Creencias y saberes

Un Templo no es, como sí un Ágora, un lugar de debate. Es un lugar donde se anuncian respuestas o soluciones a problemas humanos; unas respuestas que se aceptan, se creen y son una guía para la vida. En los templos, la primacía corresponde a las creencias, unas creencias que pueden llegar en tener más fuerza que los saberes.

Con el cristianismo, se hizo muy viva la tensión entre creencias y saberes, entre fe y razón, entre religión y filosofía. El cristianismo es una religión que, partiendo de una doctrina revelada y recogida en unos libros sagrados, la Biblia, anuncia y proclama unas verdades sobre el mundo, el hombre, el bien y el mal, que son objeto de creencia y que son pautas de acción. La filosofía, por otro lado, no parte de ningún tipo de verdad previa y aspira, con la sola fuerza de la razón, a alcanzar saberes sobre el hombre y su comportamiento en el mundo.

Papiro siglo II dc: Evangelio [st]. Mateu

Las relaciones entre «creer» y «saber» son complejas. Ya el viejo Platón, cuatrocientos años antes de Cristo, intentando poner luz, afirmaba que un saber es una creencia justificada y verdadera; desde su perspectiva, las creencias están por debajo de los saberes. Ahora bien, desde otras perspectivas, las creencias, alejadas de los saberes pero arraigadas al más profundo de la vida, son la gran fuerza que hace mover a los humanos. Las creencias, defienden diferentes pensadores, se imponen por encima de los saberes, o sea, la fe tiene más poder que no la razón. A la hora de buscar sentido a la vida, la religión siempre ha superado las filosofías.


   

Religión y Filosofía

Desde los primeros siglos del cristianismo, los pensadores cristianos, extendiendo y procurando hacer más comprensible el mensaje evangélico, recurrieron a la filosofía. De este modo, el pensamiento cristiano, que trataba cuestiones que ya habían preocupado a los filósofos, recibió una profunda influencia de una determinada filosofía, la de Platón.

Como en el pensamiento de Platón, los filósofos cristianos elaboraron una visión del mundo o cosmología, la creencia fundamental de la cual es que Dios ha creado el mundo y lo mantiene. Como en la filosofía de Platón, elaboraron una visión del hombre o antropología, una idea básica de la cual es que el ser humano ocupa un lugar privilegiado en el universo por el hecho de haber sido creado a imagen de Dios: se considerado hijo de Dios.

Detalle Creación de Adam

Igualmente, los filósofos cristianos estructuraron, influenciados por la filosofía platónica, la ética cristiana, en la que se acentúa el deber de quererse unos a otros, el riesgo del pecado y la posibilidad del perdón. El Credo o Creo en Dios es una de estas elaboraciones; en un lenguaje popular e inteligible, el Credo expresa las creencias fundamentales y básicas del cristianismo. Ciertamente, toda religión tiene su propio Credo.
«Creo en Dios, Padre todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra.

Y en Jesucristo, único Hijo suyo, Señor nuestro;
el cual fue concebido por obra del Espíritu Santo;
nació de María Virgen;
sufrió bajo el poder de Poncio Pilatos,
fue crucificado, muerto y sepultado:
descendió a los infiernos;
resucitó el tercer día de entre los muertos;
subió al cielo;
sentado a la derecha de Dios Padre todopoderoso;
desde allí tiene que venir
a juzgar a los vivos y a los muertos.

Creo en el Espíritu Santo;
la santa madre Iglesia,
católica, apostólica y romana;
la comunión de los santos,
la remisión de los pecados,
la resurrección de la carne,
la vida perdurable. Amén.»


   

Algunas afirmaciones del Credo

El Credo contiene bastante afirmaciones que van más allá de cualquier filosofía; pero, otras, muestran un claro trasfondo o parentesco filosófico. Fijémonos sólo en algunas de les ideas que se proclaman.

«Creo en Dios»

De entrada, no es un saber sino una creencia, una convicción, o un asentimiento a un mensaje revelado. Aquí, creer se opone a saber y a conocimiento. Si lo que anuncia una creencia es conocido y demostrado, entonces no puede ser objeto de fe: la fe implica riesgo. Los filósofos griegos buscaban saberes, no creencias.

«Creo en un Dios»

El cristianismo es un monoteísmo, no un politeísmo. Pero un monoteísmo que afirma un Dios Padre, un Dios Hijo y un Dios Espíritu; un monoteísmo trinitario, de tres personas. Contrastaba y se alejaba del politeísmo griego y romano; ahora bien, tanto Platón como Aristóteles ya tendían a una visión monoteísta de dios.

«Un Dios Padre»

Un Padre con un hijo, el ser humano, hecho a imagen suya. El dios griego Zeus, o su equivalente romano Júpiter, es una divinidad muy distinta: la divinidad que mantiene el orden del universo, hecha a imagen del hombre.

«Un Dios creador»

Una novedad dentro de el pensamiento filosófico; ningún filósofo había hablado nunca de creación del mundo: de la "nada" no puede surgir nada. Para los griegos, el mundo es eterno, sin principio ni fin. Explicar la creación será uno de los retos más grandes por los primeros filósofos cristianos.

«Creador del cielo y de la tierra»

Cielo y tierra, un dualismo que encajaba profundamente con el dualismo dominante en el pensamiento de Platón. El cielo, eterno, y la tierra, temporal. A este dualismo cosmológico, se asoció, justamente por influencia platónica, un dualismo antropológico: el alma o espíritu, realidad buena y superior, y el cuerpo, materia o sexualidad, realidad mala e inferior. Paradójicamente, la materia (creada por Dios) y la sexualidad ("creced y multiplicaos" dice el relato bíblico) serán menospreciadas: un exceso de platonismo.

«Dios tiene que venir a juzgar»

El tiempo se acabará y los humanos serán juzgados. Se muestra la concepción judía del tiempo: un tiempo lineal, huidizo como una flecha. Los griegos, de otra manera, tenían una visión cíclica del tiempo: como una rueda que eternamente da vueltas.

«Resurrección de la carne»

No se habla de inmortalidad de la alma, idea platónica, sino de resurrección de la carne, de la totalidad de la persona. La dicotomía alma y cuerpo, totalmente platónica, no queda establecida en el Credo, es más platónica que bíblica.

[Guía]