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«Cuando considero a todos los seres no como creaciones
especiales, sino como los descendentes directos de unos pocos seres que
vivieron mucho antes de que se depositara el primer yacimiento del sistema
cámbrico, se ennoblecen a mis ojos...
«Como todas las formas orgánicas vivas són
descendentes directos de las que vivieron mucho antes de la época
cámbrica, podemos estar seguros de que la sucesión ordinaria por
generación no se ha interrumpido ni una sola vez, y que ningún cataclismo
ha asolado la Tierra entera. De ahí que podamos contemplar con
cierta confianza un futuro seguro y de gran duración. Y como sea que la
selección natural trabaja únicamente por y para el bien de cada
ser, todos los dones corporales y mentales tenderán a avanzar hacia la
perfección.
«Es interesante contemplar un ribazo enmarañado,
revestido de muchas plantas de muchas clases, con aves cantando en los
matorrales, con varios insectos que revolotean en torno y con gusanos
que se arrastran por entre la tierra húmeda; y reflexionar que estas formas
primorosamente construidas, tan diferentes entre sí y que dependen unas
de otras de manera tan compleja, han sido todas producidas por leyes que
actúan en nuestro derredor. Estas leyes, tomas en el sentido más amplio,
son: la del crecimiento con reproducción; la de herencia,
que está casi comprendida en la de reproducción; la de la variabilidad,
a partir de la acción indirecta y directa de las condiciones de vida,
y del uso y el desuso; la de proogresión geométrica de crecimiento,
tan elevada que conduce a la lucha por la vida, y en consecuencia
a la selección natural, que implica la divergencia de caracteres
y la extinción de las formas menos perfeccionadas. Así, de la guerra
de la naturaleza, del hambre y de la muerte, se sigue de modo natural
el objeto más excelso que somos capaces de concebir, es decir, la producción
de los animales superiores. Hay grandeza en esta concepción de que la
vida, con sus diversas facultades, fue originariamente alentada por el
Creador en unas pocas formas o en una de sola; y que, mientras este planeta
ha ido girando según la ley constante de la gravitación,
a partir de un comienzo tan sencillo se desarrollaron i están evolucionando
infinitas formas, cada vez más bellas y maravillosas».
DARWIN, Charles. El origen de las especies. Barcelona: Libreria
Reseña, 1983. (Pág. 280-281)
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