Karl Marx y Friedrich
Engels El manifiesto comunista
Un fantasma recorre Europa, el fantasma del comunismo. Contra este
fantasma se han coaligado en santa jauría todos los poderes de la vieja
Europa, el Papa y el Zar. Metternich y Guizot, los radicales franceses y
los policías alemanes(1)
. ¿Dónde hay hoy un partido de la oposición a quien sus adversarios en
el gobierno no le lancen la infamante acusación de comunista?
Y ¿dónde hay un partido de oposición que no fulmine con este reproche
oprobioso tanto a los oponentes más avanzados como a sus adversarios de
la reacción?
De este hecho se desprenden dos consecuencias:
Que el comunismo es ya reconocido como un poder por todos los poderes
europeos.
Que ya ha llegado el momento de que los comunistas expongan públicamente
y ante el mundo entero sus concepciones, objetivos y tendencias y salgan
al paso de las fábulas en torno al fantasma del comunismo con un
manifiesto de su propio partido.
Con este propósito se han reunido en Londres comunistas de las más
diversas nacionalidades y han redactado este manifiesto que se publicará
en las lenguas inglesa, francesa, alemana, italiana, flamenca y danesa.
Capítulo I
BURGUESES Y PROLETARIOS
La historia de todas las sociedades humanas habidas hasta hoy ha sido la
historia de la lucha de clases. Hombre libre y esclavo, patricio y
plebeyo, barón y siervo de la gleba, maestro y oficial del gremio, en
una palabra, opresores y oprimidos se enfrentaron en perpetuo
antagonismo, librando una lucha incesante, a veces encubierta y a veces
franca, lucha que se saldó en cada caso con una transformación
revolucionaria de toda la sociedad o bien con el hundimiento conjunto de
las clases enfrentadas(2).
En épocas anteriores de la historia hallamos en casi todas partes una
completa articulación orgánica de la sociedad en diversos estamentos,
una variada gradación jerárquica de las posiciones sociales. En la
antigua Roma hallamos a los patricios, los caballeros, los plebeyos y
los esclavos. En la Edad Media a los señores feudales, a los vasallos, a
los maestros y oficiales gremiales y a los siervos de la gleba, aparte
de que casi todas estas clases tienen su propia jerarquía interna.
La moderna sociedad burguesa, surgida de las ruinas de la sociedad
feudal, no ha suprimido los antagonismos de clase. Lo único que ha hecho
es establecer nuevas clases, nuevas condiciones de opresión y nuevas
formas de lucha en substitución de las anteriores.
Nuestra época, la época de la burguesía, se caracteriza, sin embargo,
por el hecho de haber simplificado estos antagonismos de clase. Paso a
paso, el conjunto de la sociedad se va escindiendo en dos grandes campos
enemigos, en dos grandes clases directamente enfrentadas: la burguesía y
el proletariado.
De los siervos de la gleba medievales fueron surgiendo los pecheros de
las primeras villas. A partir de éstos, fueron desarrollándose los
primeros elementos de la burguesía(3).
El descubrimiento de América y la circunnavegación de África abrieron
nuevos caminos a la burguesía en ascenso. El mercado de las Indias
Orientales y de la China, la colonización de América, el intercambio con
las colonias, el aumento de los medios de cambio y de las mercancías en
general dieron al comercio, a la navegación y a la industria un auge
nunca visto y, con ello, un rápido desarrollo al elemento revolucionario
de la sociedad feudal en descomposición.
La hasta entonces imperante explotación feudal o gremial de la industria
no podía ya satisfacer las necesidades que crecían con los nuevos
mercados y hubo de ceder el puesto a la manufactura. Los maestros
gremiales fueron desplazados por la clase media industrial. La división
del trabajo entre las diferentes corporaciones desapareció dando paso a
la división del trabajo dentro mismo de cada taller. Pero los mercados
continuaron expandiéndose y las necesidades creciendo. La misma
manufactura resultó ya insuficiente. El vapor y la maquinaria vinieron
entonces a revolucionar la producción industrial y la manufactura tuvo
que ceder el puesto a la gran industria moderna. El lugar de la clase
media industrial lo ocuparon los millonarios de la industria, jefes de
auténticos ejércitos fabriles, los burgueses modernos.
La gran industria ha creado el mercado mundial previamente preparado por
el descubrimiento de América. El mercado mundial ha permitido un ingente
desarrollo del comercio, la navegación y las comunicaciones por tierra.
Este desarrollo ha repercutido, a su vez, en la ampliación de la
industria. Y en la misma medida en que se ampliaban la industria y el
comercio, la navegación y los ferrocarriles, se desarrollaba también la
burguesía, aumentando sus capitales y desplazando a un segundo plano a
todas las clases originarias de la Edad Media.
Vemos, pues, cómo también la burguesía moderna es el producto de un
largo proceso de desarrollo, de una serie de transformaciones radicales
de los modos de producción e intercambio. Cada una de estas fases de
desarrollo de la burguesía iba de la mano del correspondiente progreso
político. Estamento oprimido bajo la dominación de los señores feudales,
asociada después en comunas armadas y con administración autónoma,
república ciudadana independiente en unos sitios, tercer estado
tributario de la monarquía en otros, fue más tarde, en la época de la
manufactura, contrapeso frente a la nobleza en el seno de la monarquía
estamentaria o absoluta; en todo caso, fundamento social de las grandes
monarquías hasta que, finalmente, consiguió con su lucha establecer su
dominación política exclusiva en el moderno estado representativo sobre
las dos premisas de la gran industria y del mercado mundial.
El poder estatal moderno equivale al Consejo de Administración de los
intereses generales del conjunto de la burguesía.
La burguesía ha desempeñado en la historia un papel eminentemente
revolucionario.
Donde quiera que haya llegado al poder, la burguesía ha destruido todas
las relaciones feudales, patriarcales, idílicas. Desgarró
inexorablemente los abigarrados vínculos feudales que ataban al hombre a
sus superiores naturales sin dejar entre los hombres otro vínculo que el
del desnudo interés, el del implacable «pago en dinero contante». Ahogó
en el agua helada de su cálculo egoísta los piadosos estremecimientos de
la exaltación religiosa, el entusiasmo caballeresco y el sentimentalismo
del burgués filisteo. Ha disuelto la dignidad personal en el valor de
cambio y en el lugar de todas las innumerables libertades, bien
adquiridas y escrituradas, ha establecido como única libertad la del
libre comercio sin escrúpulo. En una palabra, la burguesía ha
substituido la explotación envuelta en ilusiones religiosas y políticas
por la explotación franca, descarada, directa y adusta(4).
La burguesía despojó de su halo de santidad a todas las actividades
contempladas hasta entonces con piadoso temor como venerables,
convirtiendo en sus sirvientes a sueldo al médico, al jurista, al cura,
al poeta y al hombre de ciencia.
La burguesía arrancó el velo patético-sentimental que encubría las
relaciones familiares reduciéndolas a una mera relación de dinero. La
burguesía puso al descubierto que los alardes de fuerza bruta que la
reacción tanto admira en la Edad Media, hallaban su adecuado complemento
en la más indolente haraganería(5).
Ella ha sido la primera en demostrar lo que la actividad humana es capaz
de realizar, consumando obras prodigiosas totalmente distintas a las de
las pirámides de Egipto, los acueductos romanos o las catedrales góticas
y llevando a cabo expediciones muy distintas a la invasión de los
bárbaros o las Cruzadas,
La burguesía no puede existir si no es revolucionando de continuo los
instrumentos de producción, las relaciones de producción y,
consiguientemente, la totalidad de relaciones sociales. Las clases
productivas anteriores tenían, por el contrario, como primera condición
de su existencia el mantenimiento, sin variaciones, del viejo sistema de
producción. La incesante transformación a fondo de la producción, la
ininterrumpida conmoción de todo el sistema social, la inseguridad y el
movimiento perpetuos son precisamente los rasgos característicos de la
época de la burguesía respecto a las demás. Todas las relaciones rígidas
y enmohecidas, con su acompañamiento de ideas y concepciones de
venerable tradición, quedaron disueltas y las recién constituidas
envejecen antes de adquirir consistencia. Todo cuanto era estamental y
estable se esfuma; todo lo santo es profanado y los hombres se ven
finalmente forzados a contemplar con prosaica frialdad su posición en la
vida y sus relaciones interpersonales(6).
La necesidad de colocar sus productos en mercados cada vez más amplios
empuja a la burguesía a los más apartados rincones del planeta. En todas
partes tiene que afincarse, echar raíces y establecer relaciones.
Mediante la explotación del mercado mundial, la burguesía ha imprimido
un carácter cosmopolita a la producción y al consumo de todos los países.
Muy a pesar de los reaccionarios, ha privado a la industria de su base
nacional. Antiquísimas industrias nacionales han sido ya arrasadas y
otras lo son diariamente al verse desplazadas por otras nuevas cuya
instalación resulta vital para todas las naciones civilizadas.
Industrias éstas que no elaboran materias primas del país, sino
originarias de las más lejanas zonas planetarias y cuyos productos no se
consumen tan sólo en el propio país, sino en todos los continentes al
mismo tiempo. En lugar de las viejas necesidades para cuya satisfacción
bastaban los productos del país, surgen otras nuevas que exigen para su
satisfacción los productos de los países y climas más exóticos. La vieja
autarquía local y nacional y el aislamiento económico dejan paso a un
comercio universal y a una universal interdependencia de las naciones. Y
cuanto acontece en el plano de la producción material, resulta también
aplicable a la cultural. Los productos culturales de las diferentes
naciones se convierten en bien común. La estrechez y cortedad de miras
nacionales se van haciendo imposibles con el tiempo y, a partir de las
diferentes literaturas nacionales y locales, se va configurando una
literatura universal,
Con el rápido perfeccionamiento de todo el utillaje productivo y la
ilimitada mejora de las comunicaciones, la burguesía arrastra a la
civilización a todas las naciones, incluidas las más bárbaras. La
baratura de sus mercancías constituye la artillería pesada con la que
arrasa todas las murallas chinas e impone la capitulación a los bárbaros
de más obstinada xenofobia. Fuerza a todas las naciones a hacer suyo el
sistema de producción burgués, salvo que prefieran su propia ruina. Las
obliga a adoptar para sí mismas la llamada civilización, es decir, a
convertirse en burguesas. En una palabra, la burguesía se crea un mundo
hecho a su imagen y semejanza.
La burguesía ha sometido al campo a la dominación de la ciudad. Ha
creado ciudades enormes aumentando la población urbana en una proporción
muy elevada respecto a la rural y con ello ha arrancado a una parte
considerable de la población al idiotismo de la vida del campo. Del
mismo modo que ha hecho al campo dependiente de la ciudad, también ha
hecho a las naciones bárbaras o semibárbaras dependientes de las
civilizadas, a los pueblos de agricultores dependientes de los pueblos
de predominio urbano y al Oriente dependiente del Occidente.
La burguesía supera progresivamente la dispersión de los medios de
producción, de la propiedad y de la población. Ha aglomerado la
población, centralizado los medios de producción y concentrado la
propiedad en pocas manos. La consecuencia necesaria de todo ello fue la
centralización política. Regiones independientes, apenas aliadas entre
sí, con intereses diversos y leyes, gobiernos y aduanas distintos,
fueron integrados en una única nación, en un único gobierno, bajo una
única ley y con una única frontera aduanera(7).
En su dominación de apenas un siglo de duración, la burguesía ha creado
fuerzas de dimensiones más colosales que las creadas por todas las
generaciones anteriores conjuntamente. ¿Qué siglo del pasado podía ni
siquiera soñar que en el seno del trabajo social dormitasen energías
productivas tales como para sojuzgar a las fuerzas de la naturaleza,
producir la maquinaria, poner la química al servicio de la industria y
los cultivos, crear la navegación a vapor, los ferrocarriles, el
telégrafo eléctrico, roturar continentes enteros, hacer navegables los
ríos y hacer que ciudades enteras brotasen del suelo como por encanto?
Hemos visto, pues, que los medios de producción y transporte que
sirvieron de base para la constitución de la burguesía se generaron en
la sociedad feudal. Alcanzada una cierta fase de desarrollo de estos
medios de producción y transporte, las relaciones según las cuales
producía e intercambiaba la sociedad feudal, la organización feudal de
la agricultura y la manufactura, en una palabra, el régimen feudal de la
propiedad, dejó de corresponder ya al grado de desarrollo de las fuerzas
productivas. En lugar de propiciarla, frenaban la producción. Se
convirtieron así en otras tantas trabas para la misma. Había que
hacerlas saltar y saltaron. Vino en su lugar la libre concurrencia con
la constitución social y política a ella adecuada, es decir, con la
dominación económica y política de la burguesía(8).
Ante nuestros ojos se desarrolla ahora un proceso similar. Las
relaciones burguesas de producción e intercambio, el régimen burgués de
propiedad, la moderna sociedad burguesa que ha sido capaz de crear como
por encanto tan colosales medios de producción y transporte, se asemeja
al encantador incapaz de dominar los poderes infernales por él
conjurados. Ya desde hace decenios, la historia de la industria y del
comercio no es sino la historia de la rebelión de las modernas fuerzas
productivas contra las modernas relaciones de producción, contra el
régimen de propiedad, condición de vida de la burguesía y de su
dominación. Basta mencionar las crisis comerciales cuya periódica
repetición cuestiona con peligros cada vez más amenazadores la
existencia misma de toda la sociedad burguesa. Las crisis económicas se
saldan con la destrucción de una buena parte no ya de los productos
elaborados, sino de las mismas fuerzas productivas ya creadas. En las
crisis se desata una epidemia social que, a los ojos de las épocas
anteriores, habría aparecido como un contrasentido, la epidemia de la
superproducción. La sociedad se ve súbitamente retrotraída a una
situación de barbarie momentánea. Podría pensarse que una plaga de
hambre o una guerra de destrucción total la hubiese privado de todos sus
recursos alimenticios. La industria y el comercio parecen arrasados. Y
todo ello ¿por qué? Porque la sociedad posee un exceso de civilización,
de víveres, de comercio. Las fuerzas productivas con que cuenta no
parecen servir ya para propiciar el régimen social de propiedad burgués.
Son ya, por el contrario, excesivamente poderosas respecto a ese régimen
y frenadas por él. Apenas superan ese freno, siembran el desorden en el
conjunto de la sociedad burguesa y ponen en peligro la existencia de la
propiedad privada. El marco de relaciones burguesas se ha hecho
demasiado estrecho para abarcar la riqueza que en él se genera, ¿Por qué
medio supera las crisis la burguesía? Por una parte, mediante la
destrucción forzosa de una masa de fuerzas productivas. Por otra,
mediante la conquista de nuevos mercados y la explotación más a fondo de
los existentes. Bien mirados, estos medios equivalen a la preparación de
crisis más amplias y violentas y a la reducción de los medios para
prevenirlas(9)
Las armas con que la burguesía abatió al feudalismo se vuelven ahora
contra ella misma. Pero la burguesía no sólo ha forjado las armas que le
acarrearán la muerte, sino también a los hombres que han de manejarlas,
los obreros modernos, los proletarios,
En la misma medida en que se desarrollaba la burguesía, es decir, el
capital, se desarrollaba asimismo el proletariado, la clase de los
obreros modernos, que tan sólo puede vivir a condición de hallar trabajo
y tan sólo pueden hallar trabajo a condición de que éste acreciente el
capital. Estos obreros, obligados a venderse uno a uno como piezas, son
una mercancía como cualquier otro artículo de comercio y, como tal,
expuestos a los altibajos de la competencia, a las oscilaciones del
mercado.
La expansión de la maquinaria y la división del trabajo han hecho que la
faena de los proletarios pierda toda autonomía y cualquier clase de
estímulo. Se convierten en meros apéndices de la máquina y tan sólo se
exige de ellos las manipulaciones más simples, monótonas y fáciles de
aprender. Los costos que el proletario origina se reducen a poco más del
monto de los víveres necesarios para su subsistencia y la reproducción
de su especie. El precio de una mercancía y, por tanto, también el del
trabajo mismo, es igual a los costos de su producción. En la misma
medida en que aumenta el carácter odioso del trabajo, disminuye,
consecuentemente, el salario. Más aún: en la misma medida en que van
aumentando las máquinas y progresando la división del trabajo, aumenta
también la masa de trabajo o bien mediante el aumento del número de
horas de trabajo o bien mediante el aumento del trabajo exigido en cada
unidad de tiempo determinado por el funcionamiento más rápido de las
máquinas, etc(10).
La industria moderna ha transformado el pequeño taller del maestro
patriarcal en la gran fábrica del capitalista industrial. Las masas
obreras aglomeradas en la fábrica son organizadas a manera de un
ejército. En cuanto que simples soldados rasos de la industria, los
obreros se ven sometidos al mando de toda una jerarquía de suboficiales
y oficiales. No tan sólo son los siervos de la clase burguesa, del
estado burgués, sino que diariamente y hora tras hora se ven sujetos a
la servidumbre respecto a la máquina, al capataz y, sobre todo, respecto
al correspondiente burgués. Este despotismo resulta tanto más mezquino,
odioso y exacerbado cuanto mayor es la franqueza con que proclama que su
único interés es el lucro. A medida que el trabajo manual exige una
habilidad y una fuerza cada vez menores, es decir, a medida que se va
desarrollando la industria moderna, el trabajo de los hombres se va
viendo desplazado por el de las mujeres y los niños. Las diferencias de
edad y sexo carecen ya de cualquier reconocimiento en lo que respecta a
la clase obrera. Se trata de meros instrumentos de trabajo que originan
diversos costos según su edad y sexo(11).
Apenas acababa la explotación del obrero por el capitalista, de modo que
aquél pueda percibir su salario en mano, los otros representantes de la
burguesía caen inmediatamente sobre él en forma de propietario de la
vivienda, de tendero, de prestamista, etc.
Las capas sociales medias hasta ahora existentes, pequeños industriales,
comerciantes y rentistas, los artesanos y los campesinos, descienden
socialmente hasta integrarse en el proletariado. Ello sucede en parte
por el hecho de que su pequeño capital resulta insuficiente para la
explotación de la gran industria y cae, así, víctima de la competencia
con los capitalistas más poderosos; en parte, porque su habilidad
productiva queda desvalorizada por los modernos procesos de producción.
De esta forma, el proletariado se recluta a partir de todas las clases
de la población.
El proletariado recorre varias etapas de desarrollo. Su lucha contra la
burguesía se inicia con su propia existencia. Al principio lucha el
obrero aislado. Después, los obreros de una fábrica. Seguidamente, los
obreros de todo un ramo productivo local contra el burgués individual
que los explota directamente. Lanzan sus ataques no sólo contra las
condiciones burguesas de producción, sino contra los mismos instrumentos
de trabajo. Destruyendo las mercancías de la competencia, destrozando
las máquinas e incendiando las fábricas, tratan de recuperar la
situación, definitivamente desaparecida, del obrero medieval.
Durante esta fase de desarrollo, los obreros constituyen una masa
extendida ya por todo el país y desunida por la competencia. La cohesión
de las masas obreras no resulta todavía de su propia unión, sino que es
consecuencia de la unión de la burguesía, la cual, para conquistar sus
propios objetivos políticos, se ve obligada a movilizar el conjunto del
proletariado, cosa que consigue de momento. En esta fase, pues, los
proletarios no combaten contra sus enemigos, sino contra los enemigos de
sus enemigos, los restos de la monarquía absoluta, los latifundistas, la
burguesía no industrial, la pequeña burguesía. De esta forma, toda la
iniciativa histórica se concentra en manos de la burguesía; toda
victoria así obtenida es una victoria para la burguesía.
Con el desarrollo de la industria, sin embargo, no solamente aumenta el
número de proletarios, sino que se aglomeran en masas mayores, creciendo
su fuerza y la conciencia de la misma. Los intereses y las condiciones
de vida se igualan paulatinamente en el seno de la clase proletaria a
medida que la maquinaria va borrando las diferencias entre un trabajo y
otro y rebajando el salario al mismo nivel en casi todas partes. La
creciente competencia de los burgueses entre sí y las crisis comerciales
que de ello resultan someten el salario del obrero a fluctuaciones cada
vez mayores. La incontenible y progresiva mejora de la maquinaria hace
cada vez más inseguras sus condiciones de vida, de modo que los
enfrentamientos entre cada obrero y cada capitalista por separado van
adoptando cada vez más el carácter de colisión entre dos clases. Los
obreros comienzan a formar coaliciones contra los capitalistas
agrupándose en defensa del salario de su trabajo. Llegan incluso a crear
asociaciones de carácter permanente al objeto de acumular reservas en
prevención de futuras rebeliones. En algunos sitios, la lucha desemboca
en auténticos motines.
De vez en cuando, los obreros consiguen la victoria, pero tan sólo
transitoriamente. El resultado más genuino de su lucha estriba en el
éxito inmediato sino en la ampliación, siempre creciente, de la unión
entre los obreros. Esa unión se ve propiciada por los crecientes medios
de comunicación producidos por la gran industria, que permiten
establecer contacto entre los obreros de las diversas poblaciones. Basta
precisamente este contacto para que las diversas luchas locales, que en
todas partes poseen la misma naturaleza, se puedan centralizar en una
lucha nacional, de clase. Toda lucha de clase es, sin embargo, una lucha
política. Gracias al ferrocarril, los modernos proletarios están en
situación de conseguir su unión en unos cuantos años, mientras que los
burgueses de la Edad Media, con sus caminos vecinales, requerían siglos
para llegar a ella,
La organización de los proletarios como clase y, por tanto, como partido
político, salta a cada momento en pedazos a causa de la competencia
existente entre los obreros mismos. Pero resurge una y otra vez con más
fuerza, más firme y poderosa, obligando al reconocimiento en forma de
ley de algunos de sus intereses, aprovechando las escisiones en el seno
de la burguesía. Un ejemplo de ello es la ley de la jornada de diez
horas en Inglaterra(12).
Las colisiones que se dan en la vieja sociedad favorecen por distintos
caminos el desarrollo del proletariado. La burguesía se halla empeñada
en una lucha constante: al principio, contra la aristocracia; más tarde,
contra otros sectores de la misma burguesía cuyos intereses están en
contradicción con el progreso de la industria. Lucha de modo permanente
contra la burguesía de los demás países. En todas estas luchas se ve
obligada a recurrir al proletariado, exigiendo su ayuda y
comprometiéndolo consecuentemente en el movimiento político. De este
modo, proporciona al proletariado los elementos de su propia cultura y,
con ello, las armas que se volverán contra ella.
Además, como ya hemos visto, el progreso de la industria arroja al seno
del proletariado a sectores enteros de la clase dominante o, cuando
menos, pone en peligro sus condiciones de vida. También estos sectores
aportan al proletariado todo un acervo de elementos culturales.
Finalmente, en aquellos períodos en que la lucha de clases se aproxima
al momento decisivo, el proceso de descomposición de la clase dominante,
de toda la vieja sociedad, se hace tan acusado y tan estridente que una
pequeña parte de esta misma clase dominante se escinde de ella y se
incorpora a la clase revolucionaria, en cuyas manos está el porvenir.
Así como en el pasado una parte de la nobleza se pasó al campo de la
burguesía, también en la actualidad, una parte de la burguesía se pasa
al proletariado y, de modo especial, una parte de los ideólogos
burgueses que han sido capaces de elevar su esfuerzo intelectual hasta
la comprensión teórica de la totalidad del movimiento de la
historia(13).
De todas las clases que hoy se enfrentan a la burguesía, tan sólo el
proletariado constituye una clase auténticamente revolucionaria. Las
otras clases se atrofian y desaparecen con la gran industria mientras
que el proletariado es precisamente el producto más genuino de la misma.
Las capas medias, el pequeño industrial, el pequeño comerciante y el
campesino combaten, todos ellos, a la burguesía para asegurar su
existencia como tales capas medias y salvarse de su hundimiento. No son,
pues, revolucionarias sino conservadoras. Más todavía, son reaccionarias
en cuanto tratan de hacer girar hacia atrás la rueda de la historia. Y
cuando son revolucionarias, lo son con vistas a su inminente transición
hacia el proletariado, de modo que no defienden sus intereses actuales
sino los de su futuro. De esta manera, abandonan sus propios puntos de
vista y adoptan los del proletariado.
El proletariado «lumpen», producto de la putrefacción pasiva de las
capas más bajas de la vieja sociedad, se verá arrastrado al movimiento
acá y allá, si bien --en consonancia con el conjunto de condiciones de
su vida--, estará predispuesto a dejarse comprar en apoyo de
maquinaciones reaccionarias(14).
Las condiciones de vida del proletariado equivalen ya hoy a la
destrucción de las condiciones de vida de la vieja sociedad. El
proletariado carece de propiedad. Su relación respecto a la mujer y los
niños nada tiene ya en común con la situación familiar burguesa. El
trabajo en la moderna servidumbre bajo el capital, que viene a ser la
misma tanto en Inglaterra como en Francia, en América como en Alemania,
le ha privado de todo carácter nacional. Las leyes, la moral y la
religión significan para él otros tantos prejuicios burgueses, tras los
cuales se ocultan los correspondientes intereses de la burguesía(15).
Todas las clases que conquistaron el poder trataron de asegurar la
posición social así adquirida sometiendo a toda la sociedad a las
condiciones que les permitieran a ellas la obtención de su ganancia. Los
proletarios sólo pueden conquistar las fuerzas productivas sociales a
cambio de abolir su propio modo de apropiación anterior y con ello,
cualquier modo de apropiación existente hasta, hoy. Los proletarios no
tienen nada propio que asegurar, sino que destruirán, antes bien, todo
género de garantías y seguridades privadas precedentes. Todos los
movimientos anteriores han sido movimientos de minorías en interés de
minorías. El movimiento proletario es el movimiento autónomo de la
inmensa mayoría en interés de la inmensa mayoría. El proletariado, la
capa más baja de la actual sociedad, no puede levantarse ni sacudir su
yugo sin hacer saltar en pedazos toda la superestructura de las capas
que componen la sociedad oficial.
La lucha del proletariado contra la burguesía es, por de pronto, una
lucha nacional, aunque lo sea por su forma y no por su contenido. El
proletariado de cada país tiene que ajustarle las cuentas, lógicamente,
a su propia burguesía.
Al describir con trazos muy generales las fases de desarrollo del
proletariado, hemos seguido las huellas de la guerra civil más o menos
encubierta que se da en la sociedad vigente hasta el momento mismo en
que desemboca en revolución abierta y el proletariado fundamenta su
poder mediante el derrocamiento violento de la burguesía.
Todos los tipos de sociedad anteriores se basaban, como hemos visto, en
el antagonismo entre clases opresoras y oprimidas. Pero para poder
oprimir a una clase es preciso asegurarle las condiciones mínimas que le
permitan arrastrar su vida de servidumbre. El siervo de la gleba fue
capaz, merced al trabajo de su servidumbre, de elevarse a miembro de la
comuna y el pequeño burgués, por su parte, se elevó a burgués bajo el
yugo del absolutismo feudal. El obrero moderno, por el contrario, en vez
de elevarse socialmente a medida que progresa la industria, se hunde más
y más por debajo de la condición de su propia clase. El obrero se
depaupera y el pauperismo se extiende con más rapidez aún que la
población y la riqueza. Se hace así patente que la burguesía es incapaz
de permanecer por más tiempo como clase dominante de la sociedad y
seguir imponiendo como tal clase sus condiciones de vida como ley
reguladora para toda la sociedad. Es incapaz de dominar puesto que es
incapaz de asegurar a sus esclavos la existencia, aunque sea dentro de
su esclavitud, y los arrastra a una situación de tal indigencia que le
resulta forzoso alimentarlos en vez de hacerse alimentar por ellos. La
sociedad no puede vivir ya bajo su dominio o, lo que es igual, su
existencia como clase se ha hecho incompatible con la de la sociedad(16)
.
La condición esencial para la existencia y la dominación de la burguesía
es la acumulación de riqueza en manos privadas, la formación y
ampliación de capital. La condición básica del capital es el trabajo
asalariado. El trabajo asalariado se basa exclusivamente en la
concurrencia de los obreros entre sí. El progreso de la industria cuyo
agente involuntario y pasivo es la burguesía, substituye el aislamiento
de los obreros, resultado de la concurrencia, por su unión
revolucionaria mediante la asociación. Con el desarrollo de la
industria, pues, la burguesía ve desaparecer bajo sus pies la base misma
que le permite producir y apropiarse la producción. Antes que nada,
produce sus propios sepultureros. Su hundimiento y el triunfo del
proletariado son igualmente inevitables.
Capítulo II
PROLETARIOS Y COMUNISTAS
¿Qué relación guardan los comunistas con los proletarios en general?
Los comunistas no son un partido especial frente a los otros partidos
obreros. No tienen intereses propios, separados de los intereses del
conjunto del proletariado. No establecen principios especiales a los que
pretendan amoldar el movimiento proletario.
Los comunistas se diferencian de los restantes partidos proletarios por
el hecho de que, por una parte, en las diversas luchas nacionales de los
proletarios, resaltan y hacen valer de modo especial los intereses
comunes a todo el proletariado, independientes de su nacionalidad y, por
la otra, porque en cada una de las fases de desarrollo que recorre la
lucha entre proletariado y burguesía, defienden siempre los intereses
del movimiento en su conjunto.
Los comunistas son, pues, prácticamente entre todos los partidos obreros
del mundo el sector que con mayor denuedo y mayor dinamismo empuja hacia
adelante el movimiento. Aventajan a la restante masa del proletariado
por su comprensión teórica de las condiciones, del derrotero y los
resultados generales del movimiento proletario. El objetivo inmediato de
los comunistas es el mismo que el de los restantes partidos proletarios:
constitución del proletariado como clase, derrocamiento de la dominación
burguesa, conquista del poder político por parte del proletariado.
Los postulados teóricos de los comunistas no se basan, en modo alguno,
en principios descubiertos o ideados por cualquier redentor visionario.
Son formulaciones generales de situaciones reales que se dan en una
lucha de clases real, en el movimiento histórico que se desarrolla a la
vista de todos. La supresión del régimen de propiedad preexistente no es
la característica específica del comunismo. Todos los sistemas de
propiedad históricos estuvieron sujetos a continuos cambios, a la
continua modificación de la historia. La Revolución francesa, por
ejemplo, abolió la propiedad feudal en favor de la propiedad burguesa.
Lo que caracteriza específicamente al comunismo no es la supresión de la
propiedad en general, sino la supresión de la propiedad burguesa. Sólo
que la moderna propiedad privada burguesa es la expresión última y más
acabada de la producción y apropiación de productos basadas en los
antagonismos de clase, en la explotación de unos hombres por otros. En
este sentido, los comunistas sí que podrían resumir sus teorías en esta
sola fórmula: supresión de la propiedad privada.
Se nos ha reprochado a los comunistas que pretendemos suprimir la
propiedad personal adquirida mediante el trabajo propio; la propiedad
que constituye el fundamento de toda libertad, la actividad y la
autonomía personales. ¡La propiedad bien adquirida como fruto del
trabajo y del esfuerzo propios! ¿Os referís a la propiedad del pequeño
burgués, del pequeño campesino que precedieron a la propiedad burguesa?
No necesitamos suprimirla. El desarrollo de la industria la ha suprimido
y la sigue suprimiendo día tras día. ¿O bien os referís a la propiedad
burguesa moderna? ¿Acaso el trabajo asalariado, el trabajo del
proletario, le procura propiedad? En modo alguno. Lo que hace es crear
capital, es decir, la propiedad que explota el trabajo asalariado y que
sólo puede acrecentarse a condición de generar nuevo trabajo asalariado
al que explotar de nuevo. La propiedad en su actual configuración se
mueve en la antítesis entre capital y trabajo asalariado. Vamos a
examinar los dos términos de esta antítesis.
Ser capitalista significa ocupar una posición no meramente personal sino
social en la producción. El capital es un producto social y únicamente
puede ponerse en movimiento mediante la actividad común de muchos o, en
última instancia, de todos los miembros de la sociedad. El capital no
es, pues, un poder personal, sino social. Así pues, el que el capital
pase en su día a ser propiedad colectiva, perteneciente a todos los
miembros de la sociedad, no significa que la propiedad personal se
transforme en colectiva: sólo queda transformado el carácter social de
la propiedad al perder el carácter de clase(17).
Centrémonos ahora en el trabajo asalariado.
El precio medio del trabajo asalariado es el mínimo del salario, es
decir, la suma de los bienes de subsistencia que resultan necesarios
para mantener en vida al obrero como tal obrero. Lo que el obrero
asalariado se apropia mediante su actividad es el mínimo imprescindible
para mantener escuetamente su vida. En modo alguno queremos suprimir
esta apropiación personal de productos, necesaria para la continua
reproducción de la vida, una apropiación que no deja ningún rédito neto
que pudiera dar poder sobre el trabajo ajeno. Lo que queremos es
destruir el carácter miserable de esta apropiación en que el obrero vive
únicamente para acrecentar el capital y ello mientras los intereses de
la clase dominante así lo exijan.
En la sociedad burguesa, el trabajo vivo del hombre es meramente un
medio para acrecentar el trabajo acumulado. En la sociedad comunista, el
trabajo acumulado es tan sólo un medio para ensanchar, enriquecer y
fomentar el régimen de vida de los obreros. En la sociedad burguesa, el
pasado domina sobre el presente. En la comunista, el presente sobre el
pasado. En la sociedad burguesa, el capital goza de autonomía y
personalidad mientras que el individuo activo vive en la coerción y la
impersonalidad.
¡Y la supresión de esta situación es calificada por la burguesía de
supresión de la personalidad y la libertad! Y con toda razón. Se trata,
eso sí, de la supresión de la personalidad, la autonomía y la libertad
burguesas.
Por libertad se entiende, en el marco de las relaciones de producción
burguesas, el libre comercio, la libertad de comprar y vender. Pero,
desaparecido el tráfico logrero, desaparece asimismo la libertad de
traficar. La fraseología acerca de la libertad de tráfico, así como las
restantes loas retóricas de nuestra burguesía, tan sólo tienen sentido
respecto al tráfico sujeto a trabas y al burgués sojuzgado, propios de
la Edad Media, pero no respecto a la supresión comunista de este tráfico
logrero, de las relaciones de producción burguesas y de la burguesía
misma.
Os aterráis de que queramos suprimir la propiedad privada como si no
fuese una realidad que en la sociedad actual, la vuestra, se ha
suprimido la propiedad privada para el noventa por ciento de sus
miembros. La propiedad que existe se basa precisamente en su no
existencia para ese noventa por ciento. Lo que nos reprocháis, pues, es
querer suprimir una propiedad que tiene como condición necesaria la
carencia de propiedad de la aplastante mayoría de la sociedad. Nos
reprocháis, en una palabra, el querer suprimir vuestra propiedad.
Ciertamente, es eso lo que pretendemos.
Desde el momento en que el trabajo no pueda ya convertirse en capital,
dinero y renta del suelo, resumiendo, en poder social monopolizable o,
para decirlo de otro modo, desde el momento en que la propiedad personal
no puede transformarse en propiedad burguesa, vosotros proclamáis que
con ello queda abolida la persona como tal. De este modo, reconocéis que
vosotros únicamente entendéis por persona al burgués, al propietario de
la burguesía. Y es cierto que esta persona como tal debe ser abolida.
El comunismo no priva a nadie del poder de apropiarse productos
sociales. El único poder que suprime es el de hacer de esta apropiación
el yugo que permita sojuzgar el trabajo ajeno(18).
Se ha objetado que con la supresión de la propiedad privada se
paralizaría toda actividad y reinaría la indolencia general. Según esto,
la sociedad burguesa se habría hundido ya víctima de la haraganearía,
pues los que en ella trabajan nada adquieren y los que en ella adquieren
no trabajan. Esta objeción se reduce íntegramente a la tautología de
que, una vez desaparecido el capital, desaparece, por consiguiente, el
trabajo asalariado.
Todas las objeciones lanzadas contra la forma comunista de apropiación y
producción de bienes materiales se han hecho extensivas a la apropiación
y producción de bienes culturales. Del mismo modo que el burgués piensa
que el cese de la propiedad clasista equivale al cese de la misma
producción, piensa asimismo que la supresión de la educación clasista
equivale prácticamente a la supresión de la educación sin más.
La educación, cuya pérdida lamenta el burgués, no es otra cosa, para la
aplastante mayoría de la población, que el adiestramiento para el manejo
de la máquina.
Pero ¿por qué discutís con nosotros acerca de la supresión de la
propiedad burguesa aplicando criterios basados en vuestras ideas
burguesas acerca de la libertad, la educación, el derecho, etc..?
Vuestras mismas ideas son producto de las relaciones burguesas de
producción y propiedad del mismo modo que vuestro derecho no es otra
cosa que la voluntad de vuestra clase elevada a ley, una voluntad cuyo
contenido se deduce de las condiciones materiales de vida de vuestra
clase.
Esa idea interesada que os hace convertir vuestro régimen social de
producción y propiedad --régimen transitorio en cuanto que resultado de
la historia-- en una ley eterna de la naturaleza y la razón, la tenéis
en común con todas las clases dominantes ya periclitadas. Lo que os
parece comprensible respecto a la propiedad en la Antigüedad y os parece
asimismo comprensible respecto a la propiedad feudal, no sois capaces de
comprenderlo en el caso de la propiedad burguesa.
¡Supresión de la familia! Hasta los más radicales se exaltan
escandalizados ante este propósito execrable de los comunistas. Pero ¿en
qué se basa la familia actual, la burguesa? Se basa en el capital, en el
lucro privado. Sólo para la burguesía se da una familia en sentido
pleno, cuya contrapartida está en la forzosa carencia de familia de los
proletarios y en la prostitución pública. Este tipo de familia burguesa
desaparecerá, naturalmente, con la desaparición de su contrapartida y
ambas desaparecerán con la desaparición del capital.
¿Nos reprocháis el querer suprimir la explotación de los niños por parte
de sus padres? Sí, nos declaramos reos de ese crimen. Pero afirmáis que
al substituir la educación doméstica por la social eliminamos la más
pura intimidad familiar. Pero ¿acaso vuestra educación no está
determinada por la sociedad, por las relaciones sociales que sirven de
marco a la educación, por injerencia más o menos directa de la sociedad
a través de la escuela? Los comunistas no han inventado la influencia de
la sociedad en la escuela. Lo único que pretenden es modificar su
carácter sustrayéndola al influjo de la clase dominante.
La retórica burguesa acerca de la familia y la educación, acerca de la
intimidad familiar entre padres e hijos, resulta tanto más repugnante
cuanto que con la extensión de la gran industria se van desgarrando
todos los lazos de las familias proletarias y los niños se van
transformando en meros artículos de comercio e instrumentos de
trabajo(19).
¡Pero vosotros los comunistas, nos grita a coro toda la burguesía,
queréis implantar la comunidad de mujeres! El burgués ve en su mujer un
simple instrumento de producción y como ha oído que los instrumentos de
trabajo deben ser explotados en común, no puede menos de pensar que
también a las mujeres les aguarda el destino de la colectivización. No
puede ni imaginarse que de lo que se trata precisamente es de suprimir
la situación de la mujer como mero instrumento de producción. Por lo
demás ¿hay algo más ridículo que ese espanto de nuestros burgueses, con
estridencias de alta moral, ante la pretendida colectivización oficial
de las mujeres por parte de los comunistas? Los comunistas no necesitan
implantar la comunidad de mujeres ya que ésta se ha dado casi siempre.
Nuestros burgueses no se contentan con el hecho de tener a su
disposición las mujeres e hijas de sus proletarios --dejando aparte la
prostitución oficial-- sino que hallan el mayor de los placeres en la
recíproca seducción de sus propias mujeres.
En realidad, el matrimonio burgués equivale ya a la comunidad de las
esposas. A lo sumo, se podría reprochar a los comunistas el querer
implantar una comunidad de mujeres oficial y sin tapujos en lugar de la
que ahora se da con velada hipocresía. Ni que decir tiene, por lo demás,
que con la supresión de las relaciones de producción ahora vigentes, ha
de desaparecer también la comunidad de mujeres que de ella deriva, es
decir, tanto la prostitución oficial como la inoficial.
También se ha reprochado a los comunistas el querer suprimir la patria,
la nacionalidad. Los obreros no tienen patria. No es posible quitarles
lo que no tienen. En cuanto que el proletariado tiene por objetivo
inmediato la conquista del poder político para constituirse en clase
nacional, en nación, el proletariado es nacional, aunque en un sentido
muy diferente al de la burguesía.
Ya el desarrollo de la burguesía, con la libertad de comercio, el
mercado mundial y la uniformización de la producción industrial y de las
correspondientes formas de vida, va haciendo que se esfumen
paulatinamente los aislamientos y antagonismos nacionales. El dominio
del proletariado acelerará esa extinción. Su acción conjunta, por lo
menos la del proletariado de las naciones más civilizadas; es una de las
primeras condiciones de su liberación(20).
A medida que se vaya eliminando la explotación de unos individuos por
otros; se irá eliminando paralelamente la explotación de unas naciones
por otras. Desaparecido el antagonismo de clases en el interior de una
nación, desaparecerá la actitud hostil de unas naciones para con otras.
Las acusaciones lanzadas contra el comunismo desde el plano religioso;
filosófico, o ideológico en general, no merecen mayores comentarios. No
hace falta una agudeza especial para comprender que, al cambiar las
condiciones de vida de los hombres, sus relaciones sociales y su
existencia social; se modificarán y asimismo sus ideas; sus
concepciones; en una palabra, su misma conciencia. ¿Qué otra cosa
demuestra la historia de las ideas sino que las producciones del
espíritu se transforman con la producción material? Las ideas dominantes
en cada época fueron las ideas de la clase dominante. Cuando se habla de
ideas capaces de revolucionar toda una sociedad, se está expresando
únicamente el hecho de que, en el seno de la vieja sociedad, se han
constituido los elementos de la nueva y que la extinción de las nuevas
ideas va de la mano de la descomposición de las viejas condiciones de
vida.
Cuando el mundo estaba al borde de su desaparición, las religiones de la
Antigüedad fueron vencidas por la religión cristiana. Cuando en el siglo
XVIII; las concepciones cristianas cayeron abatidas por las ideas de la
Ilustración, la sociedad feudal estaba librando una lucha a vida o
muerte con la entonces revolucionaria burguesía. Las ideas de libertad
de pensamiento y confesión eran la expresión de la libre concurrencia en
el campo del saber.
Se nos dirá, sin embargo, que las ideas religiosas, morales, filosóficas
y jurídicas se modificaron, ciertamente, en el curso del desarrollo
histórico; pero la religión, la moral, la filosofía, la política y el
derecho siempre prevalecieron en este cambio. Se añadirá, incluso, que
hay verdades eternas tales como la de libertad y justicia y otras
muchas; comunes a todos los sistemas sociales y que, a pesar de ello, el
comunismo suprime esas verdades eternas, la religión y la moral, en
lugar de transformarlas situándose así en contradicción con todo
desarrollo social anterior.
¿A qué se reduce esta acusación?? La historia de todas las sociedades
anteriores se movía en el marco de los antagonismos sociales que en cada
época adoptaban distinta naturaleza. Cualquiera que sea la forma
adoptada en cada caso, el hecho de la explotación de una parte de la
sociedad por la otra es algo común a todas las épocas pasadas. Nada
tiene de admirable, por consiguiente, que la conciencia social, producto
de muchos siglos, a despecho de su diversidad y multiformidad en el
tiempo, se mueva dentro de ciertos esquemas comunes, en formas de
conciencia que tan sólo se extinguirán plenamente con la completa
desaparición del antagonismo de clases.
La revolución comunista significa la ruptura más radical con las
relaciones de producción tradicionales. No nos ha de sorprender, por lo
tanto, que rompa en el curso de su desarrollo del modo más radical con
todas las ideas tradicionales(21). Pero dejemos ahora de lado las
objeciones burguesas contra el comunismo. Ya vimos más arriba que el
primer paso de la revolución proletaria consiste en la elevación del
proletariado a clase dominante en la conquista de la democracia.
El proletariado usará de su poder político para arrancar paso a paso a
la burguesía todo su capital, centralizar todos los instrumentos de
producción en manos del Estado, es decir, del proletariado organizado
como clase dominante, y acrecentar con la mayor rapidez posible el
cúmulo de fuerzas productivas. En un principio, todo ello sólo es
posible, naturalmente, mediante intervenciones despóticas en el derecho
de propiedad y en las relaciones burguesas de producción, es decir,
mediante medidas que pueden parecer económicamente insuficientes e
insostenibles en sí mismas pero que, en el transcurso de todo este
movimiento, van, en su alcance, más allá de sí mismas y resultan
imprescindibles para la transformación radical de todo el sistema de
producción.
Estas medidas habrán de ser, como es natural, diversas de conformidad
con la diversidad de los países.
En el caso de los países más avanzados, las siguientes medidas tendrán,
sin embargo, una aplicación más o menos general:
1 . Expropiación de la propiedad territorial y dedicación para gastos
del Estado de la renta del suelo.
2. Impuesto fuertemente progresivo.
3. Supresión del derecho de herencia.
4. Confiscación de la propiedad de todos los emigrados políticos y
rebeldes.
5. Centralización del crédito en manos del Estado.
6. Centralización de la red de transportes en manos del Estado.
7. Ampliación del número de fábricas nacionales, instrumentos de
producción, rotulación y mejora de terrenos de acuerdo con un plan
general.
8. Imposición a todos de la obligación de trabajar; organización de
ejércitos industriales, especialmente para la agricultura.
9. Explotación combinada de la agricultura y la industria. Intervención
encaminada a la eliminación gradual de diferencias entre la ciudad y el
campo.
10. Educación pública y gratuita de todos los niños. Eliminación del
trabajo fabril de los niños en su forma actual. Interacción coordinada
entre la educación y la producción material(22).
Cuando, en el transcurso de este proceso, vayan desapareciendo las
diferencias de clase y la totalidad de la producción se halle en manos
de los individuos asociados, el poder público perderá su carácter
político. El poder político en su sentido más genuino no es sino el
poder organizado de una clase para la opresión de las otras. Cuando el
proletariado se una forzosamente como clase en su lucha contra la
burguesía, se constituya en clase dominante mediante la revolución y
como tal clase dominante suprima por la fuerza las viejas relaciones de
producción, suprimirá con ellas la condición misma de los antagonismos
de clase, las clases como tales y su propia dominación de clase.
En lugar de la vieja sociedad burguesa, con sus clases y antagonismos de
clases, surgirá una asociación en la que el libre desarrollo de cada uno
será la condición para el libre desarrollo de los demás.
Capítulo III
LITERATURA SOCIALISTA Y COMUNISTA
1. EL SOCIALISMO REACCIONARIO
a) El socialismo feudal
Las aristocracias inglesa y francesa estaban llamadas, por su posición
social, a escribir panfletos contra la moderna sociedad burguesa. En la
Revolución francesa de julio de 1830 y en el movimiento reformista
inglés, hubo de sucumbir una vez más ante el odiado advenedizo. A partir
de ahí, toda lucha política seria quedaba muy fuera de sus
posibilidades. No le quedaba otro recurso que el de la lucha con la
pluma. Pero la vieja retórica de la época de la restauración había
perdido toda vigencia, incluso en el campo de la literatura. Para
despertar simpatías tuvo que olvidar, al menos en apariencia, sus
intereses y formular su acta de acusación contra la burguesía únicamente
en interés de la clase obrera explotada. De este modo, se daba la
satisfacción de entonar coplas libeláticas contra su nuevo dominador y
susurrarle al oído profecías más o menos funestas. Así surgió el
socialismo feudal, mitad lamento fúnebre, mitad pasquín; mitad
resonancia del pasado y mitad amenaza del futuro, capaz a veces de herir
en lo más vivo a la burguesía con juicios cáusticos y cortantes por su
agudeza, pero dando siempre una imagen ridícula por su incapacidad total
para comprender la marcha de la historia moderna. Para atraer al pueblo
y ponerse a su cabeza, agitaba como bandera el saco de mendigo del
proletariado, pero cada vez que el pueblo le seguía acababa por ver en
su trasero los viejos blasones feudales y se dispersaba entre carcajadas
tan sonoras como irreverentes. Una parte de los legitimistas franceses y
la Joven Inglaterra han desempeñado este papel como autores
consumados(23). En su afán de demostrar que su modo de explotación era
de otra naturaleza que el de la burguesa, estos señores feudales olvidan
que ellos explotaban en circunstancias y bajo condiciones totalmente
diferentes, hoy ya caducadas. Y, al poner de manifiesto que bajo su
dominación no existía el proletariado moderno, olvidan que la burguesía
moderna es precisamente el vástago que su régimen feudal había de
engendrar necesariamente. Por lo demás, la ocultación de su carácter
reaccionario es mínima ya que su acusación fundamental contra la
burguesía consiste en reprocharle que, bajo su régimen, se desarrolla
una clase que hará saltar en pedazos toda la vieja sociedad. Lo que le
reprochan no es tanto el engendrar un proletariado como el engendrar un
proletariado revolucionario. De aquí que en su praxis política compartan
todas las medidas de fuerza contra la clase obrera y en la vida
cotidiana, pese a toda su ampulosa retórica, se avengan a recolectar las
manzanas de oro y a trocar la fidelidad, el amor y el honor por el sucio
tráfico en lana de oveja, remolacha y aguardiente.
Al igual que el cura de misa y olla iba siempre del bracete del señor
feudal, el socialismo clerical va también de la mano del socialismo
feudal. Nada resulta más fácil que dar un barniz socialista al ascetismo
cristiano. ¿No lanzó el cristianismo sus invectivas airadas contra la
propiedad privada el matrimonio y el Estado? ¿Acaso no predicó en
substitución de todo ello la caridad, la limosna, el celibato y la
mortificación de la carne, el monacato y la iglesia? El socialismo
cristiano no es otra cosa que el agua bendita con que la clerigalla
bendice el enojo de la aristocracia.
b) El socialismo pequeño-burgués
La aristocracia feudal no es la única clase derrocada por la burguesía
ni la única que hubo de ver cómo sus condiciones de vida se consumían y
extinguían en la moderna sociedad burguesa.
Los villanos medievales y la clase de los pequeños campesinos fueron los
precursores de la moderna burguesía. En aquellos países de menor
desarrollo industrial y comercial, estas clases siguen vegetando al lado
de la ascendente burguesía. En los países con una civilización moderna
desarrollada, se ha ido constituyendo una nueva capa pequeño-burguesa
que flota entre la burguesía y el proletariado y que se recompone una y
otra vez como grupo complementario de la sociedad burguesa, pero cuyos
miembros se ven arrojados continuamente a las filas del proletariado por
la competencia económica. Esta pequeña burguesía ve incluso cómo, con el
desarrollo de la gran industria, se aproxima el momento en que
desaparecerá como sector independiente de la sociedad moderna al ser
substituida en el comercio la producción manufacturera y la agricultura
por capataces y domésticos.
En países como Francia, en los que la clase campesina constituye más de
la mitad de la población, nada tiene de extraño que algunos escritores,
al sostener la causa del proletariado contra la burguesía p tomasen como
base de su crítica del régimen burgués criterios pequeño-burgueses o
propios del pequeño campesinado. Tomaron partido en favor del
proletariado, pero con un enfoque pequeño-burgués. Fue así como surgió
el socialismo pequeño-burgués. El representante más relevante de su
literatura es Sismondi y ello tanto para Francia como para
Inglaterra(24). Este socialismo
analiza con extrema agudeza
las contradicciones de las modernas relaciones de producción quitándoles
la máscara de retoques cosméticos con que los economistas las
disimulaban. Puso al descubierto de forma irrefutable la acción
destructora de la maquinaria y la división del trabajo, la concentración
de capitales y tierras, la superproducción y las crisis, el forzoso
hundimiento de la pequeña burguesía y el campesinado, la miseria del
proletariado, las clamorosas desigualdades en la distribución de la
riqueza, la aniquiladora guerra industrial entre las diferentes naciones,
la disolución de las viejas costumbres, de las viejas relaciones
familiares y de las viejas nacionalidades.
Pero en cuanto a su contenido concreto, lo que este socialismo propone
es volver a reconstruir los medios de producción y cambio anteriores y,
con ello, las viejas relaciones de propiedad y la vieja sociedad o bien
ensamblar de nuevo, por la fuerza, los modernos medios de producción y
cambio en el marco de las viejas relaciones de producción, marco que
aquéllos habían hecho saltar como forzosamente debía ocurrir. Tanto en
un caso como en otro, su carácter es reaccionario y utópico al mismo
tiempo. Organización gremial de las manufacturas y economía patriarcal
en la agricultura. Eso es lo que proclaman en última instancia. En su
desarrollo ulterior, esta tendencia se ha refugiado cobardemente en un
estado de modorra quejumbrosa,
c) El socialismo alemán o verdadero:
La literatura socialista y comunista francesa, surgida bajo la presión
de la burguesía dominante y expresión literaria de la lucha contra esa
dominación, penetró en Alemania en una época en que la burguesía acababa
de iniciar su lucha contra el absolutismo feudal. Filósofos,
semifilósofos y espíritus estetizantes de Alemania se lanzaron con
avidez sobre esta literatura olvidándose tan sólo de que, si bien
aquellos escritos cruzaban las fronteras alemanas provenientes de
Francia, ello no significaba que también las cruzasen simultáneamente
las condiciones de vida de este país. Frente a las condiciones dadas en
Alemania, esta literatura perdía toda significación práctica inmediata,
adoptando un aspecto meramente literario. Tenían que aparecer
forzosamente como especulaciones ociosas acerca de la realización de la
esencia humana. El sentido que las exigencias de la primera revolución
francesa podían tener para los filósofos alemanes del siglo XVIII era el
de ser exigencias de la «Razón Práctica» en general, y las decisiones
revolucionarias de la burguesía francesa representaban a sus ojos las
leyes de la voluntad pura, de la voluntad ideal, de la voluntad
auténticamente humana. El trabajo de los escritores alemanes se redujo
exclusivamente a armonizar las nuevas ideas francesas con su anticuada
conciencia filosófica o, mejor dicho, a asimilar esas ideas francesas
desde el punto de vista filosófico. Esa asimilación se efectuó del mismo
modo como se efectúa el aprendizaje de una lengua extranjera, mediante
la traducción. Es bien sabido que los monjes recubrieron muchos
manuscritos, plasmación de las obras clásicas del paganismo, con
insípidas vidas de santos de la Iglesia Católica. Los literatos alemanes
procedieron a la inversa respecto a la literatura profana francesa. Lo
que hicieron fue escribir, tras el texto original francés, sus absurdos
filosóficos. Así por ejemplo, tras la crítica francesa a las relaciones
dinerarias, ellos escribieron: «Alienación de la esencia del ser humano».
Tras la crítica francesa al Estado burgués escribieron: «Supresión de la
dominación de la universalidad abstracta», etc.(25).
A la intromisión chapucera de esa retórica filosófica tras las
evoluciones del pensamiento francés se la bautizó con el nombre de «Filosofía
de la acción», «Socialismo verdadero», «Ciencia alemana del Socialismo»
o «Fundamentación filosófica del Socialismo». La literatura
social-comunista francesa quedó así literalmente castrada. Y como quiera
que en las manos de los alemanes dejó de ser la expresión de la lucha de
una clase contra las otras, el alemán adquirió conciencia de haber
superado la «unilateralidad francesa» y de defender, en lugar de
necesidades reales, la necesidad de la verdad y, en lugar de los
intereses del proletariado, los intereses del ser humano, del hombre en
sí, del hombre que no pertenece a una clase ni pertenece en absoluto a
la realidad, sino tan sólo al cielo nebuloso de la fantasía filosófica.
Este socialismo alemán, que tan en serio y con tal solemnidad tomaba sus
torpes ejercicios escolares hasta el punto de propalarlos a los cuatro
vientos al toque de trompetas, fue perdiendo, no obstante, su ingenua
pedantería. La lucha de la burguesía alemana, en concreto de la
burguesía prusiana, contra los feudales y la monarquía absoluta, es
decir el movimiento liberal, tomó un cariz más serio. Al socialismo «verdadero»
se le presentó así la deseada ocasión para contraponer a este movimiento
político sus exigencias socialistas, fulminar los consabidos anatemas
contra el liberalismo, contra el Estado representativo, contra la libre
competencia burguesa, contra la libertad de prensa burguesa y contra el
derecho, la libertad y la igualdad burguesas, predicando a las masas
populares que con este movimiento burgués nada podía ganar y sí, más
bien, perderlo todo. El socialismo alemán olvidaba oportunamente que la
crítica francesa, de la que él no era más que un eco sin vida,
presuponía la sociedad burguesa moderna con sus correspondientes
condiciones materiales de vida y la constitución política a ellas
adecuada, presupuestos que en Alemania estaban aún por conquistar.
A los gobiernos absolutistas alemanes con todo su cortejo de curas,
maestros de escuela, aristócratas del terruño y burócratas, les sirvió
como el espantapájaros que necesitaban para atemorizar a una burguesía
que avanzaba amenazadora. Constituía el trago reconfortante que esos
mismos gobiernos daban a los obreros después de la implacable ración de
latigazos y descargas de fusil como pago por sus revueltas.
Si bien el socialismo verdadero constituía, bajo este aspecto, un arma
en manos de los gobiernos contra la burguesía alemana, al mismo tiempo
representaba de modo inmediato intereses reaccionarios, los intereses de
la baja burguesía. Proveniente del siglo XVI y resurgida una y otra vez
bajo formas muy diversas, esta pequeña burguesía constituye la auténtica
base social del orden vigente. Mantenerla equivale a mantener el estado
de cosas actual en Alemania. La dominación industrial y política de la
burguesía le inspira el temor de su segura desaparición, debida por una
parte a la concentración del capital y, por otra, al surgimiento de un
proletariado revolucionario. El socialismo verdadero le pareció el modo
de matar los dos pájaros de un tiro y se extendió entre ella como una
epidemia. El ropaje tejido con las telarañas de la especulación, bordado
con exquisitas flores retóricas y empapado del sentimentalismo de la
embriaguez amorosa, ropaje ampuloso en que los socialistas alemanes
envolvían sus escuálidas verdades eternas, contribuyó a aumentar entre
ese público la venta de su mercancía. El socialismo alemán, por su
parte, se identificó crecientemente con este papel de fatuo
representante de esta burguesía filistea. Proclamó que la nación alemana
era la nación modélica y el pequeño burgués filisteo alemán, el hombre
ejemplar. Detrás de cada una de las bajezas de este tipo humano venía a
descubrir un sentido socialista oculto y sublime que le hacía significar
lo contrario. Consecuente hasta el final, se alzó para enfrentarse a la
tendencia «burdamente destructiva» del comunismo y anunció su egregia
imparcialidad por encima de toda lucha de clases. Salvo muy raras
excepciones, todo cuanto en Alemania circula en calidad de publicaciones
pretendidamente socialistas o comunistas pertenece a este tipo de
literatura vil y enervante.
2. EL SOCIALISMO BURGUÉS O CONSERVADOR
Una parte de la burguesía desea mitigar los males sociales al objeto de
asegurar la permanencia de la sociedad burguesa. Cabe contar aquí a los
economistas, a los filántropos, a los humanitarios, a los promotores de
la mejora de la situación de las clases trabajadoras, a los
organizadores de la beneficencia, a los miembros de la sociedad
protectora de animales, fundadores de asociaciones en pro de la
frugalidad y a los más pintorescos reformadores de vía estrecha. También
este socialismo burgués ha sido objeto de grandes elaboraciones
sistemáticas. Vamos a aducir como ejemplo la «Filosofía de la Miseria»,
de Proudhon(26).
Los socialistas burgueses quisieran tener las condiciones de vida de la
sociedad moderna sin las luchas ni peligros que necesariamente
conllevan. Quisieran la sociedad vigente, previa supresión de todos los
elementos que la revolucionan y descomponen. Quisieran la burguesía sin
el proletariado. La burguesía concibe, naturalmente, el mundo en que
ella domina como el mejor de los mundos. El socialismo burgués elabora
un sistema parcial o total partiendo de esa concepción consoladora.
Cuando exhorta al proletariado a hacer realidad sus sistemas y entrar en
la nueva Jerusalén, lo único que está exigiendo, en último término es
que permanezca en el actual sistema social, pero alejando de su mente
las odiosas ideas que se ha formado de él.
Una segunda modalidad menos sistemática, pero tanto más práctica de
socialismo trata de enfriar cualquier iniciativa revolucionaria de la
clase obrera haciéndole ver que no es tal o cual reforma política lo que
le reportará ventajas, sino tan sólo la modificación de sus condiciones
materiales de vida, de su situación económica. Por modificación de las
condiciones materiales de vida no entiende este socialismo, en modo
alguno, la abolición de las relaciones de producción burguesas --cosa
que sólo se puede obtener por el camino de la revolución--, sino las
mejoras administrativas que se efectúan en el marco de esas relaciones
de producción y que en nada modifican, por tanto, la relación entre el
capital y el trabajo asalariado. En el mejor de los casos, esas mejoras
reducen los costos de la dominación burguesa y simplifican el
presupuesto de su Estado. Este socialismo burgués encuentra su expresión
más acabada allí donde se convierte en mera figura retórica.
¡Librecambio! En interés de la clase trabajadora. ¡Protección aduanera!
En interés de la clase trabajadora. ¡Prisiones celulares! En interés de
la clase trabajadora, esta es la consigna definitiva, la única que el
socialismo burgués toma realmente en serio. El socialismo de la
burguesía consiste precisamente en la afirmación de que el burgués es
burgués en interés de la clase trabajadora.
3. EL SOCIALISMO Y COMUNISMO CRÍTICO-UTÓPICOS
No hablamos aquí de la literatura que en todas las grandes revoluciones
sirvió de expresión a las exigencias del proletariado (escritos de
Baboeuf, etc.)(27). Los primeros intentos del proletariado en una época
de agitación general, el período de derrocamiento de la sociedad feudal,
de hacer valer directamente su propio interés de clase, tenían que
fracasar forzosamente debido al desarrollo, todavía insuficiente, de su
propia constitución así como a la ausencia de las condiciones materiales
de su emancipación. Éstas resultan precisamente de la maduración de la
época burguesa. La literatura revolucionaria surgida de estos primeros
movimientos del proletariado tiene necesariamente, por lo que respecta a
su contenido, un carácter reaccionario. Preconiza un ascetismo universal
y un burdo igualitarismo. Los sistemas auténticamente socialistas y
comunistas, los de Saint Simon, Fourier, Owen, etc. emergen en la
primera fase, poco desarrollada, de la lucha entre el proletariado y la
burguesía tal y como ya expusimos más arriba (véase el capítulo
«Burgueses y Proletarios»)(28)
Los creadores de estos sistemas se apercibieron ciertamente del
antagonismo entre clases y de la eficacia de los elementos de disolución
actuantes en el seno de la misma sociedad vigente. Lo que sin embargo no
alcanzaron a ver es la actividad histórica autónoma del proletariado ni
el movimiento político que le es propio. Como quiera que el desarrollo
de los antagonismos de clase discurre paralelamente al desarrollo de la
industria, se mostraron asimismo incapaces de descubrir las condiciones
materiales de la emancipación del proletariado y fueron en busca de la
ciencia social, de las leyes sociales que las creasen. En lugar de la
actividad social había de intervenir su actividad inventiva personal; en
lugar de las condiciones históricas de la emancipación, condiciones
fantásticas; en lugar de la organización paulatina del proletariado como
clase, la organización de la sociedad que sus propias mentes urdían. La
historia universal venidera se reduce, para ellos, a la propaganda y
puesta en práctica de sus proyectos sociales. Abrigan, de seguro, la
conciencia de que con sus proyectos defienden los intereses de la clase
obrera como clase más mortificada, pues el proletariado existe para
ellos, tan sólo bajo ese aspecto de clase más mortificada.
La forma todavía poco desarrollada de la lucha de clases y la posición
social propia les hacen creerse muy por encima de los antagonismos de
clase. Pretenden mejorar las condiciones de vida de todos los hombres de
la sociedad, incluidos los más acomodados. Por lo tanto, apelan a toda
la sociedad sin hacer distinciones e incluso con preferencia a la clase
dominante. Pues basta conocer su sistema, piensan, para reconocer en él
el mejor plan para la mejor de las sociedades posibles. Por ello
repudian toda acción política y de modo explícito la revolucionaria y
quieren alcanzar su meta por la vía pacífica, intentando abrir camino al
nuevo evangelio social con el poder del ejemplo, mediante pequeños
experimentos que acaban, como es natural, en el fracaso.
Sus descripciones fantásticas de la sociedad del futuro nacen en una
época en que el proletariado está aún en desarrollo incipiente y en
consecuencia apenas tiene, él mismo, una idea fantástica de su propia
situación y responden a su impulso primario, intuitivo, de
transformación general de la sociedad.
Pero estos escritos socialistas y comunistas constan también de
elementos críticos. Atacan todos los fundamentos de la sociedad vigente
y han suministrado por ello materiales valiosísimos para la ilustración
de los obreros.
Sus tesis positivas sobre la sociedad futura, por ejemplo la supresión
de la oposición entre la ciudad y el campo, de la familia, de la
ganancia privada, del trabajo o asalariado, la proclamación de la
armonía social, la conversión del Estado en mera administración de la
producción, todas esas tesis expresan únicamente el escamoteo del
antagonismo de clases, antagonismo que tan sólo conocen en su primera
indeterminación amorfa, precisamente porque apenas ha iniciado su
desarrollo. Por ello, esas tesis, en sí mismas, tienen todavía un
sentido puramente utópico.
La importancia del socialismo y comunismo crítico utópicos está en
proporción inversa al desarrollo histórico. En la misma medida en que la
lucha de clases se desarrolla y se vertebra, esta ilusión de flotar por
encima de la misma o de combatirla con quimeras pierde todo valor
práctico, toda justificación teórica. Por ello, aun cuando los autores
de estos sistemas fuesen revolucionarios en más de un aspecto, sus
discípulos fundan en todos los casos sectas reaccionarias. Frente al
avance histórico del proletariado, ellos se mantienen aferrados a las
viejas concepciones de sus maestros. Consecuentemente tratan de quitar
virulencia a la lucha de clases y conciliar los antagonismos. Sueñan
todavía con la realización experimental de sus utopías sociales, con la
fundación de falansterios aislados, la creación de Home-Colonies
(colonias de metrópoli) y la instauración de una pequeña Icaria
--edición en miniatura de la Nueva Jerusalén--. Y para la construcción
de todos estos castillos en el aire se ven obligados a apelar a la
filantropía cordial y a la bolsa del burgués. Poco a poco se van
integrando en la categoría de los socialistas conservadores o
reaccionarios y lo único que los distingue de ellos es su pedantería más
sistemática; la fanática superstición con que confían en los milagrosos
efectos de su ciencia social.
Se oponen por ello encarnizadamente a todo movimiento político de los
obreros que, a su juicio, sólo puede provenir de la ciega incredulidad
en el nuevo evangelio. Los owenistas ingleses y los fourieristas
franceses reaccionan respectivamente contra cartistas y reformistas(29).
4. POSICIÓN DE LOS COMUNISTAS RESPECTO A LOS DIFERENTES PARTIDOS DE LA
OPOSICIÓN
Después de lo dicho en el capítulo II, resulta obvia la relación que los
comunistas guardan respecto a los partidos obreros ya constituidos, es
decir, respecto a los cartistas y los reformadores agrarios en
Norteamérica(30).
Los comunistas luchan por la consecución de los objetivos e intereses
inmediatos, pero en el movimiento actual representan al mismo tiempo el
futuro de ese movimiento. En Francia, los comunistas se unen al partido
social-democrático en su lucha contra la burguesía radical y
conservadora, sin renunciar por ello al derecho de mantener una actitud
crítica frente a la fraseología huera y las ilusiones provenientes de la
tradición revolucionaria.
En Suiza, dan soporte a los radicales sin perder de vista que este
partido se compone de elementos contradictorios, de demócratas
socialistas en sentido francés, por una parte, y de burgueses radicales
por otra.
En Polonia, los comunistas apoyan al partido que hace de la revolución
agraria la condición para la liberación nacional, el mismo partido que
dio vida a la insurrección de Cracovia de 1846(31). En Alemania,
mientras la burguesía desempeñe un papel revolucionario, el partido
comunista luchará junto a ella contra la monarquía absolutista, la
propiedad feudal de la tierra y la pequeña burguesía. Pero no
desaprovechará ningún momento para ir forjando entre los obreros una
conciencia lo más clara posible acerca de la oposición hostil entre
burguesía y proletariado, al objeto de que los obreros alemanes hagan de
las condiciones sociales y políticas que la burguesía implantará con su
dominación otras tantas armas que dirigirán de inmediato contra esa
misma burguesía. Tras el derrocamiento de las clases reaccionarias, dará
así comienzo en Alemania la lucha contra la burguesía misma. Los
comunistas concentran especialmente su interés en Alemania por estar
ésta en vísperas de una revolución burguesa y porque esta convulsión
social se da en una situación más avanzada de la civilización europea y
con un proletariado bastante más desarrollado que el existente en la
situación de Inglaterra en el siglo XVII o en Francia en el siglo XVIII.
De este modo, la revolución burguesa alemana no puede ser sino el
preludio inmediato de una revolución proletaria(32).
En una palabra, los comunistas apoyan en todas partes cualquier
movimiento revolucionario que vaya contra el orden social y político
vigente. En todos los movimientos destacan la cuestión de la propiedad,
cualesquiera que sea la forma más o menos desarrollada que haya
revestido ésta, como la cuestión fundamental de los mismos. Finalmente
los comunistas se esfuerzan por doquier en favor de la unión y el
entendimiento entre los partidos democráticos de todos los países.
Los comunistas consideran despreciable el ocultar sus opiniones e
intenciones. Proclaman abiertamente que sus objetivos tan sólo se pueden
alcanzar mediante el derrocamiento violento de todo el orden social
preexistente, que las clases dominantes tiemblen ante una revolución
comunista. Los proletarios nada tienen que perder en ella, salvo sus
cadenas. Y tienen un mundo que ganar.
¡Proletarios de todos los países, uníos!
________________________________________
Notas
1. El Papa, el Zar y Metternich representan las concepciones
prerevolucionarias (anteriores a la Revolución Francesa del 89) y
defendidas por los aristócratas, terratenientes y reyes absolutos en
general, Guizot representa a la burguesía adinerada, capitalista, que en
Francia, afianzó su poder contra aquellos grupos prerrevolucionarios en
la Revolución Francesa de julio de 1830 y marcó el camino a la inglesa
que lo hizo el 32. Los radicales franceses representan a los sectores de
la pequeña burguesía que reaccionan en Francia contra el monopolio
político de la burguesía acaudalada y exige mayores libertades y
ampliación del sufragio. Se denominan así porque demandan una
comprensión y una aplicación más radical de principios democráticos de
la Gran revolución del 89. Todos estos grupos presienten ya que se
despierta una nueva clase social, el proletariado y frente a él todos
adoptan actitudes reaccionarias.
2. La división entre hombres libres y esclavos es la esencial en la
Antigüedad. El sistema de producción y acumulación de riqueza (más bien
riqueza de consumo: villas, telas, perfumes, joyas, etc., que de medios
de producción: máquinas, aperos, etc.) tenía su base esencial en la
esclavitud. Especialmente dura era la esclavitud en minas, plantaciones
y naves de comercio (remeros).
Entre los hombres libres, el patriciado era la nobleza de la Antigüedad.
Poseía la riqueza en forma de tierras y edificios y, o bien monopolizaba
las instituciones del poder o tenía en ellas el peso determinante. En
todo caso, solía tener acceso privilegiado a las más altas magistraturas
(arcontado, senado, consulado, etc, según épocas y países). Con el
tiempo, hubieron de ceder parte de su poder ante el empuje de la plebe.
Los plebeyos -hombres libres no nobles- consiguieron algunas ventajas
económicas tales como distribución de tierras en la Roma Imperial e
incluso antes. Poco a poco, consiguieron magistraturas propias: los
tribunos y algunos ediles. Después pudieron elegir a uno de los dos
cónsules y acceder, aunque en exigua minoría, al Senado. Su lucha contra
la nobleza fue una de las claves de la transformación institucional de
Grecia y Roma y también del desarrollo económico de una y otra. Al
conseguir que la ley prohibiese convertir a un libre en esclavo por
impago de deudas, trazó una frontera clara respecto a los esclavos.
3. Bastantes siervos franqueados (hechos libres), otros huidos y otros
caídos en la indigencia fueron hallando refugio en las villas
medievales. Marx usa para ellos la denominación, usual en la
historiografía alemana, de Pfahlbürger o burgués de las empalizadas. En
efecto, muchos de ellos se acogían a los barrios de villas más pobladas,
barrios separados y protegidos por empalizadas. Según los casos, gozaban
de la protección de una corporación comunal o de la de otro noble al que
habían de pagar tributo. Poco a poco, fueron adquiriendo la plenitud de
derechos y entraron en el comercio y la artesanía. De ellos, una minoría
acabó enriqueciéndose de modo que, poco a poco, se fueron constituyendo
las ciudades de la baja Edad Media que plantaban ya cara a la nobleza o
eran más poderosas que ella.
4. En El Capital observará, sin embargo, que aunque el rendimiento de la
empresa capitalista prescinde de justificaciones morales o religiosas,
ello no quiere decir que prescinda de enmascaramientos. Al contrario,
los burgueses tratan de explicar las cosas a través de un sistema
conceptual que oculta el hecho de la explotación. Afirman que pagan al
obrero su trabajo y que en las horas de trabajo consiste el valor de la
mercancía. El pago es, pues, un equivalente justo. De hecho, lo que el
capitalista paga no es el trabajo, sino la fuerza de trabajo, una
mercancía que vale lo que valen los medios necesarios para su
regeneración diaria: el valor de los alimentos y vestidos
imprescindibles para seguir viviendo y trabajando. Si el capitalista
pagase al obrero su trabajo, la riqueza se acumularía entonces en manos
de todos y no en manos de los propietarios de medios de producción.
Aunque la situación ha cambiado y el salario mínimo no se ciñe a lo
estrictamente necesario o es tan sólo un componente del salario total,
el análisis de Marx no ha perdido toda su actualidad
5. Ya Erasmo y Thomas Moro denunciaron esa moral de ostentación y
gandulería de las viejas clases feudales y de la Iglesia. A la moral del
ocio siguió la moral de la actividad y el trabajo
(todos los grupos burgueses y los movimientos morales del protestantismo
van por esa nueva vía moral) y después la moral del negocio con más o
menos escrúpulos. La Edad Media dejaba dormitar muchas energías
individuales y colectivas,
6. Marx analiza aquí con profundidad fenómenos que enlazan los cambios
de la infraestructura económica con los de la superestructura: sistema
de valores, ideas de los estamentos acerca de sí mismos y de otros
grupos sociales, etc. A la larga el individualismo más estricto y el
cálculo económico más exacto acaba por imponerse en todas partes. Hasta
las instituciones surgidas en la Antigüedad o en la Edad Media, la
Iglesia y la Nobleza se ven forzadas a calcular con cuidado sus diezmos
y rentas y a integrarse en el marco de relaciones productivas y
dinerarias de la nueva sociedad. Con mordiente ironía Marx dirá después
que la Iglesia Anglicana estará más dispuesta a admitir el
incumplimiento de 49 de sus 50 preceptos que a tolerar el impago de un
cincuentaavo de las rentas que le pertenezcan.
7. La burguesía ha generado los movimientos nacionales modernos previa
unificación del mercado Y establecimiento de tupidas redes económicas
que superan los pontazgos Y portazgos medievales. Así ocurrió después en
Alemania e Italia en la segunda mitad del XIX. Donde la burguesía
mayoritaria no tuvo esa fuerza económica: en el Imperio Austro-Húngaro o
España surgieron naciones por fragmentación o quedaron problemas
nacionales no resueltos: Cataluña y el País Vasco.
En el caso español se da la circunstancia de que las antiguas
nacionalidades que debían ser integradas (desde el punto de vista del
Estado Central) tenían burguesías más desarrolladas que ese Estado.
8. En Inglaterra ese proceso institucional que va abriendo paso a la
dominación burguesa se acelera en el siglo XVIII Y culmina con la
Reforma del Parlamento de 1832. En Francia desemboca en la Revolución de
1789 y retrocede por algunos años ante los ataques de la reacción
europea, pero vuelve a ganar mucho terreno en 1814 y culmina en la
Revolución de julio de 1830.
9. Sin conocer aún en detalle los mecanismos internos de funcionamiento
del sistema capitalista. Marx ha llegado ya a la conclusión --tras sus
primeras lecturas de los economistas ingleses y de Sismondi-- de que las
crisis tienen su génesis en la esfera de la producción y se descargan o
materializan en la esfera del consumo. La capacidad global de consumo
depende del volumen global de salarios. El volumen total a consumir se
expresa en la suma total de los precios de las mercancías que acceden al
mercado. Los capitalistas como clase social aumentan cuanto pueden el
volumen de mercancías expresadas, en cuanto a su valor, en los precios y
restringen cuanto pueden el salario.
En el mercado surgen así desajustes que se van acrecentando hasta que
llega el momento en que no hay más remedio que destruir mercancías e
incluso fuerza productiva: cierre de fábricas, supresión de fábricas y
despido de obreros. El otro camino está en hallar nuevos mercados o
explotar más a fondo el mercado habitual. Así se consigue retrasar el
estallido de la crisis, pero cuando ésta llega resulta más violenta
porque hay menos escapes: el mercado habitual ya no se puede explotar
más y los desajustes se dan a un nivel superior de potencia productiva y
de amplitud del mercado. En las condiciones de producción actuales las
cosas se han complicado extraordinariamente por la intervención del
Estado y la influencia de los sindicatos.
10. Este párrafo indica el primer paso claro para la formulación
posterior (en Salarios, Precios y Ganancias y con más exactitud en El
Capital) de la teoría de la plusvalía. Marx no divide aún el trabajo en
«trabajo necesario» y «trabajo excedente» (Mehrarbeit) siendo el primero
la parte que el trabajador percibe en forma de salario para reproducir
su existencia material con víveres, vestidos, etc. y el segundo el que
se apropia el capitalista para amortizar las máquinas, ampliarlas con
otras nuevas y permitirse un consumo mucho más elevado que el de sus
asalariados. Lo que Marx indica aquí con claridad es la tendencia de los
capitalistas a intensificar la jornada simplificando los trabajos del
obrero e intensificando su rendimiento gracias a esa simplificación. La
intensificación de la competencia aparejada con el dominio casi total
del poder político por parte de la burguesía, llevó a que, en las
primeras fases de desarrollo capitalista, esa tendencia se convirtiese
en realidad, es decir, se materializase empíricamente al no encontrar
tendencias contrarias (la lucha obrera, por ejemplo).
11. No es difícil comprender esto a la vista de la nota anterior. En una
fase en que el capitalismo tiene que acumular reservas de
infraestructura productiva: ferrocarriles, edificios, maquinaria, etc.,
y apenas halla resistencias por el grado de desorganización de la clase
obrera y por su nula fuerza política la tendencia a la reducción del
salario llega a materializarse y ello acarrea la depauperación social y
física del proletariado que se ve forzado a ayudarse con el salario de
niños y mujeres. Respecto a los primeros, los relatos de los inspectores
del trabajo de aquel entonces muestran un cuadro de explotación
horrorosa. Las casas de huérfanos vendían masivamente sus pupilos a las
fábricas para quitarse la carga de encima. El sistema de cálculo y la
creciente racionalización del sistema de trabajo impuesta por el mercado
optimiza la acumulación de capital. Para ese sistema, mujeres y niños
existen como fuerzas de trabajo que dan un determinado rendimiento medio
y suponen unos costos medios de manutención a través de los salarios,
12. En el año 1847 y sólo para obreras y adolescentes. Los obreros
hubieron de esperar todavía unos años y en otros países décadas.
13. En pocas líneas se explica cuál es el caso de los teóricos que como
Marx, Engels y Moses Hess, cuyo origen social no los empujaba a unirse
al proletariado, han acabado luchando a su lado, no por identificación
moral con su causa, sino por entender que es la clase que puede
instaurar por su crecimiento orgánico y sus condiciones de vida la
sociedad sin clases ni explotación.
14. Todas las clases anteriores que conquistaron el poder. El
proletariado «Lumpen» (Lumpenproletariat) o subproletariado (la
traducción literal sería «proletariado andrajoso») abarca al sector más
depauperado y de condiciones de vida más irregulares y a los sectores
hampones que se constituyen a partir de él. Carece de conciencia de
clase y es incapaz de resolver los problemas de modo colectivo.
Modernamente algunos teóricos revolucionarios le han concedido un papel
más positivo en cuanto que vendrían a relevar a la clase obrera
tradicional, más o menos integrada en el sistema social vigente. En
Marcuse hay también algunos puntos de vista en este sentido.
15. El hecho de que el proletariado vaya perdiendo todas las
vinculaciones ideológicas con la sociedad burguesa es una ventaja para
admitir las nuevas concepciones revolucionarias en su conciencia y lo
será a la hora de construir una nueva sociedad, piensa Marx
implícitamente.
16. Se señala aquí a nivel social y político, lo que Marx expondrá en El
Capital tras un detallado análisis económico: la tendencia a la
depauperación (Verelendungstheorie) del proletariado. Con una diferencia
sin embargo: aquí Marx parece considerarla no ya como tendencia, sino
como tendencia que se materializa en términos absolutos: el salario real
disminuye paulatinamente. En El Capital se estudia como tendencia que se
ve contrarrestada por la lucha obrera y la mayor productividad del
sistema de producción, gracias a las máquinas. Lo único que se cumple en
estas condiciones es una disminución relativa del salario: un porcentaje
cada vez más elevado del trabajo total prestado por el obrero queda para
amortizaciones y acumulación de capital, sin que el salario real baje en
términos absolutos: si en un momento determinado el obrero produce un
valor 100 y sólo obtiene en forma de salario 50 y 10, años más tarde
produce 180 de lo que obtiene 60 en forma de salario, está claro que
éste ha aumentando en términos absolutos, si bien ha disminuido en
términos relativos (del 50 por 100 al 33 por l00 del valor producido).
El grado de explotación ha aumentado, aunque al obrero le vaya mejor. La
tendencia a la disminución absoluta del salario se ha materializado, no
obstante, en toda Europa a partir del año 73, 74 ó 75 debido a la crisis
actual.
17. La propiedad en medios de capital no es, pues, personal, ya que
resulta de las relaciones activas de cientos o miles de personas que
trabajan en común. Es el sistema de poder, respaldado por el jurídico,
el que hace que só1o determinadas personas puedan disponer de ese
capital: las pertenecientes a la burguesía. Con la revolución socialista
lo que es de por sí social en su origen y acumulación pasa también a ser
de disposición social. (Al menos es lo que se pretende).
18. Marx habla de que las fuentes de la riqueza manarán abundantemente
en el comunismo. Se permitirá. por lo tanto, el aumento en bienes de
consumo. Lo que no se permitirá es acumular excedentes para hacer de
ellos capital con que explotar a los demás. Por lo demás está claro que
el aumento del consumo dependerá del aumento de la productividad
general.
19. Dialécticamente y con un contenido empírico claro, expone Marx cómo
el mantenimiento de la familia (burguesa) y el aumento de su poder y
riqueza exige la negación de la familia (proletaria) que se va
descomponiendo y empobreciendo (Véase nota 11).
20. El problema del nacionalismo ha sido estudiado por los marxistas de
un modo más sistemático a principios del siglo XX (Kautsky, Stalin,
Lenin y otros) . Retrospectivamente hay que decir que a medida que el
proletariado fue mejorando su situación y participando en las
instituciones, se fue integrando en sus respectivas patrias. El caso más
notable es el de Inglaterra, país en que el proletariado se benefició de
la explotación de las colonias. En más de una ocasión los partidos
obreros apoyaron el mantenimiento de una colonia. En otras protestaron
sólo tibiamente ante la represión de movimientos de liberación. Antes de
la Primera Guerra Mundial, la Internacional Socialista intentó hacer
valer entre las masas obreras el punto de vista internacionalista por
encima de los sentimientos nacionales ya muy vivos en ellas. No lo
consiguió y especialmente los obreros franceses y alemanes se lanzaron a
la I.G.M. con verdadero ardor patriótico (salvo las vanguardias más
conscientes que agitaron en los mismos frentes). No obstante, el
proletariado alemán se sintió engañado al final de la misma. Fue
entonces cuando se lanzó masivamente a un movimiento revolucionario que
no venció por el dogmatismo comunista y la tibieza y el revisionismo
socialistas.
21. Se vuelve a la fraternidad de la comunidad primitiva que poseía en
común tierras y aperos. Pero se vuelve a ella sobre una base técnica y
educativa que ha integrado todas las creaciones históricas positivas.
Claro que también se arrastran hábitos comunes a tres formaciones
sociales intermedias (esclavismo, feudalismo, capitalismo) . La realidad
de los países socialistas muestra la enorme dificultad de elevar a la
humanidad a niveles superiores de convivencia y libertad.
22. Si tomamos esos puntos como criterios con los cuales medir la
sociedad actual y sus logros llegaríamos a la conclusión de que bastante
de lo propuesto en ellos se ha logrado sin que la clase obrera haya
tomado el poder. En los países europeos más avanzados hay un fuerte
impuesto progresivo y se gravan fuertemente las herencias. Hay escuela
gratuita y se ha suprimido el trabajo de los niños. No olvidemos, con
todo, que la clase obrera ha obtenido parcelas de poder importantes y
que las mejoras se aceleraron a partir de la Revolución Rusa. Que esos
logros no son conquistas definitivas (o al menos están amenazadas de no
serlo) lo muestra la crisis actual. En Europa hay actualmente 12
millones de parados y por todas partes se habla de «desmontaje social».
23. El último rey Borbón francés, Carlos X, fue derrocado en 1830
(Revolución de Julio) por los sectores burgueses más dinámicos, apoyados
el proletariado parisino. Caen definitivamente las trabas feudales y
Francia acelera su desarrollo capitalista. La ampliación del sufragio
favoreció casi exclusivamente a la burguesía urbana. El divorcio entre
burguesía y proletariado se inicia aquí de modo consciente. Los
legitimistas borbónicos se oponen al nuevo rey Felipe, «el Rey Burgués»
o «Felipe Igualdad» y echan en cara a la burguesía su afán de lucro y la
explotación de los obreros. Algunos usan en la Vandée palabras de
agitación social y consiguen movilizar a campesinos y artesanos
provinciales. En Inglaterra, el proceso es paralelo y se inicia con la
Reforma Parlamentaria de 1832 conseguida gracias a las grandes
movilizaciones obreras. También aquí es la injusta ampliación del
sufragio la que decepciona a los obreros que inician el movimiento
«cartista». La «Joven Inglaterra» era una organización reaccionaria
surgida después del 32 y con muchos miembros nobles. Carlyle, uno de sus
representantes, salía en defensa de los obreros afirmando que el trabajo
es una obligación moral y no una mercancía. Preconizaba la vuelta al
espíritu, para él solidario y comunitario, de la Edad Media. Para
Carlyle la Historia la hacían las grandes personalidades gracias a la
fuerza de su espíritu. La burguesía era, a su entender, una clase
materialista y sin grandes aspiraciones. En sus últimos años defendió
las tendencias imperialistas de la política inglesa, siempre en base a
la superioridad espiritual y civilizadora de la Gran Bretaña.
24. Lonardo de Sismondi, nacido en Ginebra en 1773 y muerto en 1842.
había sido miembro del Gran Consejo de la ciudad. Entre otras cosas
escribió De la Riqueza Comercial o Principios de la Economía Política.
Vio la causa de las crisis en la competencia imperfecta y en los bajos
salarios. Recomendó la intervención del Estado en la economía. Por su
otro libro famoso Teoría del Equilibrio Económico se adelanta además a
los análisis modernos de los procesos cíclicos en la actividad
económica.
25. De modo muy concentrado Marx hace un diagnóstico de todas las
reacciones de la intelectualidad alemana (incluidos Kant y Fichte) ante
la Revolución Francesa y después ante los nuevos movimientos políticos
franceses. Como burguesía y proletariado están poco desarrollados en
Alemania, sus pensadores no piensan en categorías de claro y detallado
contenido empírico, sino de tono especulativo acentuado hasta el
ridículo. Es el ambiente idealista general el que hace que todo
movimiento histórico se interprete como destinado a realizar
abstracciones tales como «La Razón», «La Esencia Humana». Ni el mismo
Hegel conoció bien la realidad económica y social de la época, aunque se
aproximó mucho más a ella gracias a la atención que prestó a la economía
inglesa y sus formulaciones teóricas.
26. P. J. Proudhon (n. 1809; m. 1865) era un artesano autodidacta.
Adquirió ya celebridad al publicar en 1840 su obra ¿Qué es la Propiedad?
En ella resumía sus análisis afirmando que «la propiedad es un robo». Su
otra obra célebre, La filosofía de la miseria, mereció una rápida
réplica de Marx con su libro La miseria de la filosofía. Antes de ese
enfrentamiento ideológico, Marx había intentado ganar a Proudhon para la
acción revolucionaria a lo que éste contestó que «prefería quemar la
propiedad a fuego lento». El reproche fundamental de Marx a Proudhon es
el de que no ve lo inexorable de la concentración económica y de la
marcha de la historia y sueña, por lo tanto, con una sociedad de iguales
en que cada uno tiene su pequeña propiedad. El mérito de Proudhon está
en haber expuesto de modo claro y coherente, pero sin fundamentación
económica sólida, el punto de vista de la pequeña burguesía y el
artesanado y el movilizar a estos sectores contra la propiedad privada
burguesa. Al igual que Lassalle en Alemania, Proudhon pensaba que las
huelgas no servían de nada, actitud derivada de un falso análisis de la
constitución del valor de las mercancías. En cuanto a la sociedad
futura, Proudhon la imaginaba sin intervención del Estado, por lo que su
doctrina es un claro precedente del anarquismo.
27. F. N. Baboeuf dirigió el sector político más radical del jacobinismo
desde su periódico La Tribuna Pueblo. Preconizó la revolución social y
el poder obrero. Los marxistas le son, pues, deudores del concepto de
«dictadura del proletariado», Baboeuf intentó derrocar al Directorio
mediante un golpe de mano revolucionario («Conspiración de los
Iguales»). Fue detenido y guillotinado en 1796. Marx y Engels siempre
tuvieron gran respeto por Baboeuf por haber éste intuido con bastante
claridad que la transformación de la sociedad requiere lucha
revolucionaria y una clase social que se identifique con ella y apoye a
los grupos dirigentes de todo el proceso.
28. B. Saint Simon ( 1760-1825) era más socialista que comunista. Su
mérito principal está en su esfuerzo por entender la historia como
resultado de las transformaciones socio-económicas y haber visto con
claridad que todo el sistema de instituciones e ideas debe cambiar
adaptándose a las nuevas realidades socio-económicas. Recomendaba la
organización social dirigida por científicos, ingenieros, inventores y
artistas bajo los que trabajarían las restantes capas directamente
productivas. Distingue en la historia etapas críticas, que renuevan o
transforman lo existente, y etapas orgánicas, de crecimiento y
consolidación. Muchas de sus ideas fueron recogidas y desarrolladas por
Comte, fundador de la Sociología. Aunque Saint Simon se apercibió de la
importancia de las clases, no vio aún la importancia del crecimiento de
la clase obrera ni la posibilidad de convertirse en clase
revolucionaria. De aquí que todo lo esperase de la convicción moral y
racional de que el orden que proponía era el mejor y el que acabaría
convenciendo a todos. Obras importantes de Saint Simon son El catecismo
de los industriales y El sistema de la industria.
Ch. Fourier (1772-1837) basó sus proyectos de reforma radical de la
sociedad en concepciones religiosas o de un ingenuo naturalismo. Su
aportación intelectual a la visión del mundo es por ello poco
considerable. Su importancia estriba en que sus intentos de constituir
pequeños grupos de producción y convivencia lo convierten en un
precursor del cooperativismo. Sus doctrinas ejercieron cierta influencia
en Europa y Norteamérica (cooperativismo agrario). Sus escritos se
despreocupan de cuestiones políticas tales como el papel del Estado y la
posible resistencia de los grandes propietarios. Su doctrina es
exclusivamente social. Parece como si la sociedad dividida en
falansterios fuese, per se, pacífica y fraterna.
D. Owen (1771-1858) evolucionó de burgués filantrópico a comunista
utópico. Como empresario introdujo reformas que más tarde se harían
generales mediante la intervención del Estado y la lucha de los
trabajadores: disminución de las horas de trabajo, educación de los
niños pobres e incluso cajas de enfermedad y pensiones de vejez. En su
libro Una nueva concepción de la sociedad, parte de las reflexiones
económicas de David Ricardo y llegó a la conclusión de que la riqueza
acumulada en forma de capital debía pertenecer a todos y no sólo al
empresario. Con ello aplica al caso concreto de la producción industrial
lo que Rousseau y Fourier habían sostenido en general: que la pobreza de
muchos tiene por causa la abundancia en que viven unos pocos. Owen
intentó llevar a la práctica sus ideas sociales y fundó en Norteamérica
la colonia comunista «Nueva Armonía» que fracasó como también fracasaron
sus experimentos sociales en Inglaterra y México. En todos ellos gastó
gran parte de la fortuna que había ganado como empresario inteligente y
práctico. Su gran mérito fue mostrar cómo era posible humanizar la
condición obrera incluso en el marco de la producción capitalista y
refutar de ese modo las teorías que afirmaban que el salario obrero
estaba determinado por la naturaleza de las cosas y no podía ser más
elevado. D. Owen rechazaba, sin embargo, la lucha política de masas de
los cartistas, y no veía en el proletariado una clase con fuerza y
autonomía para transformar el conjunto de la sociedad. No pasaron muchos
años y ese proletariado había rebasado con su esfuerzo muchas de las
medidas preconizadas por él como filantrópicas obligando a que el Estado
las aplicase con carácter general: sobre todo las medidas de protección
a niños y disminución de la jornada de trabajo de todas las clases
laboriosas. Hasta conseguir cajas de enfermedad, invalidez y pensiones
para la vejez hubieron de transcurrir muchas décadas y subir al poder un
partido de base social obrera, el Partido Laborista.
29. Los cartistas se
denominan así porque defendían «La Carta del Pueblo», un conjunto de
reivindicaciones políticas para que los trabajadores pudieran obtener
influencia decisiva en el Parlamento. Sobrevaloraban la lucha
parlamentaria como camino hacia la mejora social y no presentaban un
programa de reformas sociales. Cuando el librecambio abarató el trigo y
el pan, el cartismo decayó. Los reformistas franceses tenían un ideario
social y político más claro, defendido por su periódico La Reforma. Por
ello jugaron un papel destacado en la Revolución de Febrero del 48, Uno
de sus líderes más destacados fue Luis Blanc, que inició la intervención
del Estado en la economía al acceder al Gobierno Provisional después de
esa revolución. Fue, en efecto, el organizador de «Los Talleres
Nacionales» para eliminar de raíz el desempleo. Esos talleres apenas
pudieron establecerse ya que tres meses más tarde estallaba el conflicto
entre burgueses y proletarios.
30. Esos reformadores apenas si jugaron un papel en la historia
americana. Sus ideas adquirieron nivel teórico en la obra de Henry
George que escribió Progreso y pobreza y preconizóó una reforma agraria
radical.
31. Esa revuelta fue una de las varias que los polacos desencadenaron en
los distintos territorios ocupados por Prusia, Austria y Rusia. En
concreto, la del 46 se dirigió contra los austriacos y fue aplastada en
seguida. Su importancia está en que no fue la nobleza la que jugó en
ella un papel determinante, sino los pequeños campesinos.
EJERCICIOS
cap.1
1. COMPRENSIÓN DE VOCABULARIO
1.1. Describe los tipos de «opresión» expresados en los binomios «hombre
libre-esclavo», «patricio-plebeyo», etc., en el comienzo del manifiesto.
1.2. Trata de delimitar los conceptos de burguesía y proletariado a
partir de estos factores: a) Posesión de medios de producción; b)
explotación de trabajo ajeno; c) venta de la propia fuerza de trabajo.
¿Hay problemas para situar en uno u otro campo a algunos sectores
sociales?
1.3. Relaciona la expresión «elementos revolucionarios en el seno de una
sociedad» con el concepto marxista de «contradicción» (páginas centrales
del capítulo).
1.4. Expón algunos tipos de «división del trabajo».
1.5. Distingue entre «régimen feudal de propiedad» y «régimen
capitalista de propiedad».
1.6. Define el concepto «necesidad». Señala si es un concepto fijo,
delimitado para siempre o más bien histórico.
1.7. ¿Qué se entiende por «clase dominante»?
1.8. Relaciona el concepto «trabajo social» y su complejidad con el
concepto «División del trabajo».
1.9. Define la «crisis» en el campo de la economía. ¿Hallas alguna
relación con la acepción de ese término en otros campos (a través de los
conceptos «desorden», «quiebra de normas», «desproporción», etc.)?
1.10. Señala las diferencias entre la «clase revolucionaria» y las demás
(páginas finales).
1.11. Describe la «depauperación» y ponla en relación con la «conquista
de mercados», «acumulación del capital», «trabajo como mercancía», etc.
2. COMPRENSIÓN TEMÁTICA
2.1. El desarrollo histórico de la propiedad burguesa y de la burguesía
como clase ¿se debe únicamente a la dialéctica social interna? Trata de
señalar cómo acelera esa dinámica el hallazgo de nuevas tierras y
mercados.
2.2. Relaciona la simplificación de la sociedad moderna en lo que
respecta a la estratificación social con el desarrollo de la acumulación
de capital.
2.3. Relaciona lo anterior con la preparación de las condiciones para
establecer parlamentos no estamentales.
2.4. Analiza a grandes rasgos cómo el colonialismo deriva del movimiento
objetivo del capital y las necesidades que genera (necesidad de
mercados; materias primas, etc.).
2.5. Marx califica la crisis económica como un exceso de industria;
comercio, civilización, etc. ¿Se refiere a un exceso absoluto? ¿Relativo
a las necesidades sociales del momento? ¿Relativo a la capacidad
adquisitiva generada por los salarios?
2.6. ¿El poder de las fuerzas productivas es también excesivo respecto a
las necesidades de la sociedad o respecto al marco de condiciones de la
propiedad burguesa? (obtención de lucro como condición de la inversión,
conquista del mercado, etc.).
2.7. ¿Se constituyó el proletariado a partir de la burguesía como ésta
respecto a la aristocracia feudal? (Considera los lugares de producción;
intercambios de dinero por trabajo, etc.).
2.8. Abundando en el tema de la anterior pregunta. ¿Señala Marx algunas
diferencias entre las oportunidades que tuvieron el siervo de la gleba y
el villano en el marco feudal, por una parte, y las que tiene el moderno
proletario frente al burgués?
2.9. El consumo del obrero a finales del XIX era superior al de los
siervos medievales y al de muchos campesinos sometidos al régimen de
tributación feudal en épocas pasadas. ¿Quiere decir eso que era menos
explotado? (Piensa en la productividad y los porcentajes del trabajo
utilizados para acumulación, etc.).
2.10. ¿El salario es el equivalente del trabajo prestado por el obrero?
2.11. Señala las razones objetivas que conducen a la ruina a una clase
como la de los pequeños comerciantes.
3 EJERCICIOS DE COMPRENSIÓN DE LA RELACIÓN ENTRE REALIDAD SOCIAL Y
VALORES MORALES
3.1. «Libertad» para los burgueses de la primera mitad del siglo XIX
¿era equivalente a «libertades democráticas para todos»? (Piensa en la
composición de los parlamentos de entonces).
3.2. ¿Qué contenido concreto inmediato tenía esa palabra para ellos?
(Piensa en el sistema feudal que inmovilizaba tierras, bienes de
producción gremial y personas. Piensa en la limitación de la usura.)
3.3. ¿La moral del «Ancien Régime» (respeto ante el padre-patriarca,
condena del préstamo a interés, etc.) se basaba en simples
justificaciones racionales o tenía su base en el sistema social?
3.4. ¿Por qué las hazañas medievales pasaron a considerarse como
haraganería en el nuevo contexto burgués?
3.5. ¿Por qué la ostentación estamental pasó a ser considerada como
despilfarro?
3.6. ¿Por qué las Cruzadas, culminación de la piedad medieval, se
consideraron como derroches de energía por parte de la moral burguesa?
¿Acaso la burguesía no organizaba expediciones incluso a países más
lejanos?
3.7. ¿Por qué la burguesía europea no consideró como «santas» las
culturas hindú y china con su sociedad jerarquizada, cerrada? ¿Por qué
las «profanó»?
3.. ¿Por qué instituciones antes reverenciadas como el mayorazgo,
pierden su valor moral para la burguesía?
3.9. ¿Por qué el amontonamiento de dinero, la inversión rentable; el
préstamo a interés; etc., pasaron a ser virtudes («ahorro»;
«laboriosidad»; «crédito», etc.)? («Crédito»=«Confianza»).
3.10. Los grupos sociales dominantes en la E.M. predicaban al pueblo
moderación del consumo. La burguesía del primer capitalismo acumulativo
también. Esa recomendación ¿tiene el mismo sentido en uno y otro caso?
Se basa en las mismas justificaciones morales?
3.11 ¿Recomienda moderar el consumo la burguesía del capitalismo
desarrollado, la actual, por ej.?
3.12. Los medievales afirmaban la igualdad del hombre «ante Dios».
¿Servía esa idea para potenciar la igualdad o la desigualdad social?
3.13. ¿Qué puedes decir de la igualdad «ante la ley» de los primeros
burgueses revolucionarios?
3.14. En el contrato de trabajo defendido por el burgués se partía de la
igualdad de todos los ciudadanos; como individuos soberanos. ¿Era esa la
realidad? A la hora de embolsarse el excedente del trabajo, ¿eran todos
titulares de derechos?
3.15. ¿Por qué la moral burguesa tiende a ser competitiva y basada en el
egoísmo o la afirmación personal? ¿Por qué la moral proletaria subraya
tanto la idea de fraternidad y solidaridad?
3.16. A la vista del sistema productivo, ¿es posible la emancipación
aislada de cada proletario?
3.17. El fascismo es un movimiento de masas de origen y contenido
burgués. ¿Por qué trata de establecer entre sus masas vínculos de
compañerismo basados en «la sangre»; «la raza», «el Imperio» y no en la
«clase»? (Considera dos cosas: la heterogeneidad de las masas fascistas
y la lucha por la conquista del mercado.)
4. EJERCICIOS DE COMPRENSIÓN HISTÓRICA
4.1. Indica algunos datos que permitan ver la relación causal entre la
lucha de clases en la República Romana y los cambios institucionales
realizados en ella.
4.2. Compara los cambios institucionales (del Parlamento, sobre todo)
que se dieron en la Inglaterra del XVII y del XVIII y los de la
Revolución francesa. Relacionalos con las luchas sociales.
4.3. Analiza someramente la Revolución de julio de 1830 en Francia y la
Reforma Parlamentaria inglesa de 1832 y di si hay una cierta
justificación para la frase de Marx «El poder público viene a ser el
Consejo de Administración de los intereses globales de la burguesía».
4.4. El auge social de las clases productivas a partir del Renacimiento
supuso la transformación económica en Europa (sumado al descubrimiento
de América), ¿Dejó también huella en la Filosofía? (Descartes, Ga1ileo,
Bacon, Locke, etc.).
5 ANÁLISIS LÓGICO-FORMAL
5.1. Si la crisis estalla cuando la discrepancia entre oferta y demanda
se acentúa y esa crisis halla su solución momentánea en la conquista de
nuevos mercados por parte del capital, ¿se puede decir, como Marx
asegura, que la crisis quema las reservas de su solución? ¿Qué ocurrirá
en el futuro?
5.2. Razona por qué la burguesía importadora, que se beneficia del
margen comercial, será librecambista. Establece una conexión lógica
entre esa actitud y el hecho de que, como dice Marx, la baratura de las
mercancías es la artillería pesada con que la burguesía exportadora
derriba «las murallas chinas».
5.3. Explica de un modo lógico el hecho de que la expansión de los
mercados sea una condición para la expansión de la industria y que, sin
embargo, esta última sea condición para la expansión de los mercados.
5.4. Trata de derivar la comercialización creciente de todo (valores,
dignidad personal, belleza femenina, éxito artístico y deportivo) del
hecho de que ni nacimiento, ni ascendencia garantizan hoy la seguridad
vital, la posición social.
5.5. Razona por qué el proletariado no puede, caso de llegar a la
posesión de las fuerzas productivas, crear una nueva clase social que
venga a substituirlo como nueva clase explotada. (Hazlo sobre la base
del análisis de clase y de las condiciones objetivas que determinan la
formación de una clase).
________________________________________
cap. 2
EJERCICIOS
1. COMPRENSIÓN DE TÉRMINOS
1.1. Define el término «Comunismo». Señala las diferencias respecto al
de «socialismo».
1.2. Define el término «propiedad». Señala tipos de propiedad. Distingue
entre bienes de consumo y bienes de producción.
1.3. El término «supresión de la propiedad» ¿tiene referencia a los
bienes de consumo?
1.4. Define el término «capital». ¿Hay alguna relación lejana con lo que
se entiende en otros campos bajo ese término («pena o error capital»,
«la capital»)?
1.5. ¿Qué es el régimen comunista de apropiación y producción material?
Señala los distintos modos de apropiación mediante los que accedemos a
los bienes sociales en nuestra sociedad.
2. COMPRENSIÓN TEMÁTICA
2.1 ¿Por qué corresponde a los comunistas el papel de vanguardia en la
lucha política? (comienzo del Capítulo II).
2.2. Toda clase triunfante ha suprimido con mayor o menor rapidez un
tipo de propiedad. ¿Qué tipo de propiedad suprimen los comunistas?
2.3 Las clases que establecieron su dominación hasta ahora, además de
suprimir un tipo de propiedad, afirmaron y consolidaron su propio tipo
de apropiación. ¿Es ese el caso del proletariado?
2.4 Las clases vencedoras anteriores se afirmaron como lo que ya eran
antes de vencer, es decir, en el tipo de clase que ya eran. ¿Es eso lo
que habrá de hacer el proletariado?
2.5 Las clases anteriores heredaban, al establecer su dominación, unas
formas ideológicas en las que vertían un contenido nuevo. ¿Ocurre lo
mismo con el proletariado? (Piensa en los diversos tipos de explotación
y justificación jurídica y religiosa.)
2.6 Si los comunistas tuviesen que resumir su teoría en una frase, ¿qué
frase escogerían?
2.7. Relaciona la situación familiar burguesa y la proletaria con la
situación económica de ambas y el proceso de acumulación del capital.
EJERCICIOS DE COMPRENSIÓN DE LA RELACIÓN ENTRE REALIDAD SOCIAL Y
VIGENCIA DE LOS VALORES MORALES
3.1. ¿Por qué la moral comunista es social y no individual,
internacionalista y no nacionalista? (Derívalo del análisis de la
sociedad, superador del interés individual o de grupo parcial y del
nacionalismo estrecho.
3.2 ¿Se puede decir que al abolir la propiedad privada de los medios de
producción se suprime la base de la persona humana en general? ¿Qué tipo
de personalidad se suprime?
3.3 La ideología burguesa relaciona la alta productividad con el
estímulo personal, con la propiedad privada, con la iniciativa personal.
¿Eran éstos los motivos que llevaban a los proletarios del XIX a
producir la riqueza, base de la moderna Europa?
3.4 ¿Con qué frase del texto rechaza Marx explícitamente la pretensión
de que las ideas que la burguesía defiende acerca de la libertad, la
educación, etc., sean la verdad en sí?
3.5 «El derecho natural», «la moral natural», «la fundamentación del
Estado en la razón». Todos esos modos de expresarse aparecen en Platón,
Aristóteles, la Iglesia Medieval y el «Ancien Régime» en general. ¿Qué
piensa Marx al respecto?
3.6. ¿Por qué la clase burguesa era y es muy beligerante en la cuestión
de la escuela y la educación?
3.7. Relaciona la «doble moral» del burgués del XIX con el carácter
(casi siempre interesado) de su matrimonio, con su situación de
prepotencia económica y su visión mercantilista de todo.
3.8. Relaciona un fenómeno como el de la prostitución con
situaciones
socio-económicas y el papel social atribuido a la mujer en la Historia.
3.9. ¿A qué atribuye Marx el que haya puntos de vista morales, jurídicos
y religiosos que hayan mantenido algo permanente a través de varias
formaciones sociales?
4. COMPRENSIÓN HISTÓRICA
4.1 Rememora los cambios esenciales de la «Revolución Francesa» en el
plano económico y político. ¿Hubo ya proletariado activo en esa
revolución? ¿Tenía conciencia de clase y objetivos propios?
4.2 Señala alguna de las trabas en el movimiento de capital dinerario en
la Edad Media. Relaciónalo con el papel de los judíos.
4.3. Relaciona el desarrollo de las ideas políticas (Hobbes, Locke,
Montesquieu, Rousseau, etc.) con el avance social de la burguesía.
¿Crees que el hecho de que las universidades tuviesen cada vez más
alumnado burgués pudo influir en ese proceso de avance teórico?
4.4. ¿Ha cambiado también la doctrina social de la Iglesia a medida que
la clase obrera adquiría conciencia y se iba armando con teorías
propias?
5. ANÁLISIS LÓGICO-FORMAL
5.1. Razona por qué los comunistas superan con su análisis el
conocimiento meramente empírico que la masa proletaria tiene de las
condiciones y motivos de su lucha.
5.2 ¿Por qué esa superación les lleva a destacar los intereses comunes
del proletariado más allá de las legítimas aspiraciones nacionales?
5.3 ¿Por qué los comunistas, según Marx, subrayarán el interés del
movimiento en su conjunto? (Piensa, para responder a 5.1, .2 y .3 que:
a) los comunistas han llegado a generalizaciones conceptuales como
«clase», «lucha de clases», «función del Estado»; b) la masa proletaria
ve únicamente --.cuando la conciencia está aún poco desarrollada y su
asimilación teórica todavía menos--, lo inmediato, lo que afecta a su
fábrica o profesión. etc,).
5.4 Reconstruye el argumento del burgués de que los comunistas quieren
establecer la «comunidad de mujeres» (su colectivización en provecho
común de los hombres) a partir de la consideración de la mujer como
propiedad (del burgués). La otra premisa es el objetivo esencial de los
comunistas: supresión de la propiedad privada.
5.5 En el prejuicio del burgués, la mujer aparece como bien de
producción, o como bien de consumo o como ambas cosas?
5.6 ¿Por qué suprimir la propiedad burguesa equivale a suprimir
definitivamente la propiedad privada?
5.7 Razona paso a paso, teniendo en cuenta las categorías marxistas. el
párrafo que comienza: «en la sociedad burguesa el trabajo vivo del
hombre es meramente un medio de acrecentar el trabajo acumulado...»
________________________________________
cap. 3
1. EJERClClOS DE COMPRENSIÓN DE TÉRMINOS
1.1 Delimita de modo aproximado a la «pequeña burguesía» respecto a la
burguesía» en sentido estricto» y al proletariado.
1.2. ¿Qué características tiene lo «utópico»?
1.3. Describe en pocas palabras el proceso de acumulación del capital.
1.4. Describe el mecanismo de competencia en el mercado. ¿Está
relacionado ese término con la expresión «sociedad competitiva»?
2. COMPRENSIÓN TEMÁTICA DEL TEXTO
2.1 ¿Cuál es el soporte social, de clase, del socialismo feudal?
2.2 ¿Por qué el reproche que lanzan contra la burguesía no tiene mucho
valor en sus labios?
2.3 ¿Por qué la clase cuyos intereses expresa ese socialismo no puede
ser revolucionaria ni pertenecer a la sociedad del futuro?
2.4 Expresa la contradicción fundamental que se da en el socialismo
pequeño-burgués en relación con su aceptación o no aceptación del
desarrollo de las fuerzas productivas.
2.5 ¿Cuál es el factor esencial que hace que el «socialismo alemán»
desfigure las doctrinas socialistas francesas?
2.6 ¿Por qué ese socialismo era también reaccionario, aunque atacaba
realmente a la burguesía (piensa en el hecho de que el desarrollo de una
clase, el proletariado, presupone el desarrollo de otra)?
2.7 El «socialismo burgués» o conservador acepta la moderna sociedad.
¿Qué es lo que no acepta de buen grado?
2.8 La actividad del socialismo utópico no transforma la realidad» pero
¿niega Marx toda utilidad a los escritos utópicos?
3. EJERCICIOS PARA COMPRENDER LA RELACIÓN ENTRE REALIDAD SOCIAL Y
VIGENCIA DE LOS VALORES MORALES
3.1 Un concepto central en moral es el de «deber». Se dice «esto debiera
ser así», etc. Busca una razón de por qué muchos socialistas utópicos
reaccionan moralmente ante los males sociales. (Relaciónalo con la poca
fuerza y conciencia de clase del proletariado.)
3.2. ¿Cuáles te parecen ser las raíces del ascetismo e igualitarismo de
algunos socialistas utópicos? (piensa en 2.8 y en el factor
productividad).
3.3. ¿Por qué la reacción moralista suele ser menos madura que la
intelectual y política? ¿Pueden el intelectual y el político limitarse a
la mera condena moral? ¿Presupone la acción política el juicio moral
previo o no?
3.4. ¿Por qué algunos teóricos de la utopía ven al proletariado tan sólo
como clase sufriente? (Piensa en el poco desarrollo económico y en el
origen acomodado de algunos escritores de esta tendencia).
3.5. ¿Por qué la acción de los socialistas utópicos se convierte en algo
«evangélico» (hay en ellos una minus- o plusvaloración de lo moral)?
¿Confían poco o mucho en la capacidad de la persuasión?
3.6 ¿Por qué a medida que avanza la lucha obrera y su eficacia en la
defensa de sus derechos, la actitud utópica» moralizante, se puede
convertir en algo objetivamente inmoral?
4. COMPRENSIÓN HISTÓRICA DEL TEXTO
4.1 Relaciona los contenidos utópicos de la República de Platón
(estratos sociales cerrados, comunidad de bienes, aristocracia guerrera,
comunidad de mujeres y niños, etc.) con la sociedad aristocrática y
esclavista.
4.2. Relaciona las utopías de Moro y Campanella con las ideas de Owen y
Fourier. ¿Por qué en las primeras predomina el trabajo artesanal y
campesino y en las segundas el trabajo obrero?
4.3. ¿Cuáles eran los puntos de vista de Prudhon? ¿Por qué es un
precursor del anarquismo?
5. ANÁLISIS LÓGICO-FORMAL
5.1. Si admites las premisas «la clase obrera era la única clase
revolucionaria» «esa clase se desarrollaba a la par que el poder
económico se concentraba en manos de la burguesía», razona para
concluir, que el socialismo feudal y el pequeñoburgués eran
históricamente reaccionarios y opuestos a la clase obrera. (Dos
conclusiones.)
5.2 ¿Por qué una de las pretensiones del socialismo pequeñoburgués es
reaccionaria, si admites que el desarrollo de las fuerzas productivas es
imparable? ¿Por qué lo es la otra, si admitimos que el maquinismo
necesita estado burgués, movilidad de bienes y movilidad de mano de
obra?
5.3 Razona por qué exigencias concretas de la Revolución Francesa se
convierten en Kant en exigencias de la «Razón Práctica» (en simple
«deber ser» inalcazable). (Piensa que para el marxismo la idea viable
necesita de la fuerza social correspondiente.)
5.4 Razona cómo a partir del proceso de industrialización la baja
burguesía alemana se vio cogida entre dos fuegos y cómo echó mano del
«socialismo alemán» para defender sus intereses.
5.5 ¿Por qué el socialismo pequeño-burgués dirige fundamentalmente sus
ataques contra la burguesía y el conservador contra el proletariado?
(Piensa en el desarrollo de las clases y los puntos de vista de clase.)
|
|