MOTÍN DE ESQUILACHE |
LAS REFORMAS DE LA ILUSTRACIÓN Y SU RELACIÓN CON LA ACTUALIDAD BV destacó la actualidad de los hechos históricos referidos en la obra: Un grupo de hombres, los ilustrados, intentaron, pero no consiguieron, convertir España en un país moderno y ejemplar. Tanto los ilustrados como Carlos III gozaban en ese momento de mala prensa por parte de los organismos oficiales, por ello pretende Buero darles una reparación escénica. Esto no gusta porque muchas de las cosas contra las que luchan el rey y Esquilache se parecen demasiado a circunstancias actuales. Propósito: recreación de un momento de la historia en el que determinados poderes, aferrados a sus intereses, dificultaron que se realizara en España un cambio hacia una sociedad moderna, al igual que en el resto de Europa. El conflicto entre inmovilismo y modernidad se produjo en el siglo XVIII, pero está vigente en la España de posguerra. Puede verse la intención del autor en la dedicatoria de la obra: “A la luminosa memoria de don Antonio Machado, que soñó una España joven”.
REINADO DE CARLOS III Y MOTÍN DE ESQUILACHE Carlos III fue primero rey de Nápoles. Ocupó el trono a la muerte de su hermano Fernando VI, que murió sin sucesión. Su experiencia napolitana fue decisiva para afrontar el gobierno de España. Mantuvo el mismo consejo de ministros que su hermano, salvo un cambio: en Hacienda, don Leopoldo de Gregorio, marqués de Esquilache (que vino con él de Nápoles). También levantó el destierro del marqués de Ensenada. Algunas de sus primeras medidas en el gobierno fueron: mejorar la higiene y aspecto de Madrid, con fama de sucia; suprimía el uso del embozo; ordenaba a los dueños de las casas embaldosar los frentes y costados de las mismas. Este decreto hizo que las medidas fueran impopulares. También se colocaron farolas, y el uso de aceite provocó que éste se encareciera. A esto se sumó la sequía y las malas cosechas consecuentes. Tanto los cambios en el vestir como el alumbrado público perseguían la disminución de la delincuencia. Se prohibió el uso de la capa larga y del sombrero gacho, que debía convertirse en sombrero de tres picos. En tiempos de Fernando VI ya se habían producido muestras de disgusto por parte de los nobles más reaccionarios. Muchos afirman que Ensenada fue víctima de su reformismo, en complot de nobles de su mismo partido. Carlos III demostraba predilección por sus dos ministros italianos, Esquilache y Grimaldi. Muchos nobles veían esto con disgusto, al igual que parte de los jesuitas. Las causas del motín de Esquilache son complejas; algunos destacan motivos económicos (el pueblo hambriento se rebela), y otros, políticos (motín organizado desde arriba). Buero Vallejo entrelaza ambos factores, pero concede una mayor preponderancia a los políticos. El rechazo de la orden fue general y se canalizó en Esquilache. Aunque primero había sido bien aceptado, pronto fue criticado por medidas que limitaban los poderes de la nobleza o del clero. Una serie de hechos concentraron las iras: él era extranjero, recién llegado a la nobleza, había acumulado rentas y cargos para su familia, su esposa era muy ambiciosa. El 10 de marzo de 1766 se arrancaron los bandos y en días posteriores los embozados pasearon por las calles, mientras se les multaba y hacía recortar las capas. El 23 de marzo se produjo la disputa de algunos embozados y dio comienzo el botín a los gritos de: ¡Viva el Rey! ¡Viva España! ¡Muera Esquilache! Un grupo de gente saqueó la casa de Esquilache; otro marchó a palacio para presentar sus demandas al rey. El 24 se produjeron graves enfrentamientos con los soldados valones, que produjo diversas muertes. El rey se vio obligado a firmar las demandas del pueblo: disminución del precio del pan, retirada del bando, retirada de la guardia valona y destierro de Esquilache y su familia. El rey, desconfiado, firmó la orden desde Aranjuez y, a su pesar, la cumplió. Pese a restablecerse el orden en Madrid, continuaron los disturbios en varias regiones. Uno de los efectos más visibles del motín fue la expulsión de los jesuitas, que probablemente habían orquestado el motín. El triunfo del motín significo la derrota de las reformas ilustradas en su intento de convertir España en una nación moderna. |