del país
donde todas la cosas suceden, habitaba la terrible tribu de los Golotones,
raza feroz y antropófaga, es decir, aficionada a comer carne humana.
Estos salvajes antropófagos eran el azote del país. Cerca de
ellos nada había seguro. Se comían una pierna de persona con
la misma facilidad con que nosotros nos comemos un huevo frito.
Pues fueron, nada menos que estos fulanos, los que una noche se situaron a
cosa de unos cien metros de la tribu de Penkamuska, gritando como locos y
encendiendo hogueras en torno suyo.
Noteapures fue quien advirtió su presencia. Después de cenar
estaba en la puerta de su choza tomando el fresco, cuando, súbitamente,
oyó la gritería.
-¿Quien debe ser? -pensó. Y levantándose para mirar en
dirección a la gritería, quedó muy sorprendido al ver
la hogueras.
Explicando el caso a Penkamuska, éste, en seguida lo consideró
desagradable.
-¡Uh! ¡Uh! -exclamó Penkamuska: ¡son los Golotones!
- Y ¿quiénes son estos señores, se puede saber?
- ¡Kaníbales!
- ¿Y qué quiere decir esto?
- Komer Karnehu mana.
- ¿Qué dices Penkamuska? - exclamó horrorizado, Noteapures.
- Lokeoyes.
- ¿Qué haremos, ¡Virgen Santa!
- Loke poda mostue resel general.
- ¡Y dale! Mira: presento la dimisión. ¡Te figuras que
quiero que se me merienden!
- Notie nesotro remedio.
- Con gente de tal calaña, no quiero relacionarme. Yo no metrato con
tipos ordinarios; ya os arreglaréis vosotros.
- ¡Kahombreka! Loke hasdeha ceres llam ara todos los Kukamoskas y prepa
rarte.- Y al decir esto, le cogía el brazo; no le valió, pues,
a Noteapures, protestar; Penkamuska lo condujo hasta el centro del poblado,
y allí empezó a gritar:
-¡Uh! ¡Uh! ¡Uh!
Al oirle, salieron inmediatamente de sus barracones todos los negros, preguntando:
- ¿Kehay, kehay, kepasa?
Penkamuska los reunió a todos y encaramado sobre los hombros de un
negro, a fin de dominar las masas, les comunicó la sensacional noticia
de que los Golotones estaban a cien brazadas de las barracas.
Los negros, aterrorizados, guardaron un profundo silencio.
-Estos también tienen miedo -pensó Noteapures.
Penkamuska terminó su discurso diciendo que el general Kukablanka,
o sea Noteapures, se encaramaría sobre los hombros de otro negro a
fin de dictar las órdenes convenientes para la buena preparación
de la batalla.
Noteapures, así comprometido, no tuvo otro remedio que pronunciar este
discurso:
-¡Kukamoskas! -les dijo.- Estamos frente a un peligro inminente. los
Golotones nos bloquean y si todo sucede como me figuro, mañana a esta
hora más de un pedazo de nuestra carne se habrá de sacar con
ayuda de un mondadientes, de entre la muelas de estos caníbales.
Noteapures, observando que todos le escuchaban atentísimamente, y comprendiendo
que reinaba en la tribu un pánico regular, aprovechó estas circunstancias
para exponer una luminosa idea que se le había ocurrido.
-¡Aquí hay que gallear un poco! -pensó Noteapures.
Y enseguida continuó su discurso en tan valientes tonos, que los Kukamoskas,
se miraban unos a otros, diciendo:
- ¡Keva liente general!
Y es que Noteapures tenía una idea, una de aquellas grandes ideas que
de cuando en cuando se le ocurrían y que de tan malos pasos le habían
librado.
José Mª Folch y Torres. Aventuras extraordinarias de Noteapures.