Marcan el norte

Los valores se nos presentan como pautas de nuestra actuación, los valores son una guía de nuestro comportamiento. Representan aquello por lo que merece la pena luchar y que, si no somos personas indiferentes, apáticos o débiles, haremos todo cuanto podamos para conseguirlos.

Como las brújulas, los valores marcan el norte, un norte que ejerce en nosotros cierto magnetismo y que, a la vez, nos muestra un camino valioso. Y como las brújulas, los valores son bipolares, tienen dos vertientes o polos: un polo positivo y un polo negativo. El polo positivo es propiamente el valor; el polo negativo es unantivalor o un disvalor: un mal, una injusticia que conviene evitar.

No tener valores quiere decir estar a merced de los vientos, no tener puntos de referencia, ir perdido.

Brújula


   

Los valores se aprenden

¿Por qué hacemos nuestros determinados valores y no otros? Una persona asumirá el valor de la elegancia y el de la libertad, otra, el de la objetividad y la democracia, una tercera, la seguridad y la solidaridad. Ciertamente, los valores se aprenden, los valores se transmiten y se contagian de unos a otros; nuestra brújula para ir por la vida la hemos construido poco a poco y con nuestro esfuerzo.

En nuestro ambiente familiar hemos aprendido muchos de nuestros valores; la experiencia familiar con su dimensión afectiva nos lleva a captar y a privilegiar ciertos valores, pero también se puede dar el caso que de un padre egoísta salga un hijo solidario. En la escuela también se enseñan valores y principios morales, pero a menudo son aprendidos como cualquier otro conocimiento y no como pautas de actuación. Las pandillas de amigos y los grupos, que gozan de vinculación afectiva, son eficientes ámbitos de contagio de valores.

Hoy, tal vez más que nunca, nuestra sociedad cuenta con variados y atractivos predicadores de valores: las canciones de un grupo de rock pueden proclamar el goce del momento presente o el respecto a la naturaleza; una película, manifestar las ventajas de un comportamiento agresivo o el valor de la autenticidad; una serie televisiva puede enaltecer el conformismo o la cobardía; los spots publicitarios, buscando un mayor consumo, magnifican la elegancia, la juventud, la belleza.
 


   

Somos responsables de nuestros valores

Afortunadamente, los humanos estamos equipados con herramientas que nos permiten valorar los valores, afinar nuestra brújula. Nuestra racionalidad, nuestra capacidad crítica nos facilita reconocer que hay unos valores preferenciales, unos valores más universales, unos valores más fundamentados. Podemos captar que hay cosas importantes a las cuales no debemos renunciar y cosas triviales la carencia de las cuales no nos tiene que desasosegar. Por otro lado, a menudo los afanes de independencia y de libertad entran en conflicto con la necesidad de protección y seguridad. Un joven estudiante puede vivir el conflicto de elegir entre un par de horas de formativo trabajo intelectual y una agradable encuentro con los amigos; en todos estos conflictos de valores o de preferencias sólo nuestra brújula nos mostrará lo mejor camino en seguir.
 


[Guía]