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"... Propagan muchos que la emancipación de la mujer equivale a ser
nosotras hombres,
a querernos abrogar sus derechos y ejercer de mandarines, a querer
subyugar en todos
los conceptos y en todos los terrenos al sexo fuerte; como si todo esto
fuera un
gran qué, y con ello ya hubiéramos alcanzado el máximo de las
más grandes
aspiraciones de la humanidad. No es tan envidiable la condición del hombre
para que
queramos nosotras acaparárnosla; buena falta le hace a él una emancipación de
verdad
para que deseemos disputársela".
(...)
"Cargada con un sin número de deberes y con ningún derecho, vese la
mujer actualmente
considerada mil veces peor que al hombre. En la fábrica y en el taller,
por igual trabajo
que al hombre, le dan aun no la mitad del jornal que éste; se le niega
y prohibe casi una
verdadera instrucción, como se la cohíbe ridícula y tiránicamente
cuando soltera, cuando
casada y cuando viuda; ..."
"El que fuesen de distinto temperamento, y tal vez concibieran de
diverso modo el
hombre de la mujer, no puede colegirse de ninguna manera la no igualdad de
derechos...
En España están cerrados para la mujer los oficios y carreras que
dependan del estudio,
con el pretexto de que no tiene inteligencia para cursarlas. Y
diciendo esto, cuidan muy
bien los hombres de mantenerla en un círculo reducidísimo,
estrechando su esfera de
acción en nombre de la moral, que no es otra cosa que unas
costumbres cohibitivas,
representación de la esclavitud en sus diversas fases que domina
a la mujer.
(...)
Tanta indignidad y tanta injusticia no pueden tolerarse; y necesario es
que una pronta
revolución social venga a dar a la mujer los derechos que le
corresponden."
1 de julio de 1899
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