Lengua Castellana y Literatura

la ESCENOGRAFÍA

Escenografía son todos los elementos visuales que conforman una escenificación, sean corpóreos (decorado, accesorios), la iluminación o la caracterización de los personajes (vestuario, maquillaje, peluquería); ya sea la escenificación destinada a representación en vivo (teatro, danza), cinematográfica, audiovisual, expositiva o destinada a otros acontecimientos.

La escenografía o pintura de escena tiene sus raíces en el teatro griego. Los griegos usaron el periacto, artificio especial que empleaban en sus teatros para cambiar decoraciones. Consistía en un aparato prismático con un paisaje diferente pintado en cada una de sus tres caras. Había un periacto en cada lado del escenario, y al girar quedaba cambiada la decoración.

El periacto es el origen de los bastidores, usados por primera vez en 1620, en el teatro Farnesio de Parma. El bastidor es un armazón de listones sobre el cual se aplica un lienzo o papel y se utiliza pintándolo sobre las dos caras: cada una corresponde al paisaje o arquitectura que debe representar el escenario.

La decoración circular de las carretas-escenas del medioevo, sobre la cual se presentaban ante los espectadores los más pintorescos lugares propios de los diversos episodios de los misterios o los juegos escénicos de la época. Ese particular hallazgo es precursor de los escenarios giratorios modernos. Otra de las características de la misma época era la escena simultánea, en donde se sucedían los lugares de acción del espectáculo; dicha escena ha tenido su eco en el teatro contemporáneo, como puede verse en el decorado de varias habitaciones simultáneas, o en los carros yuxtapuestos que pasan por la boca de la escena cambiando los lugares ante los ojos de los espectadores.

Una de las innovaciones mejor logradas en los escenarios actuales consiste en las magníficas sugerencias conseguidas con elementos plásticos sintéticos y con simples fondos de cortinas negras o de colores neutros. Pues bien, si se hurga en el pasado se comprueba su origen en primitivas representaciones, particularmente en Inglaterra, en las que un simple cartel indicaba el lugar o una voz despertaba la imaginación de los espectadores explicando las excelencias de un decorado que no existía.

Edad Moderna

El renacimiento nos da por primera vez un teatro (el Olímpico de Vicenza, 1585, obra del arquitecto Andrea Palladio) un escenario de madera, síntesis grandiosa de la estética arquitectural de la escenografía de la época, y que consistía en que la decoración estuviera dispuesta según los cánones artísticos de la perspectiva lineal. Columnas corintias, bajorrelieves, estatuas, y cornisamientos adornan la fachada escénica. En medio se abre la puerta mayor, o puerta real, según Vitrubio, porque solo los actores principales aparecían por ella, a manera del teatro griego. A través del vano se ven palacios de relieve aplanado, reducidos en perspectiva, formando una calle que parece ser la de Tebas, porque ésa fue la ciudad en que reinó Edipo, y con la tragedia del mismo nombre se inauguró el teatro. La ilusión óptica de la extensión de la calle es completa. Paulatinamente fue transformándose la decoración fija en móvil, y la escena tuvo una época majestuosa y brillante tanto en Italia como en Francia.

La ópera participó en el desarrollo, pues era un género que reclamaba gran presentación y apoyo económico. Pero para que esas nuevas conquistas cobraran importancia era necesario que el arquitecto, que era a su vez constructor y pintor, fuera dejando paso a los escenógrafos, es decir, a los especializados en el arte de crear climas escénicos. Parque en una escenografía de Galli Bibiena Los Galli Bibiena (1659-1743) hicieron el hallazgo de conseguir y lanzar la nueva perspectiva pictórica, de forma que la arquitectura no sólo se viera de frente, sino que nos ofreciera aspectos desde diferentes ángulos. De esta manera nació un tipo nuevo de escenógrafo pintor.

La iluminación escénica también debía ayudar en las conquistas de la escenografía. Las candilejas fueron una innovación del siglo XVII. El sistema moderno de decorados de tela pintada, es decir, de decoraciones sucesivas en reemplazo de decorados simultáneos fue inventado en Francia en pleno siglo XVII

Las habitaciones se cierran con paredes y plafones, porque el naturalismo exige una realidad ambiente que no se consigue con bastidores y telones de fondo. El gas sustituye la iluminación a vela y aceite. En 1887, el Teatro Libre de Antoine, en París, buscaba la verdad en el decorado haciendo aparecer una fuente de la que brotaba agua durante la representación.

Las estéticas se suceden como las teorías; así vemos como el simbolismo necesita de una nueva fórmula (1890): La decoración debe ser una pura ficción ornamental que complete la ilusión por sus analogías de color y de líneas con el drama.

Todo estaba preparado para recoger las grandes ventajas que aportaba la electricidad. La transformación había llegado. Existía de hecho una luz que podía exaltar el color, proyectar sombras, crear atmósferas no conocidas hasta entonces y dar relieve a lo corpóreo en la escena. Pablo Picasso hizo decorados para el ballet de Manuel de Falla, El Sombrero de Tres Picos, y Jacques Copeau así como Gaston Baty, Luis Jouvet y Charles Dullin acogieron fervorosamente las más audaces tendencias.

 

Para muchos, la escenografía ha dejado de ser un complemento para definir el ámbito de la puesta en escena y ha pasado a ser identificada con el teatro mismo. No cabe duda que las cada vez mayores posibilidades técnicas y la aparición de nuevos materiales unidos al talento y poderosa imaginación de los creadores han contribuido a su creciente protagonismo. Las nuevas escenografías crean espacios casi mágicos que obnubilan a quienes las contemplan. Eso lo saben sus autores, hasta el punto de que parece que algunos convierten el escenario en una sala de exposiciones en la que mostrar su arte, olvidando que su trabajo es, en palabras de Nieva, el resultado de una intensa meditación sobre lo que ha de pasar a lo largo de la representación. Dicho con otras palabras, un conjunto de signos cuya función esencial es incidir en la enfatización del espectáculo. Así, cuando la aportación de la escenografía al teatro parecía acercarse al ideal, nos encontramos con la amenaza de que se consiga todo lo contrario. Recuerdo bien como a mediados de los años sesenta, ante el protagonismo alcanzado por los directores de escena, el autor de teatro fue marginado hasta el punto de que el teatro de texto quedó relegado a un segundo plano, cuando no expulsado de muchos escenarios. Ahora me invade la misma sensación, esta vez provocada por la megalomanía de ciertos escenógrafos empeñados, con el consentimiento y aplauso de quienes les contratan, en llenar la escena de desmesuradas escenografías, que, en no pocos casos, son auténticas obras de ingeniería. Como autor que soy, sufro por el papel al que a veces es reducido el texto, pero también me preocupa el que se reserva a los actores, convertidos en pequeños muñecos extraviados en laberintos escenográficos, cada vez más alejados de su primordial función, que no es otra que la de dar vida escénica a sus personajes.

 



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