Meteoritos

El bólido del Yukón: una condrita carbonacea

El 18 de enero del 2000 se vió de madrugada un espectacular bólido en el Yukón (Canadá). Se fragmentó tras varias potentes explosiones, dejando una persistente estela de humo, visible durante más de una hora.

Ewald Lemke estaba trabajando en su oficina, en Atlin (Columbia Británica), una población al sur de la frontera con Yukon, y obtuvo la fotografía de la izquierda dos minutos después del destello: "Tenía encendidas todas las luces de la oficina, y estaba trabajando con el ordenador cuando se iluminó toda la habitación con una intensidad tres veces mayor. Salí para ver qué sucedía, pensando que se había producido alguna explosión, pero no oí nada hasta más tarde". Continuó tomando fotografías a medida que cambiaba de aspecto la estela.

Se calcula que el meteorito, una condrita carbonácea, tendría una masa de unas 50 toneladas y el tamaño de un autobús escolar. Debió penetrar en la atmósfera con una velocidad de más de 90.000 km/h. La NASA intentó capturar partículas de polvo en la alta atmósfera mediante un avión ER2 (U2). Una semana después, alguien encontró un fragmento sobre la nieve y lo guardó en el frigorífico dentro de una bolsa de plástico nueva. La Dr. Monica Grady, del Natural History Museum de Londres, comentó que de este modo se ha podido preservar los compuestos orgánicos volátiles presentes en el interior del meteorito. Es de color negro, poroso, con aspecto de un pedazo de carbón medio quemado y olor a azufre.
Las condritas carbonáceas son muy primitivas: junto con los cometas, constituyen una muestra de la materia prima a partir de la que se formó el sistema Solar, hace 4.500 millones de años. Son ricas en materia orgánica. Se trata de un tipo de meteoritos bastante raro (sólo el 2%). Desde 1969 no se había recuperado ninguno de este tipo. La mayoría se desintegran al penetrar en la atmósfera o se descomponen antes de ser recuperados.



 

El meteorito del lago Tagish 


Buscando diamantes y zafiros en el meteorito del lago Tagish

La Dra. Sara Russell, del Natural History Museum en Inglaterra está analizando fragmentos de la condrita carbonácea del lago Tagish, que contiene compuestos orgánicos y quizá también diamantes y zafiros formados en el interior de las estrellas que precedieron al Sol. "Probablemente, nunca ha sido calentada demasiado, y por eso se han conservado muy bien las sustancias volátiles primordiales", dijo.
Sep. 2000