Plató: "La República"
Itinerari de "La República". Versió Jota'O
PLATÓN. “LA
REPÚBLICA”
Apuntes Cúpula, Ed. CEAC, 1989
APUNTES BIOGRÀFICOS
Platón se fue haciendo adulto mientras experimentaba un gran hastío por
la situación política. Los dos partidos, en su opinión, se habían
conducido de forma corrupta e interesada; ninguno de los dos gobiernos
había desempeñado su función correspondiente de proteger los auténticos
intereses del pueblo. Uno de los propósitos más importantes de “La
República” es precisamente definir estos “auténticos” intereses y
entablar un debate sobre ellos.
No fueron sólo las luchas políticas las que impulsaron el desarrollo del
pensamiento de Platón. Fue también Sócrates, su gran amigo y maestro de
juventud. A Sócrates se le veía en las esquinas o en el mercado
conversando con cualquiera que quisiera prestarle oídos. Usando “el
llamado “método socrático”. Sócrates empezaba siempre haciendo preguntas
a quienes le escuchaban: ¿Qué es el autocontrol? ¿O el valor? ¿O la
justicia? Los interrogados se apresuraban a contestar con rapidez: ¿Cómo
no vamos a saber, pensaban ellos, lo que es la justicia? ¿Es que no
somos nosotros hombres justos? Pero Sócrates no tardaba en demostrarles
que ninguna de sus respuestas era satisfactoria: La verdad era que
desconocían por completo aquello que se les preguntaba. ¿Cómo, entonces,
-se pregunta Sócrates- puede llamarse un hombre a sí mismo justo si ni
siquiera sabe lo que es la justicia? Muchos atenienses soberbios, sin
embargo, se sintieron ofendidos por las palabras francas y sinceras de
Sócrates, por lo que no sorprende que éste cosechara tantos enemigos
como adeptos.
La muerte de Sócrates fue un momento crucial en la carrera de Platón.
Hasta entonces había albergado la esperanza de participar activamente en
la política ateniense, pero a partir de aquel momento dedicó su vida a
la filosofía. Según Platón, era imposible terminar con los desórdenes
civiles y la corrupción en tanto los hombres no comprendieran el
propósito de la vida y de la sociedad; y sólo la filosofía podía
propiciar esta comprensión.
En el 386 a.C. Platón fundió la Academia, donde enseñó su saber durante
el resto de su vida. El propósito principal de la Academia era ser una
escuela donde se instruyeran los filósofos-gobernantes (la educación de
éstos es uno de los temas importantes de “La República”). A la Academia
podríamos llamarla en muchos sentidos la primera universidad; sobrevivió
casi un milenio a su fundador hasta que, finalmente, fue cerrada durante
la alta Edad Media. Uno de los primeros estudiantes de la Academia, y
sin duda el más brillante de todos ellos, fue el propio discípulo de
Platón, Aristóteles. Allí estudió bajo la dirección de su maestro nada
menos que diecinueve años.
LOS DIÁLOGOS.
No ha quedado ninguna constancia de las lecciones de Platón en la
Academia. Su filosofía nos ha llegado únicamente a través de sus
Diálogos. Existen más de veinte, de duración y temática muy variada. La
mayoría de ellos son transcripciones de conversaciones reales o
imaginarias entre Sócrates y sus acompañantes. Las conversaciones se
desarrollan siguiendo siempre las directrices del método socrático. Con
mucha frecuencia nos encontramos con que el “Sócrates” de los diálogos
expone opiniones que, por motivos históricos, jamás pudo haber tenido el
verdadero Sócrates, maestro de Platón. Pero apenas importa si el que
habla es Sócrates o el mismo Platón: Lo importante es lo que se dice. Y
el hecho de que Platón pusiera sus propias palabras en boca de Sócrates
contribuye a demostrar el enorme respeto que sentía por su maestro.
LA REPÚBLICA (OBSERVACIONES
GENERALES)
“La República” es sin duda el más conocido y seguramente el mejor de
todos los diálogos platónicos. También es uno de los más extensos. No
tiene un argumento preciso. No es fácil definir en unas pocas palabras
la temática de “La República”. A grandes rasgos, se trata de un examen
de la Vida Buena. Al parecer, Platón creía que sólo se podía llevar una
vida perfecta en condiciones perfectas –es decir, viviendo en una
sociedad perfecta, en un Estado Ideal-. Así pues, para Platón la
moralidad privada y la política se hallan íntimamente relacionadas, y
una gran parte del diálogo está dedicado a describir y tratar sobre el
estado Ideal. De hecho, el título “La República” puede conducirnos a
error. Mejor sería tal vez “El Estado” o “La Sociedad Civil”, ya que
para el lector moderno la palabra “república” hace pensar que Platón se
refiere a un modo de gobierno concreto o a un tipo de constitución,
contrapuestos, por ejemplo, a la monarquía. Pero la palabra griega cuya
traducción sirve de título a este diálogo no quiere decir otra cosa que
estado o sociedad bajo el gobierno que sea. De hecho, el Estado Ideal de
Platón se parece más a una monarquía de corte ilustrado que a una
república en el sentido moderno de la palabra.
Pero la política no es el único tema estudiado en “La República”.
Extensas partes del libro se dedican al tema de la educación; una
sección se ocupa del arte y de la poesía y una parte importante y
enormemente central de este diálogo es filosofía pura o “metafísica”. En
Platón, estos temas diferentes se encuentran relacionados entre sí.
Tradicionalmente se ha venido dividiendo “La República” en diez “Libros”.
Los estudiosos subdividen los Libros, a su vez, en secciones.
LOS PERSONAJES DE
“LA REPÚBLICA”
Toda la conversación tiene lugar en casa de Céfalo, un viejo y rico
hombre de negocios ya retirado. Allí se han congregado unos doce
conocidos atenienses el día de la fiesta de la diosa Bendis.
Los principales personajes son los siguientes:
Sócrates
Céfalo
Polemarco, hijo de Céfalo
Trasímaco, sofista.
Galucón y Adimanto, hermanos mayores de Platón.
Céfalo y Polemarco aparecen sólo al principio y Trasímaco permanece
callado desde antes del final del Libro I. A partir de entonces Sócrates
y los dos hermanos de Platón continúan la discusión.
En el centro del debate está siempre Sócrates, cuyas opiniones podemos
identificar con las de Platón. Siempre está de buen humor y se muestra
inquisitivo y lleno de vitalidad. Con frecuencia resulta burlón e
irónico, sobre todo al principio del diálogo, pero en ningún momento
olvida la importancia y seriedad del tema tratado. A veces, sus
poderosos y brillantes argumentos se vuelven intrincados y complejos,
por lo que generalmente conviene leerlos una y otra vez; casi siempre se
aprende algo con cada nueva lectura. Nos puede parecer en ocasiones un
tanto injusto para con sus oponentes, y tal vez lo sea algunas veces. No
hay por qué tomar sus juicios como si de una Verdad absoluta se tratara.
Hemos de estudiarlos con mucho cuidado y decidir por nosotros mismos.
Aparte de Sócrates, Trasímaco es el único personaje claramente perfilado.
Es un Sofista, uno de entre los muchos que se autodenominaban maestros
de moral y retórica que a la sazón merodeaban por las ciudades-estado
griegas acompañados de discípulos y seguidores. A diferencia de Sócrates,
cobraban por sus servicios. La presentación de Trasímaco es
deliberadamente desfavorable. Es vanidoso y fanfarrón, y prefiere ahogar
a su público en un caudal de palabras a entrar en un debate frío y
desinteresado. No es rival para el ágil Sócrates, que consigue
ridiculizarle sin dificultad.
LA REPÚBLICA
(RESÚMENES Y COMENTARIOS)
LIBRO 1, SECCIÓN 1
Resumen
El Diálogo se abre con un amistoso debate entre Sócrates y Céfalo sobre
el tema de la vejez y la riqueza. La ventaja principal de ser rico no
consiste, dice Céfalo, en que la riqueza otorga la felicidad, pues, con
demasiada frecuencia vemos que no es así, sino en que nos ayuda a llevar
una buena vida y a hacer lo que es moralmente justo.
Comentario
Sócrates busca aquí una definición. Su pregunta es filosófica: ¿Qué
significa “hacer lo que es justo”?
LIBRO 1, SECCIÓN 2
En el curso de la discusión que sigue a continuación, Polemarco ofrece
tres definiciones distintas de “hacer lo que es justo”.
- 1. “Dar a cada uno lo que le corresponde”. Sócrates, pide seguidamente,
que se le explique.
- 2.. La justicia reside en dar a cada uno lo que para él es
“conveniente”
- 3. La postura final de Polemarco: La Justicia consiste en hacer el
bien a nuestros amigos y el mal a nuestros enemigos.
Sirviéndose de una serie de preguntas principales, Sócrates demuestra a
continuación que si aceptamos esta definición, resultará al final que la
justicia es virtualmente inútil. Según cada caso particular, habrá
siempre otra persona distinta del hombre justo que pueda beneficiar a
los amigos y perjudicial a los enemigos con mayor eficacia que aquél.
Sócrates concluye, por lo tanto, que nunca está bien o es justo hacer el
mal o causar daño a nadie.
Comentario
El método de razonamiento que Sócrates es el siguiente: Adopta
provisionalmente la definición que le propone Polemarco para demostrar a
continuación que de esa definición se derivan consecuencias que nadie
aceptaría. Las conclusiones a las que llega Sócrates, siguiendo las 3
definiciones que ha dado Polemarco, son todas negativas. No hemos de
descubierto qué es la Justicia, aunque sí hemos hallado varias cosas que
NO LO SON. Lo que realmente es dañino para el hombre no es el dolor o el
sufrimiento, sino su propia injusticia. Esta visión se acerca bastante a
la posterior doctrina cristiana.
LIBRO 1, SECCIÓN 3
Resumen
Polemarco se encuentra satisfecho con el argumento de Sócrates, pero
Trasímaco, que ha intentado interrumpir la conversación repetidas veces,
interfiere en el debate desconsideradamente. Trasímaco presenta su
propia definición: Lo que “está bien” o es “justo” es aquello que
redunda en el interés del partido más poderoso. El gobernante, el
partido más poderoso, hace las leyes en busca de sus propios intereses;
para sus súbditos, el partido más débil, lo justo es obedecer esas leyes.
Pero Sócrates demuestra con suma facilitad que la función de un
gobernante no consiste en servir sus intereses particulares, sino los
del pueblo al que gobierna. De la misma forma, la función propia e un
médico es curar a sus pacientes, y no a sí mismo, aunque cobre un
salario por hacerlo. El propósito de gobernar es
gobernar, es decir,
velar por el bienestar de los súbditos.
Comentario
El énfasis del diálogo se ha desplazado ligeramente. Comenzamos con un
debate sobre la naturaleza y la definición de la justicia, para acabar
ahora ocupándonos de la función del gobernante de un estado. Platón nos
está dando aquí un anticipo del que se convertirá en un tema central de
“La República”. En esta sección, como en muchas otras del diálogo,
Sócrates traza con frecuencia comparaciones en sus argumentos. De ahí
que a éstos se les llama con frecuencia “analógicos”.
LIBRO 1, SECCIÓN 4
Resumen
Trasímaco aquí se “descubre”. La justicia, afirma, es una virtud para
los cobardes ignorantes y los necios. Quienes llevan “buenas” vidas lo
hacen así porque no conocen otras y porque tienen miedo de obrar de otra
naturaleza. Para los hombres fuertes e inteligentes, la injusticia tiene
un valor mucho mayor.
Sócrates combate la postura de Trasímaco en tres aspectos diferentes:
1. La afirmación de que el hombre injusto es más inteligente y tiene más
conocimientos que el hombre justo.
2. La afirmación de que la injusticia es fuente de poder.
3. La afirmación de que la injusticia trae la felicidad.
1. Sócrates usa comparaciones. En medicina o en las disciplinas
musicales, por ejemplo, es sabido que siempre es el ignorante el que
intenta sobresalir por encima del experto. El hombre injusto, sí que
intenta ponerse por encima de los demás. Parece, por lo tanto, que se
asemeja más al ignorante que todo lo desconoce que al hombre inteligente
y experto.
2. La injusticia absoluta es fuente, no de fuerza, sino de caos y
desunión.
3. Todo, dice Sócrates, tiene su función. La función del ojo es ver.
Igualmente, todo tiene una “virtud”; una virtud es una cualidad por
medio de la cual las cosas desempeñan sus funciones apropiadamente. Pero
sin su virtud correspondiente no pueden las cosas desempeñar bien sus
funciones. De ahí que sin la justicia no pueda el hombre vivir bien. Y
si no puede vivir bien, no puede ser feliz. La injusticia, por lo tanto,
no trae la felicidad.
LIBRO II, SECCIÓN 5
Resumen
Trasímaco guarda ahora silencio, pero ni Glaucón ni Adimanto están
contentos con los argumentos que Sócrates les ha dado. Sócrates cree que
la Justicia es buena de la misma forma que el conocimiento y la salud
son buenos. Pero Glaucón dice que muchos discreparán de esto y
afirmarían que la justicia es buena sólo del mismo modo en que lo son
cosas como el trabajo duro y el tratamiento médico.
Hemos de tener presente que ninguna de estas opiniones pertenece en
realidad a Glaucón, quien las expone a fin de oír el parecer de Sócrates
sobre ellas.
LIBRO 2, SECCIÓN
6
Resumen
Sócrates empieza a contestar a Glaucón y Adimanto trazando una extraña
comparación. Si eres corto de vista, nos dice, y tienes dos carteles
delante de ti, uno escrito en letra pequeña y el otro en letra grande,
harías mejor en leer el que está escrito en letra grande. Pues bien, al
parecer nosotros somos cortos de vista; buscamos la cualidad de la
justicia en el hombre individual y no parece que seamos capaces de
distinguirla con claridad. Pero la justicia es una propiedad que no sólo
tienen los individuos, sino también las comunidades humanas. Y puesto
que una comunidad o un estado son más grandes que un hombre, tal vez nos
sea más fácil distinguir la propiedad que buscamos en aquéllos que en
éste. Cuando hayamos visto en qué consiste a justicia dentro del estado,
volveremos a considerar lo que es en relación al hombre. Glaucón y
Adimanto aceptan esta propuesta.
Así pues, continúa Sócrates, consideremos en primer lugar el origen del
estado. De este modo podemos distinguir qué cualidad ha de poseer para
ser un estado justo.
Las personas se reúnen para formar una comunidad, dice Sócrates, porque
en tanto individuos no son autosuficientes. Sin la cooperación son
incapaces de abastecer sus necesidades: alimento, refugio, vestido, etc.
La mejor forma y más eficaz de satisfacer estas necesidades es que cada
individuo ejerza un oficio particular. Y no hace falta decir que cada
quien posee talentos o “aptitudes” diferentes.
Pero Glaucón, llegados a este punto, exclama que la comunidad descrita
por Sócrates sólo sería buena para los cerdos, y no para los hombres.
Las necesidades materiales no bastan. Por consiguiente, dice Sócrates,
necesitaremos poetas y pintores, artistas y músicos, criados y doncellas.
También necesitaremos soldados. Nuestros soldados deben ser, pues,
profesionales; serán los “Guardianes” del estado. Dada la importantísima
función de los Guardianes, deberemos escogerles y formarles con sumo
cuidado. Tendrán que poseer fuerza física, valor y combatividad. Pero si
sólo tuvieran estas cualidades, podría suceder que se volvieran en
contra de sus conciudadanos y les atacaran. Nosotros, sin embargo, sólo
queremos que sean agresivos con los enemigos de la comunidad.
Comentario
La comparación entre el hombre y el estado es una aplicación más del
recurso favorito de Platón –el Argumento por Analogía-.
Buena parte de lo que Platón tiene que decir sobre lo que para él era un
Estado Ideal nos puede parecer extraño, cuando no equivocado e incluso
cruel. Pero hemos de recordar que nuestra época es muy distinta de la de
Platón, y debemos tener presente el ambiente de luchas políticas en el
que Platón escribía. Ahora, en la “República”, intenta imaginar un
estado en el que las luchas políticas no existieran.
Una cosa que para la mayoría de nosotros tiene hoy en día un muy alto
valor, pero que para Platón no tenía ninguno, es lo que llamamos
”libertad individual” o sencillamente “libertad”. Platón no creía en la
conveniencia de que cada hombre lleve la vida que considere oportuna.
Una de las críticas que Platón hacía e la sociedad griega contemporánea
suya era que se permitía demasiado que cada persona organizara su propia
vida. El resultado era que los hombres se volvían indisciplinados e
infelices.
A partir de este momento, el principal interés de Platón lo constituirán
los soldados, o Guardianes, como él les llama.
No son únicamente
soldados; de hecho son los jefes del estado. De ahí que Sócrates
insistía en que tengan un “temperamento filosófico”.
LIBRO II, SECCIÓN 7
Resumen
Sócrates empieza ahora una larga disquisición sobre la educación e
instrucción de los Guardianes. En primer lugar, debemos educar su mente
y su personalidad y proporcionarles una buena formación moral mientras
aún son niños. A los niños se les enseñaría sólo un cierto tipo de
historias –aquellas que son moralmente edificantes. Es decir, a nuestros
niños-Guardianes les contaremos sólo aquellas historias que ejerzan
sobre ellos un efecto moral positivo. Después de todo, el único
propósito de esta etapa de su educación es moldear su mente y su
personalidad para hacer de ellos buenos dirigentes.
Comentario
Platón creía que había demasiados mitos que justifican la maldad y la
inmoralidad. Si deseamos que nuestros hijos respeten la honradez y la
virtud, no querremos que oigan que los propios dioses cometen crímenes.
LIBRO III, SECCIÓN 8
Resumen
A continuación, Sócrates procede a discutir las
diversas clases de
música que deben escuchar los futuros Guardianes. La música griega –de
la que en realidad conocemos muy poco- se dividía en varias formas o
modos. Se pensaba que los diversos modos ejercían sobre quien los
escuchaba distintos efectos emocionales. Así, el modo lidio era “triste”
y se utilizaba para los lamentos; el modo jonio mitigaba las
preocupaciones y se utilizaba en las canciones de taberna. Sócrates se
opone a los diversos modos que cuyos efectos no son moralmente buenos.
Por la misma razón, se opone a ciertos ritmos y a algunos instrumentos
musicales.
LIBRO III, SECCIÓN 9
Resumen y Comentario
La siguiente fase de la educación de un niño es su preparación física.
Esta sección es un poco difícil de entender porque en ella Sócrates
parece estar hablando de dos cosas al mismo tiempo: por un lado, de la
preparación física de los niños, y, por otro, e la instrucción militar
de los jóvenes soldados.
LIBRO III, SECCIÓN 10
Resumen
Ahora Sócrates vuelve a ocuparse del Estado Ideal. Sócrates divide a los
Guardianes en dos grupos. Los que tienen que gobernar el estado (los
Gobernantes) y los que tienen que ayudar a los gobernantes y ejecutar
sus decisiones (los “Auxiliares”). Sólo los mejores de entre los
Guardianes pueden llegar a ser gobernantes. Deben tener también una edad
más avanzada, puesto que necesitan abundante experiencia y sabiduría;
han de ser muy inteligentes y capaces y deben tener siempre presente el
interés de la comunidad. De hecho, todos sus actos y todos sus esfuerzos
han de ir dirigidos al bien de la comunidad en su conjunto. Esto quiere
decir que no han de ser susceptibles al soborno o a la propaganda y que
mientras son jóvenes han de superar pruebas que demuestran su capacidad
para resistir estas formas de corrupción.
Por consiguiente, nuestro estado está constituido por tres clases de
ciudadanos: los gobernantes, los auxiliares y los artesanos. La última
de estas tres categorías, la de los “artesanos”, incluye a todos
aquellos ciudadanos que no participan en el gobierno o la protección del
estado; los médicos, los agricultores y los albañiles son todos “artesanos”,
que desempeñan un trabajo necesario para la sociedad.
Sócrates nos plantea ahora una pregunta importante: ¿Cómo podemos estar
seguros de que estas tres clases no interferirán entre sí, destruyendo
de esta forma la necesaria armonía y unidad del estado? Pues bien, nos
dice Sócrates, existe una técnica que sirve para reducir a un mínimo las
luchas intestinas y las discordias y para garantizar la estabilidad de
la comunidad. Sócrates propone que todos los ciudadanos, también los
gobernantes, crean en un mito, una “mentira grandiosa y noble” que sirva
para que todos estén contentos con sus respectivos puestos en la vida.
Esta mentira grandiosa se denomina el Mito de los Metales.
Según este mito, todos los ciudadanos son hermanos y todos han sido
creados por los dioses a partir del mismo origen. Sin embargo, algunos
de entre los ciudadanos (los gobernantes) llevan oro en sus venas; otros
(los auxiliares) llevan plata, mientras que el resto están hechos a base
de hierro y bronce. Lo normal, continúa la historia, es que los padres
“de oro” tengan hijos “de oro”, los padres “de plata” hijos de plata,
etc.. Pero a veces a unos padres de oro les nace un hijo de plata, o a
unos padres de plata les nace un hijo de oro. Si esto sucediera, es
preciso que el niño abandone la clase de sus padres y pase a formar
parte de la clase a la que en realidad pertenece.
La educación que los Guardianes han recibido impedirá hasta cierto punto
que se corrompan y o que lleguen a maltratar a sus conciudadanos. Pero
hay que tomas unas pocas precauciones más para el caso de que los
Guardianes sintieran la tentación de aprovecharse de la superioridad de
su fuerza y su inteligencia y se convirtieran en tiranos en lugar de
gobernantes. Deben vivir y comer juntos como los soldados y, más allá de
lo estrictamente indispensable, no han de tener propiedades particulares
ni dinero alguno. De esta forma, habremos erradicado la posibilidad de
envidias personales entre ellos. Y su alimentación y vestido correrán a
cargo del resto de los ciudadanos, quienes les suministrarán ambas cosas
a cambio de las tareas que desempeñan en calidad de Guardianes.
Comentario
El estado de Platón, por ejemplo, no se parece a una sociedad feudal, en
la que toda la riqueza y el poder residen en los señores y amos,
mientras que los demás son en la práctica esclavos. Parece ser que a los
Guardianes les está vedado el disfrute de cualquier tipo de vida
privada.
La diferencia entre las clases no es una cuestión de privilegios, sino
una cuestión de función.
Tal y como nos refiere el Mito de los Metales, es posible desplazarse de
una clase a otra. Platón reconoce la posibilidad de que el hijo de un
artesano, por poner un ejemplo, posea el talento y las aptitudes
necesarias para convertirse en un gobernante, y viceversa.
La sociedad de Platón está estructurada de tal forma que las ventajas y
desventajas de pertenecer a una clase concreta se compensen entre sí en
la medida de lo posible. Con ello se pretende impedir que un artesano
desee el puesto del Guardián y que un Guardián quiera ser un comerciante.
Las ventajas de ser artesano son el dinero, las posesiones y la vida
privada; las ventajas de ser un Guardián son el prestigio y la exención
del trabajo manual.
Pero aún así Platón admite que sigue existiendo la posibilidad de que
estalla la discordia civil por uno u otro motivo. Sócrates introduce,
entonces, el Mito de los Metales a fin de impedir que algo así llegue a
suceder. Si los ciudadanos se creen el mito, creerán también, en
consecuencia, que ellos fueron creados por los dioses para desempeñar
una función concreta en la vida; y si creen esto último, no cabe esperar
que quieran abusar de la función que les ha sido otorgada.
LIBRO IV, SECCIÓN 11
Adimanto pone una objeción: “No estás haciendo la vida de los Guardianes
especialmente feliz”. Sócrates hace notar que la felicidad no depende de
cosas externas como la riqueza y las posesiones. Recuerdo que el
objetivo, al fundar un estado, no era la felicidad de los Guardianes,
sino la felicidad de la comunidad en su conjunto. Si hiciéramos a
nuestros gobernantes felices proporcionándoles riqueza, como ha
propuesto Adimanto, estaríamos al mismo tiempo haciendo muy infelices y
desgraciados a nuestros artesanos.
Sócrates finaliza esta sección con algunas observaciones: no necesitamos
en nuestro estado muchas leyes y reglamentaciones, puesto que a los
ciudadanos ya se les ha proporcionado una formación completa y
disciplinada, por lo que, en general, se comportarán de modo razonable.
En un estado bien organizado, las leyes se pueden reducir a un mínimo
indispensable.
LIBRO IV, SECCIÓN 12
Resumen
Nuestro estado ya está fundado, dice Sócrates, y todo parece indicar que
es un estado ideal y perfecto. Puesto que es perfecto, cabe pensar que
en él encontraremos las cuatro grandes virtudes de la prudencia, la
fortaleza, la templanza y la justicia. (Las Cuatro Virtudes Cardinales).
Ahora hemos de descubrir qué es lo que hace que el estado sea prudente,
valeroso, disciplinado y justo.
¿Dónde encontraremos la prudencia del estado? Obviamente en la clase
gobernante. Sólo a los gobernantes se les puede llamar con razón “prudentes”,
pues únicamente ellos saben distinguir lo justo de lo injusto, lo que
está bien de lo que está mal para la comunidad en su conjunto.
La fortaleza del estado reside en la segunda clase de ciudadanos, la
clase de los soldados o auxiliares.
La tercera virtud es la de la disciplina, con frecuencia denominada
templanza. ¿En qué parte de nuestro estado la hallaremos? Para esta
pregunta no existe una respuesta sencilla ni evidente. “Templanza”
quiere decir “auto-control” o “autodominio”. Nos referiremos a que la
mejor y más prudente parte de su carácter gobierna a la peor, es decir,
que su razón controla sus deseos. Pues lo mismo sucede con el estado. Un
estado tiene “auto-control” o templanza cuando su parte mejor y más
prudente mantiene sometido al resto. Esto quiere decir que la templanza
del estado no reside en una clase concreta de la sociedad, sino en la
forma en que las clases se relacionan entre sí. Nuestro estado es
disciplinado a causa del hecho de que la sección más sabia, la clase
gobernantes, gobierna a las secciones menos sabias, los auxiliares y los
artesanos. Por supuesto, las clases inferiores deben de estar dispuestas
a someterse al gobierno de la clase dirigente, ya que el estado no sería
disciplinado si los auxiliares y los artesanos estuvieran siempre
luchando contra los gobernantes.
La cuarta y última es la justicia. ¿En qué parte de nuestro estado
hallaremos esta cualidad? La justicia es la cualidad que posibilita la
existencia de las otras virtudes. En otras palabras, lo que hace que
nuestro estado sea justo no es otra cosa que el hecho de que cada
ciudadano desempeñe un papel en la vida, el papel para el que está mejor
preparado.
Comentario
No es de las secciones más fáciles de “La República”, aunque su
importancia es indudable. Es fundamental darse cuenta de que para Platón
el estado o la sociedad humana eran algo más que un simple conjunto de
seres humanos con intereses más o menos comunes. Platón creía que el
estado era una
especie de estructura integrada por unas partes concretas,
algo así como un organismo. Si las partes no funcionan de forma correcta
y eficaz, toda la organización se desploma. De la misma forma, un animal
enferma si su corazón o su hígado dejan de funcionar adecuadamente.
Pero, además, Platón creía que el estado se parecía bastante en algunos
aspectos a un ser humano. Es muy importante, por lo tanto, tener
presente que cuando Platón afirma que un estado posee ciertas virtudes,
lo cree al pie de la letra.
Deberíamos recordar en este punto que el propósito original que Sócrates
tenía, cuando se puso a hablar del estado era descubrir qué entendemos
por un estado justo, para poder ver con mayor claridad qué entendemos
por un hombre justo (Sección 6). Ya hemos definido la “Justicia-en-el-estado”:
se trata de la “disposición” que tiene un estado cuando todas sus partes
funcionan como es debido.
LIBRO IV, SECCIÓN 13
Resumen
Sócrates demuestra ahora que, en cierto sentido, un hombre –o mejor
dicho, el “alma” o “la mente” de un hombre- está también compuesta por
varias partes.
Todos nos hemos dado cuenta de que a veces
queremos hacer algo, pero
que, al mismo tiempo,
no
queremos hacerlo. Nos puede suceder, por
ejemplo, que queramos beber –porque tenemos sed-, si bien al mismo
tiempo no queremos beber –porque nos damos cuenta de que ya hemos bebido
lo suficiente. Estamos, pues, ante un caso de
conflicto mental. Es un conflicto entre el
deseo de un hombre, por una parte, y, por otra, su
razón.
Pero… preguntémonos, ¿existe algún otro elemento distinto de la razón o
del
deseo que desempeñe algún papel en los conflictos mentales? Pues sí.
En ocasiones existe en un conflicto entre el deseo, de un lado, y la
repugnancia, que no la razón, del otro. Por ejemplo, si vemos el cadáver
de un animal tendido en el suelo, es posible que experimentemos
curiosidad y deseo de echarle un vistazo. Pero, al mismo tiempo,
repugnancia y deseo de no hacerlo. Ahora bien, la repugnancia es
parecida a la
indignación o a la
cólera. Estas cosas son la parte
“emocional”. A veces la parte emocional o “anímica” combatirá al lado de
la razón, cuando existe una lucha con los deseos. Un ejemplo de esto lo
constituyen aquellas ocasiones en que estamos encolerizados con nosotros
mismos por querer algo que sabemos no deberíamos tener.
Hemos descubierto, pues, las tres partes de la mente:
1. la razón,
2. la parte emocional o anímica
3. el deseo.
En un hombre bueno e ilustrado la razón siempre controlará las otras dos
partes de su mente. Es un hombre justo si todas y cada una de las tres
partes que integran su mente -su razón, sus emociones y sus deseos-
desempeñan sus funciones correspondientes sin interferir las unas con
las otras.
Comentario
Platón se refiere a un “alma bien ordenada”, precisamente al hombre
bueno, en quien las emociones se aliarán con la razón cada vez que haya
un conflicto con los deseos.
LIBRO V, SECCIÓN 14
Resumen
Sócrates nos ha revelado en qué consiste la justicia, tanto en el estado
como en el individuo. Pero para dar auténtica respuesta a las preguntas
y a los problemas que le plantearon Trasícamo, Glaucón y Adimanto, es
preciso ahora que continúe hasta demostrar que para un hombre siempre es
mejor ser justo que injusto. Para conseguir esto, Sócrates tiene primero
que darnos una descripción detallada de la injusticia, para a
continuación contrastar estas dos cualidades contrarias.
Pues bien, si la justicia es una especie de armonía interna en el estado
o en la mente, la injusticia ha de ser una especie de discordia o
desavenencia entre las tres facciones. Un tipo de injusticia se daría
cuando las emociones se adueñaran de la razón o, en nuestro estado,
cuando los auxiliares dominaran a los gobernantes. Pero antes de que
Sócrates pueda desarrollar su descripción de los diferentes tipos de
injusticia, es interrumpido por Polemarco y Adimanto. Ambos quieren oír
más acerca del Estado Ideal… ¿Y qué hay de las mujeres y los niños?
Pues bien, aunque las mujeres son físicamente más débiles que los
hombres, no hay razón por la que no puedan reunir las mismas habilidades
y aptitudes que los hombres. Por lo mismo, no existe motivo alguno por
el que no deban recibir idéntico trato que el que se dispensa a los
hombres, aunque nos aseguremos de que sus deberes son más livianos. En
otras palabras, las mujeres, al igual que los hombres pueden ser
Guardianes e incluso gobernantes, por lo que tienen que recibir el mismo
tipo de educación que los hombres.
Todos los Guardianes, incluyendo a las mujeres que lo sean, vivirán y
comerán juntos. De aquí se desprende que, por lo que respecta a la clase
de los Guardianes, habrá que abolir la institución familiar. Sin
embargo, una medida tan drástica como la abolición de la familia
presentará forzosamente varios problemas. Hemos de asegurarnos de que
los Guardianes no conviven de forma inmoral o indecente, pero debemos,
no obstante, permitir algún cauce de expresión a sus instintos sexuales.
Y también hemos de garantizar la crianza de los hijos. Sin duda no
permitiremos que entre los Guardianes los hombres y las mujeres
compartan la misma cama cada vez que les apetezca. En nuestra sociedad,
el apareamiento, como todo lo demás, ha de estar reglamentado.
Sócrates tiene un plan para solventar estas dificultades. De cuando en
cuando, nos dice, se celebrarán en el estado una especie de fiestas
nupciales. En tales ocasiones, se permitirá que hombres y mujeres se
unan con el propósito de procrear. Pero no dejaremos que un hombre se
aparee con cualquier mujer de su elección, ya que el objetivo de estos
“matrimonios” es el de producir los mejores hijos posibles para la
sociedad. Actuaremos, por lo tanto, como los criadores de ganado,
asegurándonos de que los mejores varones se apareen con las mejores
mujeres. Naturalmente, no dejaremos que nuestra juventud se entere de
que su elección ya ha sido prepara de antemano, pues si lo supieran,
obviamente se rebelarían contra el sistema. Nuestros gobernantes de
mayor edad serán los encargados de organizar estas fiestas nupciales de
tal modo que hombres y mujeres crean que han sido elegidos de forma
completamente fortuita.
Los niños serán criados todos juntos en una especie de guardería.
Mientras crecen, se llamarán “hermanos” y “hermanas” entre sí, sean o no
en la realidad hermanos consanguíneos.
Glaucón y el resto de los presentes acogen con bastante escepticismo las
propuestas de Sócrates. Sócrates responde al primero de estos problemas.
Sin familia, ya no habrá rencillas familiares ni lealtades consanguíneas,
de suerte que la lealtad de cada ciudadano estará con la comunidad en su
conjunto. No habrá disputas sobre si algo es “tuyo” o “mío”, pues toda
la propiedad se poseerá en común.
Comentario
Se aprecia cuánto está dispuesto a sacrificar Platón para preservar la
unidad y la estabilidad del estado. Gran parte de lo que aquí se dice
nos puede sorprender por su frialdad e inhumanidad. Uno de los objetivos
de Platón, aunque pueda parecer extraño, es hacer la vida más fácil de
lo que es normalmente. Hoy en día vemos algo positivo en que un hombre
posea una amplia gama de vínculos –con su familia, su profesión, su
patria, etc.- Pero Platón estaba convencido de que los intereses
diferentes producirían un conflicto en la mente el hombre y las
diferentes lealtades producirían la desunión de la comunidad. Un hombre,
pensaba Platón, debería tener una personalidad unificada y un estado
debería ser una comunidad unificada. Sólo de esta forma se puede
conseguir la felicidad.
LIBRO V, SECCIÓN 15
Resumen
El resto de los presentes le recuerdan ahora a Sócrates que no ha
demostrado que sus propuestas son aplicables en la práctica. De hecho,
no están convencidos de que la totalidad del Estado Ideal sea una
posibilidad practicable. Por otra parte, Sócrates sigue diciendo que
nada puede ser tan perfecto en la práctica como en la teoría.
¿Qué es lo que impide que los estados que existen en nuestro mundo sean
como el estado ideal que acabamos de describir? Esa es la cuestión que
plantea Sócrates. Y su respuesta es: La sociedad que hemos descrito
nunca se transformará en una realidad hasta que los filósofos se
conviertan en los gobernantes.
Sócrates, en consecuencia, aborda una definición de su idea de “filósofo”.
Un filósofo, explica, es alguien que ama la sabiduría; que siente pasión
por el conocimiento de toda clase, que siempre siente curiosidad y
avidez por aprender todo lo posible. Glaucón discrepa de esta definición
del filósofo.
En efecto, sostiene Glaucón, hay muchas personas que aman el
conocimiento o cuya curiosidad es insaciable, pero que no son filósofos
en absoluto. Pensemos, por ejemplo, entonos aquellos entusiastas del
teatro y amantes de la música que deambulan constantemente por la ciudad
y jamás se pierden una festividad. Sin duda no es a éstos a quienes
hemos de llamar “filósofos”. Sócrates está de acuerdo con esto y añade
que un filósofo es aquel que ama la verdad. ¿Qué quiere decir esto? La
pregunta es muy difícil de contestar y para hacerlo Sócrates tiene que
presentar su propia doctrina filosófica, o mejor dicho la de Platón,
sobre la naturaleza de la verdad y el conocimiento.
Empieza Sócrates diciendo que existe una cosa llamada “Belleza”, por
ejemplo, y que la Belleza es una sola cosa. Por ejemplo, un rostro
hermoso, un color hermoso, etc.. Así pues, diremos que el hombre que ve
la Belleza en sí misma posee
conocimiento, mientras que el que sólo ve
las cosas hermosas posee pura y simple
opinión.
Sócrates sostiene ahora que los objetos de la opinión, a diferencia de
los objetos del conocimiento, no existen en el sentido pleno, es decir,
sostiene que los objetos de la opinión son menos reales que los del
conocimiento. Una ilustración diferente nos ayudará a aclararlo. Una
persona que sea capaz de ver y comprender la naturaleza del
Tamaño en sí
mismo poseerá conocimiento. Una persona que sólo es capaz de ver y
reconocer los objetos grandes y pequeños no pasa de la pura opinión.
La consecuencia de todo esto, afirma Sócrates, es que los amantes de la
música y los entusiastas del teatro a los que se refería Glaucón tienen
pasión por la “opinión”, no por el conocimiento.
Comentario
Esta sección es una de las más difíciles y de las más abstractas de “La
República” y sin duda exige que el lector haga por su parte un pequeño
esfuerzo de abstracción. Aquí se encierra una de las doctrinas
filosóficas más célebres de Platón, la denominada “Teoría de Las Formas”.
Esta teoría está presente en buena parte de los demás diálogos de Platón.
Las “Formas” son cualidades abstractas, como la Belleza, el Tamaño, la
Justicia y La Bondad. Una cualidad es algo que comparten una cantidad de
cosas diferentes; por ejemplo, la Belleza es la cualidad que tienen en
común todas las cosas hermosas. Según la teoría de Platón, esta cualidad
o Forma no existe sólo en los objetos que la comparten.
Lógicamente, las Formas son invisibles e intangibles; sólo pueden sen
comprendidas por la mente, por el pensamiento puro. Las formas son
eternas e inmutables; los objetos que tienen las Formas en común, sin
embargo, están sujetos al cambio y la decadencia.
La búsqueda de la justicia, acometida por Sócrates durante una parte tan
considerable de “La República”, no era muy diferente de la búsqueda de
una Forma. Si deseamos descubrir la verdadera naturaleza de la Justicia,
de nada sirve presentar ejemplos de hombres justos y acciones justas,
pues éstos no son otra cosa que imágenes de la “Forma”. La teoría de las
Formas jugará un papel prominente a lo largo de los Libros VI y VII, y
también en el Libro X.
LIBRO VI, SECCIÓN 16
Resumen
Sócrates ya ha definido lo que es un filósofo. Su siguiente cometido
consiste en demostrar que el filósofo es la persona más preparada para
gobernar un estado. Un filósofo, como ya se ha visto, tiene el
conocimiento de las Formas, así que, al menos desde este punto de vista,
es el mejor preparado para gobernar. Indudablemente, un buen gobernante
debe tener un buen carácter además de una mente buena; debe ser siempre
sincero, altruista y disciplinado, y nunca mezquino, ruin o cobarde. Un
filósofo reúne también estos requisitos, sostiene Sócrates.
Adimanto interrumpe a Sócrates: En el actual estado en que se encuentra
la sociedad, nadie respeta el conocimiento o la sabiduría. A los
políticos se les respeta y admira no porque sean buenos y prudentes,
sino porque halagan al pueblo y satisfacen sus más bajos deseos e
instintos. En una sociedad como la nuestra un buen filósofo no puede
aspirar a ser útil.
Sin embargo, sigue diciendo Sócrates, el hecho de que los buenos
filósofos sean inútiles para la sociedad en las presentes circunstancias
no quiere decir que lo tengan que ser siempre. Podría ser que un
filósofo alcanzara en algún momento el poder político para convencer
luego al pueblo del valor del conocimiento y la sabiduría. Por otra
parte, también un gobernante puede llegar a ser filósofo. Sólo si una de
estas dos cosas sucede podría mantener su existencia algo parecido a
nuestro Estado Ideal.
Comentario
Probablemente todos tenemos la sensación de que en estas páginas
Sócrates se manifiesta de una forma excesivamente idealista.
El filósofo, a pesar de toda su prudencia y su bondad, se pasará sin
duda el día en las nubes, por lo que difícilmente podrá ser un
gobernante competente o eficaz. Probablemente, para Platón un filósofo
no es solamente un intelectual. Además de ser bueno y prudente, es
valiente y autodisciplinado. Además (Sección 22), el filósofo-gobernante
contará con abundante experiencia práctica.
El debate en este punto resulta especialmente interesante. Platón
pensaba que era imposible, o casi imposible, ser un hombre bueno a menos
que se viviera en una sociedad buena. Un hombre verdaderamente bueno, en
su opinión, es aquel que no sólo es bueno en sí mismo, sino también útil
a los demás. Pero en una sociedad mala un hombre bueno será inútil, y
aquél que sea útil estará corrompido. Un hombre no puede ser
completamente bueno, por consiguiente, a menos que el ambiente en el que
viva también lo sea. Este es uno de los motivos más importantes por los
que Platón se preocupa del estado: para descubrir qué es en realidad un
hombre justo, tenía también que investigar la justicia-en-el-estado.
LIBRO VI, SECCIÓN 17
Resumen
Los mejores filósofos serán los mejores gobernantes. Por lo tanto, los
gobernantes de nuestro Estado Ideal tendrán que ser filósofos. Un
gobernante estará, por un aparte, preparado y dispuesto siempre a
aprender y será enormemente inteligente y emprendedor; y, por otra parte,
será disciplinado y digno de confianza y estará preparado para llevar
una vida austera. Estos dos tipos de cualidades no suelen encontrarse a
la vez. Las personas despiertas e inteligentes son con frecuencia
irregulares y no se puede confiar en ellas, mientras que las personas
dignas de confianza suelen tener una inteligencia mediocre y un
aprendizaje lento. Habrá, pues, muy pocos ciudadanos que tengan las
dotes necesarias para desarrollar los dos tipos de cualidades que se
requieran para gobernar.
Además, sigue diciendo Sócrates, será preciso proporcionar a los
gobernantes una instrucción más meticulosa de lo que en un principio
habíamos pensado. Una formación literaria, musical y militar será sin
duda insuficiente; habrá que proporcionarles también una formación
intelectual para asegurarnos de que aspirarán a las más altas formas del
conocimiento. Es aquí cuando Glaucón pregunta a Sócrates si “La más alta
forma del conocimiento” es para Sócrates el conocimiento de las Formas,
de La Justicia, de la Belleza, etc.. No exactamente, contesta Sócrates,
puesto que existe algo que está aún por encima de esas Formas, y ese
algo es la propia Bondad. A menos que un hombre sepa en qué consiste la
Bondad, no podrá comprender por qué la Justicia y la Belleza, por
ejemplo, son buenas cualidades. La forma de la Bondad es la más alta y
más importante de todas las Formas.
Obviamente, la siguiente pregunta será: “¿Qué es la Bondad?” Sócrates
contesta diciendo que no sabe decir en qué consiste la Bondad; cómo
mucho puede ilustrar su función y su importancia mediante una analogía.
Esta analogía es una comparación entre la vista y el conocimiento. Para
ver las cosas hay que tener el sentido de la vista o la facultad de la
visión.
De la misma manera que los objetos visibles tienen que estar iluminados,
también los objetos del conocimiento, u objetos “inteligibles”, deben
ser verdaderos. Y del mismo modo que la luz proviene del sol, así la
verdad proviene de la Bondad en sí misma.
Comentario.
La Analogía del Sol se puede representar por medio de un diagrama
La vista |
El conocimiento |
El Sol es la fuente de la Luz, y hace que los objetos sean visibles,
permitiendo que los ojos vean |
La Bondad es la fuente de la Verdad, y
hace que las Formas sean inteligibles, permitiendo que la mente conozca. |
Naturalmente, esta analogía no nos dice en qué consiste la Bondad; sólo
nos da una idea de la relación que la Bondad mantiene con otros objetos
inteligibles o cognoscibles. Se trata, sin duda, de una Forma, pero no
está al mismo nivel que las otras Formas, ya que las otras Formas
derivan su verdad y su realidad de ella. En ningún momento del diálogo
desvela Sócrates qué es realmente la Bondad.
LIBRO VI, SECCIÓN 18
Resumen y Comentario
Glaucón pide a Sócrates que continúe con la analogía. Pero lo que hace
Sócrates es presentar una nueva ilustración. Esta se llama la Analogía
de la Línea Dividida. (Sección 19: ampliación).
Sócrates ahora traza una nueva distinción. Existen dos grados de
conocimiento y dos grados de opinión. La clase más elevada y superior de
conocimiento es el conocimiento de la propia Bondad; el segundo nivel
del conocimiento es de las otras Formas. El primer grado de la opinión
está presente cuando vemos los objetos físicos –los árboles, las piedras,
etc-. La segunda clase de opinión, de categoría inferior, la constituye
nuestro estado mental cuando sólo vemos sombras e imágenes de los
objetos físicos. Así pues, existen cuatro tipos de “objetos”:
a. La Bondad en sí misma.
b. Las otras Formas,
c. Las cosas ordinarias,
d. Las sombras e imágenes.
De estos, los dos primeros son objetos del conocimiento; los otros dos
son objetos de la opinión.
LIBRO VII, SECIÓN 19
Resumen
Sócrates se interesa ahora en la última de esta serie de analogías. Se
la conoce como “La Alegoría de la Caverna”. Su propósito principal es
ilustrar los cuatro “estados de la mente”, los dos grados o clases de
opinión y los dos grados del conocimiento.
(…)
Sócrates explica ahora el significado de esta parábola. La caverna se
corresponde con la esfera de la opinión; el mundo exterior se
corresponde con la esfera del conocimiento. Y, por supuesto, el sol se
corresponde con la Forma de la Bondad. Cada paso que damos, desde el
estado inferior de la esfera de la opinión hasta el estadio superior de
la esfera del conocimiento, es doloroso; pero una vez que hemos
conseguido darlo, nos damos cuenta de que caminamos en la dirección
correcta. Por otra parte, quienquiera que haya probado el conocimiento y
haya visto la Forma de la Bondad parecerá un necio a quienes nunca han
salido de la esfera de la pura y simple opinión.
La experiencia por la que hemos hecho pasar a nuestro prisionero, sigue
explicando Sócrates, se corresponde con la instrucción que hemos de
proporcionar a los filósofos-gobernantes del estado Ideal. El filósofo
no será un buen gobernante si tan sólo es un intelectual; debe además
regresar con sus congéneres para aplicar el conocimiento que ha obtenido.
En los términos de la parábola, debemos obligar a nuestro prisionero
liberado a que regrese a la caverna y se acostumbre de nuevo a las
sombras. Su entendimiento de las sombras será mucho mejor que antes de
que abandonara la caverna; ahora sabrá lo que las sombras son en
realidad y por qué son lo que son y podrá enseñar y guiar a sus
compañeros de cautiverio por la senda correcta. Es innegable que los
filósofos gobernantes alcanzarían a felicidad suprema si les
permitiéramos quedarse a contemplar las Formas y la Bondad. Pero si han
de se buenos gobernantes, se les debe encomendar el bienestar del resto
de la sociedad; deben participar en la dura tarea de la política.
Comentario
Diagrama aproximado de la Alegoría de la Caverna y su interpretación.
Alegoría
|
Interpretación
|
Caverna
|
1. Las sombras de la pared |
Esfera de la Opinión |
1. Sombras,
reflejos, imágenes, etc. |
2. El camino y la hoguera |
2. Los objetos visibles ordinarios |
Mundo exterior
|
1. Sombras y reflejos |
Esfera del Conocimiento |
1. Objetos
matemáticos |
2. Árboles, montañas, etc.
|
2. Las formas |
3. El sol |
3. La Bondad |
Esta alegoría sirve para ilustrar la creencia de Platón de que
todo el
conocimiento está conectado. Por ejemplo, cuando se desencadena al
prisionero y se le obliga a volver la cabeza, no es que aquél aprenda
entonces
algo nuevo y desconectado con todo lo que ya ha comprendido con
anterioridad. Por el contrario, su nueva situación le ayuda a comprender
mejor sus experiencias previas.
Ahora sabe que las sombras son sombras;
con anterioridad las había creído reales. Lo mismo sucede cuando el
prisionero pasa de ver las sombras en la superficie a los árboles y
montañas que proyectaban esas sombras. El mensaje que Platón quiere aquí
comunicarnos es el siguiente: en tanto no conocemos las Formas, somos
incapaces de comprender realmente las cosas que hay a nuestro alrededor.
Cuando conozcamos la Forma, llegaremos a comprender que estos objetos
ordinarios son puras “imágenes”. Lo mismo se puede decir del estadio
superior: no podemos comprender plenamente las Formas a menos que
poseamos el conocimiento de la Bondad. Y si alguna vez llegáramos a
conocer la Bondad en sí misma, entonces conoceríamos todo lo que de ella
depende –es decir, conoceríamos todo lo que es posible conocer. La
Bondad, como ya dijo Sócrates en la Sección 17, es la fuente de toda la
verdad.
LIBRO VII, SECCIÓN 20
Resumen
Nuestra próxima tarea, dice Sócrates, es estudiar la forma en que
nuestros futuros Guardianes han de completar su educación. El propósito
de esta parte de su instrucción es “conducirles a la luz del día” –es
decir, conducirles desde la esfera de la opinión a la esfera del
conocimiento para que aprendan las Formas y comprendan por último la
naturaleza de la propia Bondad. ¿Qué tipo de estudio sirve a este
propósito?
Los estudios musicales y literarios que elegimos son buenos para el
desarrollo el carácter y la instrucción militar es buena para la
disciplina y para el cuerpo. Pero ahora hemos de encontrar algún tipo de
estudio que sea bueno para el intelecto. Es evidente, pues, que tendrán
que ser capaces de pensar en términos abstractos. Y una buena manera de
enseñar a alguien a abstraerse es comenzar, enseñándole todo lo
relacionado con los números: deberán estudiar matemáticas. Este estudio,
además de ser una introducción al pensamiento abstracto, será también
muy útil para los aspectos prácticos derivados del gobierno de un estado.
Sócrates enumera a continuación cinco ramas de las matemáticas que él
considera necesarias en este estudio de la educación de los futuros
gobernantes. Estas cinco ramas son la aritmética, la geometría plana, la
geometría sólida, la astronomía y la armonía. Los futuros gobernantes
las estudiarán en este orden.
Comentario.
Al lector moderno le extrañará que Platón incluya la astronomía y la
armonía entre las ramas de la matemática; hoy en día, las
consideraríamos matemáticas “aplicadas” en lugar de “puras”.
La ciencia de la astronomía, tal y como hoy la conocemos, no existía en
la época de Platón. Para él, la astronomía era un estudio puramente
matemático que se ocupaba de los movimientos correlativos de los cuerpos.
Platón ni siquiera creía necesario para los propósitos de la astronomía
observar atentamente las estrellas. Creía que el cálculo era mucho más
interesante que la observación.
En la época de Platón, la armonía ya había sido desarrollada por los
seguidores de Pitágoras. Se atribuye al propio Pitágoras el
descubrimiento de algunas de las proporciones aritméticas que existen
entre las diferentes notas en la escala mundial. Platón habría, pues,
sabido que una octava es expresada por la proporción 2:1, una quinta por
la proporción 3:2, y así sucesivamente.
Para Sócrates, el orden en que ha descrito las cinco disciplinas
matemáticas es su orden natural, desde la más sencilla a la más compleja.
Así, la aritmética se ocupa exclusivamente de los números, la geometría
plana de formas dibujadas sobre una superficie, la geometría sólida se
ocupa de formas tridimensionales y la astronomía trata de las formas
tridimensionales en movimiento. A la armonía la consideraban los
pitagóricos la “ciencia hermana” de la astronomía: “de la misma forma
que nuestros ojos están hechos para la astronomía, así nuestros oídos
están hechos para la armonía”.
LIBRO VII, SECCIÓN 21
Resumen
El estudio de las cinco ramas de la matemática, descrito de la sección
anterior, sólo es útil como una introducción a la verdadera instrucción
intelectual que deben recibir los futuros filósofos-gobernantes. Si han
llegado a dominar las matemáticas, habrán empezado a pensar en términos
abstractos. Sin embargo, no queremos que sean matemáticos, sino
filósofos. Deben, por lo tanto, aprender a entender la naturaleza de la
Realidad –es decir, deben aprender las Formas. Para hacer esto, dice
Sócrates, han de aprender a razonar con lógica. La ciencia del
razonamiento lógico se llama “Dialéctica”. Debemos, pues, enseñarles
Dialéctica.
Para saber realmente lo que es un círculo, es preciso aprender la Forma
de la Circularidad. Ahora bien, la Dialéctica, a diferencia de la
geometría, no deja piedra sin remover en su búsqueda de la verdad. En
ningún momento baja la guardia, cuestiona todas las presuposiciones que
encuentra a su paso y no está contenta hasta que ha llegado a una
definición final. Debemos, pues, educar a nuestros filósofos-gobernantes
de tal forma que sean capaces de llegar a definiciones siguiendo un
proceso de razonamiento lógico. Si son capaces de hacer esto,
disfrutarán del auténtico conocimiento. La Dialéctica, por lo tanto, es
el último estado de la formación intelectual de nuestros futuros
gobernantes.
Comentario
No debemos confundir las acepciones modernas de “Dialéctica” con lo que
Platón quería decir con esta palabra. Para él, “Dialéctica” es
simplemente “razonamiento lógico” o “filosofía”. No es otra cosa, de
hecho, que el método argumentativo que Sócrates utiliza en los diálogos.
Es un proceso que se inicia con una pregunta sobre la naturaleza de algo
–una pregunta como “¿Qué es la Justicia?”- y que prosigue hasta
conseguir, mediante un largo debate, una definición. Durante el debate
se cuestionan un buen número de presuposiciones y se descartan varias
respuestas incorrectas a la pregunta original.
LIBRO VII, SECCIÓN 22
Resumen
Ahora Sócrates perfila todo el programa de estudios de los futuros
filósofos-gobernantes. En primer lugar, subraya una vez más la necesidad
de seleccionar sólo a aquellos que tengan buen carácter y las dotes
intelectuales adecuadas. Los educandos han de ser honrados, valerosos,
trabajadores, intuitivos, etc.
La vida de aquellos que están destinados a convertirse en gobernantes
está dividida en seis etapas, a saber:
1. Mientras son aun niños y en lo que alcanzan la edad aproximada de 18
años, los jóvenes recibirán la instrucción literaria y musical
(Secciones 7 y 8). Al mismo tiempo, se les enseñará algo de matemáticas
elementales. Sin embargo, estas enseñanzas se impartirán con la menor
obligatoriedad posible, pues, como reconoce Sócrates, “el aprendizaje
impuesto no permanece en la mente”. Durante este período, los jóvenes
aprenderán también un poco de la ciencia guerrera y se les llevará a
observar algunas batallas.
2. Los mejores de entre los que hayan pasado el primer período de
instrucción serán seleccionados para recibir un entrenamiento físico y
militar de carácter intensivo (Sección 9). Esta etapa se extenderá a lo
largo de dos o tres años y durante este período los educandos no tendrán
tiempo para estudiar. Sócrates no dice qué pasará con los que no hayan
hecho bien la primera fase y no participen, por lo tanto, en los
ejercicios militares y físicos. Es de suponer que recibirán otro trabajo,
un trabajo para el que estén mejor preparados.
3. Después de la instrucción militar y física, cuando los jóvenes tengan
ya 20 años, se volverá a hacer entre ellos una selección. Los mejores
harán un curso avanzado de matemáticas (sección 20). Se supone que el
resto seguirán siendo soldados, constituyendo así la segunda clase del
estado, la de los auxiliares. El curso de matemáticas para los escogidos
durará diez años. Durante este tiempo aprenderán también a percibir
conexiones entre las distintas ramas de la matemática.
4. Cuando los estudiantes alcancen la edad de 30 años, se procederá a
una nueva selección; esta vez no queda claro qué sucederá con quienes no
resulten elegidos. Los que sí sean escogidos estudiarán ahora Dialéctica
durante un período de unos cinco años. Se les introducirá con mucho
cuidado en este tema, para que no hagan del razonamiento lógico un
deporte y vayan por ahí socavando las teorías de los demás con el único
afán de divertirse. Es fundamental que se tomen la Dialéctica en serio.
5. A la edad de 35 años, los educandos se habrán convertido en filósofos.
Deben ahora recibir la experiencia práctica necesaria para gobernar (Sección
16). Tendrán que “regresar a la caverna”, por así decirlo, y aceptar
puestos inferiores en la vida militar y política. Este período de
entrenamiento práctico se prolongará durante quince años.
6. A la edad de 50 años, los filósofos-gobernantes habrán completado por
fin su formación. Pasarán una gran parte del resto de sus vidas
dedicadas a la contemplación y a la filosofía, pero también les habrá
llegado el turno de trabajar en la vida pública y política y de cumplir
con su obligación de gobernar y dirigir el estado, puesto que para
entonces ya conocerán la Bondad en sí misma y sabrán lo que conviene a
la comunidad.
LIBRO VIII, INTRODUCCIÓN
Glaucón le recuerda a Sócrates que ha dejado pendiente el tema de la
injusticia (sección 14). Sócrates había dejado pendiente la pregunta :
“¿Por qué es mejor para un hombre llevar una vida justa que una vida
injusta?”
SECCIÓN 23
Resumen
Sócrates empieza diciendo que hay fundamentalmente 4 clases de
sociedades injustas. Son la Timocracia, la Oligarquía (o Plutocracia),
la Democracia y la Tiranía (o Despotismo). Éste es el orden de su grado
de injusticia: la timocracia es la que más se acerca al estado justo o
estado Ideal y la Tiranía es la más injusta y enferma de todas ellas.
Antes encontramos, nos recuerda Sócrates, al hombre justo que se
correspondía con nuestro estado justo. Es de suponer, por lo tanto, que
ahora encontraremos 4 clases de hombres injustos que equivalgan a los 4
tipos de estados injustos que acabamos de mencionar. Cuando hayamos
descrito esos cuatro tipos de estados y de individuos, estaremos por fin
en condiciones de ver que es mejor ser justo que injusto.
Imaginemos ahora, continúa Sócrates, que nuestro estado justo e ideal
empieza a declinar gradualmente y a volverse injusto, atravesando,
además, los cuatro estadios de la injusticia. Nos imaginaremos asimismo
que idéntica cosa sucede al hombre justo. La primera fase de la
injusticia en el estado es la timocracia, y la primera clase de hombre
injusto es el hombre timocrático.
La Timocracia
“Timocracia” es el nombre con que Platón designa el tipo de sociedad que
existía en Esparta y en Creta. Ambas eran sociedades gobernadas por las
clases militares y en las que el honor y la ambición eran consideradas
las virtudes más altas.
Sócrates se pregunta: ¿Cómo podría nuestro Estado Ideal degenerar en una
timocracia? La respuesta es sencilla: todo cambio político se origina en
un desacuerdo en el seno de la clase dirigente. Los dirigentes se
volverán ambiciosos y querrán poseer dinero y propiedades y llevar vidas
privadas. Empezarán a competir entre sí y la inteligencia y la sabiduría
ya no merecerían para ellos tanta estimación como el honor y la ambición.
La virtud de la fortaleza sustituiría a la de la prudencia en el estado,
y los auxiliares serían los gobernantes. Se habría trastocado el
equilibrio interno que constituye la justicia en el Estado Ideal.
El hombre timocrático.
Hemos de encontrar ahora un individuo que equivalga al estado
timocrático. El hombre timocrático, nos dice Sócrates, será aficionado
al ejercicio físico y a la caza, y será valiente y ambicioso. Tendrá
también algunos intereses intelectuales, pero para él los logros
militares serán mucho más importantes. En su juventud despreciará sin
duda el dinero, pero a medida que avance en años, su apego por lo
material se hará mayor. Su parte emotiva o anímica ya no será controlada
por su razón.
La Oligarquía
Una Oligarquía es una sociedad en la que la riqueza material constituye
el valor más importante y en la que todo el poder político en manos de
los ricos. Los pobres estarán totalmente excluidos de él. En una
timocracia los gobernantes habían empezado a desear el dinero y la
propiedad. Pues bien, este deseo aumentará y aumentarán también las
riquezas acumuladas por los gobernantes, hasta que, por último, las
riquezas sustituirá al honor como el valor supremo. De esta forma, la
timocracia se habrá convertido en oligarquía.
Sócrates continúa. Los principales defectos de una oligarquía son, en
primer lugar, que los gobernantes son elegidos tan sólo por razón de su
riqueza, por lo que no existe garantía ninguna de su buen gobierno. En
segundo lugar, en una oligarquía habrá una clase rica y una clase pobre;
cada una de ellas estará siempre conspirando contra la otra, con lo que
la unidad del estado se destruirá. Lo que es peor, en una oligarquía una
gran cantidad de ciudadanos carecerá de función propia. Entre los ricos,
muchos se dedicarán sencillamente a gastar y consumir, sin prestar
ningún servicio útil a la comunidad, y entre los pobres, muchos se
convertirán en mendigos o en delincuentes. Ésta es, por lo tanto, la
segunda clase de estado injusto.
El Hombre Oligárquico.
Lo que controla la vida de este hombre no es ni su razón ni su parte
anímica, sino simplemente su deseo de riqueza.
La Democracia.
Platón se refiere aquí lógicamente a la democracia práctica en las
antiguas ciudades-estado; en concreto, al régimen democrático ateniense,
bajo el que Sócrates fue ejecutado.
En una oligarquía, los hombres ricos prestarán dinero a un interés muy
alto; animarán a sus deudores a gastar ese dinero enseguida para que
necesiten así nuevos préstamos. Al final, los deudores se arruinarán y
el rencor se adueñará de ellos. Entonces se rebelarán contra sus ricos
opresores y les matarán o les mandarán al exilio. Por último, concederán
al resto del pueblo igualdad de derechos, y de esta forma habrá nacido
la democracia.
En un estado democrático, todos son libres de obrar como quieran, a
nadie se le obliga a participar en la vida pública y a nadie, según
Sócrates, se le obliga a obedecer a otra persona. Nadie tiene la
obligación de combatir cuando hay guerra, mientras que cuando hay paz,
las personas pueden, si quieren, hacer sus guerras particulares. Los
políticos, en una democracia, no necesitan aptitudes ni formación
alguna; se les considerará buenos dirigentes en tanto se declaren amigos
del pueblo. En pocas palabras, una democracia es una especie de anarquía.
No se trata en absoluto de un solo estado unificado, sino de una
colección de estados diferentes.
El Hombre Democrático
Considerará todos sus deseos y placeres igualitaria y “democráticamente”.
Hará siempre todo lo que quiera y cuando quiera y vivirá para el placer
del momento. Este temperamento nos podría parecer a primera vista
versátil y atractivo, pero en la vida de este hombre no habría ni orden
ni control.
La Tiranía.
Vimos que la oligarquía degeneraba en democracia por razón de su
irrefrenable codicia. La democracia, nos dice Sócrates, está también
aquejada de una codicia irrefrenable, la codicia de la libertad a toda
costa. Aquí reside su ruina. En una democracia, todas las personas y
todas las cosas son “libres” y no hay respeto por la autoridad. Los
hijos ni temen ni honran a sus padres y los estudiantes desprecian a sus
maestros. Ahora bien, ¿cómo se convierte una democracia en una tiranía?
Pues bien, los dirigentes del estado democrático son los que previamente
habían acaudillado la rebelión contra los señores oligárquicos; a la
sazón muchos eran mendigos o criminales. Ahora que son dirigentes
democráticos, estos hombres harán todo lo que esté en su mano para
agradar al pueblo; tratarán por todos los medios de acceder a los deseos
del pueblo para retener su popularidad. Despojarán de sus bienes a los
pocos ciudadanos ricos que queden, retendrán la mayor parte del botín
para sí mismos y distribuirán el resto entre las masas. Si esto sucede,
los hombres ricos que han sido despojados de sus propiedades protestarán
en la Asamblea Popular. Entonces los dirigentes democráticos les
acusarán de conspirar contra el pueblo y les tacharán de reaccionarios y
oligarcas. Esta situación desembocará en guerra civil y las masas
buscarán el apoyo de uno de los dirigentes democráticos. Este dirigente
gozará del apoyo sin reservas del pueblo, y el pueblo hará todo lo que
él diga. Mandará al exilio o ejecutará a los pocos propietarios y
hombres ricos que aún haya y en poco tiempo su poder será supremo.
Naturalmente, este dirigente tendrá que velar por su propia seguridad,
de forma que empezará exigiendo guardaespaldas y poco a poco se irá
haciendo un ejército particular. Al principio de su gobierno, negará que
sea un tirano; hará grandes promesas, repartirá dinero y se comportará
en general de forma agradable con todo el mundo. Pero habrá de estar en
guardia permanente contra las conspiraciones. Ampliará su ejército
particular e impondrá, consecuentemente, severos tributos a los
ciudadanos. Desconfiará de cualquier hombre que sea inteligente y
valeroso, pues verá en ellos posibles conspiradores. Sus acompañantes y
guardaespaldas serán, por lo tanto, necios y criminales, pues no se
podrá fiar de nadie más. Sus fondos no tardarán en agotarse y él
empezará a oprimir a los ciudadanos, al mismo pueblo que le entregó el
poder. Éste, pues, es el tirano; el estado que tiene un gobernante
semejante es, sin duda, la peor y más infeliz de todas las comunidades.
El hombre tiránico.
Su vida no tardará en estar controlada por una enorme y frenético pasión
dominante –la lujuria. Esta pasión dominante le atormentará y le hará
enloquecer, y el pasará toda su vida tratando de satisfacerla en vano.
Pero cuanto más se esfuerce por satisfacer su terrible deseo, más
violento y enloquecedor se hará éste. Así es el hombre tiránico; no
tiene un amigo en el mundo y su vida es la más infeliz que pueda
imaginarse.
Comentario
A esta sección se la suele llamar “La Decadencia del Estado y del
Individuo”. Se abre con la segunda mejor clase de estado y la segunda
mejor clase de individuo, la timocracia y el hombre timocrático
respectivamente, para acabar con la peor clase de ambas cosas, la
tiranía y el tirano. No debemos tomar algunos de los aspectos de esta
sección demasiado al pie de la letra, pues tampoco Platón quiere que así
lo hagamos. Platón no cree, por ejemplo, que todos los estados y hombres
injustos se reduzcan a estos tipos; cree únicamente que éstos son los
tipos fundamentales
y que cualesquiera otras clases, -por ejemplo, la
monarquía hereditaria- se pueden explicar refiriéndonos a éstos.
El principal propósito de Platón en esta sección es demostrar que una
vez que el equilibrio y la estabilidad del Estado Ideal se han roto, las
cosas van de mal en peor. Lo mismo se puede afirmar del hombre justo;
una vez que empieza a volverse injusto, es imposible detenerle; y si él
mismo no termina por convertirse en un hombre peor, entonces su hijo sin
duda lo hará.
La descripción de los 4 estados injustos sirve también para criticar los
estados que existían realmente en el mundo antiguo y que Platón conocía.
La principal crítica que Platón dirige a todos estos estados “injustos”
es relativamente sencilla: ninguno de ellos tiene gobernantes “ilustrados”.
Ninguno de ellos es un buen gobernante, pues ninguno de ellos tiene la
preparación necesaria para saber lo que es conveniente para el conjunto
de la comunidad. Sólo los filósofos tienen esta preparación.
LIBRO IX, SECCIÓN 24
Resumen
Sócrates presenta a continuación 3 argumentos separados para demostrar
que la vida del hombre justo es mejor y más feliz que la vida del hombre
injusto:
1. En un estado tiránico todos los ciudadanos menos el propio tirano
están esclavizados. Pues bien, algo parecido sucede al hombre tiránico;
las mejores partes de su alma son esclavas de la peor parte; su razón,
sus emociones y sus deseos saludables estarán siempre a merced de su
lujuria. Y un hombre que es esclavo de sus peores impulsos difícilmente
puede ser feliz. El hombre justo, por otra parte, no es esclavo en
ningún sentido. Está guiado por la razón y por el auténtico conocimiento;
sabe cuándo y cómo satisfacer sus deseos, deseos que es capaz de
controlar; y sus emociones son las correctas y le ayudan a la hora de
tomar las decisiones que él sabe más convenientes. El hombre justo es
sin duda más feliz que el hombre injusto.
2. Argumento más difícil. Sócrates nos recuerda que el alma humana está
dividida en 3 partes: la razón, el elemento “anímico” y el deseo. A cada
una de estas partes corresponde un tipo fundamental de hombre. Parece,
pues, que existen tres tipos de felicidad o placer: los placeres del
conocimiento, los placeres del éxito y los placeres de la ganancia y la
satisfacción. ¿Podemos afirmar que alguno de estos 3 tipos de placer es
mejor que los otros dos? Sin duda el hombre justo, el hombre de razón,
está en mejor posición que nadie para juzgar. Ha experimentado no sólo
los placeres del conocimiento, sino también los placeres del éxito y la
satisfacción –de no ser así no podría vivir una vida humana; y, sin
embargo, sigue considerando que los placeres del conocimiento son los
más grandes de todos. En otras palabras, el hombre justo ha probado las
tres clases de felicidad y ha decidido que una de ellas es la mejor.
3. Sócrates sostiene, finalmente, que sólo los placeres del hombre
justo, los placeres del conocimiento, son
placeres reales; todos los
demás placeres son de algún modo irreales o “ilusorios”.
Comentario
Ahora está por fin completo el principal argumento de “La República”. Es
el momento de referirnos a las Secciones 4 y 5 y juzgar por nosotros
mismos si Sócrates ha contestado satisfactoriamente las afirmaciones
primero de Trasímaco y, luego de Glaucón y Adimanto.. Ciertamente,
parece que lo ha conseguido. Ha demostrado que la vida del hombre justo
es mejor que la del hombre injusto, independientemente de recompensas
externas que se puedan recibir en esta vida o en la siguiente. Al final
del Libro X, Sócrates hablará algo sobre las recompensas que aguardan al
hombre justo en la otra vida.
LIBRO X, INTRODUCCIÓN.
El Libro X constituye una especie de apéndice. Primera parte: invectiva
de Platón contra las Artes (la poesía, el drama, la pintura y la
escultura). Segunda parte: incluye la doctrina de Platón sobre la
Inmortalidad del Alma y sobre las recompensas y castigos que aguardan al
hombre en el más allá.
LIBRO X, SECCIÓN 25
Comentario
El significado de esta sección ha sido muchas veces objeto de disputa
entre los diferentes estudiosos y comentaristas de “La República”.
Algunos estudiosos han pensado que esta diatriba de Platón contra las
artes no va en serio. Otros han visto en ella una réplica a las posibles
discrepancias de lo que Platón dijo anteriormente, en las Secciones 7 y
8.
Cabe preguntarse por qué Platón dedica una sección tan extensa de “La
República” a criticar el arte y la literatura. Si pensamos en la
planificación del Diálogo en su conjunto, este tema no parece tener gran
importancia. Pero hemos de recordar que los griegos veían en los poetas,
sobe todo en Homero, la fuente de toda orientación moral. Los escritos
de Homero eran la “Biblia” de los griegos, pues en ellos se enseñaba el
bien y el mal, lo justo y lo injusto. Aquí surgía el desacuerdo más
firme de Platón. Para Platón, la orientación moral puede proceder tan
sólo de una fuente –del conocimiento de lo que realmente es bueno-; y
este conocimiento se puede alcanzar únicamente por medio de la razón.
LIBRO X, SECCIÓN 26
Sócrates empieza diciendo que aún no ha descrito las principales
recompensas que reciben quienes viven en una vida justa y buena, puesto
que las principales recompensas no llegan en esta vida, sino una vez que
estamos muertos. Glaucón se muestra sorprendido; ¿crees Sócrates
realmente que el alma sobrevive al cuerpo? Así es, contesta Sócrates. De
hecho, se puede demostrar que el alma es inmortal y nunca muere.
Comentario
La creencia en la inmortalidad del alma no estaba muy extendida entre
los griegos contemporáneos de Platón. Entre los primeros que la
defendieron estaban los pitagóricos. El argumento de esta sección no es
el único intento por parte de Platón de
demostrar la inmortalidad del
alma; en un diálogo anterior, el “Felón”, se ofrecen otros argumentos.
Es obvio que este tema preocupaba considerablemente a Platón.
LIBRO X, SECCIÓN 27
Resumen
Sócrates recuerda a Glaucón y Adimanto que ha contestado su pregunta
original y ha demostrado que la vida justa es mejor que la vida injusta,
independientemente de las recompensas externas. Pero ahora, nos dice,
deberíamos intentar averiguar en qué consisten realmente las recompensas
de la justicia. Después de todo, los dioses lo saben todo y, siendo
ellos mismos justos, no parece probable que vayan a dejar sin recompensa
a un hombre justo y sin castigo a un hombre injusto. Los más grandes de
estos castigos y recompensas se otorgarán en la vida futura, después de
la muerte del cuerpo. Sócrates se sirve para su descripción del más allá
del molde de untito. Se trata del Mito de Er.
Er era un soldado valeroso que murió en el combate. Diez días después de
su muerte, su cadáver fue conducido a casa y dispuesto en una pira
funeraria. Y entonces, súbitamente, Er recobró la vida y contó la
historia de lo que había visto en el otro mundo.
Comentario
La característica más evidente del Mito de ER es que nos cuenta que
incluso después de la muerte la justicia es recompensada y la injusticia
castigada. Pero el mito encierra también otra lección de enorme
importancia:
cada hombre es responsable de la vida que escoge llevar. No
es que los Hados le otorguen la vida que ellos escojan para él; él mismo
hace la elección, por lo que a nadie sino a él mismo puede echar la
culpa de la vida que ha escogido. De esta forma contesta Platón a
quienes sostienen que algunos hombres son malvados por naturaleza –o, lo
que es lo mismo, que un hombre no tiene realmente la culpa de llevar una
vida inicua. Platón creía que los hombres se hacen malos por propia
voluntad.
Esto, sin embargo, plantea un problema. Si los hombres eligen ser
injustos, da la sensación entonces de que eligen también ser infelices,
ya que, como hemos visto en el Libro IX, una vida injusta es siempre una
vida desgraciada. Y está claro, podríamos decir, que nadie elige ser
desgraciado. A esto nos contestaría Platón diciendo que el hombre
injusto no se da cuenta de que una vida injusta le hará desgraciado; por
el contrario, piensa, como pensaba Trasímaco, que cuanto más injusto sea
más afortunado será. En otras palabras, la opinión de Platón es que la
injusticia es en último término una cuestión de ignorancia. Bastaría con
que le hombre injusto se dejara guiar por la razón para darse cuenta de
la desgracia y el sufrimiento que se está causando a sí mismo. Es ésta
una forma más de apreciar que la vida buena es una vida de razón y
conocimiento.
PREGUNTAS SOBRE
EL LIBRO I
1. ¿Por qué a Sócrates no le complacen las definiciones de “Justicia” y
“Acto Justo” que apuntan Céfalo y Polemarco? (Secciones 1 y 2) ¿Qué
clase de definición, si es que hay alguna, crees que le satisfaría?
2. ¿Qué es un “argumento por Analogía”? Pon algún ejemplo de tu
invención.
PREGUNTAS SOBRE LOS LIBROS II Y III
1. ¿Por qué habla Sócrates sobre el Estado Ideal? (Sección 6)
2. ¿Crees que Platón está en lo cierto al creer que los niños no
deberían tener ningún contacto con el mal mientras aún son jóvenes? ¿Qué
razonamientos se te ocurren a favor y en contra del parecer de Platón? (Sección
8, Comentario)
3. ¿Crees que se puede justificar el invento del Mito de los Metales? Es
decir, ¿crees justificado que se contara este tipo de mentira a los
ciudadanos del estado? (Sección 10)
PREGUNTAS SOBRE LOS LIBROS IV Y V
1. Explica detalladamente lo que quiere decir Platón cuando afirma que
el Estado Ideal es prudente, valeroso, disciplinado y justo (Sección
12).
2. Explica en qué sentidos cree Platón que el estado se asemeja al
hombre (Sección 12., Sección 3)
3. Opina sobre las razones que aduce Platón en defensa de la abolición
de la familia (Sección 14).
4. ¿Qué es una “Forma”? ¿Por qué cree Platón que sólo las Formas son
reales? (Sección 15)
PREGUNTAS SOBRE LOS LIBROS VI Y VII
1. ¿Por qué considera Platón que un hombre no puede ser verdadera o
plenamente bueno en tanto no viva en una sociedad buena? ¿Está Platón en
lo cierto? (Sección 16)
2. ¿Cuál es el significado de la Alegoría de la Caverna? (Sección 19)
3. Explica la idea que Platón tiene de la “Dialéctica” (Sección 21)
4. ¿Qué fallos ves –si es que ves alguno- en el programa educativo que
propone Platón para los filósofos-gobernantes? (Sección 22)
PREGUNTAS SOBRE LOS LIBROS VIII A X Y “LA REPÚBLICA” EN GENERAL
1. ¿Crees que la crítica que Platón hace de la oligarquía y de la
democracia se puede aplicar a alguna sociedad de nuestro tiempo? (Sección
23)
2. Enuncia con la mayor brevedad posible las diferencias esenciales
entre el hombre completamente justo y el hombre completamente injusto.
3. Es evidente que Platón no cree que “todos los hombres son iguales”.
¿En qué sentido cree él en la desigualdad humana?
4. ¿Por qué cree Platón que la educación es tan importante?
IITINERARI
DEL DIÀLEG “LA REPÚBLICA”
Context històric i
interpretació que en fa Plató de la situació política d’Atenes: Ni el
partit democràtic ni el partit aristocràtic han protegit els autèntics
interessos del poble.
Propòsit de “La
República”: Definir
els “autèntics” interessos del poble i, a més, debatre sobre ells.
(Propòsit de l’”Acadèmia”: Escola on s’instruïssin els filòsofs
governants.)
- Examen de la Vida
Bona. Només es pot
dur a terme una vida perfecta en condicions perfectes (en un estat
Ideal). Per això, d’entrada cal parlar sobre l’Estat Ideal. El
significat de “República” no és pas el d’un sistema específic de govern,
sinó estat o societat. Avui el sistema que propugna Plató l’anomenaríem
MONARQUIA DE CAIRE IL•LUSTRAT.
o Dos eixos:
La Política
L’educació.
Primera estació (1):
Què significa “fer allò que és just”?
- Definicions dels
contertulians:
o Donar a cadascú allò que li correspon
o Donar a cadascú allò que per a ell és convenient.
o Fer el bé als nostres amics i el mal als nostres enemics.
- Resposta de
Sòcrates: Mai no és just fer el mal o causar danys a ningú.
- Reflexió: Allò que
és realment “dañino” per a l’home no és pas el dolor o el sofriment
propi, sinó la seva pròpia injustícia (Influència posterior en el
cristianisme)
- Mètode de raonament
que utilitza Sòcrates/Plató: Adoptar provisionalment la definició que
proposa el seu interlocutor per demostrar a continuació que d’aquesta
definició se’n deriven conseqüències que ningú no acceptaria. En aquest
punt no hem descobert encara que és la JUSTÍCIA, per bé que sí hem
trobat vàries coses que NO HO SÓN.
- Definició del
SOFISTA Trasímac(“El dolent”): Allò just és allò que beneficia al partit
més poderós.
- Resposta de Sòcrates: La funció del governant no és pas servir els
seus interessos particulars sinó al poble.
Segona estació. Hem
passat de la discussió “Què és la justícia”? a “Quina és la funció del
governant”? (Ens hem desviat del camí)
- Intervenció sofista: Justícia és la virtut dels covards i febles,
perquè tenen por de comportar-se d’una altra manera que no sigui obeint
les lleis. Són per tant, ignorants.
- Resposta de
Sòcrates: L’home injust no és més intel•ligent que el just. La justícia
no és font de poder, sinó de caos i desunió. La injustícia no porta la
felicitat.
- Reflexió: Sòcrates
creu que la Justícia és bona de la mateixa manera que el Coneixement i
la Salut són bons en si mateixos.
- Insatisfacció
contertulians davant al resposta de Sòcrates: La Justícia ha de ser com
un instrument per aconseguir-la alguna altra cosa, i no pas un objectiu
en si mateix.
- Rèplica de Sòcrates:
caldrà esperar
Tercera estació. Cal
considerar què és la Justícia en la comunitat (Estat) i després també en
l’individu.
Però, primer aborda l’origen de l’Estat: Quines han de ser les qualitats
perquè un Estat sigui just.
L’Estat s’ha originat
per fer les funcions “vitals” (econòmiques), artístiques i de
“seguretat” (soldats), per evitar que els enemics no ens facin mal.
- Ara es produeix un
desplaçament de l’interès: L’atenció se centrarà en els SOLDATS
(Guardians).
o Han de tenir un temperament “filosòfic”
Educació dels
guardians:
• Educació musical
• Preparació física.
- Ara Sòcrates parla
de l’estat Ideal. I divideix els Guardians en GOVERNANTS i AUXILIARS
(ajudants)
o Governants: Seran els millors d’entre ells, els de més edat, i hauran
de superar proves que demostrin que no podran ser corromputs ni
subornats.
o Hi haurà una
tercera classe, ELS ARTESANS: Els que no participen en el govern o en la
protecció de l’Estat.
- Com podrem estar segurs que aquestes 3 classes no interferiran entre
si, ni “xocaran”?
o Creació d’un mite,
el Mite dels Metalls (una “mentida grandiosa”)
o Precaucions: Els governants no podran tenir propietats, per així
evitar-ne enveges personals, ni tampoc tindran vida privada.
- Reflexió: La
societat Ideal que Plató presenta està estructurada de tal manera que
els avantatges i desavantatges de pertànyer a una classe concreta es
compensin entre si en la mesura del possible)
- En un Estat
Perfecte trobarem les 4 VIRTUTS CARDINALS: Prudència, Fortalesa,
Temperància i Justícia.
- Què és el que fa que l’Estat sigui PRUDENT, VALERÒS, DISCIPLINAT i
JUST? I ON?
o PRUDENT: A la
classe governant. Doncs només ells saben distingir allò que és just i el
que és injust.
o VALERÓS: Els soldats
o LA DISCIPLINA: que és l’auto-control, l’autodomini. I això vol dir que
la millor part controla la pitjor (la part més prudent controla a la
resta)
o JUST: Allò que possibilita les 3 altres virtuts:Que cada ciutadà actuï
segons la capacitat per la qual està millor preparat.
- Reflexió: Per a
Plató l’estat Ideal no són parts aïllades, sinó una estructura
integrada, com un organisme, en la que cada part està vinculada a la
resta, però fa la seva pròpia funció.
- FI DEL DESPLAÇAMENT
(o desviació de l’itinerari): Què entenem per un Estat Just? Doncs
aquell en el que totes les seves parts funcionen com és degut. Ara,
caldrà centrar-se en “Què entenem per un home just”?
o Els Humans també
tenen 3 parts: la raó, la part emocional i el desig.
o L’Home Just és aquell la raó del qual controla les altres dues parts.
L’Home Bo: és aquell en el que les emocions s’alien amb la raó.
Quarta estació. Ara
cal demostrar que per a un home sempre és millor ser just que injust.
- Repassem:
o Hem de descriure en què consisteix el significat d’INJUSTÍCIA. Ho
farem per contrast.
La JUSTÍCIA és
l’harmonia interna en la ment.
La INJUSTÍCIA en l’home és quan les emocions dominen la raó.
La INJUSTÍCIA en l’Estat: quan els “auxiliars” dominen els governants.
-
Desviació 1.
Es produeix un
desplaçament molt extens
en la descripció de com seria un estat Ideal i harmoniós:
Situació de les
dones i dels nens.
Abolició de la família
Aparellament sexual reglamentat per millorar “la raça”
Abolició de la propietat privada per als governants.
Etc.
- Conclusió: La societat ideal no serà realitat fins que els filòsofs no
es converteixin en governants.
-
Desviació 2.
o Què és un filòsof?
Aquell que estima la veritat.
Què és la veritat i
el coneixement?
• Distinció entre coneixement i opinió.
Exposició de la
“Teoria de les Formes”
• Les Formes són invisibles i intangibles, eternes i immutables, i tan
sols poden ser compreses per la ment i pel pensament pur.
- Recerca de la
Justícia = Recerca d’una Forma (Llibres VI i VII).
-
Desviació 3.
o Després d’explicar
què vol dir què és un FILÒSOF (=coneixement de les Formes, a més de ser
valent, disciplinat, prudent i bo), ara cal demostrar que el filòsof és
la persona més preparada per governar un Estat.
o Però, (objecció): A
una persona així en la societat “se la mengen viva”!!! No seria útil.
o Resposta: Un home no pot ser completament bo a menys que l’ambient en
el qual viu també ho sigui.
o Reflexió: Hi haurà
molt pocs ciutadans amb tant altes qualitats, perquè no només es
requereix el coneixement de les Formes, sinó quelcom superior, per
damunt de les Formes: LA BONDAT (la més important de les Formes) Llibre
VI. Al•legoria o Mite de la Línia.
Llibre VII. Al•legoria
o Mite de la Caverna: Demostrar que hi ha 4 tipus de coneixement.
• Reflexió: Tot el
coneixement està connectat. No podem conèixer o comprendre plenament les
Formes a menys que posseïm el coneixement de la Bondat. La Bondat és la
font de tota la veritat.
o
Desviació 4: Com han
de completar els guardians la seva educació per així adquirir el
significat de les Formes i la Bondat. Si abans ja ha esmentat els
primers trams o etapes bàsiques, ara cal estudiar per formar l’intel•lecte,
cal “entrenar-se” en l’ABSTRACCIÓ.
Començarà amb els
números.(5 branques de la matemàtica).
Després, es prepararà a raonar amb lògica, LA DIALÈCTICA..
I així fins a completar les 6 etapes (18, 20, 30, 35 i 50 anys).
Quarta estació.
(Continuació): Per què és millor per a un home dur una vida justa que
una vida injusta?
Per tal de
respondre-hi, Plató tornarà a fer un desplaçament:
-
Desviació 5:
o Descripció de les 4 classes de societats injustes: Timocràcia,
Oligarquia, Democràcia, Tirania
o Descripció de les 4 classes d’homes injustos: timocràtic, oligàrquic,
democràtic, tirànic.
- Després, podrem
respondre per què és millor ser just que no pas injust.
- Dóna 3 arguments:
1. En un Estat tirànic, tots, excepte el tirànic, estan esclavitzats. En
l’home tirànic, totes les seves parts són esclaves de la seva pitjor
part (la luxúria)
2. Existeixen 3 parts
en la nostra ànima o personalitat, que equivalen a 3 tipus de felicitat
o plaer (del coneixement, de l’èxit,del guany individual). L’home just
ha provat les 3 classes de felicitat, i ja ha decidit que una d’elles és
la millor.
3. Tots els plaers
del coneixement són “reals”; tots els altres són “il•lusoris”
Cinquena estació:
Sòcrates /Plató ha demostrat que la vida de l’home just és millor que la
de l’home injust, independentment de recompenses externes.
•
Desviació 6:
o Crítica a les Arts i la Literatura (Molts mites grecs presenten i
justifiquen el mal li la injustícia.
o Immortalitat de l’ànima. Mite d’ER.
Sisena estació
(Final): Sembla com si Plató/Sòcrates necessiti dir que hi ha una
recompensa per als justos en una altra vida
- Després de la mort
la justícia serà recompensada i la injustícia castigada.
Setena estació
(Reflexió):
- Cada persona és responsable de la vida que ha escollit portar.
o Problema: Ningú no tria ser desgraciat.
- Conclusió: La
injustícia és, en darrer terme, una qüestió d’ignorància.
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