Bioética: Desde las
biotecnologías

  

1. Eugenesia e ingeniería genética

La eugenesia del pasado

Si bien la eugenesia como estudio de las posibilidades de mejoramiento del patrimonio hereditario, no apareció hasta finales del siglo XIX, la preocupación y el deseo de preservar y mejorar la calidad de la especie humana proviene de muy antiguo. Fue Francis Galton, primo de Charles Darwin, quién, el 1883, introdujo el término eugenesia (del griego eu, bueno y genos, nacimiento, raza) y quién replanteó el problema de la mejora poblacional; pero griegos y romanos, entre otros pueblos, ya tomaron medidas eugénicas. El infanticidio fue una de ellas. Platón y Aristóteles lo exigían para los recién nacidos con malformaciones y el Derecho Romano reconocía la potestad del padre de matar al hijo deforme. En contra, el cristianismo, desde sus inicios, condenó tal medida eugénica.

Se ha hablado de eugenesia negativa y positiva. La negativa hace referencia a la eliminación de los portadores de defectos físicos y psíquicos; la positiva, al aumento de frecuencia de las cualidades deseables de una población. El infanticidio puede ser visto como eugenesia negativa, pero ésta aspiraba a más: se proponía evitar no tan solo el nacimiento sino también la concepción de individuos afectados con defectos físicos y psíquicos. Desde muy antiguo, la eugenesia positiva se ha aplicado a la mejora de plantas de cultivo y de animales domésticos. Inspirado en estos modelos, dícese que Federico el Grande de Prusia hacía casar sus valientes granaderos de Pomerania con chicas muy bellas.

El siglo XX ha estado marcado por las prácticas eugénicas. En sus primeras décadas, diferentes estados de EE.UU. promulgaron y aplicaron leyes de esterilización de personas con alguna supuesta deficiencia. A mediados siglo, el nazismo, inspirado y estimulado por criterios eugénicos, practicó horrorosos experimentos con el objetivo de asegurar la superioridad de la raza aria. En la segunda mitad del siglo, en Escandinavia, hasta entrado el año 1975, se aplicaron medidas de esterilización forzada; durante décadas, el silencio cubrió esta práctica y en el 1995 se indemnizaron mujeres víctimas de esta práctica


De la genética a la ingeniería

Cien años después del descubrimiento de las célebres leyes de Mendel sobre la herencia (del 1866), la genética había adelantado poco en relación a los avances de las otras ciencias. Se habían identificado y contado las cromosomas humanos y, en el año 1953, James Watson y Francis Crick habían descubierto la estructura en doble hélice del ADN (el Ácido DesoxirriboNucleico es el soporte de la información genética). Fue con los primeros experimentos de clonación humana, por división de un embrión inicial, el 1973, cuando la genética recibió su gran impulso iniciándose lo que hoy se llama ingeniería genética. Poco después, el 1978, nació en gran Bretaña el primer neonato probeta, concebido por fecundación in vitro.

Pero lo que consolidó y abrió un mundo nuevo a esta ingeniería fue, a finales de los años setenta, el desarrollo de la biotecnología de recombinación del ADN, una tecnología que permite aislar, amplificar, identificar, cortar y empalmar fragmentos específicos del ADN. Por ingeniería genética se entiende, pues, el conjunto de técnicas de biología molecular que permiten manipular el ADN de una célula, estudiando e identificando los genes, modificarlos y trasplantarlos a otro organismo.

Esta manipulación, afirman diversos investigadores, va a hacer posible fabricar in vitro embriones «enriquecidos» con genes de acuerdo con los deseos de los padres. Según otros investigadores, esta gestión y control de los genes, ésta «purificación» del genoma, es una quimera: en cada generación surgen nuevas anomalías genéticas.

[DNA] [Strand]


Ventajas y riesgos

Algunos temen que la ingeniería genética llegará a ser una nueva eugenesia. Otros aseguran que las ventajas superarán en mucho a los posibles abusos. Se perfilan posibilidades, interrogantes y riesgos. ¿Se impondrá un modelo fenotípico, una "normalidad" a la cual los padres querrán ajustar sus hijos? ¿Se va a producir un empobrecimiento de la diversidad genética? ¿Van a tener los padres libertad de acción frente a los influyentes intereses comerciales? Recordemos que ésta biotecnología implica altísimos costes y son objeto de las inversiones de muchas multinacionales. La Bioética tiene que formular interrogantes y no tener miedo al progreso, pero sí ha de estar atento a los intereses del hombre que administra el progreso.


  

2. Clonación

Clonación reproductiva

La clonación es la reproducción no sexual de individuos genéticamente idénticos a un individuo original. Se pueden clonar genes, células u organismos. Uno de los casos más espectaculares de clonación fue el de la oveja Dolly. En febrero de 1997, el investigador británico Ian Wilmut y sus colegas anunciaron que, con un nuevo tipo de biotecnología, habían conseguido una oveja genéticamente idéntica a otra; había nacido el julio de 1996.

El método de clonación más frecuente consistía, anteriormente, en «cortar» en dos un embrión probeta resultante de la unión de un óvulo y un espermatozoide y, acto seguido, implantar las dos mitades en madres portadoras para su gestación: se obtenían dos individuos clones. El método utilizado en la fabricación de la oveja Dolly era revolucionario; no había que pasar por un embrión probeta obtenido de un óvulo e in espermatozoide. La oveja Dolly fue resultado de la unión del núcleo de una célula de glándula mamaria de una oveja (el animal que se quería clonar) y de un óvulo al que previamente se le ha extraído el núcleo. Óvulo y núcleo se implantan a una madre portadora para la gestación. La obtención de la oveja Dolly, por clonación, requirió 277 embriones, de los que 29 fueron transferidos a una oveja hembra, consiguiéndose sólo 13 embarazos y un solo nacimiento.

Método oveja Dolly

La clonación de animales, si se toman las precauciones y no se afecta a la biodiversidad, puede ser beneficiosa. Pero los temores se agudizan cuando se insinúa la posibilidad de clonación de individuos humanos; posibilidad prohibida por la legislación de muchos países y por la Declaración Universal sobre el Genoma Humano y los Derechos Humanos. Ahora bien, el hecho de que la ciencia casi siempre ha avanzado transgrediendo límites y el secreto en que se llevan muchas investigaciones, puede generar sospechas sobre el respeto de los límites éticos.

Recordemos que en las clonaciones de animales un número importante de embriones no llegan en nacer o llevan a animales con deformidades. La aplicación de esta técnica a los seres humanos implica el alto riesgo de crear humanos con notables deformidades. La clonación reproductiva humana cuando sea tecnológicamente viable, se abrirá un nuevo debate ético de grande repercusión para el futuro de la humanidad.


Clonación terapéutica, las células madre

La clonación terapéutica es la generación de células madre embrionarias genéticamente idénticas a las de un paciente que, una vez diferenciadas y transformadas en células especializadas (tejidos), se transplantarán al mismo paciente sin riesgo de rechazo. Se produce una regeneración celular de un paciente mediante transferencia de material celular propio.

El método utilizado en la clonación terapéutica es, inicialmente, parecido al de la clonación reproductiva. Se transfiere el núcleo de una célula somática de un determinado paciente a un óvulo anucleado, es decir, que se le ha extraído el núcleo. El resultado de la unión es la generación de un embrión genéticamente idéntico al paciente; de este embrión, en etapa de blastocito, se obtendrán las células madre embrionarias pluripotentes o totipotentes, es decir, con posibilidad de devenir cualquier tejido corporal, órgano o célula especializada. Obviamente, la obtención de tejidos, partiendo del cultivo de células madre, implica la destrucción en laboratorio de el embrión generado por esta finalidad terapéutica. El último paso consiste en el trasplante al paciente de las células o tejidos convenientes sin riesgo de rechazo.

[Clonació] terapéutica

La investigación en este tipo de clonación está en marcha. Recordemos que en noviembre de 2001, la empresa Advanced Cell Technology comunicaba que ya había realizado la primera clonación de un embrión humano con objetivo terapéutico. Muchos biólogos afirman que las investigaciones en el ámbito de las células madre marcarán la biología de la próxima década. Los beneficios terapéuticos parecen muy elevados; pero, por otro lado, se denuncia la destrucción de gran número de embriones humanos en este proceso de investigación. Según sus detractores, se trata de una clonación humana parecido a la clonación reproductiva; según sus partidarios, clonación reproductiva y clonación terapéutica son prácticas muy diferentes.

El filósofo Jesús Mosterín, en su libro Ciencia viva. Reflexionas sobre la aventura intelectual de nuestro tiempo, elogia las brillantes perspectivas morales de las células madre. ¿Qué es preferible, recibir órganos de un donante (animal o persona), con todos los riesgos que implica, o bien ser autosuficiente? «El ideal moral consiste en no sacrificar ni explotar a ninguna criatura, sino en ser uno mismo autosuficiente, curarse uno con sus propios recursos y sin hacer sufrir a los demás, ser uno su propio donante de órganos y tejidos, sacar las piezas de repuesto que necesite de la clonación de su propio material celular»


  

3. Proyecto Genoma Humano

A partir de 1985, un gran número de investigadores encabezados por James Watson, el codescubridor de la estructura del ADN, concibieron la posibilidad de investigar las instrucciones presentes en el conjunto de los genes humanos. Esta ambiciosa y costosa posibilidad fue identificada con el nombre de Proyecto sobre el Genoma Humano.

Un gen es una porción de ADN que, solo o asociado a otros, es responsable de la realización de una característica. El conjunto de genes de un organismo constituye el su genoma. El genoma, conservado en el ADN, se el programa hereditario de un ser vivo, un programa que determina las funciones biológicas de éste ser vivo. A medida que han adelantado las búsquedas, se han ido reduciendo las estimaciones sobre el número de genes que constituyen el genoma humano: de los 100.000 iniciales se pasó a hablar de 60.000 a 80.000 genes, y en el 2001 la estimación era de 30.000 y pico genes. Las instrucciones, como en todo ser vivo, se hallan codificadas mediante secuencias de cuatro bases: la adenina, la [tianina], la citosina y la guanina, simbolizadas, sucesivamente, con A, T, C y G.

El 1990, el Proyecto del Genoma Humano ya estaba en marcha. Si bien varios países participaban en el Proyecto, su principal impulsor fueron los EE.UU. con un presupuesto anual de unos 200 millones de dólares. El objetivo de este Consorcio Público consistía en localizar e identificar todos los genes del ADN antes del 2003. Este objetivo suponía conocer la secuencia de la totalidad de los genes presentes en los cromosomas, es decir, un catálogo o mapa del genoma humano. El resultado sería la secuencia de tres mil millones de letras (una alternancia de A, T, C y G, que indican las cuatro bases) que compone los genes de los 23 cromosomas. El paso siguiente y complementario sería comprender las funciones codificadas de cada gen e identificar los genes responsables de las enfermedades genéticas.

El Proyecto incluía elaborar mapas y secuencias de los genomas de organismos evolutivamente sencillos, como modelos de estudio y análisis. Así, el 1998, por primera vez, se había descifrado el programa genético completo de un microscópico gusano, un organismo que tiene muchos genes comunes con el ser humano . El Proyecto incluye, también, el estudio de las consecuencias éticas, legales y sociales que puedan derivarse de la adquisición y utilización de este conocimiento.

El 15 de febrero de 2001, el Consorcio Público presentaba, bastante antes de lo previsto, un primer borrador del genoma. El día siguiente, la empresa privada Celera, creada el 1998 por Craig Venter, asumiendo las investigaciones provenientes del Consorcio HUGO, también comunicaba su propio borrador del genoma. El rápido éxito de Celera se debía a las enormes inversiones hechas por diversas empresas de biotecnología. Obviamente, queda abierto el debate sobre la propiedad, pública o privada, de las investigaciones sobre el genoma humano; sus aplicaciones médicas pueden generar grandes beneficios económicos.

El estudio sistemático del genoma humano, una proeza biotecnológica comparada por algunos a la llegada a la Luna, implicará importantes beneficios médicos, por ejemplo, intervenir en más de 4.000 enfermedades genéticas. Se argumenta que, con diferentes pruebas, se podrán hacer diagnósticos prenatales y, en un segundo momento, iniciar una terapia genética, unas terapias germinales que permitirán modificar o "purificar" el genoma del embrión. En la primera mitad de 1999, la investigación sobre el genoma humano ya había llevado a identificar los genes relacionados con la diabetes, al cáncer de mama y a la enfermedad de Alzheimer.

Pero el proyecto ha recibido diversas críticas, tanto desde el punto de vista técnico como ético o religioso. Se objeta que no se puede hablar de una secuencia genética preestablecida: todos los individuos tienen una secuencia diferente y única: ¿cuál será la secuencia "normal" o punto de referencia? Se ofrecerán multitud de pruebas biogenéticas -todas patentadas y lucrativas- que no se sabe bien a quien beneficiarán. Se critica que el proyecto, con altísimos costes, deja de lado un factor fundamental, el peso del ambiente y la educación a la hora de configurar el ser humano. Por otro lado, ¿quién gestionará esta información? ¿Qué compañía asegurará un individuo o grupo portador de un genoma con predisposición a enfermedades hereditarias?

[Human] Genoma [Organization]

Actualmente, pese a que la «Human Genoma Organization» (HUGO) intenta coordinar diferentes programas de investigación de dieciocho países, predomina la descoordinación y no siempre se sabe la línea de investigación de determinados grupos. Las legislaciones estatales van bastante atrasadas respeto a los resultados obtenidos y a los intereses de las multinacionales que han hecho sus inversiones.


  

4. Alimentos transgénicos

¿Qué son los alimentos transgénicos? Son organismos, plantas o animales, que han sido manipulados genéticamente. ¿Como se manipulan? Haciendo uso, especialmente, de la biotecnología de recombinación del ADN: se implanta en las células de determinados organismos como por ejemplo plantas, material genético proveniente de otros organismos dotados de ciertas cualidades, con el objetivo de dotar con estas cualidades al organismo receptor o manipulado. Así, pues, los alimentos transgénicos son organismos modificados mediante ingeniería genética. ¿Qué efectos producen en los animales o humanos que los ingieren? Ésta es la cuestión conflictiva, mucho más cuando investigadores que participan en el Proyecto Genoma Humano han afirmado que los riesgos que comporta son muy desconocidos.

Instituciones internacionales han advertido del nuevo peligro que suponen los alimentos transgénicos. Se teme que a la lista negra de efectos nocivos y tóxicos causados por el gran número de plaguicidas y sustancias químicas insuficientemente controladas se habrá de añadir los efectos, por el momento imprevisibles, causados por la contaminación transgénica, tanto o más grave que la contaminación química.

Multinacionales especializadas en manipulación transgénica, como por ejemplo Monsanto, son las más interesadas en evitar toda información sobre qué alimentos participan de alguna manipulación genética argumentando que, virtualmente, no hay diferencia entre unos y otros: toda indicación de OMG (organismo modificado genéticamente) sería económicamente perjudicial. Pero, por otro lado, son bastante los especialistas que defienden que «hoy nadie puede prever las toxicidades, las invasiones competitivas o cualquier otra consecuencia inesperada de las plantas transgénicas». Por todo eso, en mayo de 1996, un centenar de científicos hicieron púbico, en París, un manifiesto proclamando la «necesidad de una moratoria respecto a la diseminación en el medio ambiente de organismos genéticamente modificados».

Maíz transgénico
Maíz transgénico

Por otro lado, las semillas de las plantas transgénicas, que pueden aumentar los rendimientos del 15% al 20%, introducen el problema de las patentes de plantas o animales creados. Si una multinacional, haciendo millonarias inversiones, ha conseguido crear un trigo o un arroz de alto rendimiento, el agricultor que las compra ¿tiene derecho a replantarlas una y otra vez? Ciertamente, desde hace más de 10.000 años, los agricultores han reservado parte de las semillas obtenidas en cosechas para la replantación o intercambios; ahora bien, las multinacionales argumentan que las semillas transgénicas son creaciones patentadas y su compra sólo da derecho a plantarlas una vez, cosa que se hace constar en el contrato de compra.

Con el objetivo que no se escapen los beneficios de la inversión, las multinacionales de la biotecnología agrícola han patentado el «sistema de protección tecnológica» (Technology Protection System, TPS), un polémico y controvertido sistema de protección que comporta la esterilización de las semillas. Modificando tres genes de las semillas se consigue neutralizar las semillas obtenidas en la cosecha: si se replanta, la semilla no germina. Éstas semillas TPS son conocidas por sus muchos detractores con el nombre de "Terminator". Los efectos ambientales, económicos y sociales de las entonces Terminator son incalculables.

[Guía]