La nova recurrente T Pyxidis

Septiembre 18, 1997

[IZQUIERDA] Imagen de T Pyxidis obtenida el 19 de enero de 1995 desde el observatorio de la ESO en La Silla (Chile). Muestra capas de gas alrededor de la estrella, expulsadas en varias erupciones. T Pyxidis se encuentra a 6.000 años luz de distancia, en la constelación austral Pyxis.

[DERECHA] Imagen en falso color de la misma estrella obtenida por combinación de datos recogidos mediante el telescopio espacial en 1994 (26 de febrero) y en 1995 (16 de junio, 7 de octubre y 10 de noviembre). Las capas aparecen formadas por más de 2.000 burbujas gaseosas del tamaño de nuestro sistema solar, ocupando el conjunto un área de 1 año luz de diámetro. Podrían haberse originado al chocar capas de alta velocidad expulsadas recientemente con capas más lentas producidas en erupciones anteriores.


La explosión de una nova se produce cuando una enana blanca acumula suficiente hidrógeno sobre su superficie, procedente de otra estrella compañera (una enana roja), para que se desencadene una reacción termonuclear. El brillo aumenta un millón de veces bruscamente y decrece rápidamente, en cuestión de dias o semanas. Otras novas precisan 10.000 a 100.000 años antes de alcanzar el estado crítico, pero T Pyxidis hace erupción cada 20 años, aproximadamente. Las últimas se produjeron en 1966, 1944, 1920, 1902 y 1890. Las enanas blancas suelen ser de pequeño tamaño, pero con una superficie muy caliente: se producen cuando una estrella pequeña o mediana expulsa las capas exteriores dejando el núcleo al descubierto. T Pyxidis debe ser bastante grande para tratarse de una enana blanca, por lo que bastaría con capturar una masa equivalente a la de la Luna, la diezmillonésima parte de la masa de su compañera, para hacer erupción. Si tuviese una masa mayor, se habría convertido en una estrella de neutrones o en un agunjero negro.

Michael M. Shara, del Space Telescope Science Institute de Baltimore, Md., venía estudiando esta nova desde hace más de diez años, y ahora planea estudiar detalladamente la próxima erupción. En 1985 detectó una capa aparentemente lisa que se expandía a unos 350 km/s, pero las observaciones recientes con el telescopio Hubble indicaron, sorprendentemente, que la velocidad había descendido hasta apenas 40 km/s. "Según estas observaciones, nuestro modelo anterior sobre la producción de capas por una nova debe ser erróneo", dijo Shara. "Se pensaba que la explosión de una nova era uniforme en todas direcciones, ... produciendo una nube perfectamente regular. En lugar de eso, lo que hemos encontrado es una miríada de grumos (burbujas). De modo que, posiblemente, las capas expulsadas por otras novas se comporten de igual modo, al alcanzar el material expulsado recientemente las capas fósiles, más viejas, producidas en explosiones previas". Probablemente, la velocidad inicial de expansión es de 2.000 o 3.000 km/s, y se frena hasta casi detenerse al chocar con las capas exteriores. La energía producida en el choque calienta el gas, que emite luz.

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