En 1499 aparece en Burgos, anónima,
y actualmente sin título, la Comedia de Calisto y Melibea en
dieciséis actos. Comenzaba como la comedia elegíaca medieval,
pero su desenlace era diferente: Calisto, enamorado de Melibea, recurre,
por consejo de uno de sus dos criados, a los servicios de la alcahueta
Celestina, gracias a la cual consigue a su dama. La codicia de alcahueta
y criados lleva al asesinato de la primera y ajusticiamiento de éstos.
Por un penoso accidente, cae Calisto de la tapia al jardín de
su amada, muere descalabrado y provoca el suicidio de Melibea, que se
arroja de una torre ante su padre, a quien informa de lo sucedido.
En Toledo (1500) aparece la Comedia
de Calisto y Melibea, con unas palabras de "El autor a un su amigo"
y unas octavas, que presentan, en acróstico, el nombre del
autor: Fernando de Rojas, toledano, de la Puebla de Montalbán.
Al final de los dieciséis actos se leen unas estrofas de Alonso
de Proaza.
Primer folio deLa
Celestina(Burgos, 1499)
En 1501 se edita en Sevilla, de forma muy parecida a la edición
toledana.
De 1502 parecen cuatro ediciones sevillanas, una toledana y otra salmanticense,
de veintiún actos. Son, en realidad, bastante posteriores.
Creemos que desde 1500 ó 1501 existió la Tragicomedia
de Calisto y Melibea en veintiún actos, es decir, con cinco intercalados
tras el decimocuarto de la Comedia y conocidos como Tratado de Centurio.
Incluye además interpolaciones a lo largo de toda la obra. Los
nuevos actos presentan un soliloquio de Calisto; la venganza de Elicia
y Areusa, pupilas de Celestina, encomendada al matón Centurio;
el propósito de los padres de Melibea de casarla, y la última
visita de Calisto con sus nuevos criados a la casa de su amada, interrumpida
por el alboroto de Traso, matón a quien envía Centurio,
incapaz de realizar por sí mismo la bravuconada.
Este alboroto obliga a Calisto a auxiliar a sus criados y cae de la
tapia para morir.
Los añadidos parecen obra de Fernando de Rojas, pero el primer
ejemplar de la
Tragicomedia resulta una traducción italiana de 1506. En castellano
se lee en
Zaragoza, 1507, texto que hoy ofrece una lectura completa.
Se creía que la versión más próxima al
original era la de Valencia, 1514, que se ha editado más frecuentemente.
En Toledo, 1526 aparece, entre los actos XVIII y XIX, el Auto de Traso,
ajeno a Fernando de Rojas. Ya entramos en una maraña de traducciones,
adaptaciones, continuaciones, versificaciones, latinizaciones,
comentarios, prohibiciones... La obra formaba parte de la literatura
universal.
Tragicomedia
de calisto y Melibea(Valencia, 1514)
En 1990 se da a conocer el fragmento de una versión manuscrita
que, aunque
catalogada, estaba desatendida en la Biblioteca del Palacio Real de
Madrid.
Este inicio de la Comedia se copió en la segunda mitad del siglo
XVI, pero sus lecturas permiten conjeturar una versión anterior
a la del impreso burgalés de 1499.
Según los versos acrósticos de l500,
el autor era Fernando de Rojas,
natural de Puebla de Montalbán (Toledo).
Debió nacer entre 1473-6 y estudiar leyes en Salamanca en 1488.
Por esos mismos versos sabemos que era bachiller en Derecho ya en 1500.
Se establece como jurista en Talavera de la Reina, y casa con una mujer
que, como él, pertenecía a una familia de conversos del
judaísmo, sin que, aparentemente, esto le supusiera ningún
rechazo social. Tuvo siete hijos y fue Alcalde de Talavera en 1538. Murió
en 1541 y, a juzgar por su testamento, gozó de buena posición
social y económica.
Por su origen converso, se le supuso acosado en su época, hostil
a los cristianos
nuevos, pero su vida parece discurrir plácidamente entre propiedades
y
prosperidades.
En los preliminares de la edición de 1500
explicaba Fernando de Rojas cómo,
encontrando en Salamanca el inicio de esta obra
anónima, le dio fin en quince días de vacaciones. En los
versos acrósticos de la Tragicomedia sugiere los nombres de
Rodrigo Cota o Juan de Mena, como referencia literaria. Serían
autores poco
probables de este primer acto.
Aceptamos dos autores de La Celestina, a juzgar por las fuentes de sus
respectivas partes. Destaca en la primera parte Petrarca con su obra,
de inspiración
senequista, De remediis utriusque fortunae.
Ignoramos, además, su género. Aunque actualmente se
ha representado en teatro, la dificultad para hacerlo es evidente.
Desde fines del siglo XIV se desarrolla en Italia la comedia humanística,
inaugurada por Paulus (1390) de Pier Paolo Vergerio, semejante a nuestra
obra. La Celestina enlaza con este teatro en latín, de colegios
y universidades, que, en España perdura hasta comienzos del siglo
XVII.
Quizá La Celestina siga el teatro para declamar entre estudiantes
más que
la representación dramática.
Sorprende la intencionalidad del autor. Recordamos sus palabras, según
las cuales, advierte sobre las maldades de criados y alcahuetas y sus
efectos sobre quienes las siguen. Esta moraleja resulta hipócrita
para quienes ven en La Celestina la angustia vital propia del converso.
También se apunta que nuestra obra es caricatura y parodia de
la ficción
sentimental, género muy leído en la época, cuya
falsedad denuncia. Quizá la
intención del autor esté en una mezcla de estas posibilidades.
Sus personajes
han despertado gran interés. Celestina desplazó pronto
a Calisto y Melibea como protagonista. Su carácter híbrido
la hacía interesante: maneja los hilos de la acción, coordina
a amantes y criados y tensa la trama hasta pagar con su vida su vicio.
Es la primera víctima de la obra y de sus pupilas llega la muerte
de Calisto.
Calisto y Melibea representan la pasión descontrolada y destructiva.
No dominan sus actos y viven ajenos a la razón. El matrimonio
no es para ellos una posibilidad, ante el goce que anhelan de sí
mismos.
Sus criados, Pármeno y Sempronio, igual que Elicia y Areusa,
pupilas de
Celestina, son torpes y materiales. No ven más allá del
beneficio inmediato ni
calculan las consecuencias de sus actos. Los padres de Melibea, Alisa
y Pleberio, ignoran la realidad y pagan caro su error.
Observamos que, a diferencia de obras como Lazarillo de Tormes o Don
Quijote de la Mancha, en La Celestina no encontramos personajes amables
ni
dignos de respeto, salvo Pleberio. Por el contrario, presentan una dinámica
de
intereses y materialidades que impiden la simpatía del lector
o la justificación de
sus actos. ¿Proyectó en ellos Fernando de Rojas conflictos
interiores?
La erudición y fuentes
de La Celestina pueden seguirse combinando su lectura
con el catálogo de libros del autor que figura en su testamento.
Aproximadamente la mitad de su biblioteca está compuesta por
libros de leyes. La
otra mitad sería literatura de entretenimiento.
Fernando de Rojas conocería la comedia elegiaca medieval, en
que la dama,
convencida por la alcahueta, termina casándose con el galán.
También la comedia
humanística latina de Universidades y colegios, que reflejaba
situaciones próximas a
nuestra obra. Sumemos a esto lecturas de la biblioteca de nuestro autor:
Las Epístolas a Lucilio de Séneca ocupan un lugar privilegiado
en ella, pues La Celestina está cuajada de sentencias de este
autor, y, quizá inspirada en alguna de sus tragedias, como Las
Troyanas. Boecio con su Consolación de Filosofía figura
en sus escritos y entre sus libros.
No podían faltar Petrarca y Boccaccio en su obra ni en su biblioteca,
aunque De Remediis utriusque fortunae no figura en ésta y sí
en aquélla.
De los dramáticos latinos se recuerda a Terencio, y en la biblioteca
de Rojas figura el Anfitrión de Plauto.
La Biblia -Proverbios, Eclesiastés o el Nuevo Testamento- quizá
se muestre
indirectamente, a partir de autores como Petrarca.
Más de la mitad de sus fuentes serían proverbios o frases
folclóricas, como las que
recogen libros eruditos, a modo de filosofía popular.
De este rico y complejo mosaico y de un indiscutible talento personal
surgirá La
Celestina.
Su éxito
se compara al de Amadís de Gaula y pronto aparecen las imitaciones.
Dejando a un lado las adiciones en las Celestinas del siglo XVI, veremos
las obras
originales basadas en ella:
Hacia 1520 se imprime la Comedia Thebaida, en la que Berintho consigue
el amor de Cantaflua con la intercesión de Franquila, de quien
se enamora Aminthas y con la presencia de la alcahueta Veturia, que
cierra la obra. Las escenas cómicas predominan en ella. Se encuadernó
con la Comedia Hipólita y la Comedia Seraphina, todas ellas en
la línea celestinesca.
La imitación más popular sería la Segunda comedia
de Celestina (1534) de Feliciano de Silva (Ciudad Rodrigo, 1491-1554),
escritor de novelas de caballerías.
Narra los amores de Felides y Polandria, dirigidos por Celestina, que
simuló morir a manos de Pármeno y Sempronio y fue recogida
por cierto Arcipreste para
resucitar ahora. Conocemos el ambiente de los criados: Elicia y Areusa,
Centurio, etc., que hablan sobre Calixto y Melibea. Termina con las
bodas de los amantes y de dos criados suyos, más ejemplares que
sus amos.
Existe una Tercera celestina y La hija de Celestina, de Salas Barbadillo;
unas imitaciones como La lozana andaluza; unas comedias como la Himenea
de Torres Naharro, hasta La Dorotea o El Caballero de Olmedo de Lope
de Vega.
Celestina.
Picasso (1904).
Ya ningún escritor podría componer sin haber leído
La Celestina.