1. Estoicos: ¿deseos? ¡No, gracias! Los estoicos, tanto los que pertenecen al helenismo antiguo (Zenón, Crisipo; siglo III ac), como los de la época imperial romana (Séneca, Epicteto, Marco Aurelio), como los de hoy (si todavía quedan!), son personajes escarmentados por la dificultad o imposibilidad de satisfacer nuestros deseos y, consecuentemente, nos proponen una receta que ellos consideran muy sabia: la supresión del deseo. Si eres capaz de reducir tus anhelos, incrementarás tus posibilidades de felicidad. Su ideal era la apatheia, la ausencia de pasiones o impasibilidad; la ausencia de todo aquello que, como un deseo intenso, me trastorna o desquicia: La apatheia o dominio de las pasiones era la cualidad de los fuertes. Un estoico tardío, el fuerte Séneca (nacido en Córdoba el año 4 ac y que se suicidó en Roma por orden de Nerón, el año 65 dc), afirmaba:
Y Epicteto, esclavo y coetáneo de Séneca:
Pero, ¿son tan negativos los obstáculos o las dificultades
en la realización o satisfacción del deseo? Ciertamente, parece indeseable
encontrar constantemente bloqueado el acceso a la satisfacción del deseo;
pero también es cierto que hay algo positivo en el retraso,
en la espera. La espera, la expectativa, en último término, la esperanza, es una vivencia, una situación radicalmente humana: si tengo esperanza, tengo vida. |
2. Camino hacia la realitzación El poema Ítaca del griego Konstandinos Kavafis es un canto al enriquecimiento que supone hacer camino hacia la realización del deseo, hacia Ítaca. El camino hacia la satisfacción del deseo es un camino que nos colma de vivencias, de riquezas. Cuando un profundo deseo me mueve, comienza un nuevo viaje en Ítaca, y procura que el camino sea largo, que no satisfagas inmediatamente tu anhelo. Y si cuando llegas, Ítaca te decepciona, piensa en otro viaje. El camino siempre es lo mejor y más entusiasmador. La realización está por debajo de la expectativa.
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3. La realitzación, ¿por debajo? Tal vez ninguna realización está a la altura del deseo. El camino hacia Ítaca eleva, idealiza la propia Ítaca. Y si llego, deseo otra Ítaca: el hombre es un ser insatisfecho por naturaleza. El músico Berlioz emprendió su camino a Ítaca y cuando llegó, la encontró pobre.
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¿Ítaca, pobre? El filósofo alemán Ernst Bloch, en su libro El principio esperanza, defiende que el impulso más importante del hombre no es la sexualidad, como afirma Freud, sino que por debajo de ésta late un móvil más básico y fundamental: la esperanza. La esperanza es el motor de la actividad humana: conduce a iniciar caminos, a elaborar sueños de un mundo mejor, a ir siempre más allá, a evitar enquistarnos y detenernos. El desnivel entre el deseo y su realización -si es que realmente se da-, ¿se explica por la acción de la esperanza, que nos lleva constantemente a idealizar la persona o la cosa deseada? |
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¿Ítaca, pobre? ¿Es nuestra esperanza, nuestra idealización, lo que nos hace encontrar Ítaca pobre? ¿Deseo o realización del deseo? |