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«Todo eso puede ser de ayuda para iluminar un poco más
la naturaleza de los valores. Cuando se dice que los valores son subjetivos,
lo que se quiere decir, seguramente, es que no son eternos, invariables
y necesarios para todo el mundo: su interpretación y aceptación dependen
de contextos históricos e ideológicos, de tradiciones, de influencias
sociales y, finalmente, de la aplicación que hagan de ellos los sujetos,
cada uno con su talante y su manera de ser. Eso mismo, pero, ya muestra
que «subjetivo» no quiere decir, de ninguna manera, arbitrario o caprichoso,
Porque no es cierto que cada cual pueda aceptar los valores que quiera,
entre otras cosas porque no puede querer muchas cosas que ni conoce ni
se imagina. Así, pues, a la vez que se afirma que los valores son subjetivos
—en el sentido de que acaban siendo personales—, también se puede afirmar,
sin ninguna contradicción, que son objetivos, o sea, que no son fruto
del impulso, sino que salen de la experiencia colectiva y pueden ser discutidos,
contrastados, argumentados, abandonados o reinventados.»
TERRICABRAS, Josep Ma. Atrévete a pensar. La utilidad del
pensamiento riguroso en la vida cotidiana. Barcelona: Ediciones
La Campana, 1998. (Pág. 158/9)
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