1. Hinduismo

El sustrato más profundo del hinduismo dominante hoy en la India se encuentra en la civilización Indoária o Védica (-1650/-600). Una civilización fruto del cruce de la antigua civilización del Indo con la de los invasores Arios, un pueblo indoeuropeo. Brahma, Visnu y Shiva, las divinidades más importantes del hinduismo, ya aparecen en la literatura de la época, los textos del Veda ('La Sabiduría').

De peregrinaje al [Ganges]

Con el desplazamiento de los Arios hacia el Ganges (-600) se inicia una época de más reflexión interior, de más efervescencia espiritual, de investigación de autenticidad más allá de les prácticas rituales védicas exteriores. Es la época de los Upanixads, palabra que significa asentarse al lado de alguien; el discípulo, sentado junto al maestro espiritual o gurú, recibe confidencialmente una doctrina secreta. ¿Cuál es esta doctrina secreta?

Todos los humanos tenemos un destino trazado (samsara), pasamos de una existencia a un otro ocupante cuerpos diferentes, o sea, estamos integrados en una inacabable rueda de reencarnaciones. Pero es mi actuación (karman) lo que me hace merecer una u otra existencia corporal.

El yo o atman (aliento, respiración) persigue la ruptura de este ciclo eterno de existencias; una ruptura o liberación (moksa) que llega sólo cuando el yo se identifica plenamente con la esencia última del universo o Brahman. Entonces el yo pierde la propia identidad o individualidad, se da cuenta de que es una chispa del gran fuego del universo, o sea, deviene parte del Absoluto impersonal, de la única Realidad, de 'Dios' o Brahman.


Miniatura del [Rigveda]

Los textos del Veda (especialmente el Rigveda), los Brahamana, los Upanixads, el poema religioso Bhagavad-Gita ('Canto del Altísimo') junto con el Mahabharata del que forma parte, constituyen los grandes textos o corpus de la tradición hindú.


  

2. Buda

Siddharta Gautama (-566/-486) era hijo de una rica e influyente familia. Pero a la edad de 29 años abandonó su bienestar e inició una vida de asceta errante. Profundizó en el conocimiento de los Upanixads y, a los 35 años, logró lo que ansiaba: inmóvil al pie de un árbol durante 49 días, descubrió el misterio de la liberación, el nirvana. Así, se convirtió en Buda, el iluminado. Murió a los 80 años habiendo alcanzado primer el cese o neutralización del deseo y la acción, o sea, el nirvana.

¿Por qué Siddharta abandonó su bienestar? La leyenda explica que un adivino presagió que se convertiría en uno asceta errante. Su padre, para evitarlo, lo protegió en su confortable mansión ofreciéndole todo tipo de placeres. Pero las cuatro fugas o salidas de casa le llevaron a abandonar su cómoda vida.

Cuando se escapó por primera vez, por la puerta del este, viendo a un viejo sufriendo descubrió la vejez; no todo el mundo era joven y bello como los que le rodeaban. En la segunda salida, por la puerta del sur, vio una mujer enferma: descubrió la enfermedad y consideró que la salud era como un sueño huidizo. Escapándose por la puerta del oeste, descubrió la muerte al ver que llevaban un cadáver a la pira funeraria: la vida se escapa inesperadamente. En su cuarta y última salida, por la puerta del norte, vio un asceta o monje que mendigaba, con una túnica color azafrán, tranquilo e irradiando serenidad y felicidad. El camino del asceta iba a ser su camino.

El punto de partida de la inquietud de Buda no es nada teórico, es la constatación del dolor, del sufrimiento y de la muerte, en una palabra, de la insatisfacción, como constante en la vida cotidiana de los hombres. La insatisfacción es inseparable de la vida: siempre esperamos alguna cosa más.

De los Upanixads aceptó las nociones de karman, samsara, moksa, o sea, la doctrina del encadenamiento de causas y efectos, la reencarnación inevitable; buscó también la liberación: la rotura de la cadena de dolores y padecimientos. Pero Buda rechaza el concepto de Brahman y la posibilidad del yo de identificarse con él. El budismo es, pues, una religión sin Dios. No existe ningún Absoluto, todo es cambio y transformación, no hay nada permanente ni al exterior (Brahman) ni al interior (Atman).

Buda

Después de la iluminación, Buda inició la propagación de su dharma o verdad budista. El Sermón de les Cuatro Nobles Verdades lo condensa y constituye el núcleo del budismo.

Primera noble verdad: toda existencia está impregnada de sufrimiento, de pena, de insatisfacción, de frustración ante la caducidad de un mundo en constante cambio; todo es esencialmente huidizo.

Segunda noble verdad: el origen del sufrimiento se encuentra en el afán de vivir, en el deseo de actuación, de placer, de posesión. Nos percibimos, erróneamente, separados del mundo y del otro: en conflicto.

Tercera noble verdad: el sufrimiento se suprime aniquilando la sed de vivir, de gozar, de actuar. La extirpación radical de los deseos y pasiones nos conduce a una serenidad y tranquilidad absolutas. Se acaba con la insatisfacción cuando se vuelve a un estato de armonia y identificación con el todo. Es el nirvana.

Cuarta noble verdad: el camino que conduce al nirvana es el noble camino de los ocho pasos; quién le sigue se acerca a la iluminación. Son los siguientes: 1. Conocimiento recto de les cuatro verdades; 2. Actitud recta: alejarse de odios, envidias…; 3. Palabra recta: no mentir ni hablar inútilmente; 4. Acción recta: buena conducta moral; 5. Ocupación recta: ganarse la vida sin mal; 6. Esfuerzo recto: fomentar tendencias buenas; 7. Pensamiento recto: no ceder a los deseos; 8. Concentración recta: meditación.


Formar parte de una comunidad budista, con monjes y monjas mendicantes, implica aceptar cinco preceptos fundamentales y cinco reglas. Son como los diez mandamientos de la comunidad o sangha.

Jóvenes monjes budistas Los cinco preceptos son: no matar o destruir vida; no robar; llevar una vida casta; no mentir; no beber bebidas alcohólicas. Las cinco reglas: comer sólo en les horas establecidas; no participar en danzas, cantos, espectáculos o actividades frívolas; no embellecer el propio cuerpo con joyas u ornamentos parecidos; no hacer servir camas o asientos altos y suntuosos; no aceptar ni plata, ni oro, ni dinero.

[Guía]