LOS CAMPESINOS Y LOS
CONDES
El conde Ramón Berenger IV, interesado en las grandes conquistas,
necesitaba créditos y servicios, y empezó la organización de una
administración territorial. Se apoyó en sus fieles de la nueva
aristocracia de los castillos, porque, como feudatarios vegueros,
se responsabilizaran del orden y la justicia en los dominios condales.
Pero el comportamiento violento y las cargas arbitrarias que estos
nobles impusieron a la comunidad campesina del patrimonio condal
marcó la crisis de las primitivas franquicias y la expansión del
sistema de provechos señoriales a uno de los último reductos de
las libertades tradicionales de la Cataluña Vieja.
Estos fieles del conde consideraron que los provechos señoriales
que pudieran obtener de las comunidades campesinas que el conde
había puesto bajo su jurisdicción eran la comisión correspondiente
a sus servicios militares y de justicia. Con el apoyo de los alcaldes,
que seguramente se sentían amenazados en sus intereses por los
vegueros, los campesinos de estos pueblos y lugares, protestaron
por escrito acusando los fieles de los condes de destruir la paz
pública. Para los campesinos se trataba de reivindicar el derecho
a ser administrados pero no saqueados. Pero el conde no hacía
caso a la quejas. El monarca Alfonso I el Casto se tuvo que limitar
a promulgar un edicto que protegía de maltratos a los terratenientes
libres y aceptaba como lícito el maltrato señorial aplicado a
los siervos.
A pesar de las iniciativas de reforma y algunas medidas de protección
campesina adoptadas por la monarquía, la crisis social y política
se resolvió de manera desfavorable para los campesinos, se cambió
la tiranía caprichosa y violenta de los fieles del conde por unas
cargas más o menos fijas y regulares que los campesinos tenían
que dar a los nobles.
Franquicias y servitudes:
El propósito de la autoridad era casi siempre el de estimular
la repoblación de las tierras recién conquistadas. Una manera
para atraer pobladores hacia nuevas tierras era la moneda.
Los señores dividían el campesinado en 5 categorías:
- Aloers (pequeños propietarios).
- Terratenientes libres sometidos a censo.
- Terratenientes sometidos a dependencia personal y obligados
a pagar censos,hacer servicios en trabajo y satisfacer tasas
arbitrarias.
- Terratenientes sometidos a todas estas obligaciones y que,
además, estaban adscritos a la tierra
- Terratenientes que además de las anteriores obligaciones
estaban sujetos a los malos usos.
Hubo un momento en que los campesinos empezaron a emigrar hacia
las ciudades y esto los señores no lo podían tolerar, por lo que
dieron forma legal al proceso de vasallaje.
En la época pre-feudal las franquicias habían tenido un carácter
más general y habían sido entregadas por la autoridad pública
con el objetivo de eximir a los beneficiarios de la prestación
de determinadas rentas o servicios públicos; a partir del siglo
XII las franquicias fueron concedidas por los condes-reyes y por
señores laicos y eclesiásticos indistintamente, tenían por objetivo
la exención de cargas y servitudes típicas del régimen señorial
y eran destinadas a comunidades concretas. Las razones por las
cuales se concedían estas franquicias podían ser varias pero,
se mire como se mire, en el fondo siempre había una cuestión de
correlación de fuerzas, ya que los principales destinatarios eran
los hombres de las sagreras más fuertes y dinámicas que los de
los mansos, que poseían la ayuda de las autoridades eclesiásticas
protectoras de las sagreras.
Finalmente podemos afirmar que la concesión de franquicias era
el resultado de la lucha de clases. Las franquicias pudieron crear
divisiones internas entre los campesinos avanzando la solidaridad
entre vecinos en detrimento de la solidaridad de clase y contribuyendo
a crear desigualdades económicas y diferencias funcionales en
el interior de la comunidad campesina entre los hombres de la
aldea y los campesinos de los mansos.