"La evolución de la filosofía de Hume"
JAMES NOXON
HUME:¿"EL NEWTON DE LAS CIENCIAS MORALES"?
Hume comenzó a escribir filosofía en su juventud, tan solo tres o cuatro
años después de la muerte de Sir Isaac Newton. La investigación y
especulación inspirada en Newton fue cobrando impulso a lo largo del
siglo de Hume, impulso que se prolongaría casi hasta el final de la
siguiente centuria. Los "Principios Matemáticos de Filosofía Natural"
constituían la plena realización de una revolución científica que había
comenzado oficialmente con la publicación del "De revolutionibus orbium
coelestium" en 1543. Los elementos fundamentales que se combinaban en la
síntesis newtoniana fueron la hipótesis copernicana relativa al
movimiento terrestre, las leyes de Kepler sobre el movimiento planetario
con su descubrimiento del carácter elíptico de las órbitas de los
planetas, las investigaciones experimentales de Galileo sobre los
movimientos de los objetos terrestres que entrañaban el descubrimiento
del significado fundamental de la inercia, sus análisis de los conceptos
de fuerza, masa y aceleración, así como las revelaciones de su
telescopio, las soluciones matemáticas de Huygens a los problemas de la
conservación del momento y su teoría de las fuerzas centrífugas. Dos
siglos y medio de observar, experimentar y teorizar sobre el movimiento
terrestre y celestre suministraron a Newton el material que había de
transmutar, mediante procesos de deducción matemática, en un sistema de
mecánica universal. La órbita de la luna y el flujo de las mareas, el
movimiento de la tierra, el curso de los cometas, de los planetas y sus
satélites, la oscilación de los péndulos, la caída libre de los cuerpos
en las proximidades de la superficie de la tierra y el vuelo de los
proyectiles eran explicados como consecuencia íntimamente relacionadas
derivables matemáticamente de tres leyes simples junto con el principio
de gravitación universal.
Así, pues, en los días de Hume, toda una generación de filósofos
naturales, inspirados por Newton, aplicaban el método empírico a todo el
dominio de los problemas científicos. No es, por tanto, de extrañar que
la primera obra de Hume se califique en la primera página como "SIENDO
un intento de introducir el método experimental de razonar en los
ASUNTOS MORALES". La ambición de Hume era constituirse en el Newton de
las ciencias morales, en primer lugar, elaborando una teoría general
audaz acerca de la mente -su asociacionismo- comparable a la teoría de
la atracción de Newton.; habiendo señalado que "las ideas - los átomos
de la mente- habían de ser conectadas mediante este principio (de
asociación) para formar un sistema de mecánica mental comprensivo y
auténticamente newtoniano.
Hume... se sentía inspirado por una idea nueva: del mismo modo que
Newton había mostrado que los cambios fundamentales del mundo físico se
podían explicar con el principio de "atracción" (gravitación), los
procesos de conocimiento, en la medida en que consisten en inferir un
hecho supuesto a partir de un hecho presente, también se podrían
explicar mediante el principio de asociación... Igual que Newton con la
gravitación, podría exhibir la asociación como un hecho de experiencia
sin necesidad de formular una causa oculta de ello.
Lo que los estudiosos de Hume llaman "método newtoniano" no fue
invención de Newton; se trata del método resolución/composición (o
analítico/sintético) que tuvo su origen durante el siglo XV en la
Universidad de Padua y que fue perfeccionado por el genio matemático y
experimental de Galileo. Este método poderoso engendró una procesión de
descubrimientos de hechos y de creaciones de teorías cuya inmensa
significación solo apareció con claridad cuando Newton los desplegó
sistemáticamente en los PRINCIPIA.
El newtonianismo no se limitaba a ser un conjunto de teorías
verificables acerca de los fenómenos físicos. Tanto Newton como sus
seguidores apreciaban la filosofía mecánica tanto por sus implicaciones
teológicas como por su valor científico intrínseco. El orgullo que
experimentaba por su obra y la admiración de sus seguidores se vieron
enormemente reafirmados por la convicción de que sus descubrimientos
científicos fortalecían los fundamentos racionales de la creencia
religiosa.
El principal efecto del examen escéptico a que somete Hume las
pretensiones de la metafísica es precisamente el socavamiento de dichos
fundamentos. Si algún aspecto de la filosofía de Hume es tan fácil de
ver como la influencia positiva del método newtoniano, es precisamente
la condena de las especulaciones teológicas en que incurrían los
newtonianos. Por consiguiente, las relaciones de Hume con el
newtonianismo eran demasiado complejas y equívocas como para que se
puedan expresar adecuadamente diciendo que Hume era el Newton de las
ciencias morales. Tal fórmula expresa una verdad a medias que precisa
ser completada, subrayando su extremada aversión hacia los desarrollos
teológicos de la síntesis newtoniana que tan de moda estaban en sus
días.
El ARGUMENTO TEOLÓGICO constituía el nervio lógico central de la
religión natural que florecía en tiempos de Hume. Y el ataque de Hume se
dirigía fundamentalmente al intento de Newton de llevar a cabo un
acercamiento entre ciencia y religión.
LAS REGLAS DE RAZONAMENTO
Del mismo modo que un perro está condicionado a anticipar un golpe
cuando observa un gesto de amenaza familiar, así el hombre que observa
un objeto o suceso espera otro que ha seguido invariablemente a aquel.
Es un hecho inexplicable y último de la naturaleza el que las ideas de
objetos o eventos sucesivos y contiguos que aparecen siempre juntos en
la experiencia se asocien en la imaginación, presumiéndose por tanto una
conexión causal entre ambos.
La comparación de las Reglas de Hume con las de Newton muestra que están
de acuerdo en que el fin y método de la ciencia es el descubrimiento de
las causas mediante la investigación experimental. Tras una exploración
un poco más prolongada, se hace patente que ambos difieren
implícitamente en los fundamentos de dicho método. Para Newton, el
método presupone la simplicidad y constancia del mundo natural planeado
racionalmente por un Ser "ducho en mecánica y geometría". El universo es
intrínsecamente racional y, por tanto, potencialmente inteligible. Para
Hume el método presupone determinados principios naturales con los que
opera la inteligencia a fin de asegurar el ajuste con el medio. Aunque
cabría esperar que el método se viese ratificado por algún "tipo de
armonía preestablecida entre el curso de la naturaleza y la sucesión de
nuestras ideas", jamás estará garantizada tal cosa, pues "desconocemos
absolutamente las potencias y fuerzas por las que se gobierna la
naturaleza".
Newton insistía igualmente en que el universo no era completamente
explicable en términos de causalidad mecánica y que, por consiguiente,
había límites teóricos impuestos al método experimental. En tales
ocasiones, da la impresión de que tiene que recurrir a procedimientos
totalmente excepcionales para poder imponer la conclusión del Argumento
Teleológico. Entonces, la "hipótesis religiosa" parece ser una
conveniencia para tratar con problemas que no se pueden abordar del modo
científico ordinario. Una deidad interesada y eternamente vigilante da
cuenta tanto de los empujones iniciales dados al sistema.
A pesar de su aspecto plausible, el Argumento Teleológico implicaba
algunos razonamientos excepcionales según las normas científicas
ordinarias. Hume poseía el impulso agnóstico y la agudeza lógica
necesaria para poner en tela de juicio el tratamiento preferencial
otorgado a "la hipótesis religiosa".
Para ser tenido por científico, el Argumento Teleológico habría de
someterse a las reglas de la inferencia causal. Supongamos que se
observan actos generosos y mezquinos, amables y crueles, que hay casos
de competencia y de cooperación, de benevolencia y de malicia. Se podría
criticar al teórico que de tan variados fenómenos sacase la conclusión
general de que todos los hombres son esencialmente egoístas y agresivos
o, por el contrario, benevolentes y altruistas. Hume no se deja engañar
por el intento de hacer pasar como algo empírico el Argumento
Teleológico, rehusando a la vez la obligación de aceptar los resultados
del intento de verificar sus conclusiones.
Fue Newton el primero en subrayar que para ser científicamente
aceptables, los principios explicativos -conocidos luego con el nombre
de hipótesis- tenían que ser verificados empíricamente. Pero,
finalmente, fue Hume quien sostuvo consistentemente este principio
metodológico básico. Tanto Newton como sus seguidores estaban dispuestos
a hacer excepciones con sus normas a fin de acomodar la "hipótesis
religiosa". Hume se negó obstinadamente a repudiar la regulación que el
método hipotético-deductivo de las ciencias había impuesto a las
imaginaciones hipotéticas de la metafísica especulativa. Así, pues,
donde Hume rompe con los newtonianos por culpa de las hipótesis es
precisamente en el punto en que los newtonianos pasan de la ciencia
natural a la religión natural.
RAZONAMIENTO ANALÓGICO
El concepto de analogía surgió en medio de la disputa que mantenía Hume
con los newtonianos. Rompió con ellos porque no podía aceptar sus
pretensiones de cientificidad cuando desarrollaban la religión natural.
El problema era ver si los métodos de la ciencia natural y la religión
natural eran o no lo suficientemente análogos como para otorgar la
condición de científicas a las conclusiones de los teólogos que
sostenían la existencia de un plan. Hume resolvió esta importante
cuestión de principio general de un modo indirecto, al demostrar que el
razonamiento analógico empleado en el Argumento Teleológico era
claramente engañoso. Los teólogos que sostienen la existencia de un plan
se basan en la analogía existente entre el universo creado y las obras
planificadas y ejecutadas por los hombres.
PROBLEMAS METODOLOGICOS DE HUME.
El análisis matemático y la observación empírica suministraban una doble
fuente de energía a este método incomparable que Hume admiraba y que
Newton había heredado de la Escuela de Padua a través de Galileo. Al
teorizar sobre los fundamentos epistemológicos de la revolución
científica, los filósofos racionalistas tendían a subrayar su lado
matemático, mientras que los empiristas hacían hincapié en el aspecto
observacional.
La demostración de Newton del principio fundamental de la astronomía, en
el estilo de la geometría clásica, constituye un bello ejemplo de
demostración matemática aplicable a la interpretación de la realidad
física. Al sustituir los términos indefinidos por entidades empíricas
(por ejemplo, puntos de masa por planetas), las fuerzas físicas que
operan en el universo se pueden derivar de las relaciones lógicas
descubiertas por razonamiento deductivo. Reduciendo las esferas a puntos
de masa situados en sus centros en los que se supone que se concentra la
fuerza de atracción, dedujo las leyes de Kepler a partir de las leyes
del movimiento. Sustituyendo los planetas por puntos matemáticos y las
trayectorias de los movimientos por líneas curvas, calculando la
atracción gravitatoria como una fuerza física que variaba según las
masas de las esferas y sus posiciones relativas, consiguió deducir el
movimiento de los planetas como una función de las fuerzas gravitatoria
y centrífuga que actuaban sobre ellos. Si la observación de la órbita de
la luna, por ejemplo, no se adecuase perfectamente a las predicciones
basadas en la atracción terrestre, se podrían explicar las desviaciones
del ideal matemático atribuyéndolas a los efectos de la atracción de
otros planetas, dejados de lado en aras de la simplicidad, efectos que
se podrían explicar por medio de cálculos similares y las mismas leyes
básicas simples.
La hazaña intelectual humana más impresionante y asombrosa de todas tal
vez sea la deducción matemática de verdades empíricas a partir de un
sistema axiomático elaborado a partir de definiciones y postulados de
acuerdo con reglas de inferencia indemostrables. Partiendo de
determinados teoremas de sus sistema axiomático elaborado
deductivamente, logró inferir proposiciones empíricas que describían de
manera verificable el comportamiento de los objetos naturales. El
cálculo que hizo Halley de la órbita del cometa que lleva su nombre es
un excelente ejemplo de la relevancia empírica y del poder predictivo de
los PRINCIPIA.
Las ciencias sociales que Hume denominaba "temas morales" no están
reunidas hasta el presente en una síntesis de tipo newtoniano. Incluso
la que goza de un desarrollo científico mayor, la psicología
experimental, solo está matematizada en un sentido relativamente
primitivo. Desprovisto como estaba de técnicas estadísticas y de los
procedimientos e instrumentos psicométricos, no es de extrañar que el
método de Hume no se asemeje demasiado al newtoniano. Si tomamos
"filosofia experimental" en el sentido newtoniano, según el cual las
matemáticas eran parte integral y vital de la misma, los intentos de
Hume de introducir el método de razonamiento experimental en los temas
morales era prematura; al menos dos siglos prematuro.
El objetivo fundamental que se propone Hume en su Introducción al
TREATISE es proclamar los méritos inigualables del método experimental
que va a tratar de aplicar a las cuestiones morales. Sin embargo, admite
en seguida, los fenómenos mentales o morales no están sujetos a
controles experimentales. "Hemos, por tanto, de obtener los experimentos
de esta ciencia a partir de observaciones cuidadosas de la vida humana,
tomándolos tal y como aparecen en el curso ordinario de la vida, en la
conducta de los hombres en sociedad, en sus asuntos y en sus placeres" (
T xxiii)
El Hume observador, reflexivo e introspectivo no era un experimentador
en el sentido moderno del término. En una época en que el trabajo
experimental contribuía a otorgar reputación científica y en la que
hasta los aficionados se entretenían en repetir los experimentos
comunicados por los profesionales, Hume siguió siendo un pensador
filosófico, un extraño a los "experimentos exactos y cuidadosos" que
tanto alababa. Hume se enfrentó a todos los problemas técnicos y morales
que aún obstruyen la investigación experimental en el campo de la
psicología humana. Incluso previó la dificultad consistente en la
distorsión de las respuestas cuando son provocadas artificialmente bajo
condiciones experimentales.
Aplicado a la psicología, el método experimental de Hume equivalía a
confiar en la observación por lo que respecta al material bruto que
aparecía en su construcción teórica y en recurrir a la experiencia
ordinaria a fin de confirmar la teoría.
La estructura lógica de la teoría humeana del entendimiento es un
reflejo de su modelo newtoniano. Hume intenta derivar los fenómenos del
mundo de la mente a partir de unos pocos principios sencillos, análogos
a los Axiomas o Leyes del Movimiento de Newton, y de un principio de
asociación como contrapartida del principio de atracción universal. Los
datos con los que tenía que enfrentarse eran inmunes al análisis
matemático, por lo que su teoría no se podía desarrollar por deducción
matemática ni se podía someter a las contrastaciones verificadoras
aceptables en la ciencia experimental.
En este punto, el problema de Hume es sencillo, inevitable e insoluble.
Su psicología mental se enfrentaba a fenómenos intrínsecamente privados,
no siendo los enunciados que los describen verificables públicamente en
sentido directo, como ocurre con los enunciados relativos a péndulos,
planetas y proyectiles. Las impresiones e ideas adquiridas en una
investigación acerca del entendimiento humano son percepciones de
impresiones e ideas, así como de sucesos mentales, y no de cosas
tangibles o de sucesos físicos.
LA DIFICULTAD DEL DUALISMO.
Hume consideraba la ciencia newtoniana como un paradigma metodológico
con el que debía modelar las investigaciones en torno a la vida social e
intelectual del hombre. Siguiendo la enseñanza de Locke, separa los
fenómenos morales -los acontecimientos que implican la acción humana- de
los sucesos que tienen lugar en el mundo natural, tratando el
pensamiento y el sentimiento aisladamente de los procesos físicos.
Como los demás escritores de su época, Hume partió del supuesto dualista
de que el dominio de lo mental difiere absolutamente del de lo físico.
El estudio de la física permitía familiarizarse con los principios
metodológicos que, era de esperar, habrían de servir para explorar el
mundo interno. Cuando Descartes se sintió acosado por las objeciones
planteadas a su intento de explicar las relaciones entre el cuerpo y la
mente, respondió irritado que esas cosas resultan conocidas por sí
mismas y que no hacemos más que oscurecer cuando tratamos de explicarlas
por medio de otras cosas. Locke heredó con gusto el dualismo cartesiano.
A pesar de su escepticismo acerca de la validez de cualquier solución
metafísica a los problemas creados por el divorcio de la mente y el
cuerpo, Hume se compromete con el dualismo. En otras palabras, la
filosofía de la mente ha de elaborarse de modo totalmente independiente
de cualquier investigación científica relativa a las condiciones físicas
que hacen posible las experiencias cognitivas y perceptivas.
Al desarrollar su teoría del conocimiento, la atención de Hume, como la
de Locke y la de Berkeley, se centra en lo que ocurre en la conciencia,
en los procesos y entidades psíquicas que constituyen una clase distinta
de fenómenos denominados mentales.
Cómo es posible que la explicación de dichos fenómenos surja de un
procedimiento que los aísla, tanto del mundo externo e impersonal, como
del cuerpo de la persona ?
Si para que aparezcan los fenómenos mentales sobre los que investiga
Hume se precisan determinadas condiciones tanto en el medio natural como
en la constitución típica de la persona, toda investigación acerca de
dichos fenómenos depende absolutamente de la comprensión de dichas
condiciones. Puesto que Hume decide ignorar en principio ambos conjuntos
de condiciones, es evidente que no está en posición de presentar una
teoría equivalente a una genuina explicación científica de los fenómenos
mentales.
La ilusión de que los fenómenos mentales se pueden explicar
independientemente de la física y la fisiología, independientemente de
nuestro conocimiento del mundo externo y del cuerpo, surge de la
suposición de que, puesto que los sucesos mentales son básicos para
cualquier otra forma de explicación (pues los supone), las explicaciones
de los sucesos mentales son fundamentales y no presuponen explicaciones
de ningún otro tipo de sucesos. Mas el orden real de dependencia de las
clases de teorías o explicaciones es el inverso.
La insatisfacción que Hume experimentaba frente a los desarrollos de la
filosofía moral y la religión natural le instaron a intentar determinar
los límites del entendimiento humano. Tuvo a bien proponerse descubrir
de qué modo se adquiere el conocimiento y se forma la creencia. Suponía
que los medios y límites del conocimiento y la creencia justificada eran
cuestiones de hecho, susceptibles de ser descubiertas, mediante la
investigación empírica, y por esa razón se presentó a sí mismo el título
de su primer libro como un filósofo experimental.
El camino que va desde la explicación científica de los fenómenos
mentales hasta la determinación de los límites teóricos del
entendimiento humano está bloqueado por dos obstáculos adicionales que
parecen insuperables. El primero lo constituye el papel clave
desempeñado por el lenguaje en el conocimiento humano, mientras que el
segundo concierne a la costumbre que tenía Hume de aducir teorías
psicológicas en apoyo de las normas lógicas.
Mucho antes que Hume, muchos filósofos habían sospechado que la clave de
ciertos problemas epistemológicos habría de encontrarse en un estudio
del lenguaje. Parecía que el lenguaje no solo servía para registrar y
comunicar el conocimiento, sino también para adquirirlo más allá del
nivel rudimentario accesible a los animales carentes de lenguaje.
También parecía en ocasiones que los fenómenos lingüísticos eran únicos
y sin ninguna semejanza con cualquier otro proceso natural y que, fuese
cual fuese su origen, el lenguaje había alcanzado la autonomía en una
etapa muy primitiva de su evolución, emancipándose de las
determinaciones puramente físicas y biológicas. Frente a las leyes que
rigen los procesos naturales, las reglas que gobiernan la conducta
lingüística codifican las decisiones humanas, sus costumbres y
convenciones, por lo que no parecen tener otro fundamento que el acuerdo
tácito entre los miembros de un grupo lingüístico. El habla, que no se
adquiere involuntariamente, sino que se ha de aprender a través de la
imitación, la práctica y la corrección, es un fenómeno más bien cultural
que natural.
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