ARISTÓTELES, UNO Y MÚLTIPLE.
En el 367 a C, Aristóteles, que por entonces tenía diecisiete años,
llegó a Atenas para estudiar en la Academia, la escuela de Platón; hacia
ella afluían los mejores ingenios de todas las latitudes. Aristóteles
había nacido en Estagira, Macedonia; su padre había sido médico de
Amintas, rey macedonio, padre de Filipo, a quien también atendió más
tarde. Desde los tiempos de Arquelo, muerto treinta años antes,
Macedonia miraba la cultura ateniense con gran interés, incluso con
avidez. La familia real, junto con una pequeña élite de corte, habían
adoptado esta posición a la Pedro el Grande. Muchas fuerzas externas
habían contribuido a que esa actitud filohelénica tomara cuerpo. Era,
además, una opción estratégica: Macedonia no miraba a la Iliria o a los
Balcanes, sino a Grecia, cuya aceptación esperaba y a la que el audaz e
intrépido Filipo querría subyugar... Por mucho que Demóstenes protestara
contra la “grecidad” usurpada por los macedonios, se trataba de un
camino irreversible. En ese contexto, la decisión de enviar al
prometedor hijo del médico de la corte a la escuela de Platón era, para
la casa reinante en Macedonia, una inversión de futuro: Aristóteles, el
brillante adolescente, se pondría en contacto con el centro del
pensamiento más avanzado de la Grecia continental. Allí se practicaba la
ciencia desinteresa por excelencia; por eso, aquella fue un decisión
clarividente. Aristóteles fue enviado a realizar experiencias
intelectuales del rango más elevado y no a la búsqueda mezquina de una
profesión; se nutriría de aquella educación de rey para, a su regreso,
trasplantar a su país, y sobre todo a la educación del joven príncipe y
heredero del trono, los frutos de ese extraordinario aprendizaje.
Pero justamente ese mismo año Platón estaba ausente de la escuela,
ocupado por su segundo viaje a Sicilia. Entre este viaje y el tercero
transcurrieron pocos años; época tormentosa para un Platón que, en una
edad ya avanzada, afrontaba la prueba más dura de su vida. Fue este
Platón –en el umbral de la vejez y agobiado por el fracaso de la
experiencia siciliana- el que conoció Aristóteles. Éste permaneció en la
escuela platónica durante veinte años: lo que debía ser un período de
formación se convirtió en una adhesión permanente, en una opción vital,
atrapado por la fascinación que despertaba el maestro con su enseñanza
viviente. No es superfluo insistir en esta opción, en este cambio de
proyecto existencial determinado por el encuentro con el hombre al que
–como escribiría el propio Aristóteles- “los malvados no tienen ni
siquiera el derecho de elogiar”.
No fue fácil la relación entre maestro y alumno, tan inteligentes ambos
y tan distintos en sus temperamentos. Algunas fuentes hablan de una
auténtica intolerancia de Platón hacia Aristóteles, que alcanzaba
incluso a su manera de vestir y de cortarse el pelo, y de una pugna
intelectual tan sostenida por parte del discípulo que acabaría
arrastrándolos a la ruptura... Sin embargo, más allá de estas tensiones,
Platón era completamente consciente de la magnitud intelectual de aquel
joven macedonio. Comparándolo con Jenócrates, discípulo muy devoto pero
de modesta inteligencia –quien más tarde lo sucedería al frente de la
Academia-, solía comentar: “¡Penar que crié un asno (Jenócrates) para
luchar contra un caballo (Aristóteles!”.
Los ecos de la política y de la guerra no llegaban por lo general al
interior de las escuelas. Pero cuando, bajo el impulso un tanto fanático
de Demóstenes, Atenas acudió al auxilio de Olinto –asediada por Filipo,
rey de Macedonia-, sin poder evitar su capitulación, Aristóteles
comprendió que no era conveniente permanecer en Atenas. Poniendo fin a
una estancia de veinte años, se marchó a Atarneo, en Troade, en la costa
de Asia Menor, frente a Tracia y a la península Calcídica... Aristóteles
era súbdito del rey de Macedonia. Demóstenes consiguió empujar a Atenas
a la intervención; así pues, Atenas se encontraba en guerra contra
Macedonia... Era la primavera del 347. Platón aún vivía: murió
probablemente en mayo de ese año. Hasta la destrucción de Tebas por
parte de Alejandro Magno y hasta la definitiva derrota del partido de
Demóstenes, Aristóteles no volvería a pisar suelo ateniense.
Todo ello nos hace considerar errónea la relación que algunos establecen
entre la fuga de Aristóteles de Atenas con la muerte de Platón y la
ascensión de Speusipo al frente de la Academia. Tal sucesión era obvia,
dado que Speusipo era pariente del maestro, y garantizaba además, entre
otras cosas, la continuidad de la posesión del terreno sobre el que se
levantaba la escuela. Por otra parte, Speusipo era el discípulo más
cercano a los intereses filosóficos del último Platón. Aristóteles ni
siquiera era ciudadano de Atenas, sino súbdito macedonio, y por tanto no
podía en ningún caso aspirar a suceder a Platón.
La decisión de Aristóteles fue de orden político. Bajo el gobierno de
Demóstenes, el filósofo macedonio se sentía amenazado. Seguramente se
sospechaba de él, y era espiado por los fanáticos antimacedonios del
llamado “partido patriótico”. Años después, Demócares, sobrino de
Demóstenes y su heredero político, declaró que, en su tiempo, se había
interceptado cartas de Aristóteles de las que se infería su papel entre
los agentes al servicio de Macedonia. No deja de ser cierto que un
observador atento hubiera podido preguntarse por qué, en lugar de
regresar a Macedonia, Aristóteles se estableció en un sitio tan
estratégico como Atarneo.
Una vez instalado en Asia, Aristóteles fundó una escuela, o un cenáculo
filosófico, que hubiera podido pasar por una delegación de la escuela
platónica. De hecho, junto con él llegaron a Atarneo –donde se acogieron
a la protección de Hermias, el dinasta local- otros dos platónicos:
Erasto y Corisco. Hecho que no salió a la luz hasta principios del siglo
XX, cuando se descubrió un papiro egipcio que contenía una buena parte
del comentario de Dídimo de Alejandría a Demóstenes. Una vez más, los
caminos de Demóstenes y los de Aristóteles se cruzaron. En ese papiro,
Dídimo aporta un dato muy interesante: que fue Hermias quien solicitó a
los tres –Aristóteles, Erasto y Corisco- que se instalaran en su ciudad.
Hermias: Agente macedonia que trama contra el Gran Rey persa, para la
que Filipo se venía preparando desde hacía tiempo. Fue detenido por el
sátrapa al servicio del rey de Persia, Arresto. Hermias fou torturado.
Demóstenes supo que Hermias era un agente macedonio en territorio persa.
Hermias: espía, dado que Hermias era, oficialmente, un dinasta protegido
por el rey de Persia y tenía su sede en el territorio del reino persa;
pero, secretamente, trabaja para Filipo... El Gran Rey persa tenía
también hombres a su servicio: uno de los nombres que aparecían en su
libro de cuentas es el del propio Demóstenes... (Demóstenes también
recibía dinero de Persia) ... Podemos conjeturar por este motivo que
Hermias había infiltrado a hombres a su servicio en la escuela de Platón;
estos pasaron a formar parte del círculo de allegados a Aristóteles,
bajo la intachable estrategia de convertirse en discípulos de aquella
escuela en la que todo sucedía en secreto, a espaldas de los ojos de la
ciudad.... Ahora comprendemos por qué, apenas Demóstenes subió al poder,
aquél se alejó de Atenas con sus dos condiscípulos, para instalarse los
tres en Axos, cerca de Atarneo, donde prosiguieron (¡hasta límites casi
increíbles!) las investigaciones que venían llevando a cabo en la
Academia. Unos años más tarde, Aristóteles fue convocado a Macedonia
como preceptor de Alejandro, hijo de Filipo. ¿Qué mejor estratagema para
encubrir a un intermediario de alto rango, al hijo del médico de Filipo,
que ésta, la de hacerse llamar a la corte con el objeto de convertirse
en preceptor del heredero? ¿Acaso su estancia en Grecia no había hecho
de él uno de los más renombrados sabios de su tiempo? Lo cual lo
convertía, en el preceptor ideal para el ambicioso heredero de un
soberano muy ambicioso.
Aristóteles trabó una profunda amistad con Hermias. Además de casarse
con Pitias, hermana (o quizá sobrina) de éste, tenía en alto valor su
inteligencia.... Cuando Hermias, mediante tortura es crucificado dice:
“Anunciad a mis amigos y compañeros que no he hecho nada que no
conviniera a la filosofía y a la dignidad”. Significado: Para Hermias,
que secretamente secundaba a Filipo en la preparación de la guerra
contra Pesia, aquello por lo que inmolaba su vida era la causa por
excelencia, era un nuevo capítulo en la larga lucha contra los persas,
una cuestión siempre candente para los griegos de Asia... Hermias tenía
fundados motivos para creer que moría por una gran causa. Se trataba de
modificar la conciencia griega, puesto que ofrecía una alternativa al
estrecho punto de vista que impregnaba incluso los discursos de
Demóstenes, en la peor tradición de la lucha por la hegemonía contra
Esparta: la Grecia de Demóstenes no sea la única Grecia posible y por
eso Aristóteles reconoce el carácter virtuoso de la causa por la que
muere Hermias.
Algunos meses antes de Queronea, en la primavera del 338, había muerto
Speusipo, y la Academia se había visto abocada al problema de la
sucesión. Es significativo el hecho de que el nombre de Aristóteles
figurara entre aquellos que se barajaron. Habida cuenta de las
circunstancias, es un signo de independencia respecto al poder político,
que en aquel momento estaba en manos de Demóstenes, empeñado en una
espasmódica campaña bélica. Era prácticamente impensable que Aristóteles,
de haber sido elegido, aceptase volver a Atenas justo en el momento en
que sus tratos con Filipo habían sido ya denunciados y la ciudad, presa
de uno de sus recurrentes raptos de megalomanía, se preparaba para la
guerra contra Macedonia. De todas formas, el elegido fue el viejo y
opaco Jenócrates, cuyas ideas debían de ser bastante cercanas al
“patriotismo” de Demóstenes (y es posible que ésta haya sido la
principal causa de su elección)...
Después de Queronea, Filipo tuvo que afrontar una situación inédita. La
irreflexiva política de Demóstenes, que acabó en desastre, impulsó al
rey de Macedonia a asumir, abierta y decididamente, un rol hegemónico en
la Grecia continental. Sin aquella improvisada coalición que se había
esfumado en Queronea, la situación hubiera sido probablemente muy
distinta. Pero ahora las prioridades políticas y militares se invertían:
antes de retomar el propósito principal de la campaña contra Persia, se
hacía necesario dar un orden nuevo y estable al mundo de las ciudades
griegas. Se hallaba éste en un estado más turbulento del previsto, y era
necesario erradicar de él la posibilidad de que se crearan problemas a
espaldas del ejército macedonio, que en cualquier momento debería
embarcarse para luchar en Asia. Por eso se optó por impulsar una gran
reconciliación con Atenas –como consecuencia de la cual Demóstenes pudo
conservar el poder- y, al mismo tiempo, dar nuevo aliento a la alianza
panhelénica, pero ahora con Filipo en posición central.
Filipo tenía la ventaja, tantas veces envidiada por Demóstenes, de poder
decidir por sí mismo y de manera expeditiva, sin la pesada maquinaria
del asamblearismo democrático. Su poder centralizado y autocrático
suponía, tanto en épocas de guerra como en la lid diplomática, una
enorme superioridad. En ello se escondía, sin embargo, un aspecto
negativo: los odios feroces dentro de la corte.... Después del asesinato
de Filipo, en julio del 336, Alejandro sucedía a su padre. Demóstenes y
sus aliados de las ciudades vencidas en Queronea acariciaron al
principio la ilusión de que el nuevo monarca, de apenas veinte años, no
estuviera a la altura de las circunstancias... Cuando Alejandro demostró
su poderío en la revuelta de Troya (octubre de 335), Demóstenes delegó
el mando, finalmente.
Aristóteles, viendo concluida su labor como preceptor, volvió a
establecerse en Atenas en la primavera del 334, es decir, en el preciso
momento en que Alejandro comenzaba el ataque, varias veces aplazado,
contra el Gran Rey de Persia... Demóstenes fue sucedido por Antípatro,
el hombre al que Alejandro había puesto como guardián del orden
macedonio en Grecia...Atenas seguía siendo una ciudad de gran renombre;
enseñar allí era sin duda más estimulante que hacerlo en la capital
macedonia... Y, sobre todo, Aristóteles vuelve a Atenas, porque debemos
considerar el interés de Aristóteles por la ciudad como forma política;
la reflexión política no es tan preponderante en él como lo era en
Platón, pero aun así ocupa un lugar relevante en el conjunto de su
pensamiento... En sus lecciones de política, aglutinadas en el tratado
en ocho libros que se ha conservado, se deduce que había estudiado y
hecho estudiar centenares de constituciones de diferentes ciudades,
además de las leyes y costumbres de los “bárbaros”.
Su “Estado-ideal” era una ciudad, no ciertamente librada al radicalismo
democrático, pero sí bien regida por leyes y cuyo punto de apoyo sería
la clase media propietaria. Un ideal que está lejos de identificarse con
la monarquía de sus soberanos. Aristóteles sabía claramente que esas
ciudades bien ordenadas podían gravitar en la órbita de una monarquía
hegemónica. No ignoraba tampoco que las metrópolis democráticas e
imperialistas, como había sido Atenas en sus tiempos de grandeza y como
Demóstenes la soñaba todavía, eran incompatibles con un sistema bien
ordenado, como el que había edificado Filipo tras su victoria. Lo cual
no quita que el modelo de la convergencia política seguía siendo para él
la ciudad, y que Atenas era, desde este punto de vista, un observatorio
privilegiado.
Aristóteles acabó por obtener grandes satisfacciones de su enseñanza en
Atenas. Daba clases en el Liceo, una escuela pública situada en la zona
de Apolo Licio, en la parte nordeste de la ciudad. Por entonces, el
local no era aún propiedad de la escuela; no lo sería hasta mucho más
tarde, con la concesión efectuada por Demetrio Falereo (317-307 a C)...
En torno a la figura de Aristóteles se había creado una escuela en la
que la enseñanza se apoyaba sobre una auténtica organización de las
investigaciones. Disponían no sólo de una biblioteca sino además de una
buena dotación de aparejos científicos orientada a los estudios de
historia natural. Aún de lejos, Alejandro protegía con su autoridad la
nueva institución fundada en Atenas por su antiguo maestro. El soberano
hizo publicar una orden –que ha llegado hasta nosotros- que mandaba la
movilización permanente de cazadores, pescadores y simples aficionados
para proveer a la colección naturalista de las diversas especies de
animales que, al parecer, se realizaba en el Liceo... El mismo
Aristóteles, en los libros titulados “!Investigaciones sobre los
animales”, hace numerosas referencias a informaciones provenientes de
cazadores, pecadores y pajareros.
El nexo que, a pesar de las distancias, unió a Alejandro con su maestro
quedaba personalizado en la figura de Calístenes, sobrino de Aristóteles.
Desde Babilonia, adonde había llegado como parte del séquito del
soberano vencedor, Calístenes había enviado a Aristóteles informaciones
detalladas sobre la astronomía babilónica....
La forma de actuar, y sobre todo de hablar, de su sobrino, constituían
para Aristóteles una seria preocupación, puesto que se dirigía a
Alejandro Magno en un tono de excesiva liberalidad. Aristóteles notaba
con alarma como Calístenes se mostraba indiferente a las reglas escritas
y no escritas que regían la vida de la corte... La crisis estalló cuando
la evolución de Alejandro hacia modelos impensables para la tradición
griega suscitó la reacción de su propio círculo... Alejandro dio alas al
sueño de una síntesis grecopersa en la cultura y la organización
monárquica, incluso en lo biológico, a través de la política de
matrimonios mixtos ¿Soñaba en verdad con el ser el sucesor del Gran Rey?...
Una conjura surgió cuando Alejandro quiso imponer a su séquito algunos
rituales propios de la corte persa, irritantes para los griegos (“la
conjura de los pajes”)... La represión de Alejandro fue feroz: los
jóvenes conjurados fueron torturados y lapidados, y el nombre de
Calístenes salió a la luz: Calístenes fue arrestado, horriblemente
mutilado, exhibido en una jaula y finalmente despedazado por un león....
En la tradición griega, y más tarde en la romana, la muerte de
Calístenes se convirtió en un emblema indeleble de los crímenes del
poder contra la filosofía.... Calístenes hizo de su propia persona un
eterno acto de acusación contra Alejandro.
Por otra parte, la ejecución de Calístenes (327 a C) marcó, para
Alejandro, una ruptura irreparable con Aristóteles... Calístenes había
muerto por mano de Alejandro, de la misma forma que Hermias había sido
ejecutado por el Gran Rey de Persia. Era la trágica ocasión para un
personal ajuste de cuentas, y en ello radicaba quizás la más grande
desilusión: la de ver cómo se desvirtuaba la causa en la que se había
empeñado durante largos años... Aristóteles no había hecho su aportación
a la gran campaña que culminó con la derrota de la monarquía persa para
después ver cómo los mismos métodos brutales de ésta eran puestos en
práctica por el soberano de cuya órbita había formado parte...
Una tradición que perduró a lo largo de los siglos atribuye a
Aristóteles la iniciativa, culminada conexito, de envenenar a Alejandro.
Plinio el Viejo da por verdadera esta versión de los hechos. Plutarco
también le da mucho crédito. La operación se habría llevado a cabo a
través de Antíprato, un hombre que gozaba de toda la confianza por parte
de Aristóteles.El hecho irrefutable es la repentina muerte del joven
soberano, de la que todos vieron en el envenenamiento la causa más
probable.... Hubo una masacre de dignatarios sospechosos de haber
participado en la conjura contra el rey. Su círculo más íntimo, los
“compañeros” de los primeros tiempos”, ya no soportaban la política de
su jefe y tramaron su muerte. Mientras tanto, se preparaban para una
guerra feroz por la sucesión...
La muerte de Alejandro (junio del 323 a C) creó una situación muy
confusa. Mientras, sus sucesores se repartían el gigantesco botín de
Grecia. La agitación empezaba a sacudir el país. Ya no Tebas, como a la
muerte de Filipo, sino la propia Atenas se revolvía. Pero el jefe ya no
era Demóstenes, caído en desgracia al verse involucrado en la
desaparición fraudulenta de una parte del tesoro de Alejandro... Por
aquel entonces Epicuro llegba a Atenas con el fin de estudiar filosofía
en el Liceo.
Mientras, Aristóteles huyó de Atenas a principios de la primavera del
322 ¿Cómo hubiera podido quedarse allí cuando la ciudad, nuevamente en
manos de Demóstenes y del aún más radical Hipérides, estaba en guerra
contra Antípatro? Su situación era insostenible A los sesenta y dos años
dejó una escuela prestigiosa, un mundo de amigos y discípulos y se
retiró a Calcis, en Eubea, exactamente frente al Ática, pero bajo
control macedonio... La elección de Calcis como lugar de refugio parece
demostrar que Aristóteles creía que la guerra “patriótica” contra los
macedonios sería breve. Parece claro que pensaba volver a Atenas apenas
Antípatro hubiera derrotado a aquellos fanáticos politicastros que se
afanaban en jugar a la guerra.... Pero Aristóteles no se movió:
permaneció en Calcis. ¿Por qué? Probablemente porque la caótica
situación determinada por el conflicto tardaría en volver a la
normalidad...
La muerte de Aristóteles también está envuelta en el misterio. Algunas
fuentes apuntan al envenenamiento.. En ese caso debemos preguntarnos
quién estaba detrás del asesinato, ¿fueron los atenienses, exasperados
por la derrota y encolerizados por no haber podido someterlo a juicio, o
bien los macedonios, que buscaban “vengar” la muerte de Alejandro?
Lo sucedió Teofrastro, que dirigió la escuela durante muchos años (murió
en el 286 a C). El hecho positivo fue la protección acordaba a la
escuela por Demetrio Falereo, señor de Atenas, con el apoyo macedonio,
durante el decenio 317-307 a C. Demetrio fue impuesto a los atenienses
por Casandro, hijo de Antípatro, con poderes extraordinarios y con la
precisa tarea de reformar la constitución. Como “legislador” quiso poner
en práctica el modelo de “ideal” aristotélico, que interpretó no sin
razón como una constitución “mixta” de tipo censatario. En honor al
criterio aristotélico, según el cual el primer deber político es el de
establecer la cantidad y calidad de la población, promovió úncenos de
los habitantes del Ática. De esta forma, durante cierto tiempo pareció
que sería justamente en Atenas donde se iban a materializar las
reflexiones políticas de Aristóteles. Durante el gobierno de Demetrio,
discípulo y confidente de Teofrastro, pudo mantenerse la ilusión de que
se había realizado además el sueño platónico de los
filósofos-gobernantes (o gobernantes-filósofos). Pero con la caída de
Demetrio la escena política cambió bruscamente. Teofrasto dejó de
inmediato Atenas, mientras que el partido demosténico lanzó su enésima
ofensiva, esta vez para extirpar el cuerpo extraño representado por la
escuela de filosofía, con el Liceo en primer lugar. .. La propuesta de
ley fue presentada, recién caído Demetrio (306 a C), por un tal Sófocles,
político del partido democrático y amigo de Demócares. Se trataba de un
texto muy sencillo: prohibía la enseñanza filosófica en Atenas, salvo
explícita autorización de la asamblea popular; el castigo por
contravenir esta norma sería la pena de muerte.
Un discípulo del Liceo, Filón, impugnó la ley de Sófocles argumentando
ilegalidad. Consiguió así que la asamblea la rechazara, a pesar de la
intervención de Demócares, quien, para apoyar a Sófocles, apeló una vez
más, en un durísimo discurso, a las “culpas” de Aristóteles: es decir, a
su actividad como “agente” macedonio en la época de Filipo. Ello
demuestra que si el ataque iba dirigido en general contra las escuelas
de filosofía, la de Aristóteles era el objetivo prioritario, pues era
considerada como un auténtico “nido” filomacedonio... De todas formas,
ya habían acabado los tiempos en los que los “demostinianos” mantenían
la ciudad bajo su yugo. Filón venció la causa “por ilegalidad”. Sófocles
fue condenado a pagar cinco talentos y Teofrastro pudo regresar a Atenas,
donde le fueron devueltos sus bienes y derechos. Demetrio, en cambio, ya
no regresaría. Se exilió en Egipto, adonde llevó consigo el germen
aristotélico del que nacería el Museo de Alejandría.
.......................
La enseñanza aristotélica
Aristóteles pronunciaba lecciones, y el círculo más estrecho de sus
discípulos tomaba apuntes; probablemente se producía el diálogo, y
Aristóteles tenía en cuenta o no las intervenciones de sus alumnos.
Después, el Maestro supervisaba, profundizaba o reformulaba las
sucesivas redacciones. A lo largo del tiempo, dictaba los mismos
“cursos” con nuevas formulaciones y desarrollos originales; procedió de
esta manera al menos durante trece años, del 335 al 323 aC.
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