
Ofensiva contra el tabaco en el trabajo
El
Ministerio de Sanidad y las comunidades autónomas aprobarán
mañana, en el seno del Consejo Interterritorial, el plan nacional
de prevención y control del tabaquismo 2003-2207, que establece
una serie de plazos para conseguir que dentro de cuatro años
todos los centros de trabajo, públicos y privados, sean considerados
espacios libres de humo; es decir, no se podrá
fumar en ellos, salvo en los lugares habilitados especialmente para
los fumadores. Para ello existe el compromiso de no escatimar gastos
a la hora de lanzar campañas informativas sobre las consecuencias
de este hábito y que recuerden a los fumadores pasivos su derecho
a vivir y trabajar en un ambiente saludable.
El texto que mañana recibirá el visto
bueno definitivo, tras casi tres años de estudio, fija que
antes de que acabe este 2003 deberá erradicarse el humo del
tabaco de todos los centros educativos y sanitarios, así como
de los organismos públicos. La prohibición de fumar
en los centros citados ya existe desde 1988, a través de un
real decreto que permitió liberar de humo consultas médicas
y aulas de colegio, pero no se ha conseguido erradicar por completo
el tabaco del conjunto de los espacios establecidos. Por ello, el
Ministerio de Sanidad y las comunidades vigilarán ahora estrechamente
que la normativa sea aplicada a rajatabla. Para ello establecerán
una red de inspección en la que estarán implicadas,
incluso, las fuerzas de seguridad del Estado.
El segundo objetivo que se marca este plan es que, antes
de que finalice el 2005, en todas las empresas o entidades que presten
un servicio al ciudadano o bien atiendan al público nadie encienda
un pitillo. Además, las distintas administraciones esperan
que para entonces el 70% de las empresas privadas, de acuerdo con
los trabajadores, hayan dispuesto espacios para fumadores y que en
el resto no se fume. Según un portavoz del Ministerio de Sanidad,
en los últimos meses el número de empresas que han colgado
el cartel de prohibido fumar ha aumentado notablemente
ante la concienciación de que el humo del tabaco mata tanto
al fumador como al no fumador.
Finalmente, el texto fija el 2007 como año límite
para que el tabaco desaparezca de todos los centros de trabajo, objetivo
que las administraciones creen que conseguirán en un porcentaje
muy elevado. Las multas para quienes incumplan el plan deberán
ser establecidas por cada comunidad autónoma.
Además de la erradicación del tabaco en
los centros de trabajo, el plan, que Sanidad y las comunidades deberán
ir incorporando y desarrollando paulatinamente en sus ordenamientos
jurídicos, tiene como objetivo evitar el consumo del tabaco
en los menores. Por ello, se eleva de 16 a 18 años la edad
para poder comprar tabaco. Asimismo, se prohíbe la venta de
cigarrillos sueltos y las cajetillas de 10, más económicas
y, por tanto, más asequibles para los más jóvenes.
En esta línea, se obligará a los fabricantes
de las máquinas expendedoras de tabaco a incorporar mecanismos
que identifiquen la edad del comprador, con la introducción,
por ejemplo, de una tarjeta con los datos del comprador. Las máquinas
que no identifiquen la edad del comprador serán retiradas en
el 2007.
Asimismo, el texto establece la obligación por
parte del ministerio de elaborar una normativa que prohíba
la publicidad del tabaco en los medios de comunicación y en
todos aquellos ámbitos que actualmente tienen a los jóvenes
como protagonistas.
La ministra de Sanidad, Ana Pastor, insiste en que este
conjunto de medidas tiene como objetivo defender a los no fumadores
y atajar el consumo entre los jóvenes, y no perseguir
y estigmatizar al adicto a este producto, al que en el
texto se considera como un enfermo. Precisamente por eso,
el plan establece la obligatoriedad del Estado de proprocionar al
adicto al tabaco medicamentos para deshabituarse y que estos estén
financiados por Sanidad. La Agencia de Tecnología Sanitaria
está estudiando qué técnicas y qué procedimientos
son realmente efectivos para ayudar al fumador a dejar ese hábito.
El plan establece que para sufragar la puesta en marcha
de todas estas medidas las comunidades aporten 0,25 euros per cápita,
mientras que el Estado deberá poner un porcentaje, aún
no estipulado, de los impuestos que recauda del tabaco. Este porcentaje
podría ampliarse si finalmente el Ministerio de Economía
accede a subir el precio de este producto, como demanda la ministra
de Sanidad.
Artícilo aparcido en La Vanguardia el 12-ene-03