Importante:
Hay que comentar que los precios a las entradas a
los sitios son en su mayoría con el carnet de estudiante. Te ahorras
mucho dinero si lo presentas.
Día 1: Salimos con KLM vía Amsterdam y llegamos de madrugada a Damasco.
Nos dirigimos a un Hotel cerca de la Plaza de los Mártires (750 libras
la triple)con un taxi pre-pago (500 libras). Cambiamos dinero en el
propio aeropuerto
Día 2: Visitamos Damasco.El encanto de Damasco tiene su epicentro en su
casco antiguo, rodeado por una muralla romana. El principal mercado
cubierto, Souq al-Hamadiyyeh, es una vía adoquinada donde abundan las
animadas multitudes, los vendedores ambulantes y el regateo de alto
nivel. Frente al mercado, se encuentra la mezquita de los Omeyas (50
libras). Este edificio, construido en el año 705 en los terrenos que
ocupaban unos templos antiguos y una catedral cristiana, fue proyectado
como la mayor mezquita del mundo. A pesar de que un fuego destruyó su
interior en el siglo XIX, continúa destacando como una de las joyas de
la arquitectura islámica, y cuenta con abundantes mosaicos de gran
esplendor y tres originales minaretes.
En la capital, reposan los restos de Saladino, uno de los héroes más
destacados de la historia árabe y el hombre que combatió contra los
cruzados. La construcción del mausoleo de Saladino data de 1193; está
cubierto por una cúpula roja y emplazado en un agradable jardín, más
allá de la muralla norte de la mezquita de los Omeyas. El palacio Azem
(15 libras), al sur de la mezquita, que se levantó en 1749 alternando
hileras de basalto negro y piedra caliza blanca, acoge actualmente la
sede del Museo de las Artes y Tradiciones Populares de Siria. En el
barrio cristiano, al este del casco antiguo, se halla la capilla de San
Pablo, que señala el lugar donde, una noche, los discípulos ayudaron al
apóstol a salir por una ventana para escapar de los judíos.
Takiyyeh as-Sulaymaniyyeh, al sur del Barada, destaca como una de las
mezquitas más elegantes de Siria. Construida siguiendo los parámetros
del estilo otomano en 1554, se compone de capas alternas de piedra negra
y blanca y posee dos esbeltos minaretes. Merece la pena visitar el Museo
Nacional (30 libras), también al sur del río. En su día, la fachada de
esta institución cultural se utilizaba como entrada al Qasar al-Hayr al-Ghabi,
un antiguo campamento militar. El interior alberga una colección de
piezas fantásticas, entre las que se incluyen unas escrituras del siglo
XIV a.C. que emplean el primer alfabeto conocido del planeta, estatuas
de Mari (antigua ciudad de Mesopotamia) de unos cuatro mil años de
antigüedad, dos salas repletas de estatuas de mármol y terracota
originarias de Palmira, armas damasquinadas, antiguos instrumentos
quirúrgicos hallados en tumbas de cirujanos, una colección de libros del
Corán del siglo XIII y una sala completa decorada según el estilo del
palacio Azem en el siglo XVIII.
Día 3: Cogemos un bus hacia Palmira (110 libras). Son autobuses modernos
y muy cómodos. Nos alojamos en el hotel Citadel (750 libras la triple).
Las ruinas de Palmira están con acceso libre y sólo el templo se ha de
pagar. Es imprescindible llevar el carnet de estudiante internacional
para ahorrar mucho dinero. Si únicamente va a visitarse un lugar en
Siria, Palmira es el destino obligado. Palmira es una ciudad pequeña que
goza de una relativa tranquilidad: no obliga a atisbar entre ruidosos
viajeros agrupados en paquetes turísticos para contemplar las ruinas. La
urbe está ubicada en un lugar remoto, a 150 km del río Orontes por el
Oeste y a 200 km del Éufrates en el Este. Sus vestigios históricos datan
el siglo II d.C., aunque la ciudad inició su ascenso a la gloria
coincidiendo con el dominio asirio. Durante un breve período de tiempo,
constituyó un importante puesto de avanzada griego; en el año 217, Roma
se anexionó Palmira, convirtiéndose en un
centro de riqueza sin
parangón. Su personaje más célebre, Zenobia, gobernó la población a
partir de 267, cuando su marido falleció en extrañas circunstancias. La
máxima mandataria se enfrentó a las fuerzas romanas, pero sufrió una
aplastante derrota en el año 271, y Palmira quedó reducida a cenizas dos
años después. En 1089, un terremoto acabó de destruirla.
En Palmira, abundan las ruinas por las que deambular. El templo de Bel
consta de un patio cuadrado de piedra maciza. Al otro lado de la calle,
se encuentra la Gran Columnata, una impresionante vía urbana bordeada
por hileras de columnas que, en su día, formó la arteria principal de la
ciudad. El arco monumental, en uno de sus extremos, ha sido restaurado.
Al sur de la columnata, el teatro acoge un mercado y un salón para
banquetes. En la cima de la colina que domina Palmira, se halla el
Qala_at ibn Maan (5 libras), un castillo árabe del siglo XVII. Su museo
cuenta con algunas obras excelentes y rótulos en inglés( y en catalán).
Día 4: Visitamos las tumbas mediante un tour que organiza el propio
museo ya que suelen estar cerradas. Para llegar a ellas nos hacemos con
un taxi. Por la tarde cogemos un bus hacia Hama. Llegamos a Hama y nos
alojamos en el Centro, en el Hotel Cairo (750 libras). Esta tranquila
ciudad entre Alepo y Damasco, una de las más atractivas de Siria, supone
una buena base para explorar las ruinas cercanas. La mayor parte de su
encanto procede del río Orontes, que atraviesa Hama. Las orillas del río
están bordeadas por árboles, jardines y antiguas norias muy ruidosas,
que alcanzan los 20 m de diámetro y se construyeron hace siglos para
abastecer a la ciudad de agua y como mecanismo para controlar el riego.
Las norias y los bloques sobre las que se erigen son de madera, y la
fricción entre ambas piezas produce un sonido similar a un quejido que
invade el aire del centro de la urbe. Las norias del casco urbano están
situadas en un bonito parque, donde los niños nadan entre las ruedas.
Concertamos un taxi (2000 libras) para visitar cosas alejadas de la
ciudad. Aprovechamos la tarde para ver las impresionantes norias y
disfrutar de los muchachos tirarse desde arriba de ellas. Hacen un ruido
lastimero pero es muy agradable estar a su lado. Por la noche comemos un
genial "shwarma" en la calle.
Día 5: El taxi nos recoge y visitamos la extraordinaria ciudad romana de Afamea (5 libras), el castillo de Masoul de la secta de los "asesinos"
que ahora es del Aga Khan, líder de los ismaelitas, y el impresionante
Krak de los Caballeros (10 libras). Por una vez, un castillo está
formado por algo más que una pila de escombros en el suelo; esta
fabulosa fortaleza de los cruzados posee prácticamente la misma
apariencia que hace ochocientos años. El Krak de los Caballeros, que
custodiaba el único paso importante entre Antakya (Antioquia), en
Turquía, y Beirut, en Líbano, fue construido y ampliado entre 1150 y
1250 y, finalmente, llegó a albergar a una guarnición de cuatro mil
hombres. La fortaleza resistió diversos ataques, pero sucumbió ante los
sultanes Baibar en
1271.
El castillo se divide en dos partes: una muralla exterior con trece
torres, una muralla interior y una torre del homenaje. Ambas murallas
están separadas por un foso, actualmente lleno de agua estancada, que se
utilizaba para llenar los baños y abrevar a los caballos. Debe
atravesarse la entrada principal, una imponente reja en el muro de 5 m
de espesor, pasar las torres que defendían el castillo hasta llegar a un
patio. Un corredor cubierto de delicadas tallas conduce a una sala
abovedada, donde se puede contemplar un horno antiguo, un pozo y varias
letrinas. La capilla de la fortaleza se transformó en mezquita cuando el
sultán Baibar asumió el control de la zona; aún es posible admirar el
púlpito. En la actualidad, el piso superior de la torre de la Hija del
Rey acoge una cafetería; desde esta localización se disfruta de unas
magníficas vistas.
Día 6: Vamos a Aleppo mediante un autobús (65 libras). Conocida como
Halab por sus habitantes, Alepo es la segunda ciudad de Siria en tamaño
y, desde tiempos romanos, un importante centro comercial. Con sus
fascinantes zocos cubiertos, su ciudadela, sus museos y sus caravasares,
apetece invariablemente pasar unos días en su seno. La ciudadela domina
la urbe en el extremo oriental de los zocos, y el foso cuenta con un
puente, en la zona sur, que conduce a la puerta fortifica(10 libras) da
del siglo XII. En el interior, la mayor parte de la fortaleza se halla
en ruinas, aunque en la sala del trono, sobre la entrada, se ha
efectuado una generosa restauración. Los únicos edificios de la
ciudadela original que quedan en pie son una pequeña mezquita del siglo
XII y la gran mezquita del siglo XIII.
Los fabulosos zocos cubiertos constituyen uno de sus principales
atractivos. Sus laberintos se extienden por varias hectáreas, y al
situarse bajo el techo de piedra abovedado, aparece la sensación de
estar viajando repentinamente a otro mundo. Hay que dejarse sumergir en
los dulces aromas de los cardamomos y los clavos, observar los animales
muertos colgados en el zoco de carne. La mayoría de mercados se
construyeron en la época otomana, aunque algunos datan del siglo XIII.
En el extremo septentrional de los zocos, se encuentra la gran mezquita,
con un minarete no empotrado de 1090. El interior cuenta con un bello
púlpito de madera tallada y, si se dirige la vista hacia la izquierda,
se podrá contemplar la cabeza del padre de san Juan Bautista (es
evidente que la decapitación resultaba una práctica habitual en su
familia). El Museo Arqueológico acoge una excelente colección de
instrumentos de Mari, Ebla y Ugarit. En el paseo conocemos a una pareja
de madrileños y nos ponemos de acuerdo en compartir un guía y un taxista
(750 libras por persona) para ver al día siguiente las Ciudades Muertas
y la Basílica de San Simeón el estilita.
Día 7: Cambiamos de hotel ( Hotel Venecia 1050 libras la triple) pues el
otro era demasiado cutre, incluso para nosotros. Visitamos durante todo
el día las Ciudades muertas bizantinas que son pre-cristianas y la
Basílica de San Simeón. La basílica de San Simeón (10 libras) posee una
historia más interesante que cualquier otro lugar de la
zona. San Simeón
fue un pastor del siglo V que, tras un sueño visionario, ingresó en un
monasterio para sufrir por Cristo. Con todo, la vida monástica no le
resultaba lo suficientemente dura y se desplazó a las colinas, donde
construyó una columna de 3 m para encaramarse a lo alto. Durante los 36
años siguientes, fue construyendo columnas cada vez más elevadas que, al
final, llegaron a alcanzar los 15 m. El santo se encadenaba por el
cuello a las columnas para no caerse durante la noche y, de este modo,
añadía el posible estrangulamiento a la lista de cruces con las que
debía cargar. Llegaron peregrinos de toda Europa con la esperanza de
presenciar un milagro, pero la mayoría de ellos sólo contemplaron a un
anciano sermoneando desde lo alto de una columna.
En el año 459, san Simeón falleció y, alrededor de su columna, se
construyó una enorme iglesia. El excepcional templo poseía cuatro
basílicas dispuestas en forma de cruz, que desembocaban en un patio
octogonal cubierto por una cúpula. Cuando, en el año 490, se dieron por
concluidas las obras, se trataba de la mayor iglesia del mundo. También
se edificó un monasterio y se erigió una ciudad para cubrir las
necesidades de los peregrinos. La iglesia está bastante bien conservada,
pero la columna se halla muy deteriorada; en realidad, se trata de una
roca sobre una plataforma.
El Guía habla un francés buenísimo y es muy amable. Vale la pena pagar
algo más y que te expliquen las cosas. Por la noche visitamos el barrio
armenio.
Día 8: Decidimos quedarnos en Alepo para verlo todo mejor y disfrutar
del ambiente. No nos arrepentimos. A veces los días que uno deja
colgados son los mejores. Es viernes Santo y por la noche hay
procesiones de religiones cristianas pero que se juntan para
celebrarlas todos juntos (maronitas, armenios, ortodoxos, católicos,
...)
Día 9: Vamos a Latakia con un autobús por 100 libras para ver el Saladin
Castle (10 libras) que se llega con un taxi (600 libras) donde el famoso
Lawrence de Arabia dijo que era la construcción militar más imponente
que había visto nunca. La otra opción era coger un bus e ir a hacer el
Valle del Eufrates pero sólo lo hubieramos visto desde el bus. El
castillo está bien pero comparado con el impresionante Krak todos quedan
a la altura de los zapatos. Cogemos un bus hacia Damasco (150 libras).
Pasamos noche en el mismo hotel.
Día 10: Visitamos Bosra o Busra con un bus directo (50 libras). Este
enclave se halla en una fértil llanura plagada de basalto negro, a unos
140 km al sur de Damasco. En su día, Busra ocupó un lugar de honor en el
comercio local y las rutas de peregrinos, pero, en la actualidad, ha
caído en el olvido. A pesar de su desafortunado destino, se trata de un
paraje extraño y maravilloso, construido sobre y alrededor de antiguas
edificaciones romanas, como si se tratara de una enredadera que
estrangulara la arquitectura. La urbe está compuesta, casi en su
totalidad, por basalto negro, gran parte del cual procede de los
edificios más antiguos. También cuenta con un teatro romano, uno de los
mejor conservados del planeta.
La principal originalidad del teatro radica en que lo fortificaron y se
convirtió en una ciudadela. Se erigieron nueve torres alrededor del
edificio y se cavó un foso para conseguir mayor protección. En el
interior de la ciudadela, aún es posible admirar el magnífico teatro de
quince mil butacas. Cuando funcionaba, estaba recubierto de mármol y
seda. Durante las representaciones, rociaban a los mecenas con un fino
vapor de agua perfumada.
Entre las viviendas y comercios de Busra, también es posible admirar las
ruinas del Nymphaeum, varios baños, algunas de las mezquitas más
antiguas de la Tierra, un monasterio del siglo IV y una puerta nabatea.
Por la tarde nos dedicamos a hacer compras por Damasco.
Día 11 : Vamos a Maloula con un bus bastante típico po 25 libras. Es un
pueblo cristiano que aún habla la lengua de Cristo: el arameo. Es una
población agradable a las laderas de una motaña con un desfiladero
similar, en pequeño, al de Petra pero con miles de horrorosos
graffitis.Se puede comprar vino y un licor llamado Arrak que es muy
fuerte,
se recomienda tomarlo con agua. Por la noche tomamos un taxi
para ir a la estación de autobuses (25 libras) que te llevan al
aeropuerto donde cogemos el avión que vía Amsterdam nos devuelve a casa.
Día 12: Llegamos a las 9,30 de la mañana a Barcelona y a las 11,45 entro
a trabajar.