Marcan el norte Los valores se nos presentan como pautas de nuestra actuación, los valores son una guía de nuestro comportamiento. Representan aquello por lo que merece la pena luchar y que, si no somos personas indiferentes, apáticos o débiles, haremos todo cuanto podamos para conseguirlos.
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Los valores se aprenden ¿Por qué hacemos nuestros determinados valores y no otros? Una persona asumirá el valor de la elegancia y el de la libertad, otra, el de la objetividad y la democracia, una tercera, la seguridad y la solidaridad. Ciertamente, los valores se aprenden, los valores se transmiten y se contagian de unos a otros; nuestra brújula para ir por la vida la hemos construido poco a poco y con nuestro esfuerzo. En nuestro ambiente familiar hemos aprendido muchos de nuestros valores; la experiencia familiar con su dimensión afectiva nos lleva a captar y a privilegiar ciertos valores, pero también se puede dar el caso que de un padre egoísta salga un hijo solidario. En la escuela también se enseñan valores y principios morales, pero a menudo son aprendidos como cualquier otro conocimiento y no como pautas de actuación. Las pandillas de amigos y los grupos, que gozan de vinculación afectiva, son eficientes ámbitos de contagio de valores. Hoy, tal vez más que nunca, nuestra sociedad cuenta con variados
y atractivos predicadores de valores: las canciones de un grupo de
rock pueden proclamar el goce del momento presente o el respecto a la
naturaleza; una película, manifestar las ventajas de un comportamiento
agresivo o el valor de la autenticidad; una serie televisiva puede enaltecer
el conformismo o la cobardía; los spots publicitarios, buscando un mayor
consumo, magnifican la elegancia, la juventud, la belleza. |
Somos responsables de nuestros valores Afortunadamente, los humanos estamos equipados con herramientas que nos
permiten valorar los valores, afinar
nuestra brújula. Nuestra racionalidad, nuestra capacidad
crítica nos facilita reconocer que hay unos valores preferenciales,
unos valores más universales, unos valores más fundamentados.
Podemos captar que hay cosas importantes a las cuales no debemos renunciar
y cosas triviales la carencia de las cuales no nos tiene que desasosegar.
Por otro lado, a menudo los afanes de independencia y de libertad entran
en conflicto con la necesidad de protección y seguridad. Un joven estudiante
puede vivir el conflicto de elegir entre un par de horas de formativo
trabajo intelectual y una agradable encuentro con los amigos; en todos
estos conflictos de valores o de preferencias sólo
nuestra brújula nos mostrará lo mejor camino en seguir. |