La novela de Jean-Paul Sartre La nausea, escrita en 1938 y dónde se muestra la vivencia de sentirse superfluo, es expresión de la trágica época que le tocó vivir: de adolescente, la Gran Guerra le enseñó que los individuos no cuentan; los dos grandes totalitarismos de entreguerras manifestaban el mismo.

En novelas y obras teatrales pone el acento en vivencias de individuos singulares, en subjectividades, atendiendo así la preocupación del existencialismo por los sujetos concretos. A La nausea, siguieron otras como El muro y Los caminos de la libertad, que ilustran la ética existencial y exploran las posibilidades de la libertad. También las obras teatrales fueron caminos para expresar su pensamiento: Las moscas, donde Orestes dice a Júpiter "porque soy un hombre y todo hombre ha de inventar su camino", A puerta cerrada, donde uno de los personajes afirma "el infierno son los otros", Muertos sin sepultura, La puta respetuosa, Las manos sucias, El diablo y el buen Dios.

Más específicamente filosóficas son La imaginación. Esbozo de una teoría de las emociones; también El ser y la nada, de 1943 y que acaba con la memorable expresión "el hombre es una pasión inútil", después de argumentar que la conciencia se identifica con la nada.

De 1946 es el pequeño y muy leído ensayo El existencialismoe es un humanismo, donde aparece otra de las expresiones memorables "el hombre está condenando a la libertad". En Crítica de la razón dialéctica, de 1963, Sartre cuestiona la reducción marxista a factores económicos en las interpretaciones históricas. La obra de 1963, Las palabras, es una autobiografia.

En el año 1964 se otorgó a Jean-Paul Sartre el premio Nobel de Literatura, premio que él rechazó tal como previamente ya había advertido. Los honores nunca le habían cautivado; el premio sería como "una lápida", "una consagración que no podría soportar".

Acércate al estilo y al pensamiento de Sartre leyendo tres textos suyos. También, y ya no de Sartre, dos cantos impregnados de aire existencialista.

        
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