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publicat a El País el 29/06/02 per Francisco Rico
Nota al pie
UNA EDICIÓN
CRÍTICA es 'la establecida sobre la base, documentada, de todos los testimonios
e indicios accesibles, con el propósito de reconstruir el texto original
o más acorde con la voluntad del autor'. En esos términos, sustancialmente
correctos, acaba de entrar la acepción en el diccionario de la Academia,
y el Lope de Barcelona y el Calderón
de Navarra vienen a ilustrarla con plenitud.
No se trata, desde luego, de trabajos aptos para todos los públicos,
cuando ni siquiera la mayoría de especialistas en literatura del Siglo
de Oro están preparados para lidiar con estemas, adiáforas o haplografías,
nociones y palabras asimismo recién estrenadas en el vocabulario académico,
como el propio nombre de la ecdótica, la disciplina que las ha acuñado.
Pero los lectores tampoco tienen por qué limitarse a los filólogos
avezados, sino que debieran incluir, por ejemplo, y en particular, a cuantos
hombres de teatro atienden a la representación de los clásicos
en nuestros escenarios: sin duda Lope y
Calderón iban a ofrecérseles página tras página
a una luz nueva.
Es el caso que, amén de ser críticas, las ediciones en cuestión
están también adecuadamente anotadas; y cuando un Lope
o un Calderón vuelven hoy a las tablas pocas cosas les dañan más
que dar los textos originales a pelo o en versiones perpetradas sin la intervención
de un experto. Porque la lengua del seiscientos está llena de trampas
y recovecos que no basta a soslayar la simple competencia en el español
moderno.
En Lope, el sencillísimo Lope, dice
una moza: 'Cuidados tiene el galán'; y responde la enamorada: 'No tendrá
los que me dan / sus pensamientos a mí'. No podría parecer más
claro... ni entenderse peor, cuenta habida de que 'sus pensamientos' no significa
'lo que él piensa', como en el castellano actual, sino 'lo que yo pienso
de él'.
Generaciones de cómicos han declamado las décimas de Segismundo
a Rosaura: 'Tú, sólo tú, has suspendido / la pasión
a mis enojos, / la suspensión a mis ojos, / la admiración a mi
oído...'. Y generaciones de espectadores han tenido que quedarse a la
luna de Valencia, pues ¿qué diantres quiere decir (una respuesta
la ha propuesto A. de la Granja) que Rosaura ha suspendido la suspensión
a los ojos de Segismundo? No es maravilla que Calderón tenga más
éxito en Alemania que en España: traducido, se le entiende todo.
Como bien anotado.
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