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Juan Ramón Jiménez
Antología
poética
Selectividad
2006-07
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1.-
Arias tristes |
(1902-03) |
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Paisaje dulce:
está el campo
todo cubierto de niebla;
ya se han ido lentamente
los rebaños a la aldea.
Es un paisaje sin voces,
triste paisaje que sueña,
con sus álamos de humos
y sus brumosas riberas.
Voy por el camino antiguo
lleno de ramaje y yerba,
sin pisadas, con aroma
de cosas vagas y viejas.
Paisaje velado y lánguido
de bruma, nostalgia y pena;
cielo gris, árboles secos,
agua parada, voz muerta.
Sobre los álamos
blancos
de la dormida ribera,
una luna rosa y triste
va subiendo entre la niebla.
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2.-
Arias tristes |
(1902-03) |
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Viene una música
lánguida,
no sé de dónde, en el aire.
Da la una. Me he asomado
para ver qué tiene el parque.
La luna, la dulce luna,
tiñe de blanco los árboles,
y, entre las ramas, la fuente
alza su hilo de diamante.
En silencio, las estrellas
tiemblan; lejos, el paisaje
mueve luces melancólicas,
ladridos y largos ayes.
Otro reló da la
una.
Desvela mirar el parque
lleno de almas, a la música
triste que viene en el aire.
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3.-
Jardines lejanos |
(1903-04) |
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Se está
muriendo el otoño
sueño y frío, llanto y niebla;
mi rosal siente floridas
nostalgias de primavera.
¿Cuándo habrá
aroma en el aire?
De una ventana entreabierta
viene el aria de un piano
llorando antiguas tristezas.
El jardín de mi
adorada
está lleno de hojas secas;
los árboles no se mueven,
nadie pasa por las sendas.
Es un silencio de parques
olvidados; huele a tierra
de cementerio, y se oye
la lluvia en la fronda muerta.
Y a la triste claridad
de la luna amarillenta,
un ruiseñor llora dulces
preludios entre la niebla.
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4.-
Pastorales |
(1903-05) |
Los dos
poemas que siguen son un ejemplo de las revisiones que realiza el autor
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(El
poeta ha muerto)
El sol dorará las hojas,
dará diamantes al río,
hará un canto de oro y risa,
con el viento, por los pinos
Llenos
los labios de rosas,
saldrán al jardín los niños,
roto el oro de sus sueños
de vírjenes y de lirios
El
que lleve la tristeza
por el polvo del camino,
verá mariposas blancas
y cristales de rocío.
Buenos días. Buenos
días.
Tú, pueblo alegre y florido,
te irás llenando de sol,
de humo blanco, de humo blanco,
de campanas y de idilios...
Cuando
venga el mediodía,
habrá paz. Entre los pinos
cantará un pájaro
y todo
será mudo y amarillo.
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(EL
POETA HA MUERTO EN EL CAMPO)
El sol dorará las hojas,
dará diamantes el río,
hará un canto de oro y risa,
con el viento, por los pinos.
Llenos los labios de rosas,
saldrán al jardín los niños,
roto el aro de sus sueños
de vírjenes y de lirios.
Quien lleve la nueva triste
por el polvo del camino,
verá mariposas blancas
y cristales de rocío:
María
con Dios
¡Buen día!...
Tú, pueblo alegre y florido,
te irás llenando de sol,
de humo blanco, de humo azul,
de campanas y de idilio.
Irá
todo al mediodía,
en paz y amor... Por los pinos
cantará un pájaro
y todo
será mudo y amarillo.
(En la Segunda Antología Poética.
1898-1918)
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5.-
Elejías |
(1907-08) |
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¡Infancia!
¡Campo verde, campanario, palmera,
mirador de colores; sol, vaga mariposa
que colgabas a la tarde de primavera,
en el cenit azul, una caricia rosa!
¡Jardín cerrado,
en donde un pájaro cantaba
por el verdor teñido de melodiosos oros;
brisa suave y fresca, en la que me llegaba
la música lejana de la plaza de toros!
...Antes de la amargura
sin nombre del fracaso
que engalanó de luto mi corazón doliente,
ruiseñor niño, amé, en la tarde de raso,
el silencio de todos o la voz de la fuente.
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6.-
Poemas agrestes |
(1910-11) |
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El viaje
definitivo
Y
yo me iré. Y se quedarán los pájaros
cantando;
y se quedará mi huerto, con su verde árbol,
y con su pozo blanco.
Todas
la tardes, el cielo será azul y plácido;
y tocarán, como esta tarde están tocando,
las campanas del campanario.
Se
morirán aquellos que me amaron;
y el pueblo se hará nuevo cada año;
y en el rincón aquel de mi huerto florido y encalado,
mi espíritu errará, nostáljico
Y
yo me iré; y estaré solo, sin hogar, sin árbol
verde, sin pozo blanco,
sin cielo azul y plácido
Y se quedarán los pájaros cantando.
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7.- Melancolía |
(1910-11) |
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Anhelo estéril
Fuiste como una primavera
sana,
radiante de pureza y armonía,
en la vaga penumbra cotidiana
de aquel lejano paisaje de agonía
¿Y nunca volverá
tu adolescencia,
cándida y perdurable, a dar el brillo
de sus ojos en gracia a la demencia
de mi otoño doliente y amarillo?
¿Por qué
no será eterna la belleza?
¡Oh, tú, que deslumbrabas de hermosura
mi amor, que enfloreciste mi tristeza,
torna, otra vez, enamorada y pura!
¡Que tu reír
de niña que ya adora
trine siempre delante de mi llanto!
¡Surge, blancura tierna, cual la aurora,
coronada de sol, plena de encanto!
¡Ven: deja que tu
mano, entre las mías,
sueñe un cuento de paz
; plácida y loca,
sé como un nido eterno; que mis días
nazcan de las palabras de tu boca!
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8.- El
silencio de oro |
(1911-13) |
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Hora Inmensa
(A ÓSCAR ESPLÁ)
Sólo
turban la paz una campana, un pájaro...
Parece que los dos hablan con el ocaso.
Es de oro el silencio. La tarde es
de cristales.
Mece los frescos árboles una pureza errante.
Y, más allá de todo, se sueña un río límpido
que atropellando perlas, huye hacia lo infinito...
¡Soledad! ¡Soledad! Todo
es claro y callado...
Sólo turban la paz una campana, un pájaro...
El amor vive lejos... sereno, indiferente,
el corazón es libre. Ni está triste, ni alegre.
Lo distraen colores, brisas, cantos, perfumes...
Nada como en un lago de sentimiento inmune...
Sólo turban la paz una campana,
un pájaro...
¡Parece que lo eterno se coje con la mano!
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9.- Monumento
de amor |
(1913-1916) |
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Zenobia
Me he convertido a tu cariño
puro
Como un ateo a Dios.
¿Lo
otro, qué vale?
Como un pasado oscuro y andrajoso
puede todo borrarse.
¡Borrarse, sí!
Las rimas bellas
que no cantan tu amor; sus matinales
alegrías sin ti; sus tardes líricas
en cuya paz no me miraste;
las noches cuya clara luna llena
no deslumbró tu candoroso ánjel.
El cielo de tu gracia
será el comienzo y el final. En balde
quieren los lobos asaltar la cerca
en donde tus ovejas blancas pacen.
No quiero más que un oro y es el oro
que emanan tus sentidos inmortales.
¡Sólo tú, sólo tú! Sí, sólo
tú.
Yo no he nacido, ni he
de morir. Ni antes
ni después era nada, ni sería
nada yo sino en ti.
Y
los rosales
que has colgado en mi alma ¡con qué encanto!
a ese sol viejo y nuevo me entreabren
sus rosas en que el cielo se repite
cándido y múltiple en sus cálices.
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10.-
Sonetos espirituales |
(1914-15) |
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Retorno
fugaz
¿Cómo era, Dios mío, cómo
era?
¡Oh, corazón falaz, mente indecisa!
¿Era como el paisaje de la brisa?
¿Como la huida de la primavera?
Tan leve, tan voluble, tan lijera
cual estival vilano... ¡Sí! Imprecisa
como sonrisa que se pierde en risa...
¡Vana en el aire, igual que una bandera!
¡Bandera, sonreír, vilano, alada
primavera de junio, brisa pura!...
¡Qué loco fue tu carnaval, qué triste!
Todo tu cambiar trocóse en nada
¡memoria, ciega abeja de amargura!
¡No sé cómo eras, yo que sé que fuiste!
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11.- Diario
de un poeta reciéncasado |
(1916) |
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Soledad
(1
de febrero)
En ti estás todo, mar, y sin embargo,
¡qué sin ti estás, qué solo,
qué lejos, siempre, de ti mismo!
Abierto en mil heridas, cada instante,
cual mi frente,
tus olas van, como mis pensamientos,
y vienen, van y vienen,
besándose, apartándose,
en un eterno conocerse,
mar, y desconocerse.
Eres tú, y no lo sabes,
tu corazón te late, y no lo siente
¡Qué plenitud de soledad, mar solo!
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12 .-
Diario de un poeta reciéncasado |
(1916) |
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Nocturno
(14
de junio)
Tan inmenso que es, ¡oh mar!, el cielo,
como es el mismo en todas partes,
puede el alma creerlo tan pequeño
Enclavado a lo eterno eternamente
por las mismas estrellas,
¡qué tranquilos sentimos, a su amparo,
el corazón, como en el sentimiento
de una noche, que siendo sólo nuestra madre,
fuera el mundo!
¡Qué refujiados nos sentimos
bajo su breve infinidad definitiva! |
13.- Eternidades
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(1916-17) |
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¡Inteligencia, dame
el nombre exacto de las cosas!
Que mi palabra sea
la cosa misma
creada por mi alma nuevamente.
Que por mí vayan todos
los que no las conocen, a las cosas;
que por mí vayan todos
los que ya las olvidan, a las cosas;
que por mí vayan todos
los mismos que las aman, a las cosas
¡Inteligencia, dame
el nombre exacto, y tuyo,
y suyo, y mío, de las cosas!
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14.-
Eternidades
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(1916-17) |
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Vino, primero pura,
vestida de inocencia;
y la amé como un niño.
Luego se fue vistiendo
de no sé qué ropajes;
y la fui odiando, sin saberlo.
Llegó a ser una
reina,
fastuosa de tesoros...
¡Qué iracundia de yel y sin sentido!
Mas se fue desnudando
y yo le sonreía.
Se quedó con la
túnica
de su inocencia antigua.
Creí de nuevo en ella.
Y se quitó la túnica
y apareció desnuda toda.
¡Oh pasión de mi vida, poesía
desnuda, mía para siempre!
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15 .-
Piedra y cielo |
(1917-18) |
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El
poema
¡No le toques ya
más,
que así es la rosa!
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16.- Poesía |
(1923) |
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¡Amor!
Todas las rosas son la misma rosa,
¡amor!, la única rosa;
y todo queda contenido en ella,
breve imajen del mundo,
¡amor!, la única rosa.
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17.- Belleza |
(1923) |
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¡Esta vida, que amo
más que mi vida movimiento,
dentro de mí, de un yo inmortal, más yo
que yo ; que me hace
sombra y olvido; que me hace
afán y luz!
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18.- La
estación total |
(1946) |
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MENSAJERA DE LA ESTACIÓN
TOTAL
Todas las frutas eran de
su cuerpo,
las flores todas, de su alma.
Y venía, y venía
entre las hojas verdes, rojas, cobres,
por los caminos todos
de cuyo fin con árboles desnudos
pasados en su fin a otro verdor,
ella había salido
y eran su casa llena natural.
¿Y a qué
venía, a qué venía?
Venía sólo a no acabar,
a perseguir en sí toda la luz,
a iluminar en sí toda la vida
con forma verdadera y suficiente.
Era lo elemental más
apretado
en redondez esbelta y elejida:
agua y fuego con tierra y aire,
cinta ideal de suma gracia,
combinación y metamórfosis.
Espejo de iris májico
de sí,
que viese lo de fuera desde fuera
y desde dentro lo de dentro;
la delicada y fuerte realidad
de la imajen completa.
Mensajera de le estación total,
todo se hacía vista en ella.
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19.-
La estación total
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(1946) |
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El otoñado
Estoy completo de naturaleza,
en plena tarde de áurea madurez,
alto viento en lo verde traspasado.
Rico fruto recóndito, contengo
lo grande elemental en mí (la tierra,
el fuego, el agua, el aire), el infinito.
Chorreo luz: doro el lugar
oscuro,
transmino olor: la sombra huele a dios,
emano son: lo amplio es honda música,
filtro sabor: la mole bebe mi alma,
deleito el tacto de la soledad.
Soy tesoro supremo, desasido,
con densa redondez de limpio iris,
del seno de la acción. Y lo soy todo.
Lo todo que es el colmo de la nada,
el todo que se basta y es servido
de lo que todavía es ambición.
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20.-
Animal de fondo |
(1949) |
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El nombre conseguido
de los nombres
Si yo, por ti, he creado
un mundo para ti,
dios, tú tenías seguro que venir a él,
y tú has venido a él, a mí seguro,
porque mi mundo todo era mi esperanza.
Yo he acumulado mi esperanza
en lengua, en nombre hablado, en nombre escrito;
a todo yo le había puesto nombre
y tú has tomado el puesto
de toda esta nombradía.
Ahora puedo yo detener
ya mi movimiento,
como la llama se detiene en ascua roja
con resplandor de aire inflamado azul,
en el ascua de mi perpetuo estar y ser;
ahora yo soy ya mi mar paralizado,
el mar que yo decía, mas no duro,
paralizado en olas de conciencia en luz
y vivas hacia arriba todas, hacia arriba.
Todos los nombres que yo
puse
al universo que por ti me recreaba yo,
se me están convirtiendo en uno y en un
dios.
El dios que es siempre
al fin,
el dios creado y recreado y recreado
por gracia y sin esfuerzo.
El Dios. El nombre conseguido de los nombres.
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