Bertrand Russell, nacido en Gales el 1872, en la Gran Bretaña de la reina Victoria, fue uno de los hombres más universales, brillantes y fecundos del siglo XX. A lo largo de su dilatada vida, murió el 1970 a la edad de 98 años, tuvo tiempos para todo: fue matemático y lógico, escritor polifacético, crítico en política e influyente filósofo.

Russell fue inicialmente conocido por sus aportaciones en el campo de la matemática y de la lógica; un Russell reconocido por su filosofía académica: el atomismo lógico. Es un Russell próximo a los intereses de Pitágoras, siendo los Principia Mathematica, escrita junto con Alfred Whitehead a lo largo de los años 1910-1913, su obra más relevante.

Ahora bien, en un momento determinado y por diferentes razones, Russell inició -en palabras de él mismo- uno “alejamiento de Pitágoras”, abriéndose camino una vertiente de orden ético, social y político, es decir, hacia lo que Kant llamaba filosofía mundana, sin olvidar la reflexión sobre temas más estrictamente filosóficos. Así, inicia una reflexión y crítica social; busca las bases para una educación no coercitiva, sino creativa y libre, que equipe las personas por una vida sana; analiza las causas de la guerra, precisamente su activo pacifismo lo llevó, en dos ocasiones, a prisión.

En el ño 1950 recibió el premio Nobel de literatura por sus numerosos ensayos. En la década de 1960 se pronunció activamente tanto en contra del armamento nuclear como en contra de la guerra, fundando un tribunal internacional que condenaba el mantenimiento de la guerra en el Vietnam.

De su Autobiografía:

Tres pasiones, simples pero irresistiblemente fuertes, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda de conocimiento, y una insoportable piedad por el sufrimiento de la humanidad. Estas pasiones me han llevado, como grandes vendavales, de aquí para allá, por un caprichoso camino, a través de un profundo océano de angustia, llegando al mismo borde de la desesperación.


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