Las marcas, ya no productos sino ‘estilos de vida’


  

No Logo. El poder de las marcas, escrito por la economista canadiense Naomi Klein, es detallado análisis del lugar central y privilegiado que van conquistando las marcas en nuestra cultura: de una manera más o menos sutil van ocupando espacios de nuestras vidas, tanto los espacios públicos como los espacios privados. Hasta 1970, en la ropa, todas las etiquetas con sus logos estaban escondidas o aparecían como pequeños emblemas del diseñador; ahora, el pequeño emblema se ha exagerado hasta el punto que el portador se ha transformar el publicidad ambulante (capítulo segundo). En las escuelas, desde siempre un lugar protegido y sin marcas, éstas van ganando terreno. Al capítulo cuarto, “Las marcas y la enseñanza”, pertenece el primer fragmento seleccionado; en él se informa y se reflexiona sobre la creciente presencia de les marcas en los centros educativos, subvencionando actividades y participando en la toma de decisiones.

Las marcas, más que “marcas de productos” devienen “marcas d’estilos de vida” que venden identidad personal o de grupo. Prometen aquellas cosas que [manquen] en la vida de les personas y, cuando “l’estilo de vida” tiene como destinatario l’adolescente que está construyendo su personalidad, las marcas inciden d’una manera excesivamente dominadora.

Las marcas ya no son garantía de calidad de un producto. Hoy, en una economía global, es muy fácil fabricar productos idénticos; por ello, con el objetivo de incrementar las ventas, las marcas buscan otros vínculos. En el primer capítulo, “El nuevo mundo de las marcas”, se explica como muchas empresas consideran secundario fabricar productos (lo cual mediante subcontratistas se desplaza al Tercer Mundo) y consideran prioritario (para ser más rentable) centrarse en la construcción de una “imagen” de marca. En el capítulo noveno, “La fábrica abandonada” se explica el desplazamiento de la producción hacia las ZPE (zonas de procesamiento de exportaciones) o zonas de comercio libre. Detalles más concretos se encuentran en el capítulo decimosexto donde s’analizan las estrategias de tres logos bien conocidos; a este capítulo pertenece el segundo texto seleccionado.



 
  

Primer fragmento seleccionado:
     «Quizá el más famoso de estos experimentos fue el que Coca-Cola hizo en 1998, cuando organizó un concurso entre varias escuelas que debían proponer estrategias para distribuir cupones de la bebida entre los alumnos. El colegio que propusiera la mejor ganaría 500 dólares. El colegio de secundaria Greenbriar de Evans, Georgia, se tomó el certamen muy en serio, y organizó el Día oficial de la Coca-Cola a finales de marzo, durante el cual todos los alumnos debían acudir a clase con camisetas de Coca-Cola, se hacían una fotografía en una formación que dibujaba la palabra Coca-cola, asistían a conferencias ofrecidas por ejecutivos de Coca-Cola y durante sus clases aprendían sobre todo lo existente y que fuera negro y con burbujas. Aquello parecía el paraíso de la marca, hasta que la directora advirtió que un tal Mike Cameron, de diecinueve años, llevaba puesta una camiseta con el logo de Pepsi en un censurable acto de provocación. Fue suspendido de inmediato por semejante delito. «Sé que puede parecer mal: "Un escolar es castigado por llevar una camiseta de Pepsi en el Día de la Coca-Cola"», explicó la directora, Gloria Hamilton. «Hubiera resultado aceptable de estar sólo entre nosotros, pero se hallaba presente el presidente regional de Coca-Cola y algunas personas habían venido en avión desde Atlanta para hacernos el honor de hablar en nombre de nuestros promotores. Los estudiantes sabían que teníamos invitados»."»

Segon fragmento seleccionado:
     «Durante mucho tiempo Phil Knight, el presidente de Níke, ha sido el héroe de las facultades de ciencias empresariales. Prestigiosos medios académicos, como The Harvard Business Review, han elogiado sus innovadoras técnicas de marketing, su comprensión del fenómeno de la marca y su empleo precoz de la externalización. Incontables estudiantes de masters de marketing y comunicación han estudiado la fórmula de Nike, consistente en «marcas sí, productos no». De modo que cuando en mayo de 1997 se invitó a Phil Knight a hablar en la Escuela de Ciencias Empresariales de la Universidad de Stanford -donde se había graduado-, se esperaba que la visita fuera uno de los tantos éxitos de Nike. En lugar de ello, Knight fue recibido por una manifestación de protesta, y cuando se acercó al micrófono los estudiantes le gritaron: «¡Fuera de ahí! ¡Paga un salario decente a tus obreros!». La luna de miel de Níke terminó dolorosamente.

     Nada demuestra mejor la creciente desconfianza hacia la cultura de las marcas que el movimiento internacional contra Nike, la campaña más conocida y tenaz de su especie. Los escándalos de los talleres de trabajo esclavo de Nike han sido tema de más de 1.500 notas periodísticas y de columnas de opinión. Sus fábricas asiáticas han sido exploradas por las cámaras de casi todas las grandes emisoras de televisión, desde la CBS hasta la emisora deportiva de Disney, la ESPN. Por sí eso fuera poco, Nike fue objeto de una serie de víñetas de Doonesbury y pasto del documental de Michael Moore The Big One. Como resultado, muchas personas del departamento de relaciones públicas de la empresa deben ocuparse día y noche de la controversia de los talleres -respondiendo a quejas, reuniéndose con grupos de distintas localidades y escribiendo las respuestas de Nike-, y la empresa ha creado un nuevo puesto ejecutivo: el vicepresidente de responsabilidad corporativa. Nike ha recibido cientos de miles de cartas de protesta, afrontado manifestaciones grandes y pequeñas y es blanco de una docena de páginas de crítica en Internet.»

KLEIN, Naomi. No Logo. El poder de las marcas. Barcelona: Paidós, 2001. (Págs. 127-128 y pág. 422)



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