El Plan Cerdà


Con el fin de ensanchar Barcelona, el ayuntamiento nombró en 1859 una comisión especial, que convocó un concurso de proyectos. A pesar de que lo ganó el presentado por el arquitecto Rovira y Tries, una Real Orden del Ministerio del Fomento aprobó el proyecto de Ildefonso Cerdà, ingeniero de caminos que, hacía unos años, había alzado el plano topográfico del Llano de Barcelona y era autor de un detallado estudio demográfico y urbanístico de la ciudad.

Su Plan proponía un ensanche ilimitado que se extendía entre Montjuïc y el Besós, a partir de un trazado octogonal, constituido por calles rectilíneas de 20 metros de anchura, orientadas en dirección NO-SE, cortadas por otras en dirección SO-NE, paralelas a la costa y a la sierra de Collserola. De esta manera quedaban delimitadas unas manzanas cuadradas urbanizables de 113,3 metros de lado. Dentro de la trama destacaban cinco vías más anchas, cuyos cruces  daban lugar a grandes plazas.

El proyecto preveía la edificación de las manzanas sólo en dos de los lados, generalmente los opuestos. El resto estaba pensado para jardines y espacios libres. Los edificios tenían que tener una altura máxima de 16 metros y una profundidad edificable de 10 a 20 metros. Con el fin de asegurarles sol y ventilación, las habitaciones daban directamente al exterior. Los interiores de las manzanas tenían que estar ajardinados. Con ello se buscaba convertir Barcelona en una ciudad jardín.

Cada barrio tenía que disponer de un centro cívico, con jardín de infancia, escuela, iglesia y asilo. Y cada distrito, un mercado; y cada sector, un parque. Cerdà también pensó en un parque arbolado cerca del Besós y un hipódromo. Dentro de la trama urbana situaba instalaciones de tipo administrativo e industrial, y fuera del ensanche habría un cementerio, hospitales y un matadero.
Una ciudad concebida, pues -por un hombre que simpatizaba con el socialismo humanista-, como un organismo social e igualitario. La aprobación de su Plan causó una gran polémica que enfrentó a gobierno y ayuntamiento. Y es que los burgueses propietarios del suelo y los especuladores veían con malos ojos unos espacios tan "poco aprovechados";  sus intereses topaban con el proyecto.

A pesar de que el consistorio acabó aceptando parte del Plan, éste terminó haciéndose pero quedó mutilado en su globalidad.