El plan de reconstrucción se planteó en una cumbre
entre los estados europeos participantes, que se celebró el 12
de julio de 1947. La Unión Soviética y los estados de la
Europa del Este también fueron teóricamente invitados,
aunque las condiciones que se les exigió (someter su
situación económica interna a controles externos e
integrarse en un mercado europeo) eran obviamente incompatibles con el
sistema económico y con los principios ideológicos y de
propaganda del denominado socialismo realmente existente. Aún
así, Moscú tuvo que ejercer su control sobre algunos
países que sí habían mostrado interés
(Polonia y Checoslovaquia), obteniendo su rectificación.
El plan tuvo una vigencia de cuatro años fiscales a partir de
julio del año 1947 y, durante este periodo, los estados europeos
que ingresaron en la Organización Europea para la
Cooperación Económica (OECE) (precursora de la OCDE) recibieron un total de 13 mil
millones de dólares de la época, así como
servicios de asistencia técnica.
Una vez completado el Plan, la economía de todos los
países participantes, excepto la República
Federal Alemana, había superado los niveles previos a la
guerra y en las dos décadas siguientes, Europa Occidental
alcanzó un crecimiento y una prosperidad sin precedentes. En
cualquier caso, el impacto que pudo llegar a tener el Plan Marshall
sobre dicho crecimiento es una cuestión muy discutida. Por otro
lado, el Plan Marshall también es visto como uno de los
elementos que impulsó la unificación europea, ya que
creó instituciones para coordinar la economía a nivel
europeo. Además de las consecuencias relacionadas directamente
con la economía de los países receptores de ayudas, una
consecuencia directa fue la introducción sistemática de
técnicas de gestión de inspiración estadounidense.
En los últimos años, muchos historiadores han cuestionado tanto las motivaciones subyacentes como la eficacia del Plan. Algunos historiadores mantienen que los beneficios del Plan Marshall realmente procedieron de las nuevas políticas librecambistas o de laissez-faire, que permitieron estabilizar los mercados gracias al crecimiento económico. Así por ejemplo, la OECE, además de repartir las ayudas del Plan Marshall, promovió el libre comercio y la eliminación de barreras arancelarias.