6.1 Deberes e imperativos

6.1.1 Derechos y deberes

Los derechos comportan deberes. Cualquier derecho reconocido a unas personas implica el deber de satisfacerlo por parte de otras personas. Derechos y deberes establecen relaciones mutuas de responsabilidad. Son como las dos caras de una misma moneda. Si no hay alguien responsable de satisfacer mis derechos, atendiendo a su obligación o deber de, mis derechos quedan debilitados o anulados; igualmente, si yo no atiendo mis obligaciones o deberes, algunas personas no verán satisfechos sus derechos. El artículo primero de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, justo antes de hablar de derechos, proclama que los seres humanos "deben de comportarse fraternalmente los unos con los otros".

Por impulso de la Declaración, un gran número de personas han visto reconocidos y atendidos un conjunto de derechos; pero, desgraciadamente, la situación no es la misma para otro gran número de personas. La Carta Fundacional de la Organización de las Naciones Unidas establece acordar obligaciones o deberes, en forma de pactos o convenciones, pero mucho está todavía en proceso y no sin resistencias. Personas, estados e instituciones, con actitudes excesivamente egoístas, han tendido a reivindicar derechos y a olvidar deberes.

El derecho que todo chico o chica tiene a la educación comporta el deber de, por parte de este chico o chica, ir a clase y de avanzar en su aprendizaje. El derecho a circular por tu ciudad comporta el deber de respetar las normas de circulación y de no destrozar el entorno. Los deberes u obligaciones de las personas se concretan en diferentes tipos de normas, unas con más exigencia que otras. La obligación de ir a clase y sacar provecho de lo que se ofrece tiene más fuerza o es más obligatoria que, por ejemplo, la de lavarse los dientes.

Las obligaciones o deberes no son todos iguales y no tienen el mismo nivel de exigencia. Hay obligaciones morales y obligaciones legales. Las obligaciones legales vienen expresadas en códigos de leyes de cada comunidad y su incumplimiento comporta una sanción; las normas legales o leyes no son iguales en los diferentes lugares: en un lugar puede ser obligatorio tener DNI y en otro, no. Por otro lado, la ley no me obliga a ayudar una persona necesitada (sí a pagar los impuestos que nos tocan), pero la moral sí que me lo exige: es un deber de la razón y la conciencia me imponen como ser humano que soy.

6.1.2 Imperativo moral: la Regla de Oro

Kant, el pensador más reconocido del Siglo de las Luces, considera que muchas personas son menores de edad toda la vida. ¿Qué personas? Aquellas que no son capaces de pensar por ellas mismas; aquellas que no son autónomas haciendo uso de la razón y dejan que los otros dicten lo que tienen que hacer. Kant, que aspiraba a ser mayor de edad y autónomo, responde a la pregunta "¿qué debo hacer?" o a la pregunta equivalente "¿cuál es mi deber?" con un principio que él denomina imperativo categórico, un principio inspirado en la racionalidad humana y que tiene fuerza universal, es decir, que todo el mundo que razone reconocerá su validez.

Anuncia este principio de moralidad formulando: "Actúa sólo según aquella máxima que te permita desear que ella se convierta en una ley universal", es decir, a la hora de actuar, tenemos que encontrar la pauta que sea válida para mí y que, al mismo tiempo, pueda desear que sea válida para todo el mundo, o sea, universalizable. Dice, en pocas palabras: "actúa ejemplarmente". Este principio de moralidad es un imperativo, una obligación que se nos impone por la fuerza de la razón, y es categórico, es decir, se nos impone sin condiciones. Es una nueva versión de la reconocida Regla de Oro de la moralidad: "lo que no quieras para ti no lo quieras para los demás".

Desarrollando más el imperativo categórico precisa que éste implica considerar los seres humanos como fines en si mismos y no como medios: toda persona es un fin o un valor en sí misma, no podemos utilizarla nunca como instrumento para satisfacer los deseos o intereses particulares. "Actúa tratando la humanidad que hay en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre como fin, nunca simplemente como medio". Es un reconocimiento de la dignidad de todo ser humano, rechazando todo tipo de manipulación.

Actuando así actúo moralmente, que no es lo mismo que actuar legalmente (un mero cumplimiento de las leyes). Kant asume y refuerza la revolucionaria distinción entre moralidad y legalidad. La Revolución francesa que él tanto apoyó era moral, pero no legal (¡no era la voluntad del monarca!). Durante siglos, la voluntad del monarca, la legalidad, se había hecho coincidir con la moralidad, puesto que se consideraba que el monarca recibía el poder de Dios. Así, rebelarse contra la legalidad era rebelarse contra la moralidad. Con Kant, de aquí la fuerza de su pensamiento, legalidad y moralidad no necesariamente coinciden; una ley puede ser inmoral y un comportamiento moral puede ser ilegal.


   

a. Hazlo tú: Derechos y deberes; pero, ¿derecho a ser feliz?

Entre derechos y deberes hay correspondencia; si un derecho no implica un deber por parte de alguien, pierde reconocimiento. Pero, ¿tengo el "derecho a ser feliz"?

b. Hazlo tú: Las dos caras: derechos y deberes

Derechos y deberes son como dos caras de una misma moneda. A un derecho le corresponde siempre un deber. ¿Eres capaz de establecer correspondencias?

c. Hazlo tú: ¿Qué querrías para ti?

¿Qué pauta de comportamiento querrías que los otros te aplicaran y que, al mismo tiempo, pueda convertirse en ley o ejemplar?



   

6.2 En tus diferentes situaciones....

Como persona que eres, disfrutas de unos derechos que, como sabes bastante bien, están expresados en los 30 artículos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Pero también tienes unos deberes que van variando en función de las diferentes situaciones que vas viviendo. Por ejemplo, como ciudadano tienes el derecho de ir en moto, pero tienes el deber de ponerte el casco, de protegerte: no es un deber del cuál puedas prescindir; cómo bien sabes, el no cumplimiento de la obligación, el saltarte una prohibición, comporta una sanción legal en forma de multa.

Pero no sólo somos ciudadanos. Todas las personas, a lo largo de nuestra vida ocupamos diferentes posiciones sociales y en ellas ejercemos un determinado rol o papel que comporta derechos y deberes. Somos estudiantes, somos compañeros, somos hijos, somos ciudadanos y siempre somos seres humanos. Depende de nosotros mismos que estos roles o papeles los ejerzamos con calidad y excelencia o simplemente nos dejemos arrastrar.

a) Tú, en situación de estudiante

Toda persona tiene derecho a la educación y a la cultura. A estos derechos les corresponden unos deberes u obligaciones. Un estudiante que no asume los deberes que corresponden a su situación se comporta como un pequeño tramposo. Se le ofrece el tesoro de la educación y no se da cuenta; los otros han cumplido el deber de pagar impuestos haciendo posible su educación y él pasa de este esfuerzo.

Como estudiante tienes el deber de aprovechar el tiempo e la escuela o en el instituto, de aprender y estudiar todo aquello que tus profesores te enseñan. Es un deber moral que te impone la familia y la sociedad, y que tú tienes que asumir como propio. Nadie te sancionará legalmente si no quieres aprender, si te niegas a estudiar; sí que pueden sancionar legalmente a tus padres/tutores si en la edad escolar no te llevan a la escuela o al instituto.

La opción de objetor de las aulas, el no querer aprender nada, es una falsa opción. Para poder elegir tienes que saber el que eliges y para saber lo que eliges tienes que conocer las posibilidades y tus capacidades. La ignorancia no es una opción: es convertirse en un títere de las circunstancias. Como estudiante tienes el deber de desarrollar todas tus potencialidades, de descubrirte a ti mismo , de cooperar con tus compañeros y de respetar a los otros.

b) Tú, en situación de compañero

Las relaciones de amistad, de compartir momentos con los compañeros, son situaciones muy ricas en la vida de las personas. Con los amigos, con los compañeros, especialmente en la adolescencia, compartimos intensas experiencias vitales, compartimos secretos, proyectos y sueños. Un buen amigo es aquel con quien no sólo me lo paso bien, sino que también me ayuda a crecer, a ser mejor, a desarrollar todas mis capacitados.

Mi buen amigo o amiga, mi buen compañero o compañera, sabe ayudarme sin herirme; sabe escucharme sin monopolizar la conversación. ¿Es buen amigo o compañero aquel que se lo pasa bien a expensas de los otros? ¿Aquel que los desprecia o se ríe? No: lo que no quieras para ti, no quieras para los demás.

Las mismas normas que sirven en ámbitos mas amplios también sirven en espacios más reducidos, sea éste el de la clase o el del equipo de fútbol o de basket o el del grupo de amigos, por ejemplo. No es compañero de categoría aquel que, formando parte de un equipo, deja que los otros hagan el trabajo. Tampoco aquel que siempre busca excusas o aquel que no asume ningún tipo de responsabilidad.

c) Tú, en situación de hijo/a

Las relaciones con los padres, hermanos y otros familiares están marcadas especialmente por vínculos afectivos: no es la ley o el deber aquello que las define, sino la estima. Pero veces la estima es excesivamente egoísta y olvida las atenciones hacia los otros.

Los padres, queriéndolo o no, transmiten valores a sus hijos; quizás es la principal vía de transmisión de valores de una generación a otra. Si has tenido la suerte de recibir testimonio de valores positivos y entusiasmadores, procura ser agradecido; si no, aprende de los errores. Los padres transmiten valores a los hijos y, también, los hijos transmiten valores a los padres. La familia es un microcosmos donde se producen, con gran carga de afectividad, conflictos y tensiones, pero también afinidades, acuerdos, compromisos y crecimiento mutuo.

d) Tú, en situación de ciudadano

El hecho de vivir en comunidad obliga a respetarnos: hay unos derechos y un deberes cívicos (civismo es el arte de convivir todos en un espacio común) que hace falta conocer para poder convivir a pesar de que tengamos diferentes ideas, creencias, lenguas o costumbres. Para que esta convivencia sea posible hace falta que los deberes se transformen en normas que regulen la conducta de todos. Así pues, como ciudadano será necesario seguir normas cívicas que básicamente consisten en normas de cortesía por un lado y en normas legales por otro.

Las normas de cortesía o de educación hacen que la convivencia sea más fácil: ceder el paso, saludar, tratar con respecto a los otros,... Las legales obligan a todo el mundo dentro del ámbito de aplicación de la ley (ayuntamiento, comunidad, estado) y son coercitivas, quiere decir que se tienen que cumplir aunque no se esté de acuerdo. Por ejemplo, respetar el mobiliario público. La Constitución española señala otros deberes de los ciudadanos, algunos todavía no te afectan directamente como el de pagar impuestos o el deber de la defensa nacional, pero otros, sí, como el deber de respetar y defender el medio ambiente.

e) Tú, en situación de ser humano

Más allá de nuestra situación de compañeros, de hijos, de ciudadanos,... somos siempre seres humanos. ¿Y cuál es el deber que nos corresponde como tales? Recordemos que ya el primer artículo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos nos indica que debemos comportarnos fraternalmente los unos con los otros.

En nuestro tiempo, quizás nunca como ahora, hay muchas personas que forman parte de diferentes voluntariado, es decir, personas que se ofrecen, sin estar obligadas, a colaborar en tareas que suponen una mejora para otras personas; llevan a cabo acciones que hacen mejor el mundo, aportando más justicia. Para este voluntariado, ser humano es ser solidario; y en un planeta cada día mas pequeño donde todos juntos formamos una comunidad de destino, la solidaridad es un valor para sobrevivir


   

d. Hazlo tú: En casa, ¿qué responsabilidades?

En el ámbito familiar, ¿haces lo que debes hacer? Explora tu nivel de colaboración familiar. ¿No estarás bajo cero!?

e. Hazlo tú: Espontaneidad, una excusa

Apelar a la espontaneidad, es decir, a lo que sale de dentro, a menudo es una excusa por no hacer aquello que debo hacer en las diferentes situaciones