Article publicat a La Vanguardia el 25/12/2002 per Rosa Maria Piñol
El
año del relevo generacional
Recientemente,
Baltasar Porcel sugería que haber
publicado uno o dos títulos no bastaba para ser considerado un buen escritor.
En su opinión, lo es quien ha firmado media docena de libros extensos
y es un autor leído cuyas obras funcionan. Pues bien, el balance
de la narrativa en catalán de este año parece desmentir esta hipótesis.
Entre lo mejor de 2002 figuran obras de autores muy jóvenes con sólo
uno o dos títulos en su haber, e incluso alguna opera prima.
En lo que concierne a novelas y cuentos, ciertamente se ha confirmado el relevo
generacional. Y más en libros de relatos que en novelas, que no han abundado.
Es verdad que el propio Porcel, un autor
consagrado, ha reunido en un volumen (Les maniobres de l'amor) todos
sus cuentos, su faceta creativa menos conocida. Pero la mayoría de recopilaciones
cuentísticas llevan firma joven. Como Pere
Guixà (1973), que ha revalidado, con L'embolic del món,
su tercer libro, la inusitada madurez mostrada en los anteriores. O Francesc
Serés (1972), que cierra con Una llengua de plom una trilogía
narrativa estilísticamente brillante. Algo mayores que ellos son Manel
Zabala (1968), gran revelación del 2001 que ahora ha vuelto a sorprender
con Massa cafè, y Jordi Puntí
(1967), que ha confirmado con Animals tristos las expectativas que
despertó con su primer libro. Sin dejar el relato, subrayemos A la
ciutat en obres, de Mercè Ibarz
(1954), una mirada poética a la Barcelona cambiante, y Sortida d'emergència,
del novel Antoni Mas (1956), catálogo de cambios, renuncias o crisis
cotidianas.
La novela ha tenido también jóvenes cultivadores. Albert Sánchez
Piñol (1965) se ha estrenado de forma impactante con La pell freda,
relato que recupera el placer de la aventura y que Edhasa traducirá al
castellano. En un registro muy distinto pero también con gran solidez
narrativa, Sebastià Alzamora (1972) narra en Sara i Jeremies,
su segunda novela, una dura historia de amor ambientada en la Mallorca anterior
al turismo. Y otra opera prima de autor joven: Voleriana, una historia
de amor en Valencia creada por Salvador Company (1970).
Entre las novelas de autores seniors, destaca la última de Jordi
Coca, Lena, intensa historia sobre el deseo y la soledad con gran
carga erótica; la primera en catalán de Àngel
Casas, Fred als peus, una mirada a la Barcelona de la posguerra que
se ha mantenido más de siete meses en la lista de libros más vendidos;
Societat limitada, de Ferran Torrent, una brillante sátira de
la Valencia zaplanista que también reina en este hit parade. Y otro título
de largo aliento en esta lista, Les seduccions de Júlia, con el
que Màrius Carol ganó el Ramon
Llull.
NO FICCIÓN. En primer lugar, tres obras culturales de enjundia: el primer
tomo del Diplomatari, ingente recopilación de los documentos borgianos
por par-te de Miquel Batllori; la Gramàtica del català contemporani,
coordinada por Joan Solà, y la Enciclopèdia de la llengua catalana,
dirigida por Francesc Vallverdú. La actualidad internacional ha propiciado
títulos como El món després de l'Onze de Setembre
(artículos de Eco, Kepel, Garzón, Raschid, Saramago, Goytisolo
y otros) o La jihad, de Gilles Kepel. En el ámbito de la historia,
destaca Memòria de l'infern, testimonios de supervivientes de
campos nazis, a cargo de David Bassa, con fotos de Jordi Ribó.
Y he aquí algunas obras ensayísticas de interés: I a
tu, què t'importa, de Josep M. Terricabras; Encara no som humans,
de Eudald Carbonell y Robert Sala: La ruptura catalana, de Andreu Mayayo;
Elogi del present, de Miquel Porta Perales; Joan Fuster. Converses
filosòfiques, de Júlia Blasco, y L'aventura d'envellir,
un título de Teresa Pàmies
convertido en best-séller.
POESÍA. La producción poética ha estado marcada, por un
lado, por los centenarios de Verdaguer y
Fages de Climent. Del primero, aparte de las ediciones críticas de sus
grandes poemas épicos (L'Atlàntida, Canigó), destacamos
la exhumación de una pequeña joya en prosa: El meu Verdaguer,
de Josep Maria de Sagarra. Del
poco conocido poeta ampurdanés, se han publicado sus sonetos inéditos.
Un descubrimiento importante ha sido la magnífica obra poética
de Mercè Rodoreda (Agonia de llum,
a cargo de Abraham Mohino), inédita hasta hoy.
De los autores actuales, destacaríamos, entre los seniors, Les imminències,
el poemario más metafísico y radical de Màrius Sampere,
y las dos últimas entregas de Miquel Martí i Pol: Haikús
en temps de guerra y Després de tot. Y dos propuestas de poetas
que rondan los 60: Joan Margarit ha reunido
en el impresionante Joana los versos desgarrados inspirados por
la enfermedad y muerte de su hija; y Narcís Comadira ha compilado en
Formes de l'ombra cuarenta años de quehacer poético, incluido
su último poemario, L'art de la fuga. Carles Miralles ha agrupado
también su poesía completa en D'aspra dolcesa, donde funde
de modo brillante su biografía moral y su quehacer intelectual.
Otras sugerencias: la irónica reflexión de Enric
Casasses sobre la literatura y el oficio de escritor en Que dormim?;
lo más destacado de las dos décadas de poesía de Albert
Roig en Córrer la taronja, con luminosas impresiones del Ebro
y sus paisajes. Y la obra de dos mujeres: la veterana Montserrat Abelló,
que recopila toda su obra en Al cor de les paraules, y Dolors Miquel,
que defiende la intuición en su irónico y divertido Mos de
gat. Una última recomendación: la clásica antología
de la poesía expresionista alemana El crepuscle de la humanitat,
en trabajada versión de Artur Quintana.
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