Delhi
Es bastante improbable que la primera impresión de Delhi sea positiva,
especialmente si también es la primera impresión de la India. El viajero
captará seguramente la contaminación, la muchedumbre, los olores, los
ruidos y el acoso constante de los pedigüeños mucho antes que los
verdaderos encantos de la ciudad. Pero vale la pena perseverar, ya que
la historia de Delhi es fascinante y omnipresente: los bazares de
Paharganj son una estupenda introducción a la India más bohemia, la
arquitectura de los monumentos de la ciudad es de lo más impresionante
y, además, se come muy bien.
Delhi incluye Nueva Delhi, capital del país y centro neurálgico de los
itinerarios por el norte. Es una base excelente para visitar Agra y su
palacio Taj Mahal, y Jaipur, con su colorido rajastaní, se encuentra a
menos de cinco horas de viaje. Para llegar hasta el Himalaya, al norte,
o a los ghats de Benarés, al este, hay que pasar casi siempre por Delhi.
O sea, al turista no le queda más remedio que apretar los dientes,
retener el aliento y lanzarse de cabeza a esta sorprendente ciudad.
Bombay
Bombay representa la fascinación del cine de Bollywood, el críquet en
los maidans (parques) los fines de semana, el bhelpuri (comida típica)
en la playa de Chowpatty, y los autobuses rojos de dos pisos. También
los garitos del barrio chino, los barrios de chabolas más grandes de
Asia, la política comunalista y los poderosos padrinos de la mafia. Este
tira y afloja por el alma de la ciudad se desarrolla en un paisaje
urbano más parecido a una próspera ciudad industrial británica del siglo
XIX que a cualquier lugar que cabría esperar a orillas del mar de Omán.
Goa
Es una lástima que la imagen de Goa se asocie tanto a un estilo de vida
dudoso, porque ofrece mucho más que sol, arena y cultura psicodélica.
Tiene la ventaja de ser muy distinta del resto del país, y de poseer
unas dimensiones tan razonables que permiten abarcarla y explorarla como
ningún otro estado de la India. Resulta accesible, no tan sólo por las
huellas familiares del colonialismo europeo, o su exotismo de libro de
ilustraciones, sino también por el predominio de la religión católica y
de una forma de progresismo social y político comprensible para los
occidentales. Aunque dos terceras partes de la población sean de
religión hindú, la gente es más liberal que devota, de una manera que no
se encuentra en ningún otro lugar de la nación.
Calcuta
La ciudad principal de Bengala Occidental se desparrama, al azar, a lo
largo de la orilla oriental del río Hooghly. Antaño gloriosa capital de
la India británica, su historia de horror urbano, de miseria y hambruna
empezó con la Partición, y la consiguiente llegada de miles de
refugiados. Sin embargo, insiste en proclamarse la Ciudad de la Alegría
y se revela como uno de los centros urbanos más fascinantes y acogedores
del país, la urbe intelectual de la nación, y una animada palestra de
las artes y la política.
En el imprescindible pulmón de la ciudad, la enorme extensión abierta
del Maidan, los habitantes de Calcuta pasan su tiempo de ocio, juegan al
fútbol o al críquet, celebran asambleas políticas y practican el yoga.
Allí pastan también sus rebaños. La gran dimensión de este parque le
permite abarcar el enorme Fort William, todavía en activo
en
la actualidad, y cuyo interior sólo se puede visitar con un permiso
especial, raras veces concedido. En el extremo meridional del Maidan se
encuentra un enorme monumento de mármol blanco, el Victoria Memorial,
que contiene una anticuada estatua de la reina británica Victoria en la
fachada y una amplia colección de objetos históricos angloindios en su
interior.
El centro administrativo de Calcuta, en la plaza Dalhousie, se conoce
por BBD Bagh. Aquí cohabitan lo brutal y lo fantasioso: a un lado, se
halla el Edificio de los Escritores, donde los escritores (un curioso
eufemismo para denominar a los oficinistas) se afanan en un kafkiano
laberinto de pasillos y vastas salas, contra cuyas paredes se amontonan
formularios por quintuplicado y copias al carbón; al otro lado se
encuentra el edificio de Correos, construido en el emplazamiento del
legendario Agujero Negro de Calcuta. Fue aquí donde, en una pegajosa
noche de 1756, más de 140 habitantes británicos fueron encerrados en un
sótano, en el que muchos de ellos murieron por falta de aire durante el
curso de la noche.
Según cuenta la leyenda, cuando el cadáver de la esposa del dios Siva
fue desmembrado, uno de sus dedos cayó en el lugar donde actualmente se
levanta el templo de Kali, que constituye un centro de peregrinación
espectacularmente repugnante. Por la mañana, los devotos sacrifican
cabras, cortándoles el cuello, para satisfacer la sed de sangre de la
diosa.
Otros centros de interés de la ciudad son: el excelente Museo de la
India, el mayor y seguramente el mejor del país (aunque polvoriento y
deteriorado por falta de fondos); el Jardín Botánico, que alberga una
higuera de Bengala de 200 años que, según dicen, posee la segunda copa
más grande del mundo (la mayor es la de un árbol que está en Andhra
Pradesh), y el emblemático puente Howrah, un puente voladizo que, al
parecer, es el más transitado del mundo.
En Chowringhee, al sur del puente Howrah, abundan los alojamientos
económicos, restaurantes baratos y bares. Sudder Street, que desemboca
en Chowringhee Road, es el
punto de reunión de los trotamundos. En esta
zona también abundan las salas de cine, donde se proyectan los productos
cinematográficos de Calcuta, así como las películas de Hollywood más
recientes y sus primas de Bollywood. Calcuta no puede considerarse un
paraíso para ir de compras, especialmente desde que una ley municipal
prohibió la venta callejera, pero el New Market, al norte de Sudder
Street, es un buen lugar para regatear el precio de muchos productos,
desde prendas de vestir hasta objetos de mimbre.
La ciudad se encuentra en el circuito internacional, y a veces pueden
conseguirse billetes de avión a buen precio en las oficinas de las
líneas aéreas situadas alrededor de Chowringhee. Indian Airlines de
Calcuta ofrece frecuentes vuelos nacionales con destino a las
principales urbes del país, entre ellas Delhi, Bangalore, Madrás, Bombay
y Lucknow. En términos generales, es mejor viajar en tren que en autobús
aunque, si se prefiere este último medio de transporte, se debe ir a
buscar el Rocket Service (servicio cohete) en la estación de autobuses
del Paseo. Hay dos estaciones de ferrocarril: la Howrah, en la orilla
occidental del río Hooghly, para los trenes que van a la ciudad, o la
Sealdah, en la otra orilla, para los que se dirigen a Darjeeling u otras
regiones septentrionales.
Agra
El Taj Mahal, un palacio descrito como el más extravagante monumento
jamás erigido por amor, se ha convertido en el emblema turístico de la
India. Este conmovedor mausoleo mongol fue construido por el emperador
Shah Jahan en memoria de su segunda esposa, Mumtaz Mahal, cuya muerte al
dar a luz en 1631 dejó al emperador tan desconsolado que, al parecer, su
pelo encaneció de la noche a la mañana. El edificio se inició aquel
mismo año, si bien no se terminó hasta 1653.
Por mucho que el emperador perdiera el color de su cabello, su sentido
del detalle siguió siendo, por lo visto, muy agudo. La sensación de
perfección que produce la arquitectura del Taj Mahal no disminuye cuando
se estudia de cerca, sino que queda todavía más patente. El mármol del
monumento lleva engastadas piedras semipreciosas, que forman un
elaborado dibujo. Quien quiera visitar esta maravilla debe tener en
cuenta que permanece cerrado los lunes.
Otro atractivo importante de la ciudad es un enorme fuerte de piedra
arenisca roja maciza, el Agra Fort, también a orillas del río Yamuna.
Las colosales dobles murallas del edificio se elevan a más de 20 m y
miden 2,5 km de perímetro. Están rodeadas por un fétido foso y contienen
un laberinto de magníficas salas, mezquitas, cámaras y jardines
que
forman una pequeña ciudad dentro de la ciudad. Lamentablemente, no todos
los edificios pueden visitarse. Por ejemplo, la mezquita de la Perla, de
mármol blanco, considerada por algunos como la más hermosa de la India,
permanece cerrada a los visitantes.
Otras joyas mongoles que vale la pena visitar en esta zona incluyen el
Itimad-ud-daulah, muchos de cuyos elementos sirvieron de modelo en la
construcción del Taj Mahal, y también el Mausoleo de Akbar, en Sikandra,
con una mezcla de motivos islámicos, hindúes, budistas, jainistas y
cristianos, a imagen de la filosofía religiosa sincrética preconizada
por Akbar.
Agra está bastante cerca de Delhi (a unos 200 km) y puede, por lo tanto,
visitarse en un solo día. Se encuentra en el circuito turístico más
transitado, por lo que abundan los medios de transporte para llegar
hasta allí: avión, autobús o ferrocarril.
Benarés
Durante
más de dos mil años, Benarés, la Ciudad Eterna de Asia, ha sido la
capital religiosa de la India. Construida a orillas del sagrado Ganges,
dicen que combina las virtudes de todos los demás lugares de
peregrinación, y cualquiera que acabe allí sus días (sean cuales sean
sus creencias religiosas, y por grandes que hayan sido sus pecados) será
transportado directamente al cielo. Es la urbe más oriental de Uttar
Pradesh y un importante centro de enseñanza, donde viven novelistas,
filósofos y lingüistas. Esto se refleja en el papel que jugó en el
desarrollo del hindi.
Benarés cuenta con algo más de cien ghats para los baños e
incineraciones, pero el Manikarnika Ghat es el más sagrado de todos. Es
donde se realizan mayor número de cremaciones de cadáveres, y uno de los
lugares de mejores auspicios. Una casta de parias (los chandal) se
encarga de los cadáveres, que transportan por las callejuelas de la
ciudad vieja hasta el sagrado Ganges en unas angarillas de bambú, y
envueltos en un lienzo. Enormes pilas de leña se amontonan a lo largo de
la parte superior del ghat, y cada tronco se pesa meticulosamente con
unas balanzas gigantescas para calcular el precio de la cremación. Los
visitantes pueden contemplar estas operaciones sin problemas ya que en
Manikarnika la muerte no es más que pura rutina, pero deberán dejar su
cámara en el hotel.
El mejor ghat para pasar el rato contemplando la actividad fluvial es el
Dasaswamedh Ghat. En él se da cita una densa concentración de gente que
llega a orillas del Ganges no sólo para el baño ritual, sino también
para practicar el yoga, ofrecer bendiciones, comprar pan, vender flores,
darse un masaje, jugar al críquet, nadar un poco, afeitarse, y
beneficiar su karma dando limosna a los mendigos. También es el mejor
lugar para concertar un viaje en barca por el río, ya que hay muchos
barqueros que se disputan los clientes.
Aparte de los numerosos ghats situados a lo largo del río, la ciudad
dispone de otros atractivos, como el Templo de Oro, construido en un
cuadrángulo cubierto, con increíbles torres doradas; la compra en sus
mercados, famosos por los objetos decorativos de metal, los juguetes
lacados, los chales, las sedas y los sitars (instrumento popularizado
por Ravi Shankar, que habita en la ciudad); perderse por los callejones
laberínticos de una estrechez imposible que serpentean a partir de los
ghats ; visitar el cercano centro budista de Sarnath, y embarcarse en el
obligatorio viaje río abajo por el Ganges.
Benarés se encuentra en el circuito turístico principal, a unos 580 km
al este de Agra y 780 km al sureste de Delhi, y se puede llegar a ella
por avión, autobús o ferrocarril.
Jaipur
La capital del Rajastán se conoce popularmente como la Ciudad Rosa, a
causa de la tonalidad ocre rosada de sus antiguos edificios y murallas
almenadas. Los rajputs, originarios de la región, asociaban el color
rosa con la hospitalidad y, según se dice, pintaron la ciudad de este
color con ocasión de la visita del príncipe Alfredo de Gran Bretaña, en
1853. Esta tradición y el ambiente relajado y acogedor de Jaipur siguen
vigentes hoy en día.
Jaipur debe su nombre, fundación y cuidadosa planificación al gran
guerrero y astrónomo maharajá Jai Singh II (1699-1744), que aprovechó el
debilitamiento del poder mongol para abandonar su fortaleza en las
montañas, cerca de Amber, donde le faltaba espacio, y bajar hasta las
tierras bajas en 1727. Construyó las murallas de la ciudad y sus seis
bloques rectangulares con la ayuda del Shilpa-Shastra, un antiguo
tratado de arquitectura hindú.
Actualmente, Jaipur es una ciudad de anchas avenidas y notable armonía
arquitectónica, construida en el lecho desecado de un lago y rodeada de
colinas desérticas. Es una localidad llena de colorido, y bajo la luz
del atardecer irradia un mágico y cálido resplandor. Cuenta con 1,5
millones de habitantes, y se ha extendido más allá de sus confines
fortificados originales, pero la mayoría de sus atractivos se encuentran
concentrados en la ciudad rosa amurallada, al noreste de la urbe. Las
murallas conservan todas sus siete puertas originales, una de las cuales
lleva hasta el Johari Bazaar, el famoso mercado de los joyeros.
El monumento más obvio es el Iswari Minar Swarga Sul, un minarete
construido para dominar la ciudad, aunque la imagen más impresionante es
el asombroso trabajo artístico de la fachada de cinco pisos del Hawa
Mahal, o palacio de los vientos. Fue construido en 1799 para que las
damas de la casa real pudieran contemplar la vida en las calles y las
procesiones, y forma parte del conjunto palaciego que constituye el
corazón de la ciudad vieja.
Muchas líneas aéreas internacionales ha establecido sus oficinas en
Jaipur Towers, mientras que para los vuelos nacionales resulta más fácil
reservar billete en cualquiera de las grandes agencias de turismo. Hay
vuelos diarios hacia Delhi, y la mayoría siguen viaje hasta Bombay vía
Jodhpur, Udaipur y Aurangabad. El Sistema de Transporte del Rajastán
cubre las principales ciudades de dicho estado, así como los servicios
privados de lujo. El tren comunica también la mayoría de estos destinos.
Udaipur
La ciudad más romántica del Rajastán, construida alrededor del
maravilloso lago Pichola, ha sido inevitablemente apodada la Venecia de
Oriente. Fundada en 1568 por Udai Singh, constituye una armoniosa mezcla
india de edificios encalados, palacios de mármol, jardines a orillas del
lago, templos y havelis (casas tradicionales). Puede enorgullecerse de
una envidiable herencia artística, una enorme reputación en cuanto a las
artes escénicas y una abundancia relativa de agua, todo lo cual ha
contribuido a convertirla en un oasis de cultura y animación en medio de
una monótona aridez.
El lago Pichola es el eje de la ciudad y contiene dos maravillosos
palacios isleños ( Jagniwas y Jagmandir ), que definen perfectamente la
fantasía rajput. El primero es, actualmente, un exquisito hotel de lujo.
El enorme City Palace domina el lago y está cubierto de balcones, torres
y cúpulas. Contiene un museo, bonitos jardines y más hoteles de lujo.
Entre los atractivos de Udaipur se encuentran las puertas de la antigua
ciudad amurallada y sus hermosos callejones; el magnífico templo
indoario de Jagdish, construido a mediados del siglo XVII, y el Bagore
ki Haveli, antaño residencia de los invitados de la realeza a orillas
del lago, que ha sido convertido en un centro cultural.
A pesar de la larga lista de monumentos y lugares de interés, lo mejor
de Udaipur es, sin duda, encontrar un agradable alojamiento a orillas
del lago, subirse al tejado y contemplar la actividad en los ghats,
escuchar el rítmico sonido que producen las lavanderas al golpear sin
piedad su colada, y percibir los sutiles cambios de la luz en el agua
mientras avanza lentamente el día.
Indian Airlines ofrece vuelos diarios a Delhi, Jaipur, Bombay y
Aurangabad. Numerosos autobuses estatales salen de Udaipur hacia otros
centros regionales, así como hacia Delhi y Ahmedebad. Si se viaja en
autobús, conviene tomar un directo: en caso contrario se tardan muchas
horas en llegar a destino. Las líneas de ferrocarril de Udaipur son
únicamente de vía estrecha, y aunque está prevista su conversión al
ancho de vía normal, nadie sabe exactamente cuándo. Casi siempre resulta
más rápido viajar en autobús. Otro medio para moverse por la región son
los taxis, pero conviene practicar las habilidades negociadoras y
regatear un poco el precio antes de subirse al vehículo.
Darjeeling
A una altitud de más de 2.100 m, en el extremo septentrional de Bengala
Occidental,
Darjeeling
ha sido una estación de montaña muy apreciada por los británicos desde
que éstos establecieron en ella un centro de recuperación y recreo para
sus tropas a mediados del siglo XIX. En la
actualidad, la ciudad es tan
popular como siempre, y ofrece visitas a los monasterios budistas y a
las plantaciones de té, compras en bulliciosos bazares, y senderismo en
parajes de gran altitud hacia el norte. Como en otros muchos lugares del
Himalaya, llegar hasta este punto ya constituye la mitad de la diversión
y, además, cuenta con el famoso tren miniatura, que serpentea y da
marcha atrás en su camino desde las tierras bajas hasta Darjeeling, en
una paliza de 10 horas entre la carbonilla y el humo.
Entre los principales atractivos de la ciudad se encuentra el Passanger
Ropeway, el primer telesilla construido en la India, que conecta
Darjeeling con Singla Bazaar, en el río Little Ranjit, muy abajo. Se
trata, sin duda, de una excursión sensacional, aunque quizá no demasiado
recomendable para quienes sufran de vértigo. Lamentablemente, el
telesilla no funciona siempre, y hay que llamar con antelación para
informarse. Cerca de allí se encuentra el parque zoológico, que alberga
tigres siberianos y pandas rojos (una especie poco habitual) en unas
condiciones que están lejos de ser las ideales. Los animales son
víctimas de los turistas indios, que les molestan y escupen sin piedad.
Los preciosos leopardos de la nieve se encuentran en un recinto aparte,
y reciben un trato mucho más razonable. Para descubrir los entresijos
del complejo proceso de producción del té, lo mejor es visitar el Happy
Valley Tea Estate; también puede saborearse la cosecha del año en el
impresionante Gymkhana Club, antaño lugar de recreo del Raj.
Para llegar, la forma más fácil y cómoda de viajar es el avión, que sin
embargo aterriza a 90 km de la ciudad, cerca de Siliguri, en la llanura
de Bagdogra, aunque hay un transporte que lleva desde el aeropuerto
hasta Darjeeling. También existen varias líneas de autobuses para dejar
la ciudad.
Jaisalmer
Esta
fortaleza en el desierto, cerca de la frontera del Rajastán con
Pakistán, parece recién salida de un cuento de hadas árabe. Fundada en
el siglo XII para funcionar como estación de paso para las caravanas de
camellos que viajaban entre la India y Asia Central, Jaisalmer es una
ciudad de caliza dorada con murallas almenadas, una magnífica fortaleza,
y varios havelis de piedra y madera exquisitamente tallada. Vista al
atardecer, y desde lejos, resplandece con la luminosidad de un
espejismo.
El impresionante fuerte de Jaisalmer corona una colina de 80 m de
altitud, y aproximadamente una cuarta parte de los 40.000 habitantes de
la ciudad residen entre sus murallas. Poca cosa ha cambiado en este
lugar desde hace siglos. Si alguna vez se intentara realizar un esfuerzo
récord para reunir un gran número de casas, templos y palacios en un
espacio reducido, éste sería el resultado: el fuerte es una verdadera
colmena de callejuelas serpenteantes, con formidables puertas en las
murallas, un palacio de maharajá, un patio de ceremonias y unos templos
jainistas bellamente esculpidos. Los más hermosos havelis construidos
por los ricos mercaderes de Jaisalmer son Patwon ki Haveli, Salim Singh
ki Haveli y Nathmal ki Haveli.
A pesar de ser extraordinariamente pintoresco, no es preciso forzar
demasiado la vista para darse cuenta de que Jaisalmer se está
deteriorando a un ritmo alarmante. Su desintegración ha conseguido, por
fin, reunir a grupos locales y gubernamentales con intereses
arqueológicos y turísticos, y se ha lanzado una campaña con el lema "Jaisalmer
en peligro" en el Reino Unido.
Las excursiones a camello son un buen negocio en Jaisalmer, y resultan
una forma estupenda de descubrir el desierto. Hay que asegurarse, sin
embargo, de obtener todos los servicios por el precio acordado, ya que
abundan las decepciones. La mayoría de los itinerarios duran tres o
cuatro días. El mejor momento del año para recorrerlos es entre octubre
y febrero.
Rajastán cuenta con un sistema de autobuses razonablemente fiable y una
red ferroviaria bastante extensa, de manera que no cuesta demasiado
llegar hasta Jaisalmer. En ciertos tramos del ferrocarril, se están
realizando obras para mejorar la rapidez del transporte, por lo que
conviene comprobar en la estación los nuevos horarios y posibles cambios
de ruta. Aquellos que quieran experimentar cómo viven los más
afortunados de la tierra, pueden reservar alojamiento en el Palace on
Wheels, que pasa por Jaisalmer en su regio camino. Se trata de un hotel
móvil, sobre ruedas, decorado como el carruaje tradicional de ceremonia
de un maharajá, tan caro como lujoso. Jaisalmer se encuentra a 795 km de
Delhi.